La Hija de Drácula
Sucumbe ante el placer de la sangre, la crueldad y la realeza.
Perfecta reina de porcelana,
De piel blanca y aterciopelada.
Como la linda y delicada sangré.
Sincera vampiresa del amor,
Qué de un impulso feneció.
Pero de aquél suceso,
Solo las cenizas quedaron.
Un cruel destino,
Qué la maldad pidió.
Aquella chica,
Su vida dejo recaer ante la gran enigmática del destino.
Como el fénix,
Un ave voraz ante las adversidades.
Una diosa esculpida por la más estupenda soledad.
Pero a la vez también una maldición.
¡Sí!
La gran desdicha de un mundo.
Una desalmada monarca,
Pero también un alma noble;
Sentenciaran la última jugada del destino.
Porque los vampiros,
Son criaturas espeluznantes,
Qué te enseñaran una infinidad,
De prodigios.
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