Quise regalarte el cielo,
tú sólo decidiste marchar,
dejándome abandonada
en una gran inmensidad.

Te quise dar el mundo,
regresaste sin dudar,
pero un no rotundo me diste
para luego tu cara voltear.

Te quise dar mi corazón
e hiciste lo mismo de la otra vez,
sólo que en esta ocasión lo tomaste
y te marchaste con él.

Lo quise recuperar,
pero cuenta de algo me di,
te he amado tanto
que no me importó dejarlo ir.

Ahora aquí me encuentro,
sin mi corazón,
pero no importa,
porque al menos te di mi sincero amor.

Siempre te amé,
y tal vez lo seguiré haciendo,
porque un tonto corazón enamorado
da todo aun si sale perdiendo.