Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15. Cuidados

Pedri suspiró mientras se tumbaba en el sillón de la sala de residentes del hospital, agotado por su guardia. Su única aspiración en ese momento era dormir, pero aún le quedaban pacientes por atender y la tarea de ir al supermercado a comprar verduras y pollo para prepararle sopa a Gavi. Había notado que el sevillano sonaba muy ronco por llamada el día anterior, lo que le preocupaba. Además, quería aprovechar la oportunidad para pasar tiempo con ese chico tan especial para él.

Sus ojos, que estaban cerrados con fuerza mientras buscaba algo de paz en su mente, se abrieron de golpe cuando la puerta de la sala fue abierta por un enfermero, específicamente Cris, quien se disculpó torpemente entre tartamudeos.

—Oh... do-doctor Gonz-gonzález —balbuceó Cris, visiblemente nervioso.

Pedri, con amabilidad, le dijo:

—Tranquilo, Cris... ¿necesitas algo?

El rubio, sonrojado, negó levemente.

—No... doctor... solo estaba de paso... para descansar un poco... ¡Pero ya me voy!

Pedri frunció levemente el ceño y le dijo:

—Oye, no hace falta que te vayas. Puedes quedarte.

El rubio murmuró un "¿En serio?" y Pedri respondió amable:

—Claro que sí.

Cris tomó asiento frente a Pedri y le agradeció:

—Gracias, doctor González.

Pedri asintió con una pequeña sonrisa y le dijo:

—No te preocupes, y no me llames así. Mejor dime Pedri.

El enfermero asintió y dijo:

—Vale, Pedri.

Ambos se sonrieron, pero antes de que Cris pudiera decir algo más, la puerta se abrió de nuevo y entró Ferran, quejándose de la guardia y sin percatarse de la presencia de Cris. Se tumbó junto a Pedri y suspiró.

—A veces me pregunto por qué decidí estudiar medicina —se lamentó.

Pedri le respondió con calma:

—Porque querías ayudar a los demás, y la paga vale la pena.

Ferran hizo un puchero.

—Extraño a Ansu —se quejó, refiriéndose a su novio, que había ido a ver a su familia y llevaba unas tres semanas fuera.

Pedri rodó los ojos con diversión.

—Pero hablas con él todos los días, tío —le recordó.

Ferran bufó.

—No es lo mismo.

Cris fingió una tos para hacerse notar, y Ferran lo saludó distraído.

—Oh, hola... am... lo lamento, chaval, olvidé tu nombre.

Pedri intervino:

—Se llama Cris, Ferri. ¿Cómo has podido olvidarlo?

El rubio se sonrojó violentamente, y Pedri no pudo evitar soltar una risa.

...

El canario iba empujando el carrito del supermercado cuando su móvil comenzó a sonar, indicando que tenía una nueva llamada entrante. Sonrió de lado al ver de quién se trataba: su niñato aborotado, Gavi. Con una sonrisa, contestó diciendo:

—Hola, chico rinoplastia.

Y recibió la respuesta con la voz ronca del sevillano, que divertido le dijo:

—Hola, doc.

Pedri sonrió de lado.

—¿A qué debo el placer? —preguntó, escuchando la melodiosa risa del menor.

—Es que me aburro y me dije: voy a molestar a Pedri.

Pedri rió suavemente ante la respuesta de Gavi.

—¿Molestar? ¡Qué sorpresa! —respondió con diversión—. ¿Cómo estás, Gav? ¿Mejor?

—Un poco, la fiebre ha bajado, pero sigo sintiéndome mal —contestó  con voz apagada.

Pedri frunció el ceño, preocupado.

—¿Has tomado los medicamentos que te receté? —preguntó.

—Sí, sí, ya he tomado todo. Pero sigo sin energía —respondió .

—Bueno, descansa y sigue las indicaciones. Pronto estarás bien —dijo  con tono reconfortante.

—Gracias, Pedri. Eres el mejor doctor —agradeció sinceramente.

—Y tú el peor paciente —respondió  en tono bromista, haciendo reír a Gavi.

Después de unos minutos de conversación amena, Pedri y Gavi se despidieron y el canario continuó con su compra, pensando en la cara que pondría el niñato alborotado cuando lo vea llegar para cuidarlo. 

...

Tocó el timbre del piso del menor una, dos y tres veces, hasta que escuchó un "¡Joder, que ya voy!" por parte del sevillano. Pasados unos segundos, la puerta se abrió y dejó a la vista a un Gavi muy enfermo, con la nariz y los mofletes rojos, ojeras marcadas, labios resecos y ojos sin su típico brillo. Pedri sonrió de lado y divertido le dijo:

—Ya llegó el doctor.

El sevillano negó divertido, sorbiéndose la nariz con la voz ronca, y le dijo:

—¿Es parte del tratamiento premium?

Pedri sonrió y asintió.

—Pues claro, hombre.

Gavi se apartó y lo dejó pasar. El canario caminó hasta llegar a la cocina del piso del menor, dejando las bolsas sobre la barra. El menor lo miró curioso.

—¿Qué traes ahí? —preguntó.

Pedri sacaba las cosas de las bolsas, distradamente.

—Todo lo esencial para cuidarte.

Gavi frunció el ceño, confundido.

—¿Qué estás diciendo?

Pedri lo miró con una sonrisa suave y cálida.

—Tengo el día libre mañana, así que me quedaré para cuidarte y mimarte.

Gavi lo miró con sorpresa y luego con gratitud, sintiendo un nudo en la garganta por el gesto tan desinteresado de su amigo.

Pedri le indicó a Gavi que se fuera a recostar, ya que él se encargaría de la cena. Gavi se negó al principio, pero finalmente aceptó. Pedri se dedicó a prepararle una sopa de pollo, sabiendo que le ayudaría mucho al menor. Con cuidado y cariño, fue seleccionando los ingredientes frescos y preparando la sopa con esmero, dejando que el aroma reconfortante se extendiera por toda la cocina. Mientras tanto, Gavi se acomodó en el sofá, envuelto en una manta, sintiendo el calor reconfortante de su hogar y la preocupación amable de su Pedri.

El sonido de los cuchillos cortando los vegetales y el burbujeo suave de la sopa en la olla llenaron la cocina, creando una atmósfera de calma y bienestar. Pedri se movía con gracia entre los fogones, con una expresión serena y concentrada en su rostro. Sabía que esta simple cena significaba mucho más que solo alimentarse; era un gesto de cuidado y amistad, un acto de amor hacia su chico enfermo.

Cuando la sopa estuvo lista, Pedri sirvió un tazón humeante y reconfortante para Gavi, llevándoselo con una sonrisa suave. El menor agradeció con una mirada llena de gratitud, sintiendo el calor reconfortante del plato entre sus manos. Juntos compartieron la cena en un ambiente de tranquilidad y compañerismo, donde las palabras sobraban y los gestos hablaban por sí solos.

Pedri le dijo con una sonrisa: —No soy como mis padres o mi hermano en la cocina, pero al menos es comible la sopa, ¿no?

Gavi, divertido, respondió: —Qué va, es la sopa más deliciosa que he probado.

Pedri, con una sonrisa, le tocó la frente y le dijo: —Creo que sigues teniendo fiebre, Gavira.

Le sonrió y dejando el plato sobre la mesita de café se acercó y abrazó al canario, apoyando su cabeza en el pecho del mismo, murmurando: —Me encantó, pepi.

La calidez del abrazo y el aroma reconfortante de la sopa llenaron el ambiente, creando un momento íntimo y especial entre los dos amigos. Pedri rodeó con sus brazos al menor, devolviendo el abrazo con ternura, sintiendo el corazón de Gavi latir contra su pecho. Se quedaron así un rato, disfrutando de la compañía mutua y el silencio reconfortante que los envolvía.Después de un momento, se separaron lentamente, pero Gavi mantuvo sus manos sobre los brazos de Pedri, mirándolo a los ojos con gratitud y cariño. Pedri le devolvió la mirada, sintiendo un cálido afecto por su amigo. Juntos, compartieron una sonrisa cómplice, sabiendo que, aunque las circunstancias no eran las mejores, tenían el uno al otro para apoyarse y cuidarse mutuamente.

A medida que la mirada de Gavi se encontraba con la de Pedri, una tensión sutil pero palpable comenzó a llenar el aire. Pedri sintió un cosquilleo en el estómago, una sensación extraña que lo hizo desear acercarse más a Gavi. Pero, al mismo tiempo, una voz interior le recordaba que cruzar esa línea sería un error, que su relación con Gavi era sagrada y que no podía arriesgarla por un impulso momentáneo.

Los labios de Gavi parecían tentadores, su cercanía invitaba a la tentación, pero Pedri luchó contra sus propios deseos. Se apartó lentamente, rompiendo el contacto físico pero manteniendo la conexión visual, una lucha interna reflejada en sus ojos.

Gavi, por su parte, también parecía sentir la tensión, aunque quizás no la interpretaba de la misma manera. Sus ojos mostraban gratitud y afecto, pero también una pizca de confusión, como si estuviera tratando de entender lo que estaba sucediendo entre ellos en ese momento.

El silencio se prolongó por un instante, cargado de emociones no expresadas. Ambos amigos se sentían vulnerables, atrapados en un momento que parecía trascender la amistad pero que también estaba envuelto en la incertidumbre de lo desconocido.

Finalmente, Pedri rompió el silencio con una sonrisa forzada y dijo: —Deberías comer algo antes de que se enfríe la sopa.

Gavi asintió, aunque su mirada aún mostraba rastros de la tensión anterior. Se sentaron a la mesa y comenzaron a comer en un silencio incómodo, cada uno perdido en sus propios pensamientos, mientras el aroma reconfortante de la sopa llenaba la habitación.






En la frontera prohibida de deseos y susurros, anhelo probar el néctar de tus labios, un beso que desafía al destino y enciende el fuego de lo prohibido.

—Anónimo


Hola, hola. 

Que les pareció el capitulo?

Uff esa tensión.

En fin.

Los leo.

Lai una poeta enamorada <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro