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IV. mío, hoy y siempRe


Luego de que Jungkook se arreglara para ir a la escuela, ambos bajaron y se dirigieron al comedor, en donde las empleadas le sirvieron el desayuno a los tres hermanos Jeon presentes y a él le dieron una leche caliente.

Por suerte Jiae no dijo nada que podría malinterpretarse o algo referente a ese tema, así que Taehyung estuvo tranquilo mientras bebía la leche junto a Jungkook y Seojun que desayunaban animados. Además, la fémina parecía estar en su propio mundo, porque revisaba varias carpetas de archivos, quizá debía ser algo de las empresas Jeon, después de todo ella es la heredera de todo.

Cuando los otros Jeon terminaron de comer eran las siete con cincuenta, así que se dirigieron al auto que los esperaba justo enfrente de la mansión y los tres entraron saludando a Namjoon.

Kim Namjoon era un hombre casado que no pasaba de los cincuenta años, su piel era pulcra y algo morena, sus ojos eran pequeños pero ágiles a la hora de notar comportamientos extraños u objetos que se acercaban de forma veloz, su cabello ya se estaba tiñendo de blanco debido a las canas y Taehyung juraría que es gracias, principalmente, a los Jeon menores.

Ese hombre conocía perfectamente a los Jeon, después de todo ha trabajado con ellos desde muy temprana edad y ha estado en varias áreas de la mansión.

Así que, por ende, conocía a Taehyung desde niño y en gran parte fue como si Namjoon representara, para el castaño, el rol de un tío metiche que aconseja de forma sabia. Así que también contaba como un apoyo para Kim.

El viaje de los lunes consistía en primero dejar a Seojun a su secundaria, que quedaba al otro lado de la ciudad, y luego cortar camino por la carretera para llegar más rápido a la preparatoria a la que asistía el par de mejores amigos.

Seojun estaba jugando Pokemón Escarlata en la Nintendo Switch y el castaño le decía cómo luchar de forma más eficaz, aunque no le hiciera caso y solo apretara botones con desespero, y Jungkook estaba al otro lado, justo al lado de la ventana izquierda, recargado en el hombro de Taehyung y con una manta tapandolos a ambos.

—Seojun, tienes que-

—¡Mátalo, carajooooo! —gritó eufórico mientras su cejas se fruncían—, ¡Que lo mateeeees, hijo de-!

Taehyung le tapó la boca para que no dijera una barbaridad y el menor gritó sin sonido, por la mano del mayor, cuando perdió la batalla.

Seojun se dejó caer completamente derrotado en el asiento, la Nintendo resbalando por sus manos y siendo atajada por la izquierda de Kim en un movimiento veloz.

—Es imposible —se quejó frustrado.

—Si le hicieras caso a Tae podrías pasarlo más rápido —contestó Jungkook, que se acurrucó abrazando el brazo derecho del nombrado—. Su cabeza es más grande que un globo aerostático, tiene más ahí dentro que tú y yo juntos, Jun.

—¿Gracias? —dijo con duda el castaño viendo de reojo a su mejor amigo.

—De nada, Hyung —respondió con una bella sonrisa que apenas se veía debido a que la manta lo cubría hasta el mentón.

—Como sea, algún día lograré pasarlo, solo debo apretar más rápido los botones.

—Tienes que ver qué tipo de Pokemón es con el que vas a luchar —habló el castaño que guardaba la Nintendo en el bolso del menor.

—Es mucha cosa para pensar, mejor solo ataco y ya.

—Por eso eres nivel veinte en Sugar Bomb —se burló el Jeon mayor mientras le sacaba la lengua.

Seojun se lanzó a tratar de agarrar los cabellos de su hermano mayor, pero la mano derecha de Taehyung lo detuvo de una forma tan veloz que ambos Jeon se sorprendieron. Debido al movimiento, la parte de la manta que tapaba al mayor se fue hacia Jungkook y Kim quedó destapado junto a su mano que rodeaba la muñeca de Jun.

—Calmate —espetó con una voz unos tonos más graves de lo usual y con una mirada fría hacia el menor de todos.

Seojun asintió con lentitud y Taehyung liberó su muñeca, en esos momentos Jungkook no podía estar más contento. Le encantaba cuando su Hyung lo protegía, se sentía mucho más querido y apreciado que de costumbre por Taehyung.

Jungkook volvió a tapar a su mejor amigo con la manta roja y la acomodó para que no sintiera ni una pizca de frío.

Y a los minutos Seojun ya se despedía, con una sonrisa y movimiento de mano, de todos en el auto mientras bajaba de este para ir a su escuela, dejando al par de mejores amigos solos en la parte de atrás.

Jungkook se dio el deleite de sentir el calor de Taehyung junto al de la manta, de abrazar con cariño el brazo de su mejor amigo y de asegurarse de que estuviese bien tapado. No le importaba saber de qué hablaba su Hyung y Nam, solo quería sentir el aroma a madera y cacao que irradiaba Taehyung.

Solo quería regocijarse sabiendo que tenía a Taehyung solo para él. Que lo quería a él. Que lo cuidaba a él. Que lo protegía solo a él.

Su Hyung era para él.

Y no le importaba lo egoísta que eso sonaba, porque amaba ser egoísta respecto a Taehyung, él sabía que no había nadie en la faz de la tierra que pudiera lograr que Kim Taehyung se alejara de él.

Nadie podía hacer eso, o quizá sí, quizá él podía alejar a Taehyung si quisiera, pero eso no pasaría jamás. Antes muerto que alejar a su Hyung.

Jungkook sabía muy bien que Taehyung, más que quererlo, lo amaba, su amistad era bastante profunda y ya sentía a Taehyung como suyo. Quizá por ello sentía algo de asco cuando se daba cuenta de que su Hyung había tenido un polvo con alguna persona o cuando este se lo contaba. Porque la idea de que Taehyung, quien le pertenecía, fuera tocado o hasta, en cierto punto, querido por alguien más le generaba rechazo.

Era su mejor amigo, de él, no del chico de la gasolinera o de la chica de aquella fiesta, era de Jeon Jungkook.

Abrazó con un poco más de fuerza el brazo ajeno y pudo ver como el mayor lo vio de reojo y sonrió.

Eso era de él, sus reacciones de cariño y afecto eran para él, y de solo pensar que algún día Taehyung fuera a tener pareja le enojaba, porque entonces él lo desplazaría y ya no sería tan suyo.

Quizá debía volver a lo de antes, alejar otra vez a los posibles acostones de su Hyung no era algo nuevo para él, ya lo había hecho cientos de veces y había mandado a esa gente bien lejos cuando trataban de persistir diciendo que amaban a Taehyung o cosas de ese estilo.

Patético, nadie podría amar a su mejor amigo como lo hace él.

Suspiró mientras se restregaba en el blazer de su Hyung, el cual quizá pensó que tenía frío, porque quitó su brazo derecho de su cálido agarre y lo rodeo por los hombros con la misma extremidad, atrayendo su anatomía a él y acomodando la manta por encima de sus hombros y alrededor de su cuello.

Sonrió con las mejillas sonrosadas, conmovido por tanto afecto, y es que no podía permitir que su Hyung se fuera con alguien más, no podía hacer eso, porque Kim Taehyung es de él desde que lo defendió de aquellos bravucones en el kinder.

El primer día de preescolar para Jungkook no fue tan duro, porque nadie se fijó en aquel niño gordito con mejillas abultadas y que vestía totalmente de rojo, pero desde el tercer día todo fue cuesta abajo.

Un grupo de niños se dio cuenta de su existencia, pero no fue para jugar o para que les pasara un crayón, fue para que comenzaran a burlarse de su anatomía y su fascinación por el color rojo. Las burlas siguieron por unos meses, los cuales fueron horribles para el Jungkook de cuatro años, pero un día todo cambió.

Exactamente un tres de agosto, cuando aquellos tres niños lo golpeaban y se burlaban de él en la esquina detrás de los columpios del patio de juegos, Kim Taehyung apareció.

Su Hyung, que en esos tiempos estaba más cerca de los cinco años que en los cuatro y era un grado mayor, apareció con su semblante enfadado y una botella de agua lista para disparar.

—Déjenlo —dijo el castaño mientras se remangaba las mangas de su polerón azul.

—¿Quién eres tú? —preguntó el niño líder de los tres bravucones.

—¿Así le hablas a tus mayores? —hizo como si se quitara el polvo de su placa de girasol, la cual estaba en su pecho y demostraba en qué grado iba, para hacerla relucir—, Debería decirles a tus papás que eres un mal-

El otro niño trató de abalanzarse sobre él, pero Taehyung lo esquivó a la vez que le lanzaba encima el agua de la botella, logrando que cayera de cara sobre la tierra. Otro niño trató de tomar los cabellos castaños de Kim, pero él solo le dio un puñetazo en la cara, por lo que le comenzó a sangrar la nariz.

Ambos niños lloraban en el piso y el niño restante lo miraba con miedo, paso seguido se echó a correr junto a los otros.

—L-le vo-oy... a decir a la mae-estra —dijo uno antes de huir.

—Pues aquí la espero —fue lo que respondió sin preocupaciones.

Luego de aquello, el mayor se acercó a Jungkook, quien lo veía con los ojitos brillantes y las mejillas coloradas.

—Me llamo Kim Taehyung —dijo y luego apuntó a su placa de girasol con su nombre—. Aquí lo dice —el azabache achicó los ojos para observar la placa y luego asintió como si hubiera entendido lo que decían esas letras—. Y vamos a ser mejores amigos.

—¡¿En serio?! —el castaño asintió decidido—, ¡Promételo!, ¡Prométemelo por el dedo chico! —gritó a la vez que se levantaba del piso y extendía su meñique.

Taehyung entrelazó su dedo con el del otro, ambos niños sonreían felices, para luego dirigirse a los columpios mientras jugueteaban y reían cómplices. Jungkook se sentó en el columpio rojo y Kim le dio vuelo diciéndole cómo mover las piernas.

Ese día fue uno de los más felices para Jungkook, a pesar de que la maestra se enojara con Taehyung y lo regañara debido a que "esas no eran las formas", de igual modo a los mejores amigos no les importó mucho y volvieron a jugar.

Aquel recuerdo era un tesoro sagrado que Jungkook amaba con su alma.

Luego de aquello su amistad comenzó a crecer y crecer y crecer, pasaban en la casa del otro y sus padres ya eran más amigos que conocidos, todo era maravilloso... hasta que se dieron cuenta de que Taehyung asistiría el próximo año a la escuela primaria y aunque sus padres les habían dicho que irían a la misma primaria, que se encontrarían otra vez y un montón de ese tipo de cosas; nada fue suficiente para calmar el corazón triste de Jungkook, el cual tenía mucho miedo de que Taehyung encontrara otro amigo y lo dejara.

Pero cuando Taehyung le dijo: "Confía en mí, Kook, confía en tu Hyung" , el menor sintió una gran seguridad abrazarle junto a su amado mejor amigo que, a la vez, acariciaba sus cabellos azabaches.

Ese día confió su corazón en su Hyung y no lo decepcionó.

Unas semanas después escuchó a sus padres hablar con los de Taehyung, los cuales estaban preocupados por la gran decadencia en las calificaciones de castaño, junto a que parecía haber olvidado leer y algunos números más grandes; eso a Jungkook se le hizo raro, porque su Hyung le seguía leyendo cuentos y ayudando a contar, pero no dijo nada, porque quizá escuchó mal.

Cuando las clases culminaron, Jungkook fue a buscar su diploma de ascenso de grado junto a sus padres y por sorpresa se topó con Taehyung, quien estaba sentado afuera de la oficina de la directora.

"Lo logré, Kook, tú Hyung logró que no nos separaran".

El azabache inhalo, con los ojos cerrados, el olor varonil de su mejor amigo, degustando esa delicia, para luego abrazar con su derecha el torso del mayor, aferrándose a él. Taehyung inició con las amadas caricias sobre sus cabellos que él adoraba, creando un jugueteo con sus dedos, los cuales peinaban sus hebras color carbón con parsimonia, dedicación y cariño.

Jungkook se mordió el labio mientras sonreía sin que su Hyung lo viera, debido a su manta que en esos momentos le tapaba hasta la nariz, por al recuerdo de que Kim Taehyung, quien siempre ha sido el chico más inteligente de su clase, repitió un año a propósito para estar junto a él.

Y es que desde siempre Taehyung ha sido suyo, y de nadie más.

Su Hyung le pertenecía y nadie, jamás, podría quitárselo.





















MookieNota: sé que es bien cortito, pero desde ahora los siguientes capítulos deberían ser de 4mil palabras.

¿Qué opinan de este lado de Jungkook?, ¿Qué piensan sobre su forma de pensar respecto a Taehyung?

Wenop, corazones de melón, quizá los vea 1 o 2 veces más en la semana con actualización.

Bubbles, Mookie.

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