Prístina fue entre todas las mujeres,

Creada en igualdad de condiciones.

La sumisión no estaba en sus entrañas,

Alto fue el precio a pagar por sus acciones.

Tres ángeles dictaron su sentencia,

Al desterrarla del paraíso sempiterno.

Camina ahora en desolados páramos,

Perpetua es su estadía en el averno.

Mas su expiación aún es larga y dolorosa,

La libertad ha exigido complejos sacrificios.

Los frutos de su vientre ha entregado,

Marcada como bruja en el suplicio.

Acogen sus cabellos los ofidios,

Que encarnan la vileza y el pecado.

A su espalda la cubren negras péndolas,

Las alas que al Maligno han denotado.

Lilith la llaman: "Reina de las sombras",

"Mujer de principados infernales",

"Súcuba del Mar Rojo", "Indócil criatura".

Convergen en su ser los pecados carnales.

No mereció perdón su fiera rebeldía,

Su falta a los deberes conyugales.

¡Mujer osada sin Dios, sin pleitesía!

Su esencia es el martirio de imperios patriarcales.

¡Y su pronunciamiento hace temblar deidades!