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4. Hola

Llevó la mirada a la persona que se había quejado y se encontró, con un chico de baja estatura, cabello castaño despeinado, mofletes rellenitos con dos hoyuelos en cada lado, de tez pálida, ojos almendra con toques leves de verde esmeralda y labios rositas agrietados que mostraban un leve puchero de frustración al no lograr coger ese último bolígrafo de color azul. Pestañeo un poco y lo reconoció era el chaval que había ido un día con un rubio que creyó que le rompió la nariz.

—¿Chico rinoplastia? —cuestionó con una ceja alzada por lo que al menor se le encendieron violentamente las mejillas.

—¿Cómo me has dicho? —se cruzo de brazos sobre su pecho con el ceño fruncido.

Sonrió de costado ante la imagen del niño enfadado.

— Chico rinoplastia —repitió — No sé si me recuerdes pero tú y el chaval rubio fuisteis al hospital donde trabajo yo lo atendí ya que creíais que se había roto la nariz por el puñetazo que le habías dado.

Paso un mes de aquello pero Pedri lo recuerda como si fuera ayer literalmente, pero es que fue un caso tan peculiar y además no podía la forma violenta en la que el menor se había sonrojado.

 —Ooh —murmuró tímido — S-i...lo re-recuerdo.

¡Joder que tierno!

El canario se mordió el labio inferior, estaban en silencio como dos idiotas en medio de un pasillo y sobre todo estaban solos, el único ruido que se oía allí era la de las canciones que sonaban en los amplificadores del lugar.

No hay fecha en el calendario
Para volver a intentarlo
Yo sin saber que iba a coincidir
Contigo esa noche de Mayo
Tu mirada buscando la mía
No sabía lo que me esperaría
Pero menos mal me dejé llevar

— Am...—se rascó la nuca nervioso — Ten —le extendió el bolígrafo.

—¿Eh?

— Que tomes el boli —sacudió la mano.

— No, que va —negó con la cabeza descruzando los brazos — Lo has cogido tú.

Se encogió de hombros — ¿Y? Tú lo viste primero.

— Per-

Sus mejillas se sonrojaron con violencia cuando el canario le tomo de la mano para colocar el bolígrafo en su palma y cerrarla. 

— Anda ya chico rinoplastia —le sonrió — Se ve que lo necesitas más que yo.

— No me digas así —hizo un puchero.

— Pues no se tu nombre.

Y era verdad, tal vez.

El menor sonrió y le extendió una mano en un afán de que el canario lo cogiese.

— Pues yo soy Pablo Paéz pero me dicen Gavi.

¿Gavi? ¿Pablo? le sonaba.

—Pedro González un gusto —le estrecho la mano con una expresión divertida —Me puedes decir Pedri.

— Hola Pedri —sonrió dulce soltando la mano del mayor — ¿Cómo te encuentras?

Y es que me convenciste desde hola
Y con el cómo estás ya me perdí
Yo se que no pasaron mas de un par de horas
Siento que yo ya te conocí

— Hola Gavi —rió un poco.

Ambos rieron y sus miradas se conectaron de forma fugaz.

— Oye pero al menos quiero saber si te llevas otro boli —aseguró el menor — Así no me sentiré mal por cogerte este —agito el bolígrafo en su mano.

— Ah. Que no importa tío —le restó importancia, pero al ver los ojos de cachorrito mojado que le puso el menor no se pudo resistir — Vale.

—¿Qué?

— Ven conmigo y verás que cojo otro boli — sin esperar siquiera una respuesta del menor  y tomándolo por sorpresa le cogió del brazo para arrastrarlo con él por los pasillos en busca de un bolígrafo. 

Como un viaje improvisado
O un beso inesperado
No te has ido y pienso en repetir
Lo que yo necesitaba
Aunque ni lo esperaba
Contigo ese día coincidir

—¿Habías venido a esta librería antes?  —cuestionó el menor tratando de calmar sus nervios por tener entrelazada la mano con la del mayor.

— No de hecho  —negó levemente deteniendo su andar frente a una estantería que tenía varios bolígrafos de colores — Mi mejor amigo me lo recomendó.

— Ya veo  —musitó.

Decir que su corazoncito de pollo latía tan fuerte que hasta lo oían en Grecia no era exageración, es decir el chaval por el que había tenido un flechazo le había cogido de la mano y por obvias razones rezaba internamente para que su mano no comenzará a sudar de los nervios. La sensación de la gran mano áspera y caliente del mayor envolviendo su pequeña mano suave y fría le enviaba descargas eléctricas a su espina dorsal.

Pablo se preguntó si lo que revoloteaba en su estomago eran mariposas o todo el jodido zoológico.  

—¿Lila o rosa? —la voz del mayor lo trajo de vuelta de su mundo de pensamientos, al igual que el leve apretón que recibió en la mano por parte del mismo.

—¿Cómo dices? —pestañeó apartando todos los pensamientos que tenía ahora.

—¿Que si llevó lila o rosa? —le sonrió.

— Lila.

Asintió leve y así tras soltar la mano del menor ambos se dirigieron a la caja donde el mayor decidió cederle el paso al niño para que pagase primero cosa que hizo, se despidió rápidamente para así salir de allí y poder respirar con normalidad, una vez fuera soltó un suspiro intentando calmar todas las emociones que alteraban su corazón, no podía manejar tantas emociones que sentía que iba a explotar.

—¡Ey Gavi! 

Oh mierda.

— Te has olvidado la cartera —le sonrió amable extendiéndole dicho objeto. 

— Gra-gracias —musitó con las mejillas sonrojadas.

Se resaco la cien nervioso —¿Te gustaría ir a por un helado? 

¿Lo estaba invitando a salir? ¡Lo estaba invitando a salir!

— Si no quieres no tengo problema —se apresuro a añadir sintiéndose extrañamente idiota.

— Claro que quiero.

...

—¿Pero cómo es que te puede gustar el helado de limón y menta? —preguntó sorprendido del gusto raro del menor al combinar helado de menta y limón — Es antinatural.

— Tú eres el antinatural —se defendió empujándolo levemente con el hombro.

Estaban caminando por un parque urbano apreciando el paisaje y conociéndose en lo que restaba de la última media hora habían aprendido mucho del otro, disfrutaban de la compañía del otro, como si se conocieran de toda una vida. Pedri al menos se entero que el menor tenía 19 años por lo que no lo convertía en un pedofilo estar allí con él mientras tenía 23 años.

 —¿Estudias o trabajas? 

— Ambos.

—¿Qué estudias? —cuestionó interesado.

—Literatura —sonrió con un brillo especial en el rostro — Espero ser algún día un gran escritor como Neruda o Benedetti.

Lo analizo con la mirada, sus ojitos almendra brillaban demostrando esa ilusión tan grande por cumplir su sueño y su sonrisa tan genuina trasmitía tanta alegría. Esperaba algún día que es niño cumpliera su sueño porque el sería el primero en estar allí para verlo truinfar.

 —¿Me supongo que te gusta leer?

— Jope tanto se nota.

— Soy observador —sonrió —¿ Y trabajas de...?

— Oh en una cafetería —lo miro sonriendo haciendo notar los pequeños hoyuelos en sus regordetas mejillas  —Deberías ir un día, se llama Las delicias.

Por más que no le guste el café iría, pero Pablo no tenía porque saberlo.

 —Lo haré.

Entre tanta gente yo te vi llegar
Algo en el destino me hizo saludar
Te dije mi nombre y no sé dónde
Como con un beso me respondes

— Sabes también que me gustaría —suspiro — Abrir mi propia librería en el centro de Barcelona.

—Buaa eso sería magnifico.

— Lo sé...hasta tengo el nombre y todo.

—¿Cuál es? 

— La manzana envenenada.

Arqueó las cejas divertido — Eso es muy oscuro ¿No?

— Lo sé, muy Dark Romance de mi parte.

—¿Dark romance? —lo miro confundido.

— Son narrativas de amor ambientadas con escenarios oscuros y personajes con moralidad cuestionable —trato de explicar sin dar muchos detalles no quería que Pedri pensará que es un pervertido o algo así.

— Eso es muy gótico de tu parte, Gavi —rió divertido.

—¿Tú no lees?

— No, o al menos no por gusto —se encogió de hombros — La última vez que quise leer por hobby me dormí después del prologo.

 — Dioses.

Ambos rieron. Y se detuvieron para mirar como caían las flores de un árbol, el menor extendió un poco su helado en dirección al canario que lo miro divertido.

—¿Qué?

—Pruebalo —indicó refiriéndose a su helado — Y verás que te sabrá delicioso.

—Vale...

Pablo se puso de puntillas para acercarle más el cono de helado y cuando el canario se acercó, le embarro en la nariz el helado.

Solo te importó que te tratara bien
Tú de 19 y yo de 23
Y empecé mis planes para vernos otra vez

—¡Pablo! —se quejó y el menor se echó a correr para que el mayor lo persiguiera —¡Vuelve aquí chico rinoplastia! 










Solo el escritor sabe para quién escribe, mientras que el lector lee a quién más extraña

—Alberto Fuentes




Un dato curioso esté libro va dedicado indirectamente para aquel dulce amor que jamás leerá las páginas de la historia que pudo ser y que no paso <3

Que les pareció el capitulo? A mi no me gusto tanto la verdad. 

Aguante el helado de menta y limón <3

En fin.

Los leo.

Lai una poeta enamorada.

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