Lágrimas que derramar
Eterna furia abriga mi corazón después de saber la verdad:
Para ti nunca fui una hija sino sólo un diploma andante de lo que sentirte orgullosa.
No te importó la duda en mis ojos, me inculcaste falsas expectativas basadas en mentiras e ignorancia, y yo cómo la mas tonta las devore con ansiedad.
El precio de mi soberbia son estas lágrimas nocturnas que aún asoman de vez en cuando.
Te creía mi mejor amiga pero la realidad es que eres una pésima madre.
Tan sólo preocupada por una gloria que era imposible de ser, obligándome a seguir construyendo castillos en el aire.
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