17. Soy la poesía
El corazón de Gavi latía con fuerza, mezclando la emoción y la confusión en un torbellino de sensaciones. Había sido un momento fugaz pero cargado de significado, y ahora ambos estaban separados por una distancia física y emocional, mientras la película trataba de llenar el vacío incómodo en la habitación.
—¿Pedri me iba a besar? —se preguntaba Gavi para sí mismo, con incredulidad y asombro dibujados en su rostro. No podía dejar de dar vueltas a la idea en su mente, intentando comprender lo que había pasado. ¿Era real o simplemente producto de su imaginación febril? Se tocó disimuladamente la frente, buscando cualquier señal de fiebre, pero no encontró nada anormal.
Entonces, se pellizcó el brazo suavemente, sintiendo el dolor punzante que confirmaba su realidad. Pero aún así, la duda persistía en su mente, como si estuviera viviendo un sueño del que no quería despertar.
El suave siseo de Gavi llamó la atención de Pedri, quien giró la cabeza para mirarlo con preocupación. —¿Estás bien, chico rinoplastia? —preguntó, notando la expresión desconcertada del menor.
Gavi vaciló por un momento, debatiéndose entre compartir sus pensamientos o dejarlos guardados en lo más profundo de su mente. Finalmente, decidió decir la verdad, al menos en parte. —Sí, estoy bien. Solo... estaba pensando en algo. —respondió, tratando de sonar convincente mientras desviaba la mirada, sintiéndose incómodo por la perspicacia de Pedri.
Pedri observó a Gavi con curiosidad, notando el cambio en su expresión mientras parecía debatirse consigo mismo. La atención del mayor estaba completamente centrada en el menor, esperando una respuesta honesta a su pregunta.
—¿Y qué estaba pensando esa cabecita tuya? —insistió Pedri, con una sonrisa leve pero intrigada, queriendo entender qué cruzaba por la mente del sevillano.
Gavi suspiró, sintiendo la presión de la mirada de Pedri sobre él. Sabía que el médico podía percibir cuando no decía toda la verdad, pero al mismo tiempo, no quería compartir sus pensamientos más íntimos, especialmente aquellos relacionados con la confusa situación que acababa de experimentar.
Después de un momento de vacilación, Gavi decidió ofrecer una respuesta vaga para mantener su privacidad. —Solo cosas de la universidad. Cosas aburridas. —murmuró, tratando de desviar la atención de la conversación hacia un tema más superficial.
Pedri asintió comprensivamente, aunque todavía parecía algo escéptico. —Entiendo. Bueno, si necesitas hablar sobre ello, aquí estoy. —ofreció con amabilidad, mostrando su disposición para escuchar si Gavi decidía abrirse más adelante.
Gavi le dedicó una leve sonrisa de agradecimiento, sintiéndose reconfortado por la preocupación genuina de su amigo. Aunque había decidido no compartir sus pensamientos más profundos en ese momento, sabía que Pedri estaría allí para él si alguna vez lo necesitaba.
La mente de Gavi se dejaba llevar por las fantasías más vívidas y tentadoras, mientras su imaginación recreaba escenas que parecían tan reales como la vida misma. Cerró los ojos por un momento, permitiéndose sumergirse aún más en aquel mundo de ensueño que había creado en su mente.
Visualizó a Pedri acercándose lentamente, sus labios rozando los suyos en un beso suave y delicado que enviaba corrientes eléctricas por todo su cuerpo. Podía sentir el calor de aquel contacto, el roce íntimo que los unía en ese momento fugaz pero eterno.
Con cada instante, la intensidad del beso aumentaba, sus labios moviéndose con pasión y deseo, explorando cada rincón con devoción y entrega. Gavi se dejaba llevar por la sensación embriagadora de aquel momento, sintiendo cómo sus corazones latían al unísono en un ritmo acelerado y emocionante.
Se imaginaba a Pedri envolviéndolo en sus brazos, abrazándolo con ternura y protección, mientras se perdían juntos en un torbellino de emociones y sensaciones indescriptibles. Cada caricia, cada susurro, cada gesto era un eco de la profunda conexión que compartían, una conexión que trascendía cualquier barrera o duda.
Sin embargo, en medio de aquel éxtasis imaginativo, una voz interna le recordaba la realidad, una voz que le susurraba que aquello era solo una fantasía, un deseo prohibido que nunca se haría realidad. Aunque su corazón anhelaba profundamente la cercanía de Pedri, sabía que cruzar esa línea sería un error imperdonable, una traición a su amistad y a la confianza que habían construido juntos
Gavi se encontraba atrapado en un torbellino de emociones encontradas, su mente navegando entre las aguas turbulentas de la confusión y el deseo reprimido. Se observó en el espejo, buscando respuestas en el reflejo que devolvía su mirada, pero solo encontró la imagen de un joven abrumado por sus propios pensamientos.
—No soy la musa, soy la poesía... —murmuraba en busca de calma mirando a su reflejo.
Las palabras resonaban en su mente como un mantra, una repetición constante que intentaba disipar la neblina de incertidumbre que lo envolvía. "No soy la musa, soy la poesía", se repetía una y otra vez, como un intento desesperado por encontrar su lugar en aquel intrincado laberinto emocional.
En su mirada se reflejaba la lucha interna que libraba consigo mismo, el conflicto entre lo que deseaba y lo que sabía que era correcto. Quería ser la musa que inspiraba los versos más hermosos de Pedri, pero sabía que no podía permitirse caer en aquel abismo de deseos prohibidos.
El sonrojo en sus mejillas no era solo el resultado del resfriado que lo aquejaba, era el rubor de la vergüenza y la confusión, la señal de que su corazón y su mente estaban en guerra consigo mismos. ¿Qué camino debería tomar? ¿Debería dejarse llevar por la corriente de sus emociones, o resistirse y mantenerse firme en su amistad con Pedri?
Mientras tanto, en el otro lado de la puerta cerrada, Pedri esperaba con preocupación, sin entender del todo qué había sucedido para que Gavi se alejara de esa manera. La distancia entre ellos parecía crecer con cada segundo que pasaba, alimentando la incertidumbre y la incomodidad en el aire.
En el silencio del baño, Gavi se enfrentaba a su reflejo con ojos llenos de anhelos y desencantos. Sabía que en el universo de Pedri, él era solo una estrella fugaz, una chispa efímera en la vastedad de sus días. Anhelaba ser la musa que encendiera la pasión creativa en el corazón del médico, pero se resignaba a ser solo la poesía anónima de un alma solitaria.
Mientras tanto, Pedri escribía sus versos en la carne de sus pacientes, trazando líneas de esperanza con el bisturí, mientras que Gavi componía sus poemas en tinta, todos ellos dedicados a su amado, cada palabra un eco de su amor silencioso y profundo.
En su corazón, albergaba la esperanza de que algún día, Pedri descubriera la belleza de su amor callado y encontrara en él al poeta que había estado buscando en sus sueños más íntimos. Pero por ahora, se conformaba con ser la sombra en el lienzo de la vida de Pedri, una presencia discreta pero constante, una nota suave en la sinfonía caótica del mundo.
Las lágrimas que surcaban su rostro eran como versos que se deslizaban por su piel, una expresión de su amor no correspondido y de su resignación ante un destino que parecía escrito en las estrellas. En aquel momento, en la soledad del baño, Gavi se fundió con el silencio, convirtiéndose en parte de la poesía anónima que llenaba los rincones de su alma, esperando en silencio el momento en que su amor encontrara su voz y fuera cantado en los versos de Pedri.
Gavi se limpió las lágrimas con la mano, apretando el puño con fuerza para contener la tormenta de emociones que lo embargaba. Se repetía una y otra vez que lo que había imaginado con Pedri era solo un sueño, una ilusión creada por su deseo más profundo. Se mojó la cara con un poco de agua, sintiendo cómo el frío líquido calmaba su piel caliente por la fiebre y su corazón acelerado por la confusión.
Bufó, tratando de despejar su mente, y salió del baño con determinación, repitiendo en un susurro: "No soy la musa, soy la poesía". Era su mantra, la frase que lo reconfortaba en momentos de incertidumbre y desesperación.
Al salir, se encontró con Pedri dormido, con una expresión tranquila en el rostro. Gavi sonrió al verlo, sintiendo un amor profundo y puro por el hombre que tenía ante sí. La película ya había terminado, y en ese momento, en la quietud de la noche, Gavi se dio cuenta de que, aunque no fuera la musa de Pedri, seguía siendo parte de su poesía, una parte importante que daba sentido y color a sus días.
Se fijo entonces en los labios de Pedri, como pétalos de veneno que anhelan ser probados, exudan una irresistible atracción. Son carmesíes y tentadores, como las rosas más hermosas pero ocultan un peligro sutil y seductor. Cada curva y contorno es una invitación al deseo, una promesa de placer y peligro entrelazados.
En la suavidad de su apariencia se esconde una fuerza magnética, capaz de atraer al más temerario hacia su dulce veneno. Son labios que susurran promesas de amor y secretos prohibidos, capaces de enredar los sentidos y hechizar el alma del que se atreva a acercarse demasiado.
Cuando Gavi contempla esos labios, siente una mezcla de fascinación y temor, como un navegante hipnotizado por el canto de las sirenas. Son la tentación personificada, un misterio que ansía descubrir pero que también le infunde un respeto reverencial.
Al acercarse a Pedri, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Gavi siente el impulso irresistible de probar esos labios que han sido objeto de tantos de sus pensamientos. Un contacto tan sutil como el roce de dos plumas al caer, un beso fugaz y delicado, apenas un suspiro en el aire.
Al dar el pequeño y temerario beso, Gavi siente el dulce veneno de esos labios, una sensación embriagadora que lo envuelve en un torbellino de emociones. Es como si hubiera probado el néctar de los dioses, pero también el amargo sabor del riesgo y la incertidumbre.
En ese instante efímero, los labios de Pedri se convierten en un símbolo de todo lo que Gavi desea pero también de todo lo que teme. Son una paradoja irresistible, una contradicción hecha carne, que lo cautiva y lo deslumbra en igual medida.
En mis versos anida la libertad, soy la poesía sin musa, la escritora rebelde que anhela ser libre.
—La escritora rebelde.
Por decisión de ustedes acá está un capitulo más.
Que les pareció?
Que historia actualizo después de esta?
En fin.
LOS QUIERO (así en mayúsculas luego para que vea cierta personita bella que dijo que no los quería eh cofcofAdricofcof)
Lai una escritora rebelde <3
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