Corazones jóvenes
La quería tanto,
como se quiere al sol en invierno,
como se ansía la lluvia en la sequía,
era la única, por Dios,
que me hacía sentir el pulso de la vida
cuando el mundo parecía dormido.
Pero éramos tan jóvenes,
tan llenos de sueños y promesas,
con el amor en la punta de los dedos
sin saber aún
cómo sostenerlo.
Dos corazones que latían con prisa,
que querían abarcar el universo
sin darse cuenta
de que el amor también necesita tiempo,
que necesita raíces
para crecer y no romperse.
La quería tanto,
con la urgencia de lo inacabado,
con la pasión de lo inexperto,
y tal vez por eso
nos fuimos perdiendo,
como hojas al viento
que no saben adónde ir.
Pero en algún rincón del alma,
en un rincón que nunca se olvida,
sigue viva la huella de ese amor,
tan joven,
tan hermoso,
tan imposible.
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