11.- Symplokí (Entretejido)
Un día fui ceniza, mis pasos erraban entre espejismos, y mi alma no dormía. La piel del ayer se deshacía, dejando espacio a lo que llega, y en su lugar brota la entrega, de lo que tanto a experimentar se niega.
Ahora, mi voz ya no se quiebra, ya no me atan pretéritos miedos, ya no me engaña la apariencia, pues en el céfiro, sopló el cambio.
Caí mil veces, ardí en mi fuego, y en cada ruina hallé mi motivo, sin necesidad de un externo incentivo, pues no era el fin, sino el renacer de mi conciencia, en mis ojos arde el níveo, y en mi latido... la diferencia.
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