III
Arte... Eras la personificación para la palabra arte; o al menos para mí.
Mís días eran adornadas con tus risas dando un vuelco a mi corazón.
Sacabas a relucir todo de tí, desde tu humor hasta tu gran corazón; ¿como podría siquiera acercarme a ti sin que las manos me sudaran?, sin trabarme al hablar, sin decir tonterías o que mis mejillas se tornasen del mismo color de tu cabello; Oh, tu cabello, siempre he querido acariciarlo; daría mi alma por acariciar tus hebras rojizas con las yemas de mis dedos; sientiendo la calma y los problemas irse ante ellos
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