En lo profundo de la tristeza y la soledad,
en la amargura que abraza mi ser,
surge el insomnio, fiel compañero de aflicción,
y me envuelvo en pensamientos de suicidio.

El temor se adentra en cada poro de mi piel,
la ansiedad me consume y no me deja en paz.
Pero dentro de todo este tormento,
aún hay ganas de seguir adelante.

En medio de la oscuridad que me envuelve,
busco ansiosamente a Dios,
anhelo encontrar su luz y su consuelo,
para aliviar mis heridas y mi desvelo.

El peso de la carga se vuelve insoportable,
pero anhelo tener a alguien a mi lado,
un hombro en el cual apoyarme,
que me ayude a enfrentar mis batallas.

En cada verso de dolor y desesperanza,
se oculta la esperanza de un nuevo mañana,
y aunque vea todo negro en este momento,
sé que hay luz y que es posible encontrar el aliento.

Así que, en medio de esta tormenta interminable,
aferrándome a cada hilo de fe,
con lágrimas en los ojos y el corazón oprimido,
sigo buscando el amor y la esperanza que me impulsen a seguir.

Porque, aunque la tristeza y la soledad me acompañen,
la amargura no podrá vencerme,
y aunque la oscuridad intente dominarme,
buscaré con fervor el brillo de la vida que aún queda por venir.