En la sombra del crepúsculo, se desvanece el día,
entre susurros de adiós y lágrimas de melancolía.
En el eco de tus pasos, se desvanecen mis sueños,
como hojas secas llevadas por el viento.

En el lienzo del cielo, pinté nuestras promesas,
pero el tiempo las borró con sus manos traviesas.
Aún así, en mi pecho arde la llama del recuerdo,
como un faro en la noche, siempre encendido y eterno.

En cada esquina de la memoria, te encuentro presente,
en cada suspiro, en cada latido, en cada instante.
Aunque el destino nos separe y el tiempo nos distancie,
tu presencia perdura, inmutable, como un río que no cesa.

Y aunque el tiempo nos lleve por caminos diferentes,
nuestros corazones están unidos por lazos indestructibles.
En esta despedida, guardo tus risas y tus besos,
como tesoros sagrados, como un sol que nunca se pone.

Así que aunque el dolor de la separación me abrume,
sé que en algún lugar, en algún tiempo, nos volveremos a reunir.
Porque el amor que nos une trasciende las fronteras del tiempo,
y jamás podré olvidarte, aunque viva un millón de vidas.

Estás palabras se las dedico a esa persona que jamás podré olvidar..... Adiós