Quiero, doy por súplica
que me tengas siempre presente.
Pintado en los atardeceres,
en el galopar ferviente
del viento contra tu rostro
y en la luna al mirarte con alegría ausente.

Quiero, doy con ruego
que me cinceles eternamente
con una sonrisa orgullosa y pícara
al recordar nuestras tantas travesuras,
al recordar las incontables locuras
cuando conocimos mil paraísos
y quedaron sellados
como nuestros favoritos.

Quiero, doy por ansias
que me tengas siempre
en un pequeño rincón de tu mente,
aunque sea como un querer mustio, borroso y lejano.
Latiendo sugerente
y libre de toda amargura.

Porque ten por seguro
que yo nunca te olvidaré,
estarás acunada siempre
en las nubes más sonrojadas.
Doy fé de que nunca te apartarás de mí
y vivirás tibia en mi corazón,
traspasando épocas
como melodías folclóricas.

Te amaré por siempre
hasta la Luna,
Saturno
y más allá.