Una vez encontré los ojos más bonitos que pudiera haber visto.

Las pestañas largas, acariciaban suavemente los párpados de los ojos con cada parpadeo.

Estaban llenos de un brío común pero especial. Haciéndolos ver más bellos.

Los ojos de aquella chica eran muy bonitos, simples y comunes, pero bonitos.

Encantaba a cualquiera, con un parpadeo y ya estabas a sus pies.

Esos ojos café oscuro con toques negros te hipnotizaban y te perseguían.

Eran difíciles de olvidar e invadían la mente consecutivamente.

Esos ojos café oscuros con toques de color negro; son los ojos más bonitos que he visto en toda mi corta vida.

Los ojos de él no tenía comparación con los de ella, el color de sus ojos; color miel claro, perdían contra los encantos de sus ojos oscuros.

Los ojos de ella eran grandes y redondos, con una simetría perfecta.

Los ojos de él eran pequeños y ovalados, con una simetría imperfecta pero bonita.

Y, se que no encontrare otros ojos como los de esa chica.

Ambos pares de ojos habían cautivado a quien había escrito este poema.

Porque los ojos de él y los ojos de ella serian los más bonitos y los únicos que habían quemado con fuego ardiente su memoria y su alma.

Porque esos ojos se mantienen en su memoria.

Escrito; 18 de marzo, 2019

—HTS-