Pintura tan roja como la sangre,
pinceladas suaves como algodón,
paciencia tan grande como el mar,
pintaste sin permiso ni pedir perdón.

Sigilosa te adentraste en mi mente,
secretas eran tus intenciones,
seguramente ninguna era inocente,
siguiendo ignorando todas tus acciones.

Irascible era yo como ninguno,
impaciente como el tiempo mismo,
íngrimo como el número uno,
imposible entender mi mecanismo.

Fuiste la que no se dejo intimidar,
fuiste la única que no se rindió,
fuiste aquella que se quiso quedar,
fuiste esa chica que me entendió.

No había color en mi corazón,
pero apareciste para todo cambiar,
para pintar la vida de rojo pasión,
para atraparme con tu encanto peculiar.

Poco a poco rompiste mis muros,
poco a poco hiciste que en ti pensara,
poco a poco vi tus sentimientos puros,
poco a poco hiciste que todo cambiara.

Viste mi corazón que estaba escondido,
viste que no tenía nada de color,
viste que me encontraba perdido,
viste que lo que necesitaba era calor.

Supiste de inmediato que tenía arreglo,
supiste lo que puedo llegar a ser,
supiste exactamente cómo hacerlo,
supiste burlar mi manera de ser.

Te agradezco por verme,
te agradezco por el humor,
te agradezco por entenderme,
te agradezco por tanto amor.

No había color en mi corazón,
pero apareciste para todo cambiar,
para pintar la vida de rojo pasión,
para atraparme con tu encanto peculiar.