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never ending

Las semanas pasaron rápidamente y lo que se veía como algo inusual, se convirtió en algo casual. Hyunjin, por mandato de Jinsol, fue obligada a acercarse más a Jungeun. Con la finalidad de que la castaña se olvidara de su querida profesora, jodiéndole así la rutina a su hija y a la propia Jungeun. 

Pero Jinsol no se esperaba que Jungeun y Hyunjin se hicieran cercanas en tan poco tiempo, confundiendo así sus sentimientos hacia la joven. Quería pillarle en algún momento y recitarle cada linea de su puto poema, dejando en claro que fue ella quien ganó el concurso anónimo.

La "Oda a Jeong" ganó el primer premio no solo por su exquisito vocabulario, sino por los sentimientos que los jueces pudieron notar en esos versos amorosos. Y claro está, que Jinsol lo leyó una y otra vez con el fin de suspirar de amor, sabiendo las palabras que una vez le dijo a Jungeun.

Se había jodido la vida a sí misma, diciendo y negando su amor hacia la menor, argumentando que su marido y sus hijas nunca podrían verlo de otra forma. Ahora arrepintiéndose de que su hija mayor le estuviera "arrebatando" a su chica.

La mujer de cuarenta años no sabía lo que decía, y especialmente porque se había enamorado de Jungeun. A través de sus palabras, tinta y papel, es que ella estaba precisamente loca por la adolescente. Pronto cumpliría los dieciocho, e intentaría algo con ella, supuestamente a las espaldas y aprobación de su marido.

—¿Te veo luego, Hyunjin?— preguntó Jungeun, bajándole de la copa del árbol donde estaban sentadas. Sonrieron, y la castaña recibió un beso en la mejilla por parte de la menor.— Me lo tomaré como un sí.

—Luego ven a mi casa, te quiero ayudar en esa asignatura que tan mal se te da.— rieron y acordaron una hora para que la castaña fuera.

Lo peor fue dándose cuenta de que esa casa era la misma en donde Jinsol vivía. No quería encontrársela a solas, viendo sus intenciones de dañar su corazón de nuevo. Con valor salió del patio, adentrándose en el pasillo para ir a la siguiente clase. Avergonzada, vio a su mejor amiga con su novia, tratándose de Hyeju y Chaewon. 

Fue directa a ellas, preguntándole a la pelicanela sobre su hermana y madre. Respondiéndole de manera dulce y amable, contestando bien a cada una de sus preguntas, Jungeun le agradeció para dejarles a solas. No quería enfrentarse al hecho de tener que comer a solas con ellas, pensando en un milagro para que su marido estuviera en casa.

Luego de haber estado horas pensando, fue a clase de Hyunjin para buscarle y que le guiara hacia su casa. Con ganas y nervios al mismo tiempo, fue con la menor hacia su casa para comer y estudiar. Al llegar, estuvo más nerviosa que nunca por el hecho de ver el coche de Jinsol aparcado. Nada más lejos de la verdad, la adulta también quería verle. Ambas sabiendo que Jungeun estaba ignorando a su profesora, para no tener encuentros como estos de incómodos.

—¡Mamá, ya estoy en casa!— gritó Hyunjin, acompañando a Jungeun hacia arriba. Jinsol, sin saber de quién se trataba, preparó la mesa para comenzar a comer.— Puedes dejar tus cosas encima de mi mesa, luego cuando subamos las dejarás donde quieras.— y volvió a besar su mejilla, cual Jungeun no se resistió, admitiendo el gusto por estos gestos.— Vamos a bajar, mi madre ya tendrá la comida en el fuego.

Con cada paso que daba, más miedo le entraba. No quería ver a Jinsol, ni en su casa, ni en la calle, ni en cualquier otro sitio... Sabiendo toda la mierda que le dijo aquella vez en el baño, no quiso volver a pensar en ese momento en el que le jodió el corazón por milésima vez.

—Mamá, ha venido Jungeun a comer y a estudiar, no fastidies nuestra tarde.— dijo riendo, a lo que Jinsol respondió con una sonrisa. Jungeun no sabía en lo que se había metido, pero no era nada bueno.— Siéntate a mi lado, aquí es donde se sienta mi padre, y allí Chaewon.

—Por cierto Hyunjin, ¿tu hermana no va a venir a comer?

—Esa estúpida sí va a venir, pero estará comiéndose la boca con Hyeju quizá.— dijo Hyunjin contestando a su madre, haciendo reír a Jungeun. Contagiándole la risa a la pelinegra menor, Jinsol les advirtió de no reírse en la mesa.

—Luego iba a ir a comprar, pero prefiero que salgáis tú y tu hermana a hacerlo por mí. 

—La semana pasada fue igual mamá, ¿no puedes ir tú hoy?

—No, porque tengo exámenes que corregir, entre ellos los vuestros de Griego. A no ser que no quieras saber tu nota, hija...

—¡Por supuesto que quiero saberla, hasta te friego el cuarto si hace falta!— exageró en sus palabras.— Pero por favor, mamá, corrígelos. ¿Cuánto tiempo llevamos esperándolos, Jungeun?— miró directamente a la castaña.

—No sé, unas tres semanas...— habló nerviosa, bajo la mirada de Jinsol.— Tampoco es para tanto, Hyunjin.

—¿De qué lado estás, del mío o del de mi madre?— bromeó besando su mejilla, provocando una ira de celos en la más mayor.

—¡Bueno, ya está!— sirvió la comida dejando los platos con fuerza con las mejillas ardientes de los celos.— Cuando llegue tu hermana, os vais directamente a hacer la compra, y no quiero ninguna queja.

Y hablando de la reina de Roma, la pelicanela llegó a la hora justa para comer e irse de nuevo por donde entró. Jinsol dándole las bolsas a sus hijas para que se fueran, miró de nuevo a Jungeun quien pemanecía quieta en su sitio. Hyunjin habiendo cerrado la puerta, Jungeun miró de nuevo a Jinsol a los ojos, y corrió hacia ella.

—Te he echado mucho de menos.— dijo Jinsol sujetándose de los hombros de la menor.— No sabes cuántas noches he estado pensando en ti, todas mis noches eran tuyas.

—Aunque me rompas el corazón de nuevo, no hay cosa que se me dé mejor.

—¿El qué?— susurró en sus labios, besándolos, chupándolos y mordiéndolos.

—Volver hacia ti.—el hecho de que siguieran enamoradas, no les permitían hacer eso y mucho menos en la casa de Jinsol.— Como tú decías, debo apartarme de tu camino para olvidarme de ti... Debo irme ya, o me partirás en dos como hace semanas.— se alejó de ella lentamente.— Si tengo que olvidarte, entonces lo haré seriamente.

—Lo que dijiste en el poema, hazlo realidad. Tómame como tuya, soy toda tuya. Olvídate de mi hija, y hazme el amor ahora mismo. No aguanto más verte con ella, cuando soy yo quien quiere estar en tus sueños...— suplicó lagrimeando.

—Tú misma me dijiste que tenía que buscar a gente de mi misma edad, al igual que me pediste que dejara de escribirte mis "estúpidas poesías".— terminó por besarle una última vez, acunando su rostro en su cuello.— Pero ya he acabado de sufrir, y no quiero que sea de esta forma.— se volvió a separar de ella.— Hasta pronto, Jinsol.

—Te amo, Jungeun.— dijo llorando, cogiéndose el pecho.

—Lo sé.— desapareció por la puerta, dándole un último suspiro a la pelinegra.

Quizá no era un final feliz como otros pensaban, pues ahora que Jinsol había aprendido la lección, nunca podría tener su final con el amor de su vida, quien precisamente no era su marido. Habiéndole engañado, porque besó otros labios y acarició otros dedos, se sentía como la mujer más miserable del mundo al haber perdido a su querido amor.

Y bien que estaban cuando Jinsol quiso entretener a estas pobres almas, haciéndoles creer que aquel final feliz sí había llegado, cuando consiguió todo lo contrario. Más en cuenta cuando Jungeun, por fin habiéndose quitado de encima a Jinsol, podía respirar mejor y abrir los ojos...

El amor era algo pasajero, y la castaña lo tenía más que bien sabido. El problema era su adicción, que en este caso era Jinsol. Porque no sabían cómo amarse detrás de todo el sufrimeinto que padecían, que si una estaba casada y era madre, que si la otra tenía problemas con el amor...

Porque al final su amor no conseguía encenderse, aunque ninguna de las dos tuvo esfuerzo en apagarlo.

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