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02

Contenido sexual explícito, leerlo bajo tú misma responsabilidad.

Pudieron conseguir una de las habitaciones disponibles. Cuando entraron en la habitación ya enganchados nuevamente en los labios del otro, sin quererse soltar, él cerró la puerta en un intento grande de no soltar tus labios al besarte, ambos cerraron los ojos y ladearon la cabeza dándole profundidad. Guiaste sus manos hacia tus caderas, cosa que no dudo en aceptar para pegarte más a él. Siguieron besándose de manera deliciosa, sintiendo el sabor de la ginebra en la lengua de ambos, y un sabor especial en la lengua de él, quizás algo diferente, y tú lo empujaste contra la puerta. Tom deslizó las manos su cintura subiendo por tus costillas y quiso empujarte hacia la cama perfecta, quizás con unos colores neutros, pero no prestaron mucha atención.

Pararon un momento, para respirar, para aceptar y procesar todo lo que pasaba hasta ese punto, ambos esclavos de un punto que ni siquiera pensaban llegar. Tom tomó tú rostro ahuecando sus manos sobre tus mejillas, notando el ligero sonrojo en ellas, sus ojos profundos se metían por los tuyos leyéndote el alma.

—¿Pasa algo? — Su voz ronca te hizo remover, no sabías que con un tono de voz podrías sentir alguna cosa, negaste con nerviosismo —. ¿Quieres que pare?

—No, no he dicho eso. — pasaste tus manos por su pecho y lo jalaste hasta tú cuerpo nuevamente, ladeaste la cabeza y él simplemente empujó tú cuerpo levemente hasta que cayeras a la cama —.

Se acercó besándote la mejilla, tomándose el tiempo para poder tomarte realmente como quería. La puerta estaba cerrada con pestillo, nadie podía molestarlos, y el ruido de abajo era tan sordo que sentiste que solo estaban ambos.

—¿Sabe qué es irónico? — dijo, pasando tú cabello hacia un lado para dejar un camino de besos sobre tú hombro hasta por debajo de tú oreja, soltaste una risa —. Que en ningún momento me ha dicho su nombre.

Te alejaste para verlo, enarcando una ceja, dejaste que las palmas de tus manos te sostenieran sobre la cama, y pasaste la punta de tú pie por su pierna mientras mordías tú labio inferior.

—Es mejor que no lo sepamos, ninguno de los dos. — ahora Tom parecía desconcertado, pero una sonrisa adorno sus labios, una con coqueta, sostuvo tú pie cuando lo apretaste contra su entrepierna soltando un suspiro —. Tanto eso como nuestra edad.

—¿ah, si? ¿Así serán las cosas?

—Totalmente, igual no es que volvamos a vernos.

—Tiene razón, no volveremos a vernos.

— Ahora le pediré algo. — mordiste tú labio inferior mientras él acariciaba lentamente tú pierna curioso por que dirías —. Se suave.

Una risa ahogada salió de su garganta y soltó tú pierna dejándola caer al suelo.

—Hombre equivocado. — empezó a quitarse la chaqueta, parecía ahora menos paciente que antes—. Ahora quítese el vestido que tanto me estorba y déjeme verla.

Soltaste un suspiro, así que tomando las tiras de tú vestido empezaste a quitártelo, bajo su mirada te sentías vigilada, o admirada, eran los ojos de un depredador a su presa, y en vez de asustarse te sentías más excitada que nunca. Te quitaste el vestido por la cabeza y antes de que esté tocará el suelo Tom te tomó por las costillas para lamer una franja de tú abdomen desnudo. Besó desde su ombligo hasta la costura de tú sujetador rojo. La saliva que dejó se enfrió mandando un escalofrío a todo tú cuerpo. Hundiste tus manos en su cabello queriendo el calor de su boca en tú cuerpo, mordiendo tú labio inferior con los ojos cerrados. Llevo sus manos por tus caderas, hundiendo los dedos en la parte baja del culo.

Bajaste la mirada para verlo, ver como su boca recorría tú abdomen y su lengua saboreaba el sabor de tú piel. Tom te regreso la mirada relamiendo sus labios provocativamente, bajó nuevamente a tú cuerpo, recorriendolo, teniendo la vista justo frente a tus pechos, y con la mirada deseosa coló dos dedos en el escote de tú sujetador tiró de el hacia abajo, haciendo que tus pechos se apretaran entre si, dejándole un camino libre para besarle justo en medio.

Sintió la piel blanda y caliente de tus tetas en sus mejillas, lamio el sudor entre tus pechos, chupando, sentiste un pequeño ardor que se extendió por tú cuerpo en una corriente de placer, sintiendo sus dientes mordiendo ligeramente hasta dejar una pequeña marca rojiza.

Tom deslizó sus manos por tus hombros, bajando las tiras del sujetador, guiando lentamente hasta el broche en tú espalda y con una facilidad sorprendente lo deshizo, cuando esté cayó al suelo tus pequeños pechos cayeron como dos gotas de agua, eso hizo que quisiera comerte completamente.

Ladeo la cabeza en silencio, y te miro con algo de picardia, volviendo acercar la boca hacia tus tetas. Abriendo sus manos para darle atención al otro, amasando los y lamiendolos. Escuchaste la succión en la piel robandote jadeos silenciosos, tiraste de su cabello cuando sin avisar sentiste sus dientes por tú pezon robandote un genio.

—Mierda, te gusta usar los dientes. — Maldeciste en voz alta, Tom golpeó tú culo en un azote algo fuerte —. Eh.

—Sin malas palabras, cuide esa boca si no quiere que la eduque. — apretó tú culo con ambas manos mientras su lengua aún recorría tus pechos, saboreandote, estuviste deliciosamente tentada a tirarlo a la cama y sentarse en su regaso, pero a cambio lo alejaste un poco quitandole el pecho de la boca —. ¿Qué?

Sus respiraciones era un puto desastre, no estabas conteniendo nada y él estaba teniendo mucha paciencia en recorrerla toda.

—quiero que me las quites. — Tom Ladeo la cabeza, mirandote simplemente esperando a que dijeras algo más —. Quitámelas con la boca.

Tom bajó sus manos por tus caderas notando el relieve de tus bragas, acostada sobre la cama se le hizo más sencillo meter una mano entre tus piernas separando tus muslos. Quedaste tendida en el borde del colchón, con un puto desconocido arrodillado entre tus piernas, a pesar de la oscuridad de la noche la luz de afuera podía dejarte ver cada una de tus acciones. Solo la tela ligera de tus bragas lo separaba de verte completamente, solo una pequeña tela. Tom no pudo evitar tragar saliva. Y sin pensarlo dos veces beso sobre la tela, arrastrando su lengua por el monte de venus hasta llegar nuevamente a la piel de tú vientre. Con tus muslos rodeandole deliciosamente el cuello.

Tapaste tu boca, no querías soltar un gemido ante la acción de él, como te estremecías por el toque de su lengua, acariciando una caricia con sus labios antes de llegar a la costura para quitarle las bragas. Las deslizó por tus piernas, gimiendo en voz baja por la imagen, acercó su mano con el anular y el corazón juntos deslizandolos por tus pliegues viscoso. Estabas tan mojada que cuando soltó un pequeño suspiro tú cuerpo se estremeció temiendo a correrte simplemente por ese hecho.

—No sabes cuando daría por follarte con mis dedos hasta que llores. — gimió, mirando fíjamente tú coño mojado, jugando un poco contigo, bajando las yemas de sus dedos por tus pliegues y dándote una pequeña palmada que hizo que gritaras—. Shhhh.

—Y... — Tragaste saliva, totalmente tensa por el juego de sus dedos en ti —. ¿Por qué no lo haces?

Lo gaste encontrar tú voz, Tom simplemente te regalo una sonrisa, una sonrisa cínica, y relamiendo sus labios con la otra mano saco un preservativo de su bolsillo.

— Porque tengo más ganas de cogerte y enterrarme en ti, querida.

Tom solo llevó sus dedos empapados por ti para lamerlos, aún estaba muy vestido pero alejándose no dudo en empezar a desvestirse. Desabotonando su camisa negra la dejo caer en el suelo, tú solo podías ver embobada su cuerpo, tragándo pudiste notar sus músculos cotraidos, tenías unas muy grandes ganas de lamer cada parte de eso.

Bajaste la mirada hacia sus grandes manos venosas, esas que hace pocos segundos te habían acariciado dejándote con las ganas de sentirlos muy dentro de ti, veías como empezaba a desabrochar su cinturón y en un arranque de quererlo provocar llevaste tú mano hacia tú propio coño, masturbándote con complacencia al verlo, soltando jadeos obscenos.

— Mhn, estas... —Gemiste —. Jodidamente bueno.

—¿Cuantos tragos tienes en la cabeza, niña? —. Su voz profunda y ronca solo hacia que tus movimientos fueran más rápidos y fuertes contra tú centro, entre abriendo los labios para soltar un jadeo mientas te frotabas contra ti —.

Haciendo movimientos circulares, Tom no apartó ni una sola vez la mirada de ti mientras desabrocha a la cremallera quitándose la ropa en su totalidad, tampoco es que tuvieran ya vergüenza, bajaste la mirada hacia su entrepierna. De todo, de todo de esta noche te diste cuenta que su polla era lo mejor que había. La adrenalina quizás, fue lo que a ambos los hacía tan atrevidos, pero mientras seguías masajeando tú sexo, él se acerco hacia ti moviendo sus dedos por su longitud masturbándode un par de veces.

—Tus manos no te van ayudar, abre bien esas piernas para mi. —Con el preservativo en su mano lo abrió para deslizarlo en su polla, haciendo que tú boca se secará. Tenias unas ganas grandes de lamerlo, de saber exactamente a que sabría —. Te estoy hablando, piernas separadas.

Cediste, abriendo sus piernas para él. Tom se inclino sobre ti, y sin más preámbulos con las palmas de tus manos las subiste por su abdomen hasta sus pectorales acariciando. Tuviste que abrir más las piernas para que pudiera acomodarse sobre ti, Tom beso tú entrada con la cabeza de su polla, y volvió a tus labios para robarte el aire, besándote con ganas, escuchado como gemias debajo de él, llevo sus manos a tus muñecas para alzarlas por encima de tú cabeza, la forma de tus pechos se difuminó al estar estirada, y él pasó la lengua por tus pezones e rectos, los lamio, tomó entre sus labios para tirar de ellos, robandote un gemido.

Se incorporó un poco, ya con la paciencia perdida, ya la tenía lo suficientemente lubricada, apoyo una mano en la cama justo a un lado de ti y se inclinó hacia adelante para meterte la polla de una estocada, eso lo robó un gemido ronco, llevándose a cerrar los ojos por sentirte por primera vez, arqueaste la espalda ante la invasión repentina, hechando la cabeza hacia atrás.

Empujó hacia ti nuevamente cuando salió, metiendo centímetro por centímetro, estirando tus paredes, deslizándose por los pliegues mojados y viscosos hasta que tocó fondo, quisiste soltar un grito, respirando para acostumbrarte a él.

—Estas tan jodidamente apretada. — Gimió contra tú boca con su voz profunda, grave —. Lo estás haciendo muy bien.

Se balanceo hacia atrás casi sacando todo en el camino, y volvió a empujar hacia adentro en un ritmo neutro, esperando a que tú interior se acostumbrará a su gran tamaño. Tus piernas se enrollan en su cuerpo con la boca pegada a la suya besando con ferocidad, encontrando alivió para ambos.

Sus anchas caderas se movían hacia adelante y hacia atrás, introduciendo su grosor en ti con un ruido ahogado. Tom bajo una mano por tú muslo sosteniendote en cada embestida. Colocaste los ojos en blanco, suspirando unos jadeos, y tus pechos empezaron a moverse por sus embestidas. Arqueaste la espalda, teniendo los ojos un tanto llorosos pero mordiendo tú labio inferior para no soltar un chillido. Con eso Tom parecía haber perdido completamente la moral, su paciencia había llegado al límite, él aceleró su ritmo, embistiendo dentro de ti muy fuerte, un tanto agresivo tanto como él lo estaban necesitando, tú coño goteaba, brotaba la humedad, deslizándose por su apretada polla, que estaba llenandote por completo. La húmedas mojaba las sábanas en cada embestida, y el cabecero de la cama chocaba contra la pared, haciendo que el colchón crujiera.

Un capa de sudor los cubría, recorriendo sus cuerpos, mezclando sus gemido y susurro en dulces secretos, en palabras en su oído de tantas cosas que deseaba hacerte ese día, mordiendo su oreja mientras te estremecías contra él. Parecías estar en otro mundo, teniéndolo ahí follandote era algo increíble, chillaste cuando las palmas de sus manos tomaron tus caderas con fuerza, y si más subió una de tus piernas flexionandolas contra tú pecho, abriendote más para él.

Salió de ti inclinando sus caderas hacia atrás y luego volvió a ti, pero solo rosando su longitud por tus pliegues deseosos, pegando la cabeza de su polla contra el centro palpitante, robandote un gemido lastimero, estaba torturandote.

—N- no hagas eso. — Apretó tú cintura, y te susurro algo incomprendible en un idioma que ni siquiera sabías —. Por favor.

Súplicaste. Tom se llevó una mano a la boca para escupir acercandola a tú coño, metiendo los dedos entre tus pliegues mojados.

—¿qué no hago? ¿Mjn? — ser burlo de ti, de tú vulnerabilidad, metiendo la punta de sus dedos por tú humedad, haciendote gemir ante esa nueva invasión —. ¿Ésto te complace, te gusta así?

Asentiste sin poder responderle o pensarlo, tensandote al sentir sus dedos en tú interior, apretandolos.

—por favor... Necesito que me folles, no me tortures. — Gemiste sin aire, ahora quien no tenía paciencia eras tú, él parecía divertido en burlarse de tú vulnerabilidad, un juego de poder —.

Tú voz salía quebrada, haciendo que Tom empujara mucho más profundo hasta que sus nudillos solo se divisaran, como si tú súplica hubiese hecho efecto alejó sus dedos de ti. Intentaste apretar tus muslos, el dolor intenso que se formó ya que había abandonado su interior era insoportable, pero Tom no te dejó, tomando tus rodillas las separó.

—Me encanta esa voz suya cuando súplica. — deslizó sus dedos por su longitud esparciendo el lubricante del condon por su polla —. Y me lo has pedido tan bien.

Aún con la base de su polla en su mano la guió hacia ti, sonreiste con complacencia, te cogió de la cintura empujando hacia ti, hacia el fondo de tú interior, embistiendo hacia adelante, ella sentía como sus paredes lo recibían encantadas, apretando se a su al rededor, y aunque golpeaba con fuerza su coño parecía que lo disfrutabas. Es canda estocada el sonido viscoso y cremoso le daba facilidad para seguir chocando sus caderas contra las suyas.

Tom parecía no sólo estar pendiente de embestir si no también de apretar su culo para si fuera lo mejor de tú cuerpo.

Sentiste como tú cuerpo se tensaban, acercándose a tú orgasmo, tú cuerpo temblaba mientras él solo enterraban sus manos en tus caderas, apretando las contra él cuando salía por completo y luego se enterraban en ti en embestidas fuertes.

Tom sentía tú llegada, y con eso el buscaba la suya. Comenzó a hurgar con su polla dentro de ti, hasta llegar a tú punto G. Lo golpeó con fuerza, follandola con bruscredad. Te tocaba donde debía, donde sabía que lo necesitaba. Solo se escuchaba el ruido de sus cuerpos chocando y la fricción entre ambos, apretando la piel blanda de su culo bajo sus manos, tocando la textura deliciosa de su coño contra su polla, y la fricción de sus caderas en cada toque profundo. Lo escuchabas gemir entre pequeñas risas, sabias que se burlaba de ti, de como disfrutabas que te tratará con brusquedad.

Adoptó una mano en tú cuello, tenías el cabello enredado y las mejillas sonrojadas, tiro de tú cuello sin evitarlo soltaste un gemido. Lloriqueaste queriendo llegar a liberarte pero él tomaba ello como burla, moviéndose ahora de manera lenta para torturarte mucho más.

— Eres Jodidamente adorable. — Pasó su lengua por tú mejilla, limpiando tus lágrimas —. ¿Quieres correrte?

—Maldita sea, si por favor. — Balbuceaste entre gemidos, intentando aferrarte a la sábana, sentías tú clitorix palpitando con fuerza mientras te acercabas al orgasmo, una risa frente a ti te hizo hacer una pequeña mueca —. Te lo pido.

—Aún no entiendes que las malas palabras no quedan en esa boca tan pequeña y dulce. — Él te mecia en su van y ven tortuoso de sus caderas —. Pide perdón por ser tan blasfema.

—Perdón, perdón. —Le súplicaste, con el ceño fruncido, desesperada por un poco de misericordia, diciendo algunas cosas que él quería oír —. Deja que me corra.

—Buena chica.

Te temblaban los muslos, todo tú cuerpo estaba tenso mientras te controlabas para que ese orgasmo llegara ya, sintiendo espasmos apetecibles, pareció darte la misericordia pedida porque aceleró el ritmo tanto como lo querías hasta que por fin lo sentiste, tus ojos se cerraron por completo soltando un par de sollozos por el placer tan intenso que estabas experimentando. Tom no bajo el ritmo, tú habías conseguido tú orgasmo y él necesitaba conseguir el suyo, te agitaste contra él.

Tom dio un par de empujones más a tú cuerpo débil por el orgasmo antes de poder correrse, cogiendote de la cadera se desbordó en el condón, descargandose dentro de ti aunque no literalmente, ambos se quedaron un momento quietos para poder recuperar fuerza y algo se aliento, te dejaste caer en el colchón agotada, como si hubieses participado en las estocadas, te ardía el pecho. Ocultaste tú rostro en la almohada cuando salió de ti.

Solo unos minutos después sentiste el peso a un lado de ti, con un gruñido grutal saliendo de su boca, aún ambos estaban desnudos, tú solo jalaste la sabana hacia ti para cubrirte.

—Deberíamos irnos. — Él susurro, pero tú estabas demasiado cansada —.

— Deberíamos, si.

Eso fue lo último que dijiste antes de que el sueño te venciera, sentiste un jalón hacia la sabana, Tom también cubrió su desnudez.

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