Rosa y fuego, luna y sol,

Juana Azurduy de Padilla,

fue madre, esposa y guerrera,

fue la más brava heroína.

Peleó por la libertad

de Bolivia y Argentina.

Bien montada en su caballo,

de rojo y blanco vestida,

cabalgó el Alto Perú,

corajuda, decidida,

y con ella cien guerreras

que se dirían cien tigras.

Romance, patrio romance,

romance de la guerrilla.

En la aridez de la puna

se enfrentó a los realistas,

y echó en el polvo a los godos,

a sus plantas, de rodillas.

Su sable labró en el viento

la historia como una herida.

Voy cantando este romance

que derrocha valentía,

es imposible nombrarla:

Juana Azurduy de Padilla,

sin que se encienda la sangre,

la música, la poesía,

sin que me brote la voz

con las palabras ardidas.

Romance de una mujer,

de una patriota aguerrida

que por amor a su tierra

dio su esperanza y su vida,

perdió su esposo en la guerra,

perdió sus bienes, sus hijas,

más nada pudo quebrarla,

fue dura, fuerte, curtida.

Pese a los gritos de guerra

y a los hierros que rechinan

su nombre sabe a rocío,

a beso, a lluvia y a brisa...

Me conmueve su ternura,

una suave melodía

va perfumando la tierra

de la América latina.

Su figura se alza en Sucre,

incorruptible y altiva,

hecha del propio metal

de las altas serranías

y como el metal precioso

irradia a las lejanías

su luz color de futuro

que alumbra a los que caminan.

Aquí se achica la muerte,

se hace fértil la ceniza,

el olvido no es olvido

si es memoria la poesía.

Rosa y fuego, luna y sol,

Juana Azurduy de Padilla.

Romance de dos naciones,

de la Argentina y Bolivia.

Romance, patrio romance,

romance la de guerrilla.

Carlos Jesús Maita