I. soMbras rojas
Eran las cinco de la tarde y hacía algo de calor, pero la brisa fresca que llegaba por la ventana de la habitación lograba contrarrestar la alta temperatura y Taehyung estaba recostado boca abajo sobre su cama a la vez que navegaba a través de su laptop, que estaba enfrente de él y sobre la cama, por la famosa aplicación Stigma.
Aquella aplicación tenía muchísimas funciones, servía para hablar por DM, subir fotos y vídeos, tenía filtros, había una sección de podcast y, lo que más le gustaba a él, la sección de escritos. En la sección de escritos se podía escribir de todo y con los hashtags y etiquetas se lograba llegar al público deseado; si alguien buscaba subir una crítica de cine, debía agregar la etiqueta "crítica" y en los hashtags el nombre de la película, así llegaría a las personas que consumían ese contenido.
Taehyung amaba esa sección, amaba leer pequeños cuentos, uno que otro mini fanfic, críticas y recomendaciones de libros, películas o series, incluso los storytimes de gente al azar. Pero lo que más ama leer son los poemas, Taehyung podía pasar horas y horas leyendo poemas de todo tipo y, gracias a que Stigma traducía los escritos, llegó a poder consumir contenido de gente de otros países y continentes, e hizo amigos virtuales de otras partes del mundo.
Salió del muro de poemas que veía y fue a revisar las reacciones que había tenido su último poema (las vistas, los likes, los compartidos y los comentarios), lo cual le hacía sentir que estar enamorado de su mejor amigo no era tan malo, al menos tenía algo de inspiración para escribir poemas que a sus seguidores le encantaban.
Poemas de amor imposible, de amor no confesado, de amor no correspondido.
En eso se especializaba Kim Taehyung, en poemas dedicados a su mejor amigo que ya tenía pareja y que era casi imposible que lo viera para algo más, Jungkook solo tenía ojos para Jimin al parecer.
Pero a pesar de que ese hecho doliera, él lo entendía, claro que lo hacía.
Suspiró y comenzó a escribir otro poema.
Devoto a tu cálido existir
En estos días de sol abrasador,
el sudor y calidez de tus manos jamás sería incómodo,
te aseguro que estaría completamente agradecido
por el tacto de tu ser tan divino.
Y es que tu cabello tejido en base a las sombras de mis añoranzas,
tu sonrisa esculpida para asemejarse a un conejo travieso,
o tu existencia que está hecha para mi santa adoración...
Forman parte de un todo que es digno de alabanza.
Rezaré de rodillas en tu honor, cariño mío,
y rogaré por un poco de tu tan exquisito amor,
esperando de alguna forma sentirte cerca
o al menos que mi sentencia de "amigo" sea más amena.
—V
Era algo sencillo, pero tan para Jungkook, porque su mejor amigo es tan majestuoso que merecía tener a todos a sus pies, y aunque ninguna de sus rimas le haría justicia jamás, mucho menos todas sus letras anhelantes de él, Taehyung seguiría escribiendo sobre su ser divino..
Jungkook lo era todo, todo lo bueno, todo lo hermoso, todo lo glorioso.
Las reacciones no tardaron en aparecer, los likes y comentarios gobernaron aquel pequeño poema.
"Escribes tan bien, Vante, te beso el cerebro"
"Gracias, Vante, se lo dedicaré a la chica que me gusta, ¡deseame suerte!"
"Ay, me encantaaaaaaaa"
"Ya quisiera yo ser tu enamorada"
"Que afortunadx debe ser tu musa, Vante"
Y ese era otro detalle, escribía bajo un seudónimo, él no quería correr riesgos de ser descubierto, ese sería su fin, por lo que prefería escribir todo ese amor retenido bajo el nombre de Vante, era más seguro.
Luego de leer por un rato los comentarios, decidió apagar la computadora y leer un rato, pero, para su sorpresa, un mensaje de Jungkook llegó a su celular, al parecer Jimin lo había dejado plantado en el centro comercial y quería saber si le gustaría ir por algo de pollo frito.
Y era en esos momentos en los que él se ponía a pensar, porqué Jimin y no él, porque él jamás dejaría plantado a Kook, tampoco lo trataría mal y mucho menos lo dejaría de lado.
Pero Jungkook no lo amaba a él de forma romántica, lo veía solo como un amigo, y a Jimin si lo amaba, por algo estaba con él, ¿no?
Se levantó y mientras le respondía que lo esperara en el restaurante y que ordenara ya la comida, se puso un suéter y sus tenis, buscó su billetera y la guardó en su bolsillo izquierdo junto al celular, para finalmente salir de su habitación, bajar las escaleras y avisarle a su hermano mayor, que estaba en la cocina, sobre su salida.
Salió de su casa y corrió calle abajo camino al restaurante, porque él estaría para Jungkook, independiente del dolor que tendría en el pecho al escucharlo hablar por horas de cuanto le dolía que su novio fuera así. Él era su mejor amigo.
No importaba el dolor que causaría en él otro de esos tantos encuentros por la falta de Jimin en alguna cita con Kook, no importaba si harían sentir un poco mejor a su mejor amigo.
Que Jungkook enterrara su daga en su débil corazón enamorado cuantas veces quiera, él le daba permiso de ser su consuelo en cualquier momento.
Luego de trotar hacia el restaurante, entró saludando a la señora dueña del local, la cual estaba regando las plantas a la vez que tarareaba la canción que sonaba en la radio.
Avanzó un poco más adentro del local y se dirigió a la mesa en la que siempre comía con el menor, encontrándolo cabizbajo mientras jugaba a doblar y desdoblar una servilleta.
Taehyung se dio el lujo de verlo por un par de segundos, el azabache tenía los ojos cristalizados y restos de lágrimas secas, mordía levemente su labio inferior y sus dedos estaban por romper la servilleta por la fuerza con la que ejercía los dobles.
—Hola, Jungkookie —saludó a su mejor amigo mientras se sentaba frente a él—. Ya ordenaste, ¿no?
—Oh, sí sí —respondió algo avergonzado—. Ordené tu pollo sin picante, no tienes porqué preocuparte.
—Aww, tan considerado —presionó su índice en la nariz contraria, sacandole una sonrisa al menor—. ¿Cómo te encuentras?
—¿Por lo de Jimin? —el castaño asintió—. Bueno, realmente no sé cómo sentirme... porque esta no es la primera, ni la segunda, mucho menos la tercera vez que pasa —rio sin gracia—. Solo me dice que tiene mejores cosas que hacer, que se le olvidó, que no sea tan pegajoso y que lo deje salir con Yoongi.
Taehyung suspiró a la vez que viraba los ojos y Jungkook terminó por romper la servilleta en dos.
—Sé lo que piensas, Tae, no soy tonto-
—Nunca he dicho que lo eres, mucho menos insinuado y jamás lo he pensado —aclaró mientras lo apuntaba acusatorio.
—E-el punto es que... sé que crees que debería dejarlo por cosas como esta, por lo triste que me pongo cada vez que me deja plantado o no sé —sacudió sus cabellos abatido.
—Me pregunto cómo puedes seguir aguantando todo eso, para mi eso es más desprecio que amor.
Jungkook despedazó la servilleta en mil pedazos con el ceño fruncido, para luego suspirar y dejarlos a un lado.
—Porque lo quiero —dijo viendo directo a los ojos del mayor, pero sonando más como duda que como afirmación.
Taehyung quería decir algo, no sabía qué, pero algo necesitaba decir, solo que el mesero les trajo su orden de pollo junto a sus bebidas y la única respuesta que pudo dar fue su mirada adolorida tras la desgarradora confirmación del porqué su mejor amigo seguía con el rubio.
Cuando tuvo enfrente su porción de pollo frito y su lata de Fanta, decidió que a veces callarse también era una respuesta y esperaba que su respuesta demostrara que no estaba de acuerdo sobre el aguantar desprecio solo por querer a alguien, él como mejor amigo no estaba de acuerdo en aquella relación en la que Jungkook salía constantemente lastimado.
Ambos comenzaron a comer en silencio, Jungkook nervioso por su reciente declaración y con las ansias a tope por toda su situación con Jimin, y Taehyung pensando sobre lo adolorido que se sentía su corazón. Pero a pesar de todo el torbellino que había en sus cabezas, se sentían en paz junto al otro, como si estar juntos fuera el lugar seguro para sobrepensar y causar un caos en sus mentes.
Una seguridad caótica, revoltosa y autodestructiva.
Jungkook bebió de su lata de Coca-cola con rapidez y soltó un suspiro sonoro, para luego atreverse a ver a su mejor amigo a la cara, quien estaba vertiendo mayonesa en una ala de pollo.
—¿No te aburre venir casi cada semana aquí? —preguntó para después tomar un par de servilletas.
—Me gusta este lugar, el pollo es bueno, tiene buenas promociones y la señora Shin es muy amable —contestó antes de llevarse el pollo a la boca y cuando trago continuó—. Además tienen buena música y el lugar es acogedor y cómodo.
—No me refería a eso...
—¿Entonces a qué?
—A si no te aburre venir cada vez que Jimin me deja plantado o me cancela los planes a última hora —contestó con algo de vergüenza.
—No lo sé... solo sé que logro pasar algo de tiempo contigo, a pesar de que no es por la mejor causa —golpeó con su índice la lata de gaseosa pensativo—. No creo que me aburra, porque lo veo como una oportunidad, ¿qué tan egoísta es eso?
—¿Qué tan egoísta es que solo te llame para que nos juntemos cuando estoy despechado?
Mantuvieron su vista en los ojos del otro, viéndose una parte del alma, abriendo una grieta de verdad para que el otro admirara.
—Supongo que el egoísmo nos une, ¿no? —habló el mayor y el azabache bajó la mirada mientras negaba con la cabeza—, ¿Un salud por esta amistad netamente egoísta?
Ambos alzaron sus latas de refresco con una sonrisa resignada y las chocaron sin mucha alegría, pero rebosante en complicidad y entendimiento.
Luego de ello se dedicaron a charlar sobre los quehaceres del otro, Jeon estaba bastante ocupado en el club de fotografía dado que se acercaba el aniversario de la escuela, así que los talleres de la institución debían preparar algo para la celebración que se llevaría a cargo en un par de semanas. Por otro lado Taehyung estaba participando en las olimpiadas todo terreno, las cuáles duran tres meses y son contra otras escuelas, él con otros tres estudiantes más deben realizar diferentes retos de inteligencia para poder ganar puntos, y quienes logren ganarlas tendrán como premio un viaje a Londres y una gran suma de dinero para su institución académica.
La charla se basaba en ponerse al día, dado que los dos no habían interactuado mucho debido a sus actividades extracurriculares, porque no compartían ninguna clase —eso debido a que Taehyung va en las más avanzadas— y porque Jungkook se limitaba a salir solo con su novio... que lo dejaba plantado.
Sus charlas siempre habían sido amenas, Jungkook sentía que todo era cómodo, cálido y ligero con su mejor amigo, no debía ponerse a pensar cómo actuar frente a él o medir sus pensamientos más extraños, porque el mayor no lo juzgaba y eso lo hacía sentir en casa.
El celular del menor comenzó a sonar con la canción my boy de Billie Eilish y el mayor la comenzó a tararear mientras marcaba el ritmo con suaves golpeteos a la mesa con una mano, Jungkook sonrió leve y sacó su celular del bolsillo de sus pantalones, pero su pequeña sonrisa fue reemplazada por labios apretados de forma ansiosa por sus dientes y ojos tristes.
—Es Jimin... —suspiró a la vez que hacía hacia atrás sus cabellos color carbón—. Voy a contestar.
Taehyung le levantó un pulgar y siguió comiendo su pollo frito, Jeon contestó y puso el celular cerca de su oído.
—Ho-... No, no estoy en el centro comercial... porque te esperé tres horas y n-... estoy comiendo po-... sé que no te importa, pe-... entonces para qué llamas... —el azabache frunció el ceño viendo a su mejor amigo, el cual no tenía idea del porqué lo miraba así—, qué tiene que ver Tae... Sí, estoy con él p-
Lo que en un inicio fue una conversación con muchas interrupciones ahora eran gritos que hasta Kim podía llegar a oír, el menor alejó el celular de su oído por los gritos tan fuertes que se escuchaban a través del aparato.
—Ya vuelvo —dijo dirigiéndose a su mejor amigo que lo veía preocupado y luego salió hacia el jardín del local para poder hablar con el otro.
El castaño se quedó allí terminando de comer su porción de pollo frito, aunque algo cabizbajo debido a la preocupación sobre lo qué pasaba con la pareja y con un pequeño sentimiento de culpa, porque, apenas su mejor amigo lo nombró, Jimin parecía haber explotado en rabia y enojo.
Taehyung se sentía culpable, pero no sabía de qué era culpable.
Pasaron alrededor de cinco minutos y Jungkook volvió corriendo a la mesa y viéndose completamente abatido, tomó sus cosas de la mesa como su suéter que estaba en el respaldo de la silla y su mochila que estaba en el asiento desocupado junto al que anteriormente había usado para sentarse.
—¿Qué pasa, Kook? —preguntó el mayor confundido por ver al otro tomar sus cosas y casi irse, pero que se detuvo al oír su voz.
—Lo siento, pero debo juntarme con mi novio, está algo alterado.
—¿Me vas a dejar botado cuando tú me invitaste?
—Te pago luego, ¿sí? —respondió ansioso mientras veía el reloj de su muñeca.
—No se trata de e-
—Adiós Tae, gracias por entender y luego te lo recompenso, ¿sí?
Y así sin más Jeon corrió hacia la salida, dejando con la palabra en la boca a su mejor amigo que lo vio incrédulo correr hacia la salida sin ni siquiera mirar hacia atrás.
Si había una letra que definiera cómo se sentía Kim Taehyung en esos momentos era X, se sentía como si fuera una cosa sin importancia, una sola estupidez que se podía dejar como si nada, a alguien que si se les antojaba podrían considerar, pero sobretodo se sentía como el objeto que usaba Jungkook para desahogarse, para que lo comprendieran, para que le dijeran palabras bonitas y para que lo mimaran.
Jungkook definitivamente era más egoísta que él, lo odiaba por eso, pero, ¿podía culparlo cuando él mismo se dejó estar en esa situación?
Apretó tanto sus puños que los nudillos se volvieron blancos y sus uñas se incrustaron en sus palmas, incluso sintió como tiritaban sus manos y el dolor que provocaban sus uñas dentro de su carne, pero no le pudo importar menos, porque él jamás lloraría, no de nuevo.
Él sabía que su rostro debió haberse ensombrecido, su mirada debía verse seria y fría, mientras su mandíbula estaba claramente tensa, incluso le dolía.
Cerró los ojos y llevó sus manos al bolsillo de su pantalón para sacar su billetera, una vez la encontró se levantó para ir directamente a pagar a la caja.
El camino a su casa fue silencioso, las calles no estaban tan concurridas y creyó que su única compañía para el recorrido fueron los grillos y faroles. Una vez llegó a casa le avisó a SeokJin que ya había comido, así que no cenaría con él.
Se lanzó a la cama y cerró sus ojos con fuerza, tratando de no pensar en el dolor en su pecho que no lo dejaba respirar bien, comenzó a hacer ejercicios de respiración hasta poder calmarse un poco más y ahí abrió los ojos.
Le dolía, le dolía horrible, pero no podía alejarse. No. No se atrevía a alejarse.
Sabía que el amor que sentía por Jungkook era doloroso, no tan solo por callarselo y tenerlo como secreto, sino también porque dependía un poco de él. Dependía de servirle a él, de tener una función en la vida de Jeon, de sentirse validado por su mejor amigo, y él mismo sabía que por eso iba corriendo cada vez que Jungkook decía necesitarlo, porque no quería que lo dejara, no podía permitir que su amado lo alejara de su vida y solo tener que verlo de lejos.
Por eso se dejaba usar, pero la mierda esa también lo destruía por dentro, porque, en momentos como los de ese día, se sentía tan inutil que no podía respirar por el dolor de no ser requerido por Jungkook.
Él sabía que se estaba metiendo en las aguas benditas falsas y que en realidad eran solo un sucio veneno que le absorbía el alma, pero lo hipnotizaban tan bien que sentía como si fuera la gloria que su alma se hiciera añicos y gritara por ayuda.
Esa noche Taehyung durmió pensando en lo adictivo que era amar a su mejor amigo, en adorarlo en secreto y en profesar su amor de forma anónima en Stigma. Y, aún sintiendo pequeñas punzadas en el pecho, amó amar a Jeon Jungkook.
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