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Por esa miserable mentira, lo nuestro se hundió en la invisibilidad de la brisa,
silenciando latidos acompasados e indescriptibles emociones.

Erramos al confeccionar absurdas conclusiones, plagadas de impropios razonamientos, privándonos así, de entrelazar nuestras vidas para mover las alas y volar en contrarias direcciones.

Aunque deambulamos en pesar y en heridas, nos enfocamos en sepultarlo todo y cerrar las puertas con llave y candado, a los posibles invasores.

En el fondo incompletos estábamos. Fácil fue localizar la rendija, tras la cual se asomaban fragmentos.

Retazos volátiles y fugaces. Latentes memorias que nos asaltaban el aliento; produciendo espesa añoranza de lo vivido, acumulada en desesperante melancolía.

¡Miserable mentira! Causante de pesada desdicha.
Cariño, ¿cómo pudimos creerles?
¿En qué les afectaba el vernos felices?
¿Acaso somos culpables del odio desmedido entre nuestras progenitoras?

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Un millón de gracias por seguir aquí.
Voten si les gustó aunque sea una pizca.

Besos ❤

-Verónica Núñez.