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08

Non chiedere perdono, solo quando ti vedrò sanguinare sarai in grado di realizzare te stesso.


Estabas en la habitación, mirando fijamente los vestidos que estaban sobre la cama, querias decidir cual era el mejor. Hugo te había invitado a salir otra vez y ya sabías que lo hacia porque le gustabas, saldrías con él con la excusa de irte a divertir un rato, distraerte tal vez, pero. ¿Sería una venganza nada más?, lo sabías, todo era porque la persona que de verdad estaba en tú mente habia estado con alguien más, querías joderlo como él te había dañado a ti. Se puede decir que sentias un poco de dolor cuando te enteraste que a la final si habia estado con la maestra, pensaste en que ustedes no eran exclusivos y eso estaba bien, hasta que la mentira te cayó como agua helada en tus hombros.

Tomaste un vestido azul y lo deslizaste por tú cuerpo, cuando lo fuiste abrochar tú padre entró en tú habitación sin tocar, ni siquiera te giraste para verlo, él siempre entraba de esa manera y nunca pedia permiso o perdon.

—Tú 'amigo' esta abajo esperándote. — Dijo mientras comia de sus galletas —. ¿Asi irás?

Lo miraste de mala manera, tomando unos tacones y colocándolos en tus pies en silencio.

—¿Estás enojada conmigo y no lo sé?

—Papá.

—Estás enojada. — Confirmó frunciendo sus labios, y se sentó a tú lado aún masticando, llevó una galleta a tú boca —. ¿Por qué estás enojada bebé?

—Callate, me caes mal. — Regulus soltó una carcajada y alejó la galleta para comerla él, el olor a fresa venia directamente de su boca pero tenia una de sabor a coco en su mano. Regulus terminó lo que comia, y limpió sus manos en los vaqueros—. ¿No tienes que irte hoy?

Él asintió, levantandose y Tú lo acompañaste para ponerte a su altura, era más grande que tú, unas dos cabezas más alto , de todas formas Regulus era como un niño, se comportaba de manera tosca y no le importaba mucho las personas que no fueran el mismo.

—Si, vuelvo en dos semanas, no hagas desastres y la comida que hay solo durará tres días.

Apretaste tus dientes, tú padre no habia sido el mejor de todos, siempre había algo con que juzgarlo, pero era tú padre y lo querías. Estabas jodida.

Te acercaste a él, tomando su rostro y arreglando su cabello hacia atrás.

—Está vez comportate.

—No haré nada malo. — No sabias a donde iba nunca, tampoco te lo decía y no preguntabas, preferías saber muy poco de ello —. Hasta luego cielo.

Ambos bajaron los escalones hasta llegar a la sala, Hugo estaba con una ropa formal y su cabello bien arreglado, cuando te vio se acercó a ti deprisa, tomando tú rostro entre sus manos y te robo un pequeño beso de labios. Regulus se apoyó en el umbral de la puerta cruzando sus brazos mietras veia la escena, Hugo levanto la mirada hacia el y tu padre solo asintio, no dijo alguna palabra, ese silencio Hugo supo desifrarlo como una conversación silenciosa entre ellos.

—¿Vamos?

—Si.

****

Tom escribía en su portátil, pasando algunos informes sobre la clase que iba a dar a primera hora con los de ultimo año después de las clases con tú grupo el lunes. Tomó un sorbo de su café sin prestar atención a nada más que no fuera la pantalla, tras unos momentos el timbre sonó, Tom pensaba que podía ser una equivocación hasta que volvió a sonar. De un bufido se levantó para caminar hacia la puerta, una mujer de cabellos rojos lo esperaba afuera y eso no hizo que se sintiera mejor, en realidad ni siquiera quería verla.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó de manera tosca, ella le regalo una dulce sonrisa cargada de amor —. No estoy jugando, estoy algo ocupado para que solo vengas con tus juegos de niña pequeña.

—Me recibes de esa manera? ¿Dónde quedo tus modales Tommy?

—Justo a me refiero. — Señaló cansado, pasó una mano por su cabello negro, estaba agotado y frustrado, no necesitaba un problema mas —. Repetiré la pregunta una vez más, si contestas mal yo sere quien te arrastre fuera de aquí. ¿Qué coños hace aquí?

— No haz cambiado ni un poco, mi hermano tiene razón

Tom enarco una ceja, pero prefirió no decir nada al respecto, cruzó sus brazos esperando a que terminara de hablar para seguir trabajando, ya sufienciente tiempo estaba perdiendo con ella.

— Solo vengo hablar sobre Diane.

— Perfecto, entonces ya decidiste firmar.

— No, no me vas entendiendo. — Tom dio un paso más hacia ella, tapándola con su tamaño, ella retrocedio un paso casi resbalando con el peldaño que subia a la entrada de la casa de Tom, ella balbuceo algo y trago saliva antes de continuar sus palabras —. Mira, ella necesita más que a ti para mantenerse y...

— Entiendo tu punto, ahora entiende el mio. Si vienes de nuevo con el discurso barato de hacer un show frente a Diane, debes estar muy medicada para creer que después de un año de insistencias he cambiado de opinión. — Tom tomo sus hombros, su semblante había cambiado por completo y su ceño se fruncio con disgusto, no le gustaba tocarla en lo absoluto —. Ahora, si vienes aceptar lo que mi abogado te ha enviado y acabar con la tortura de tener que verte, hasta voy agradecértelo con una sonrisa.

Ella pareció desconcertada, el calor de sus manos estaba tocando la piel desnuda de sus hombros, estaba aturdida por la manera tan fría en que él estaba hablando. Con fuerza apretó su piel y la guió por la entrada de su casa hasta sacarla a la carretera de la urbanización, la soltó imediatamente como si su tacto con ella fueran pinchazos de miles de espinas, limpió sus manos en su pantalón de vestir con fastidio.

— Y me di cuenta que no es el caso, asi que, se inteligente y da la vuelta por donde vienes. Cuando conectes la poca de salud mental que tienes en la cabeza, firmas el puto papel.

Ella apretó sus dientes disgustada, cuando notó las intenciones de Tom de darse la vuelta y regresar a su casa tomo su mano para hacerlo girar, al aprecer fue un grave error porque él se solto de su agarre con brusquedad, haciendo que ella se tambaleara hacia atrás. No quedo de otra que tratar de hacer que no se cayera, se agarró de la chaqueta de ella mientras jalaba hacia al frente para que no tropezara con sus zapatos y cayera al asfalto. Sin ningún tipo de intención más la soltó, no quería un escándalo con los vecinos.

Iba a decir algo más pero la voz de una pequeña niña hizo que ambos voltearan a mirarla, ella se frotaba los ojos con pereza, su pijama rosa de osos le cubria los pies descalzos y cargaba un peluche de felpa que para Tom era horroroso, solo que a ella le había encantado desde que lo vio. De un bostezo, parpadeo un par de veces y se dió cuenta de ambas personas, la pequeña bajó los peldaños como pudo caminando hasta Tom queriendo que la alzara, ni siquiera tuvo que rogar porque el imediatamente la rodeo con sus brazos.

— Hola. — La saludo la pequeña y ella le sonrio —. ¿Ya es hora de irme?

— No.

Tom habló en un tono duro, miro a la niña en sus brazos y la apretó contra su pecho como si alguien pudiera quitársela de encima.

— No, yo... iba a preguntar si querias que fueramos juntos al parque. — Fruncio sus labios pero la niña alargo una sonrisa de felicidad tanto como la mujer, asintió con rapidez —. Entonces ve a cambiarte.

—Iremos los tres?

–Tengo tabajo que hacer Diane, lo sabes, pero puedo dejarte ir al parque con tal y regreses para la comida.

Diane hizo un puchero y ocultó su rostro en el cuello de Tom, unos segundos más tarde sintió como mojaba el cuello de su camisa y empapaba su piel, estaba llorando. Él suspiro con fuerza, odiaba que Diane llorara pero odiaba más saber que lo hacia para convencerlo, lo peor es que si le estaba funcionando.

— Bien, pero no llevaras esa cosa. — Señalo a su oso de felpa, bajándola al suelo, Diane lo miro fijamente con sus ojos aun cristalizados y su cabello negro regándose por su rostro —.

— Yo la acompaño, adelantate que yo voy en seguida.

Por unos segudos pudo imaginar que no estaba con ellos. Diane solto un pequeño chillido de felcidad antes de correr hacia la casa, se giro hacia ella borrando el rostro tranquilo de antes par volver a tensarse con la persona que estaba a un lado de el.

— Utulizarla para convencerme de esta estupidez, que madura eres.

— Si no quieres aprender a las buenas...

— Oh no, no me amenaces que te va a salir mal, ella — Señaló por donde Diane se había ido —. Ella es mia, no me la vas a quitar, no la vas a tener porque quieras vengarte de mi y la única razón por la que acepto que de vez en cuando vaya contigo es que de alguna manera te quiere.

— Soy su madre y tú...

— Su madre cuando te conviene. ¿No es asi, Adeline?

Detrás de ella estaba un hombre, Adeline se giró para encontrarse al menor de lo Riddles, era casi el mismo retrato que su hermano, ambos tenían su aura oscura que tragaba cualquier luz a su paso, ambos eran de esos que dañaban y destruían lo que les impedia continuar. Mattheo daba el mismo miedo que Tom cuando alguien no le importaba, incluso podias temblar con su voz o si te miraba con esos ojos oscuros que te calaban el alma. Cruzó por su lado y el aura helada hizo que Adeline temblara ligeramente, se posó a un lado de su hermano con una bolsa de papel con compras y aún así no le quitaba ni un poco de seriedad. Ambos eran altos pero Tom lo rebasaba por una cabeza, metio su mano en su bolsillo y le susurro algo en el oído a su hermano.

— N- no es asi, yo la quiero un montón...

— Parece que además de acosadora eres también jodidamente mentirosa. — Mattheo atacaba con dientes, mordia con las palabras y deshacía a las personas con un soplido de su aliento —. Necesitas urgentemente ser revisada.

— No lo entiende, si se lo he dicho yo también.

Tom lo segundó con una sorisa de labios sellado, dejándola completamente inmóvil, carraspeo para dar un paso hacia adelante pero el Riddle menor se interpuso en su camino.

— Allí no queda el psiquiátrico, no sé que haces aquí.

—Saldre con mi hija y me esta esperando para ayudarla.

—¿Haz consesuado eso? — Tom no dijo nada y su hermano rodo los ojos para dejarla entrar —. ¿Qué se supone que hace llevándose a Diane?

—¿Qué haces tú aquí?

Matheo siguió los pasos de su hermano para entrar en la casa, dejando la bolsa de compras sobre la mesa de la cocina. Tom buscó una botella de vino porque ambos necesitaban una copa para esa conversación, dejó dos copas para casi llenarlas, y no les importó en lo más mínimo como de verdad se tomaba.

—Vine a ver a mi hermanito pero parece que el sorprendido fui yo. — Dio un trago a su copa, frunciendo los labios —. ¿Qué hace ella aquí?

—Dijo que venía por Diane, hablar de ella realmente. Le pregunté si era por los papeles de mi abogado y, ¿te puedes imaginar que dijo?

—¿Quería jugar a las casitas contigo?

—¡Totalmente! — Tom apretó la copa con fuerza en su mano hasta que un estallido del cristal los sorprendió a ambos, el color blanco del meson y el suelo se combinaba con el carmesi de su sangre, con el sabor dulce del vino derramado —. Mierda.

Buscó un paño para precionarlo contra su palma con fuerza, haciendo una mueca de dolor, escuchó como su hermano buscaba algunas curas para él.

—¿Tío Matty? — Gritó la voz dulce de Diana, él soltó las gasas y se giró a su sobrina caminando rápidamente con ella para alzarla, evitando que viera el desastre de sangre de Tom —. ¿Me trajiste las galletas de la otra vez?

—Claro que si.

Adeline se acercó con las gasas, tocando su brazo pero este se alejó de ella tomando lo que tenía en las manos.

—No me toques.

***

Hugo entrelazo su mano con la tuya, ambos caminaban por las calles hasta tú casa. Tenías un ramo de flores en una de tus manos vacias y una pequeña sonrisa en tus labios. Lo miraste de reojo y notaste su perfil. Hugo no era feo, ni siquiera podria decirse que no lo mirarías por la calle, su cabello rojo y pecas lo hacían resaltar por completo.

Cuando llegaron a la entrada de tú casa se recostó al umbral de la puerta, tu enarcaste una ceja divertida.

—¿Qué?

—Nada, que estas muy guapa. ¿Te lo dije?

—Unas cuantas veces desde que nos vimos. — Sonreiste, él se acercó a ti tomando tú mentón y alzandolo para inclinarse a tú rostro —. Hugo...

—¿Sabes que también muero por decirte?

—¿Un secreto?

Él nego, precionando su cuerpo ligeramente con el tuyo, tenía una sonrisa tierna en sus labios y su toque en tu barbilla era tierna.

—Depende. ¿Es bueno decirlo en la primera cita?

Ibas a responder cuando tomo sus labios con los tuyos, pasando sus manos por tu nuca y bajando hasta encajarlas en tu cintura. Intentaste abrir la boca para profundizar el beso con él, llevando tus manos a su cabello para acercarlo más. Y escuchaste una voz que hacia temblar tú cuerpo.

—¿Así es como le gusta que la besen, señorita Black? — Al separarte viste a Tom, sus labios inchados por el beso, puso una mano en tú muslo levantando ligeramente tú vestido —. ¿O prefieres que le devore la boca y cene cada parte de ti?

Te presionó contra la madera de la puerta para tener mas acceso a tú boca, deslizando la punta de su lengua por tú labio infeiror. Sentiste el toque de sus dedos helados por la piel de tus muslos mientras subia tú vestido azul, mordiste su labio infeiror y escuchaste un quejido.

—Ey, auchs. — Abriste los ojos para encontrarte con la mirada divertida de Hugo, tus mejillas se tiñeron de rojo al notar lo que habias hecho. Él soltó una risa presionando sus dedos contra su labio —. No sabía que eras etusiasta.

—Yo no... — Negaste, tenias la respiración agitada y la vergüenza en la garganta — Lo siento Hugo, no quería morderte.

—Vale vale, no te preocupes.

Pasó su mano por tú mejilla para tranquilizarte. Cuando por fin estabas en tú habitación dejaste las flores en una mesa donde solías estudiar, y fuiste a desconectar tú celular ya que lo habías dejado cargando al irte.

La casa estaba vacía ya, y sabias que se iba a mantener así un buen tiempo. Te sentaste sobre la cama para quitarte los tacones con una mueca, e irte deshaciendo del vestido. Al tirarlo en la ropa sucia decidiste irte a bañar.

Recordar como tú mente te habia traicionado cuando estabas con Hugo hizo que volvieras a sentir vergüenza, no podías creer que mientras él te besaba como si fueras lo más lindo del mundo, su toque fue ligero y cuidadoso. Pasaste el jabón por tú cuello y suspiraste mientras el agua quitaba la espuma.

Tú recuerdos fueron como quemaba tú piel con los toques de él, como el calor hacia que tú corazón se acelerara y como tus piernas temblaban. Tom no te tocaba como si fueras lo más lindo, lo hacía como alguien que quisiera consumir hasta lo peor del ser, era de los que comían hasta lamer y pasaban su tiempo en tocar cada cosa con sus manos.

Trataste de desviar aquellos recuerdos, saliendo de la ducha para secarte el pelo. Preferiste intentar recordar tú cita con Hugo.

"Ambos miraron la pecera, los colores de los peces eran brillantes, como un neón. Se miraron mutuamente con una sonrisa.

¿Son reales? —Hugo preguntó a la camarera, ambos habian entrado en un restaurante con una temática extraña y justo a un lado de su mesa estaba la pecera —. Digo, es que son muy extraños.

Lo son. —Le sonrió mientras dejaba una nota en su mesa y deslizaba su mano en la de Hugo por accidente —. ¿Qué pedirán?

Oh, queremos este plato. — Señalaste uno de la carta y Hugo nego —. ¿Qué?, se ve delicioso.

No, mira. Debes probar éste, te encantará. — Pidió los platos para ambos y empezaron a plsticar mientras comían –.

Hugo en un momento estaba ya casi que a tú lado, tocando su mano con la tuya y una sonrisa radiante, se inclinó para susurrarte algo al oído y no te diste cuenta cuando dejó algo sobre la mesa.

___—Habló cerca de ti y lo miraste —. Necesito decirte algo. "

Al terminar de secar tú cabello miraste el anillo en tú dedo, y mordiqueaste tú labio inferior, no es que haya sido una propuesta de matrimonio pero el regalo fue bastante bonito.

Saliste del baño para cambiarte pero el ruido de tú teléfono llamó tú atención. Decidiste caminar hacia el para contestar pero un nombre que no esperabas apareció en tú pantalla.

'Maestro Riddle.'

Dejaste de respirar por un momento, y pensaste en cortarle pero a cambió de eso solo lo dejaste sonar. Sentada en la cama y con el teléfono en silencio esperaste a que volviera a llamar y para tú sorpresa si volvió aparecer su nombre en la pantalla.

Esta vez si deslizaste tú dedo por el icono verde para contestar.

—¿Hola?

—Señorita Black, pensé que dormía.

—¿Quién es? — Apretaste tus labios reprimiendo una sonrisa cuando escuchaste una respiración más pesada, sabías que estaba buscando paciencia —.

—Chistosa, muy chistosa. — Una puerta se cerró y luego solo escuchaste sus pasos, su respiración aún estaba costernada en la línea —. ¿Ahora no me conoce?

Imaginaste su rostro frustrado, con el ceño fruncido y eso te hizo soltar una ligera risa.

—Maestro Riddle, por ahí debió empezar.

Otra puerta se cerro por la línea, y esperaste su respuesta.

[Ya, dígame. ¿La desperté?

—No, acabo de llegar a casa.

—¿Acaba de llegar? ¿Qué hace afuera a esta hora?

—No le importa. — Te acostaste en la cama, para relajarte mientras escuchabas su voz —. ¿Quiere una pista?

Tom quitó sus zapatos mientras mantenía el celular en alta voz, estaba muy agotado por el día y lo peor es que no habia adelantado mucho de su trabajo. Quitó su chaqueta y solo se acostó en la cama completamente vestido aún con uno de sus trajes, llevó el teléfono a su oreja, quitando el alta voz y asintió como si ella pudiera verlo.

—Digame una pista señorita Black, seguro que le hace ilusión.

Pasó su brazo por sus ojos para tener un poco de tranquilidad.

—Digamos que no estuve sola hoy.

Bien, la maldita idea de relajarse se habia ido a la mierda. Tom quitó el brazo de sus ojos y una mueca de disgusto se plasmo en todo su rostro, se levantó para sentarse sobre la cama con el cabello enredoso besando su frente y algunos mechones le picaban los ojos. Intentó buscar su voz para hablar con tranquilidad, aflojando la corbata.

—¿Su padre? — Intentó decir, para calmar sus nervios, podría ser una opción —.

—Muy frío profesor, intente otra vez.

—Déjeme pensar. — Relamio sus labios y con una voz seca mencionó —. Hugo Weasley.

—Caliente, casi fuego. Más bien, un incendio. — Hiciste un juego de palabras y en otro caso Tom hubiese mencionado lo divertido que fue, pero quedó en silencio —. Bueno, asi de fuego como su cabello. ¿No es tierno?

-Tierno... — Se burló, iba a lanzar una de sus frases cargadas de veneno. Para él era su única manera de defender sus emociones descontroladas —. Lo es, jodidamente ingenuo. ¿Sabe él que después de su cita esta hablando aquí, conmigo?

Él no escuchó nada de tú parte y eso fue como una victoria para él pero no espero lo que venía después.

—Tal vez, pero es él quien me ha besado al traerme a mi casa, y no usted, maestro.

Y con eso colgaste el teléfono, Tom se quedó mirando unos segundos el suyo petrificado, apretó sus dientes tan fuerte que casi los sentía partirse, tiró con fuerza hacia un lado el celular sin saber porque tenía ese jodido mal sabor en la boca.

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