Amor, qué palabra tan corta y con tanto sobre valor, aunque si me preguntan jamás lo he padecido y por suerte aún no se me contagió. A mi pesar, mis amigos padecen de él, y me preocupa, me preocupa demasiado que pueda ser mortal. Los invito a que me escuchen con atención, pues de los síntomas he venido a hablarles yo.
INSOMNIO y ANSIEDAD son los síntomas de los que primero hay que hablar. No duermes, te desvelas y esperas expectante cada señal, a cambio al otro día luces en tu cara unas negras ojeras que te quedan fatal.
VERBORRAGIA OBSESIVA y ALUCINACIÓN VISUAL son los que seguirán. Será de lo único que hables y tú virus o amante, como le vayas a llamar, hermoso solo a tu parecer será.
Pero esos cuatros solo sirven para alertar el inicio u tomar precaución, porque los que siguen son los que pueden llevarlos a la muerte, queridos míos. Esta enfermedad puede tomar dos rumbos, uno pasivo y uno activo, pero créanme que según me han dicho ninguno es bueno.
La segunda fase, digamos, es más sentimental. Celos, envidia, sentimientos en un éxtasis locos. Desconfianza y descontrol. Sentimientos y dolor. Aquello que parecía ser lindo locos nos volvió.
Las persecuciones por llamadas, mensajes. ¿Qué somos? ¿A caso detectives mal pagos? ¿O entretenimientos con variación de reclamos?
Somos ambiciosos por siempre querer más. Esperar más de quienes no nos dan nada. Y lo peor de eso es que eso nos creemos. Nada.
Los sentimientos se desbordan, nos dejan al desnudo, vulnerables y estupidos, sin sentido.
Y por último el dolor que se siente al no ser querido. Ardor, pedazos pisoteados que intentamos recoger y pegar en vano.
Señores, se suponía que todo esto iba con humor, pero eso es algo que esta desolada noche he perdido. Ya no siento empatía, también pienso que no siento nada. Solo escribo palabras que en su conjunto suenan en armonía, más nada se de amor porque vivo solo en una misma sintonía.