LAS ESTRELLAS SPICA
Ya han pasado más de dos semanas luego de lo ocurrido con la explosión aquella noche, después de eso mucho ha cambiado dentro de la familia Hamato, ahora que sabían el secreto de dos de sus integrantes, era imposible que las cosas siguieran como antes.
Durante los primeros días fue algo nuevo para todos, debían hacerse la idea que ahora convivían con una pareja en la guarida, pero con el pasar del tiempo notaban que el hecho de que Raph y Leo tuvieran una relación no afectaba demasiado a nadie, ellos no cambiaron sus actitudes con ninguno de sus hermanos o su padre, seguían siendo como habían sido siempre, se comportaban muy natural frente a todos, que su romance no afectaba en nada a sus personalidades.
Es que tampoco era que les gustaba llamar la atención con eso, ya habían aprendido a actuar con discrasia por lo que era común que no se mostraran muy afectuosos si no era que se estaban más solos, o actuar de forma muy melosa, es que ese no era su estilo.
Aunque estos también tuvieron que acostumbrarse a que ya su romance no tan confidencial como antes, Raph fue el que se adaptó muy rápido a esto, cosa normal porque no se hace mucho problema con este tipo de cosas, si es que lo toman perfectamente ¿para qué preocuparme?
A Leo le tomó más días, siendo este el que estaba más al pendiente por mantener el secreto bajo 7 llaves hasta el momento indicado y ahora que había llegado, se le hacía aun algo extraño que su familia se lo haya tomado muy bien y tener que actuar menos ansioso por momentos cuando alguno de sus hermanos o su padre lo viera muy cercano a Raphael, este tan preocupado como siempre.
Y hablando del azulado, marcaban las 7:32 de la mañana cuando este abrió los ojos sentándose en la cama para comenzar otro día, era un fin de semana, sin embargo esto no significaba que no había cosas que hacer y menos para él, ya tenía la aprobación de su maestro para poder asistir finalmente al entrenamiento junto con sus hermanos, no le gustaba pasar su día sin entrenar un poco y ya había aguantado así por muchos días debido a su herida en la cadera, hoy sería un poco distinto.
Sacó ambos piernas de la cama y cuando estaba por tomar su muleta para ponerse de pie se detuvo, si este día iba a ser diferente ya no podía seguir usándola ¿no? Además últimamente le estorbaba un poco, sentía que ya no la necesitaba mucho al momento de apoyarse, ya podía hacerlo por su cuenta, aun usaba sus vendajes alrededor de su herida aunque ya no le doliera nada por protección según Donatello, la herida debía de cicatrizar por completo para evitar algún peligro de infección.
Leo se paró sin tanta duda y sí, se podía poner de pie sin mucho problema ya, incluso dio unos pequeños brinquitos de la emoción admirando su gran mejora, giró la vista para buscar a su antifaz azul, se la colocó, al igual que sus vendajes y protectores después.
Lo primero que hizo fue dirigirse hacia la cocina, llegó y todavía nadie estaba allí, aun Mikey no preparaba el desayuno para todos como le gustaba hacer todo los fines de semana, cosa extraña.
No quería esperar, se había levantado con buenos ánimos hoy, tenía bastante energía a decir verdad así que se dirigió al refrigerador en busca de leche, tomó algunas naranjas del canasto de la fruta, cogió la caja de cereal que guardaban en las repisas de arriba.
También puso un par de panes en el tostador, que por suerte para él, esta vez no salieron volando como misiles hacia su plato, vaya milagro; encendió la cocina para poder poner la sartén en la hornilla y freírse unos huevos, lo hizo con mucho cuidado, esto de cocinar no le daba mucho así que debía procurar no salir quemando la cocina entera; al menos ahora no salieron tan mal, ya casi estaba listo el desayuno:
Un buen tazón de cereal, unas tostadas junto con unos huevos revueltos al lado y un buen vaso de jugo de naranja, todo lo que había hecho se veía muy apetitoso, nada mejor que empezar el día de esta manera, con un buen desayuno.
Pero para terminar fue por una bandeja porque aunque cueste creer, tal festín no se lo había preparado para él en primer lugar, había alguien más por lo que se puso a preparar todo muy dedicado, alguien que es su razón de ser, por cual se levanta con un propósito en la vida y por la que tenía que velar a diario.
Llevando toda la comida cuidando de que nada se derrame en el camino por fin llegó al lugar deseado, ese ya tan visitado cuarto con la señal de STOP pegada en la puerta, tocó un par de veces, nada, no hubo respuesta, creo que el que yacía dentro aún continuaba durmiendo, bueno no iba a venir en vano, ya son más de las 8 de la mañana ahora, tiempo perfecto para levantarse pensó.
Cogió la manija y la fue abriendo lentamente hasta que pudo dar unos pequeños pasos hacia dentro.
- Raphael ...- habló de manera delicada para no despertarlo de golpe, este se encontraba con la cabeza recostada sobre la almohada, era un poco curioso como cuando dormía se veía tan manso e indefenso a los ojos de todos, quien diría que es lo opuesto, sonrió levemente al verlo de esa forma.
- Raph ... Raph ya es momento de que te despiertes, tienes que desayunar ...- pronunció nuevamente acercándose más, el susodicho solo soltó unos gruñidos de cansancio, quería seguir en su mundo de ensueños, el mayor movió un poco la cabeza en señal de negación y se aproximó aún más a este dejando la bandeja sobre su velador, mostró otra sonrisa de nuevo y se acercó a él con sutileza por el cuello.
- Hora de levantarse dormilón ... - le susurró, el ojiverde se quejó con amargura nuevamente aunque no le quedó otra opción más que abrir sus ojos adormilados con pesadez para encontrarse con la acogida mirada de su pareja de ojos color azul zafiro, estaba contento de que al fin despertara.
- *bostezo* ... Leo ... ¿Leo qué-? ... aún es muy temprano aghhh ...- contestó con fastidio y sobándose los ojos con su único brazo disponible.
- No no, es el momento perfecto ... en realidad estás desperdiciando las horas día ... - lo corrigió con el dedo mientras se apoyaba a su lado, Raph botó un largo y profundo quejido de molestia, ya estaba acostumbrándose a levantarse más tarde de lo normal- ... Te traje el desayuno ...- añadió después poniéndose de pie.
- Oye espera ... ¿y tu muleta? ...- preguntó extrañado al verlo parase con facilidad.
- ¿Qué? ahh ... no, ya no la necesito más, puedo pararme bien ahora ¿ves? ...- explicó moviendo un poco las piernas y la cadera.
- Al menos tú si estás mejorando más rápido, esa medicina que sabe a los mil demonios que nos da Donnie no parece funcionar igual en mí ... - respondió poniendo muy obvio su condición actual.
- Se paciente, además tus heridas fueron peores que las mías, es natural que tu recuperación sea más larga, solo dale tiempo ...- dijo con amabilidad.
- Mientras yo seguiré en esta cama todo el día como siempre ...- contestó un poco pesimista.
- Olvida eso ... es hora de que desayunes ...- tomando nuevamente la bandeja y sentándose a su costado con una sonrisa cómplice, Raphael no tardó más de unos segundos en entender este gesto que también devolvió.
Así que Leo tomó la cuchara del tazón de cereal y empezó por darle de comer a su pareja como si se tratase de un pequeño niño que necesitase ayuda, este no parecía molestarse en lo absoluto por la esta situación después de todo, no podía tomar sus alimentos por su propia cuenta con un solo brazo adecuadamente, el mayor empezó a notar esto con cada cucharada que le daba y al rato no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.
- Genial, ahora también te vas a burlar como Mikey cuando me da comer ¿no? ...- comentó sarcástico al escucharlo.
- Perdón es que ... ¿no sientes algo familiar en esto? ...- todavía sonando chistoso.
- ¿A qué te refieres? ...- contestó sin entenderlo bien.
- Quiero decir ... no es la primera vez que quedas herido, que tengo que venir a darte el desayuno en la cama y tú ...- respondió con otra larga sonrisa.
- Ahhhhh si ya entendí ...- lo interrumpió en medio de su explicación desviando la mirada mientras que una ligero tono rojizo aparecía entre sus mejillas, Leo rió un poco otra vez.
- Todo ese tiempo solo pensaba que te ponías así porque te incomodaba la situación, no tenía idea de lo que pasaba en realidad ...- haciéndole otro gesto con los ojos y su sonrisa para que comprendiera.
- Ni yo tampoco ...- dijo este aun evitando el contacto visual, pero en eso el ojiazul tomo su rostro y lo volteó para que lo viera de frente.
- Pero dime ... ¿eso fue antes o después de que te enamoraras de mí? ...- cosa que hizo sonrojar más al otro.
- ¿Por qué me sigues preguntando esas cosas? ¡no sé! ...- replicó fastidiado.- ... n-no sé ni siquiera como o por qué comenzó todo, solo pasó ¿okay? ...- le incomodaba que le preguntaran de ese asunto, de como este tortuga temperamental se pudo haber fijado en su propio hermano de pronto, no quería regresar a ese extraño y confuso pasado para él.
- Okay ...- respondió aun con su sonrisa graciosa.- pero si quieres saber la verdad ... - acercándose hacia su rostro.- ... ahora que lo recuerdo bien, pienso que te veías muy lindo con tu rostro así ... ese color rojizo te resaltaba bien la cara ... - y juntando su pequeña nariz con la de él mientras que el ojiverde lo veía aun con fastidio por lo incómodo de su respuesta y con el rostro ruborizado, de pronto escucharon unas risas venir desde la puerta.
Ambos voltearon a ver sorpresivos el origen de esas carcajadas y se encontrar con nadie más que sus hermanos de naranja y morado que reían divertidos en la entrada.
Raph de pronto dejo salir un pequeño gruñido de molestia al ver que sus hermanos habían contemplado tal cursi escena, ¿que rayos hacen ahí? ¿quien los invitó en primer lugar? pensaba el ojiverde fastidiado, que Leo le estuviera dando de comer tampoco ayudaba.
- Oh, no tienen que parar por nosotros, vamos Leo cuéntanos más acerca de como era Raph hahaha ...- pidió el menor sin evitar que se le escapara otra fuerte risotada junto con la de Donatello cosa que hizo que el de rojo se irritará todavía más.
Este quiso levantar su puño en forma de amenaza, pero el de azul se lo impidió haciendo que la baje de nuevo mientras le hacía una señal de negación.
- No les hagas caso ...- le dijo par que se calmase mientras que este sacaba la cuchara del tazón disponiéndose a darle otro bocado del cereal, el ojiverde dejó salir un suspiro y tranquilizó su ira cuanto pudo en ese momento, aceptó la cucharada de comida entretanto que sus hermanos se echaban otras risas.
- ¡Ustedes dos son en serio una ternura! ... ¡miren lo lindos que se ven! ... - intervino el pequeño de nuevo divertido haciéndole un ligero gesto al de morado.
- Ciertamente es un tierno momento, el amor esta en el aire~... awww Leo ¿tú en serio hiciste el desayuno solo para Raphael? ... ¿que hay de nosotros o de tí? ...- preguntó el genio intentando aguantarse otra risa.
- Hasta donde llega el amor~ ...- añadió el menor con un tono fingido y de burla a la vez, luego otra fuerte carcajada se les vino, aun así a Leo no le parecía importan mucho solo los estaba ignorando, tenía la mejillas un tanto sonrojadas por lo que su hermano había mencionado aunque acompañado con una pequeña sonrisa, estaba incómodo pero de una manera que le hacía sentirse algo bien.
- ¿Crees que luego los podríamos ver cocinado pasteles y galletitas juntos? ...- preguntó de nuevo el de morado algo burlón al de naranja aunque también para que los escuchen sus otros hermanos.
- ¡Oh oh! ¡podremos ver a Raph con un delantal! ¡y se darán de comer el uno al otro! Hahahaha ...- se bufó el de naranja soltando otra gran risa que casi no se pudo mantener en pie, eso ya era el colmo.
- ¡Okay ya me cansé! ¡¿por qué no me lo dices más de cerca Mikey?! ...- gritó muy sonrojado precipitándose un poco de la cama, estaba que se le salía el humo por la furia, quería pararse y darle una buena tunda al de pecas.
- Raph ... ya ...- su pareja trataba que se calme poniéndole las manos en sus hombros.
- Ay no es para que te molestes así, aunque ahora que me doy cuenta ... ese color rojizo de tu cara ... si te resalta bien ¡hahaha! ...-
- Pffff ...- Donnie no pude evitar la risotada que soltó luego de lo que dijo el de naranja
- ¡CÁLLATE! ...- gritó más fuerte amenazándolo de vuelta con el puño, su rostro estaba muy ruborizado con ese característico color rojo que pintaba todas sus mejillas, se le era muy notorio.
Leo lo calmaba para que no se hiciera daño tratando torpemente de bajarse de la cama.
- Chicos será mejor que ya se vayan ...- les pidió este antes de alguien saliera herido y no precisamente el de rojo, este sería capaz de irse a rastras con tal de lograr darles unos cuantos golpes.
Se puso de pie para llevarse a sus hermanos de ahí, pero el esbelto lo detuvo levantando ambas manos.
- Oh ya entendimos Leo ... veo que necesitan más "privacidad" ...- haciendo un entrecomillas a la última palabra junto con una sonrisa algo pícara, luego el mismo cerró la puerta llevándose a su hermano menor, aún así otras risas se escucharon al otro lado de esta.
Obviamente esos dos tenía que empezar con sus fastidiosas y típicas bromas de pareja tarde o temprano, era inevitable, reían al ver como era que se comportaban estos a veces ahora que estaban juntos, era muy divertido poder molestarlos por eso cada vez que podían.
Por un momento el de naranja paró de reír, pero únicamente para poder tener la oportunidad de contemplar mejor la risa del quelonio de morado, su tierna risa que le alegraba su corazón enamorado, que lo derretía con tan solo ver ese espacio entre sus dientes que lo hacía ver incluso más espléndido según el pecoso.
Quizás para otros ese diastema solo sería un mala distorsión de su sonrisa para no para él, todo lo contrario, se le hacía tan dulce de esa manera, era más bien una parte muy linda en él, lo llenaba de mucha felicidad verlo así de animado, ¿por qué tienes que ser tan irresistible Donatello? ¡debes parar!
Este todavía riendo un poco por lo sucedido se dirigía a la cocina, al ver que su hermano se quedaba atrás lo llamó.
- Oye ... ¿no vas a venir a desayunar? ...- volteándose a verlo.
- ¡Si ya voy! ...- contestó casi de inmediato para no parecer tan distraído, si bien varias cosas habían cambiado en la guarida otras no, el pequeño aún desistía de sus sentimiento hacia el de morado del todo, un nuevo enamoramiento ya era muy presente en la guarida, de nuevo.
- Si pudiera ponerme de pie, te juro que ya les hubiera dado una ...- decía Raphael mientras su pareja regresaba al lado suyo, mas este no dejó que terminara con su amenaza.
- No te pongas así Raph ... la verdad aun deberíamos estar agradecidos de que se lo han tomado de la mejor manera posible ...- le explicó.
- Sí, pero eso no quita que sean unos pesados ... - protestó este haciendo un puchero.
- Oh vamos, sabes que veías venir esto ... solo están bromeando, no tienes por que molestarte tanto ...-
- ¡Lo dices por que casi ninguna broma es exclusivamente para ti! ...- se quejó levantando la voz..
- ¿Te refieres a esa otra vez que Mikey dijo que ahora usarías una bandana rosa? hahaha ...- este tampoco pudo aguantarse la risa luego de decir eso, pero a su pareja no le causó ni una pizca de gracias.- ... Haha ... Ehemm perdón ... ¿por qué mejor no solo terminas de desayunar eh? ...- cambiándole el tema mientras le levantaba una cucharada de cereal de manera sonriente aunque el ojiverde lo continuaba mirando fastidiado.- ... solo di "Ahhh" Raphie ... ahhh ~ ...- abría la boca como demostración a lo que quería que hiciera.
- ¿Cuántos años crees que tengo? ... ¿2? ... - detestaba enormemente que lo trataran como un crío.
- ¿Entonces ya no quieres comer? ...- la verdad aún tenía hambre, ya sabía que por sí mismo no podría hacerlo así que dejó de hacerse el orgulloso y abrió su boca con desánimo por fin.- ... eso pensé ...- contestó con un gesto complaciente y dándole una cucharada del cereal aunque Raphael ya no estaba disfrutándolo como hace rato, de todas maneras bocado por bocado se fue terminando lo que había en el tazón
Al igual que las tostadas y los huevos revueltos que su pareja le sirvió después, terminándolo todo con un vaso de jugo de naranja.
- Yyyyyy ¡listo! ...- quitando el vaso de su boca, y limpiándola con una servilleta.
- Justo lo que necesitaba, le pusiste mucha sal a tus huevos ...- quejándose al final.
- Oye te traje el desayuno, eso es lo importante ... no seas desagradecido ...- le respondió con cierta seriedad.
- Heh me parece algo increíble que no hayas explotado la cocina entera luego de eso ...- alargando una sonrisa atrevida, entretanto Leo se ponía de pie para poner todos las cosas en la bandeja.
- Pues ... creo que solo tuve suerte ...- dijo sonriendo de igual forma.- ... Ya debo irme, el entrenamiento comenzara pronto, te veo luego ¿ok Raphie? ...- se alistaba para llevarse la fuente consigo.
- Si si ... pero ¿me haces un favor? ¿podrías dejar de llamarme Raphie? suena algo cursi, solo dime Raph como siempre lo haz hecho ...- no sabía porque al mayor se le había dado por llamarlo con tal apodo desde ya hace un par de días, ya le estaba empezando a colmar su paciencia.
Su compañero se le quedó mirando por un par de segundos hasta que por fin contestó.
- Claro ... Raphie ~ ...- añadiendo un risa un poco burlona luego haciendo que el de rojo deje salir un quejido de cansancio por su irritante respuesta.
- ¿Sabes? ... a veces solo haces que te odie ... y mucho ...- dijo con su mirada cansada mientras que el de azul paraba de reír.
- Si, lo sé ... pero la verdad es divertido hacerte enojar ...- pero de todas formas Raphael tan solo deformó un poco su gesto para hacer notar su dentadura en señal de más fastidio, Leonardo carcajeó un par de veces después de eso y le dio un dulce beso en la mejilla antes de irse.- Adiós, descansa ... Raphie hahaha - aun no podía evitar reírse, este cerró la puerta y abandonó el cuarto dejando de nuevo en la soledad al de rojo.
- Ese idiota ... - lo insultó al estar ya fuera de su alcance auditivo.- ... en verdad que lo odio ...- repitió otra vez.- ... Lo odio ... odio ... odio ... - escuchó un eco dentro de su cabeza al terminar de decir tales palabras, cosa que lo empezó a poner en un extraño estado reflexivo.- Si lo odio ... odio a Leonardo ... hmmm ¿lo odio? ... no sé si recuerdo la primera vez que dije eso ... si no me equivoco, fue cuando ... -
...
- Y la sala puede estar por acá ... oh oh ¡y que esta sea la cocinita! ...- con entusiasmo gritaba una tortuguita de ojos celestes como el bello cielo y cara bañada de pecas frente a una caja casi tan grande como él, en ella estaba escrito, aunque de forma poco agraciada, la frase: Hogar, Dulce Hogar.
La verdad su caligrafía era a duras penas legible, pero no se le podía culpar en cierto modo, tan solo contaba con unos 5 años de edad, y lo había escrito por su propia cuenta, se sentía más bien orgulloso por eso.
- Mikey no puedes poner la cocina allí, ese es el patio de juegos ...- replicó el chiquitín que estaba a su costado quien poseía unos ojos color rojo cobrizo y su característico espacio entre sus dientes delanteros.
- Verdad ...- contestó con su aguda voz.- ... pues que ... ¡esa! ... sea la cocina ...- corrigió con un sonriente gesto.
- Ese es el baño ...- dijo el otro cruzando los brazos.
- Owwww ...- se quejó decepcionado, necesitaba poner la parte de la cocina era algo indispensable para él, estaba mirando de nuevo la caja en busca de otro lugar hasta que cerca de allí paso otra tortuguita también.- ... ¡Raph! ¡oye Raph! ... - se le hizo un poco difícil pronunciar bien la "R" hace no mucho que comenzó a practicar con esa consonante.
- ¿Qué? ...- respondió algo brusco un pequeño Raphael.
- Estamos jugando a la casita ¡ven! ...- le dijo con entusiasmo.
- Haha ¡ese juego es para bebés! ...- Donnie y Mikey se miraron algo confundidos por su respuesta, parece que se creía ya muy mayor, si todavía eran unos infantes.
- ¡Vamos Raph! ... Yo voy a ser el papá y el Donnie será el hijo ... - trató de insistirle señalando al de ojos cobrizo.
- No se dice así, no se dice el Donnie, solo Donnie ...- corrigió a su hermanito aunque no le prestó atención.
- ¡Tú puedes ser la mamá!
- ¡Yo no quiero ser la mamá! ...- gritó con furia.
- Hmmm ...¿la tía? ...- modificó un poco asustado poniendo uno de sus deditos en su boca.
- ¡NO! ¡Te dije que era para bebés! ...- refunfuñó una vez más y se retiro de allí caminando al sofá de la sala para ver que había en la tele, los niños ya simplemente encogieron los hombros y decidieron continuar.
- Oye Mikey ¿te acuerdas de la lata que Raph encontró la otra vez? ...- le preguntó la tortuga mayor.
- ¡Si! ...- respondió el otro.
- Pues ...- el pequeñín de ojos cobrizos sacó entonces su nuevo invento de su escondite para sorprender al otro, parecía ser una lata de sopa vacía y pintada cosa que tenía dibujado unas ventanas, tenía cuatro ruedas y una antena moviéndose por un lado, todo daba señal que se trataba de una especie de auto de juguete.
El niño de pecas aplaudió emocionado al verlo, su hermano colocó el pequeño vehículo en el piso y como para asombrar aún más al menor sacó un control remoto y con un único botón puso en marcha a su invento. Al otro quelonio le brillaron los ojos por tal maravilla, a sus cortos 5 años Donatello ya comenzaba a dejar boquiabiertos a algunos con su ingenio.
Comenzó a perseguir el auto sacando unas carcajadas para atraparlo mientras que el otro lo controlaba para que no la atrapara entre risas también.
El juguete fue avanzando lo suficientemente lejos como para que llegara al sofá, justo donde se encontraba el pequeño ojiverde, este al escuchar un golpe en la parte de abajo del mueble agachó su cabeza para darse con la sorpresa que aquella lata que encontró ahora se veía genial con su nuevo pintado y con rueditas.
Antes de que Mikey lo alcanzara para levantarlo el auto volvió a avanzar de retorno, ¡y es a control remoto! pensó el niño. "Debo tenerlo" fue lo que se le vino luego a la mente infantil de este.
El menor lo seguía persiguiendo muy divertido hasta que algo detuvo el camino del juguete, unos pies muy firmes, el oji-celeste levantó la vista encontrándose con su hermano mayor y su penetrante mirada, le causaba mucho escalofrío, eso ayudó a que Raphael cogiera el carrito con facilidad, pero en eso vino corriendo la otra tortuga que controlaba el invento.
- ¡Oye eso es mío! ...- dijo con cierto enojo.
- Yo encontré la lata así que no ... es mío.- contestó el ojiverde sonriente.
- P-pero ... - mostrando un ligero puchero, tenía temor de enfrentársele.- ... ¡No, yo lo hice! ¡es mío! ...- aunque de todas forma lo hizo, quería defender lo suyo.
- ¿Qué? ... ¡Oye! ...- y comenzaron a jalonearse el juguete, Donnie de una lado y el ojiverde del otro.
- ¡Ya suéltalo, lo vas a romper! ... - gritaba el pequeño genio.
- ¡No quiero! ¡Es mío! ¡tú suéltalo cerebrito! ...- lo jalaba más para su lado.
- ¡Qu-que es mío! ...- replicó el de ojos cobrizo haciendo lo mismo.
- ¡Que no!
- ¡Que sí!
- ¡No!
- ¡Sí!
- ¡Que lo sueltes!
Y así la pelea continuaba, por momentos parecía que Raph ya estaba apunto de arrebatársela, pero el otro ponía mucha resistencia para no soltarlo aunque con temor de que se fuera a romper.
- ¡Ya no se peleen! ...- el menor de los tres quiso interponerse sosteniendo al ojiverde por atrás para que parara con la fea riña.
- ¡Quítate enano! ...- dándole una patada al chiquitín que lo aventó un par de metros atrás y cayendo de espaldas.
- ¡Mikey! ...- gritó asustado Donatello.
- ¡Suéltalo ... Ya! ...- por fin pudo arrebatárle el juguete al genio que se distrajo por el susto, él también cayó hacia atrás pero este lo hizo sobre el mando que terminó destrozado por su peso.
El pequeño Migueángel se quedó muy asustado en el suelo observando todo mientras sus ojitos se le comenzaban a poner muy vidriosos temblándole los labios, eso solo podía ser índice de una cosa.
- ¡Whaaaaaaa! ...- un fuerte chillido se comenzó a escuchar de este, aun así al mayor parecía no importarle en lo más mínimo, solo veía con alegría el auto al quitárselo de las manos a su hermano.
Donnie miraba muy entristecido como los trozos del control estaban esparcidos al rededor de este, también quería ponerse a llorar en ese instante ya se le comenzaban a brillar los ojos, los cerró con impotencia y justo antes de hacerlo se hizo presente la tortuga que faltaba.
- ¿Qué esta pasando? ¿Por qué llora Mikey? ...- vino corriendo el niño de ojos azules, el menor que aun continuaba lloriqueando con hartas ganas señalo casi de inmediato al abusivo de ojos verdes.
Un muy joven Leonardo le impregnó un severa mirada al culpable, luego fue corriendo a ayudar al pequeño de pecas levantándolo del piso.
- Ya cálmate Mikey ... - le secaba sus lágrimas pero este solo seguía.- ... ¿Qué paso? ...- preguntó de nuevo.
- ... Raphael ...- ante esto el mencionado volteó a ver molesto al genio al atreverse siquiera a delatarlo.- él ... él me quitó mi carrito ... es mío, yo lo inventé ...- terminó de acusarlo limpiándose los ojos y la nariz.
El mayor volvió a posar su mirada amenazadora en su hermano ojiverde.
- Entrégaselo Raph ...- dijo muy serio.
- Este juguete es mío, yo encontré la lata ...- se defendió.
- ¡Dásela ahora! ... - no pudo resistirse a estar sereno por más tiempo por lo que subió el volumen de su voz.
- ¿Quién va a obligarme? ...- contestó confiado, Leo se le abalanzó tomando el brazo donde sostenía el auto con una mano, el otro intentaba zafarse, pero le era muy complicado, estaba por darle una patada, mas el ojiazul lo detuvo con su otro brazo.
Cogió con firmeza su brazo y le dio la vuelta aplicándole una llave que lo postró en el suelo, luego se sentó encima de su caparazón, era una técnica que había visto a su padre hacer.
- ¡Ahhhh! ¡bájate Leo! ...- gritó desesperado, esa táctica era muy dolorosa, aun así este no quería soltar el juguete.
- ¡No hasta que le des a Donnie su carrito! ...- todavía no soltaba su brazo.
- ¡Claro que no! ...- contestó sin ceder, el mayor en eso le dobló más el brazo de Raphael, este pataleó de dolor, pero no quería perder su auto de juguete y menos dejarse vencer por uno de sus hermanos.
El menor que ya estaba siendo ayudado por medio de un abrazo de parte del genio, ahora veía algo divertido la escena en donde el ojiverde estaba sometido ante la fuerza del mayor.
Raph ya no podía aguantar más así que puso aun lado su orgullo y cedió soltando por completo el juguete.
- ¡Ahhh! ... ¡está bien, esta bien, me rindo! ¡Ya bájate! ...- chilló casi entre lágrimas, su hermano obedeció su pedido y lo soltó, ya tenía lo que buscaba.
El ojiazul le entregó el carrito a su hermano genio, que si bien ya no había mando por lo menos se hizo justicia.
- ¡Leo eres nuestro héroe! ...- dijo el pecoso abrazando a su salvador, Donnie también hizo lo mismo.
Ninguno se dio cuenta cuando Raphael se levantó del suelo, aun con el brazo adolorido, pero miraba toda la escena al frente de él, al ver a sus tres hermanos, muy en especial al de ojos azules.
Algo se quebró dentro de este luego de eso, algo que iba a perdurar por mucho más desde ese día, un sentimiento de intenso rencor comenzaba nacerle en lo más profundo de su ser, cerraba los puños con fuerza cuando ahora era él quien debía aguantar su impotencia, un desprecio hacia el mayor de sus hermanos se había forjado desde aquella ocasión.
- Te odio Leonardo ... te odio
...
- ¿Cuánto tiempo he estado debajo tuyo, en tus sombras?
- Fue humillante ... - dijo al terminar de recordar ese día.
- ... no solo tuve que rebajarme hasta el grado de dejarme vencer por ti ... sino que desde esa vez tuve que acostumbrarme a la idea de que te convertirías en el héroe de todos, en el que sabía que hacer en todo momento, el niño bueno, eso claro me dejaría el pase libre para ser el chico malo de la película, el abusivo ... bueno ya me acostumbré bastante a esa fama ahora, pero ... esa vez no pude evitar maldecirte de por vida, de empezar a sentir mucho rencor, me hacías quedar tan mal, echando en cara más de mis defectos, en serio que te odiaba por eso ... además ... sigo diciendo que ese carro de juguete era en parte mío ... - recostó su cabeza sobre la almohada soltando un largo suspiro.
Entretanto Leonardo ya había avanzado hasta la cocina a dejar todos los trastes de la bandeja, cuando se hizo presente en la habitación, el menor lo recibió con una pequeña burla.
- Miren quien ya vino ... Raph disfrutó mucho de su comida ¿eh? se nota~ ...- riéndose al final, este se encontraba frente a la cocina con una sartén en la mano preparando ricos panqueques, el de bandana morada al escuchar la broma se cubrió la boca para no escupir lo que le había servido el de pecas.
El mayor estaba algo sonrojado aunque solo se puso a lavar los trastes con indiferencia.
- ¿Es que ustedes no se van a cansar de molestar? saben como se pone Raph con eso ...- dijo de repente el de azul.
- Hahaha lo siento Leo, es que ... aun me parece divertido que ahora Raphael y tú sean ... "pareja" tienes que admitir que es gracioso tan solo con decirlo Pffff ...- el menor se aguantaba la risa de nuevo.
- Suena como una clase de broma si me preguntan ... aunque una algo predecible ¿saben?.- añadió el genio luego de pasar la comida.
- ¡Don! ...- el ojiazul protestó con rubor mas resaltante en su rostro, provocando en su hermano de morado una ligera carcajada.
- Oh esta bien, esta bien ... perdón, vaya Leo no te precipites tanto, sabes que solo estamos jugando con ustedes ... además recuerdo que hacían lo mismo conmigo, solo les devuelvo el favor ...- contestó con cierto descaro este mientras le daba otra mordida a su desayuno con el tenedor, el mayor solo se digno a verlo algo irritado y con el rostro sonrosado mientras acababa de lavar, al hacerlo se sentó en la mesa también para que su hermanito le sirviera los panqueques que terminaba de cocinar.
- Ahí tienes chico enamorado ... - dijo el menor poniéndole su desayuno en un plato, el otro solo agradeció algo cansado por lo que dijo.- ... no es por ofender ni nada, pero ... ¿Qué tanto le ves a Raph? ¿Por qué lo escogiste a él? ... quiero decir ¡es Raph! hahaha ... - Leonardo le hizo una pequeña pausa con la mano pues estaba empezando a probar su comida, luego habló.
- Es un poco complicado responderte a eso ... aunque solo te digo que quizás esa persona especial está más cerca de lo que te imaginas, solo tienes que fijarte bien ...- le dijo viéndolo a los ojos y dando otro bocado a los panqueques después.
Mikey paró sus burlas sorprendiéndose con tal contestación, ya no dijo nada más y solo se sirvió su desayuno callado sentándose al lado del mayor, sin duda había identificado lo que dijo con su situación, pero quizás o al menos eso quería creer, si estaba en lo cierto, tu otra mitad podría estar tan cerca tuyo, mas no te das cuenta de aquello.
En la habitación de Raphael todavía se encontraba inundado en sus pensamientos, acordándose de todas esas ocasiones que maldijo con odio al mayor de sus hermanos desde temprana edad, con su brazo izquierdo tomaba el final de su antifaz haciendo memoria de algún acontecimientos importante, de la nada posó su mirada sobre la punta de esta con detenimiento.
- Tsss bandana rosa, ya verá ese Mikey ...- esa pista fue suficiente, porque de pronto otro recuerdo inundó su mente como hace rato.
...
- ¿Por qué estamos aquí? ...- preguntó un pequeño quelonio de ojos celestes.
- Por última vez ... no lo sé, Mikey ...- respondió el otro niño ojiazul que estaba a su mano derecha.
- ¿Donnie? ...- preguntó nuevamente al hermano que le seguía.
- Tampoco sé ...- levantando los hombros.
- ¿Raph tú sabes? ...- interpeló otra vez.
- ¡No! ... ¡y ya deja de preguntar lo mismo! ...- dijo con fastidio el nombrado.
- Shhh ¡no hagan ruido! ...- los regañó el mayor para que guardaran silencio.
- ¡Yo no estoy haciendo ruido! ¡tú estás haciendo ruido! ...- se defendió el ojiverde-
- ¡Shhh!
- No tú ¡Shhhh!
- ¡Deja de hacer eso, Raph!
- ¡No quiero! ¡Shhh! ¡Shhhh! ¡Shhhhhh!
- ¡Ya Shhh!
- ¡Shhh!
- ¡Shhh!
- ¡Shhh!
- ¡Shhh!
- ¡SCHHHHHH! ...- todos voltearon a ver al causante de esa fuerte onomatopeya, se trataba del menor que estaba al final de ellos.- Hahaha que gracioso ¡Schhh! ¡Schhh! haha ...- reía este poniéndose uno de sus deditos a la mitad de los labios, en eso apareció su padre.
- Muy bien hijos míos, quizás se pregunten por qué los llamé hoy aquí ...- habló la rata parándose al frente de sus pequeños con las manos detrás.
- ¡Si! ...- contestó con impaciencia el niño pecoso.
- Bueno, la espera ha terminado, ahora sabrán la razón ...- le respondió su sensei.
- ¡¿Nos dará algo?! ...- preguntó aun emocionado, el maestro rió suavemente al ver el entusiasmo de su hijo.
- Así es Miguelángel ...- lo cual todos sus hijos se alegraron igual.
- ¡¿Un regalo especial?! ...- gritó de vuelta el ojiceleste.
- Sí.
- ¿Juguetes? ...- habló imaginándose feliz lo grandioso que sería eso.
- No.
- Owwww
- ¿Una kata nueva? ...- intervino Leonardo con una sonrisa, siempre le gustaba aprender lecciones de su padre.
- No.
- Owwww
- ¿Libros? ...- preguntó entusiasmado el pequeño con el diastema, aunque los demás lo vieron como bicho raro luego de eso.- ¿Que? ...- su padre solo tornó a reírse de todas las opciones erróneas que le dieron sus hijos.
- No Donatello
- ¿Qué es sensei? ...- dijo por fin el quelonio de ojos verde tóxico.
- Hijos, en estos largos meses han demostrado actitud, destreza, energía, capacidad y voluntad en su entrenamiento, eso me llevó a pensar en entregarles algo que hará que los motive más, ya es hora de que se vean como ninjas de verdad ...- mientras sacaba de detrás de su espalda unas retazos de tela coloridas, sus jóvenes estudiantes al verlo se quedaron en shock por un momento contemplándola, era algo totalmente simbólico para un guerrero.
- ¡¿Bandanas ninja?! ...- preguntó el menor admirándola más, sus hermanos también lo hacían, muy en especial el que tenía un temperamento no tan calmado, lo llenó de mucha ilusión en su mente infantil.
- Exactamente
- ¡Whoaaa! ...- pronunciaba muy ansioso.
- Hijo, veo que eres el más emocionado, tú serás el primero ... ven acá ... - dijo la rata a lo que su pequeño discípulo se puso de pie casi de inmediato y se arrodilló frente a su maestro.
- Miguelángel, te entrego esta bandana porque has demostrado tener energía y optimismo durante tu entrenamiento, todavía debes concentrarte y no distraerte demasiado en tu formación, pero tu actitud alegre y entusiasta te harán crecer como ninja ...- y le colocaba un corto antifaz de color naranja.
- ¡Yupi! ... ¡ya soy un ninja de verdad! ... ¡Booyakasha! ...- declaraba con felicidad el niño alzando los brazos.
- ¿Qué quiere decir eso? ...- preguntó el de morado refiriéndose a ese extraño término con confusión.
- ¡No lo sé, pero suena genial! ¡Gracias papá! ...- y le daba un abrazo, aunque Mikey perdiera la compostura de la seriedad del momento su padre no se atrevió a no corresponderle su cariñoso gesto tampoco le podía decir que todavía faltaba un largo camino por recorrer en su trayectoria, así que solo tornó por reírse
- Donatello, tú eres el siguiente ...- continuó el sensei mientras el que ya tenía su cinta puesta regresaba a su lugar, el mencionado hizo lo mismo que el anterior y se arrodilló en frente de su padre.
- Hijo, esta bandana representa lo mucho que tu inteligencia e ingenio te han ayudado en tu entrenamiento, por eso te la otorgo, posees una mente bastante creativa Donatello a tan temprana edad, vas a llegar muy lejos, prosperarás ...- poniéndole su bandana que por obras del destino era morado, específicamente lo que este color significa.
- Whoa ... gracias maestro Splinter ...- agradeció este haciendo una reverencia con una gran sonrisa reflejada en su rostro, luego regresó a su sitio también y continuaba admirando las tiras de su nuevo antifaz.
- Pfff el morado es para niñitas Donnie ...- le dijo el de ojos verdes.
- ¡C-claro que no! ...- reprochó frunciendo el ceño y en susurro.
- Leonardo ...- pronunció después el maestro, haciendo callar a los dos infantes.
- Hai ...- ya no fue necesario que le diga más, el mayor sabía que era su turno ahora, por lo que se inclinó al igual que sus hermanos.
- Te entrego esta bandana debido a que me has demostrado que posees la responsabilidad, disciplina y voluntad suficiente como para merecerla, todas esas cualidades harán de ti un ninja admirable, Leonardo...- mientras le colocaba a este un antifaz de un lindo color azul.
- Es un gran honor, sensei ...- contestaba el pequeño haciéndole una reverencia a su padre, aunque debía de comportarse luego se tocaba la cara y la punta de su antifaz entusiasmado por su nuevo regalo, por dentro la emoción estaba que lo comía como a todo niño obviamente.
Este tomaba asiento en su lugar al lado de la tortuga temperamental, lo curioso es que este lo veía de forma disimulada con cierto fastidio, como si le molestara su tan sola presencia o el hecho que ya tenga su bandana nueva y él aun no, pero muy pronto eso cambiaría.
- Hijo, tú eres el último ...- anunció el sensei al de ojos verdes, el susodicho se pudo de pie y fue a reclamar lo que sus otros hermanos ya gozaban.
- Raphael tengo el placer de otorgarte esta bandana, su color te representa a la perfección, un niño con una gran fortaleza y fuerza, no solo física si no interior, sin lugar a duda dotas de mucho poder, eso te ayudará a forjarte como un espléndido ninja, solo debes utilizarlo de buen manera, así serás imparable, no tendrás límites ... "serás el mejor" ...- le colocaba una cinta de un resplandeciente rojo.
Las palabras de su padre lo llenaron de orgullo, sintió que fue más relevante a comparación de que lo que le dijo a los demás, eso lo emocionó muchísimo, alzó un poco el pecho con vanidad, le gustaba demasiado destacar y llamar la atención de los demás con sus habilidades, y más echarlos en cara al de azul ahora, por dentro solo pensaba:
- ¿Oyeron eso? ¡Ha! ¡toma eso Bobonardo! ¡soy el color rojo! ¡de todos es el más importante, ¿sino por que me lo dio el sensei? ¡eso es porque soy el mejor! ...- creo que demasiadas caricaturas en donde se veía el claro estereotipo que el integrante de color rojo del grupo era el líder siempre o el protagonista, le habían nublado su mente de ideas erróneas, que todo giraba en torno a él
- ¿No tienes nada que decir Raphael? ...- preguntó su padre levantando la ceja, el niño se puso de pie ante esto.
- ¡No le voy a fallar sensei! ¡Le prometo ser el mejor! ¡el mejor de todos! ...- de manera indirecta iba para el de bandana azulada, el maestro solo reaccionó con una amable sonrisa.
- Ese es mi pequeño ...
Cuatro tiernas tortugas seguían en pleno entrenamiento, haciendo calentamientos previos, aprendiendo técnicas básicas, todo aun a punta de la fuerza bruta, tenían que mejorar el dominio de sus movimientos y golpes si querían tener el privilegio de que su maestro les otorgara una arma ninja.
Y eso es lo que un quelonio de actitud inquieta y temperamental deseaba más que nada, practicaba en un lado del salón dándole golpes y patadas a un saco de arena.
Se sentía realmente fornido con tan solo darle puñetazos sin compasión a esa pobre bolsa que no se podía defender de este, en unos de sus golpetazos sacudió con bastante brusquedad el saco que casi le doblaba el tamaño.
El pequeño de ojos verdes se maravilló con su logro.
- ¡Si! ¡lo hice! ...- había batido su propio récord.
- ¡Woooow! ...- se oyó una voz asombrada, el vanidoso de Raphael se regocijó en silencio al escuchar tal admiración.
- ¡¿Me vio sensei?! ¡¿me vio?! ...- preguntaba este dando la vuelta en busca de la aprobación de su padre.
- Woow ¡Leo eres increíble! ...- esa no era la respuesta que esperaba, al voltearse por completo se dio cuenta de la cruda verdad, la voz asombrada provenía del menor de los cuatro, mas no eran hacia su persona, estaba junto al de ojos cobrizo mirando al de bandana azul que se encontraba abriendo las piernas 180 grados sobre dos pequeños bancos.
- ¿Cómo haces eso? ...- preguntó el niño genio igualmente sorprendido.
- Es solo práctica ...- contestó el de azul aun en modo de meditación, el pecoso se acercó más a él.
Raphael observaba en silencio aun al otro lado del dojo, comenzaba a fruncir el ceño.
- Tsss ... gran cosa, yo también podría hacer eso ...- cruzaba los brazos tratando de no ver tal irritante escena para él.
- ¡Whoa! ¡¿ahora puedes romper algo?! ...- trataba de convencerlo moviéndolo el hombro y con una trozo de madera en mano.
- Mikey lo vas a desconcentrar ...- lo recriminó Donatello.
- Owwww ...- el niño de naranja se entristeció un poco, pero de un momento a otro, un rápido movimiento de Leonardo rompió aquel pedazo de madera en más de uno.
Dejó al joven ninja de ojos verdes boquiabierto y con los ojos como platos.
Sus otros hermanos se quedaron atónitos al presenciar esto, luego se escucharon unos aplausos, venían de un maestro rata que se acercó al grupo de niños.
- Te felicito Leonardo, tus avances son admirables y tus katas también han mejorado, presiento que si continúas así podrás recibir tu arma a elección muy pronto ...
- Gracias sensei ...- contestó el niño de ojos azules haciendo su respectiva reverencia, y luego mostrando una amplia sonrisa, mientras que los otros dos lo ovacionaban.
Raphael estaba expectante todavía, viéndolo todo desde su lado, con los puños apretados y los dientes rechinando, su mala envidia en su interior iba creciendo.
Le chocó que no lo hayan notado y que por el contrario hayan admirado al equivocado según este.
No optó más que por continuar pateando el saco de arena con la fuerza que su resentimiento le estaba dando.
...
- Desde que tengo memoria fuiste un dolor de cabeza para mí
- Tenía una idea tan equivocada en ese entonces, me comí todas las palabras de Splinter creyendo que iba a ser tan fácil de lograr, que ya había trazado mi destino con solo ese discursito que me hizo a los 7 años, no me siento el mejor, para nada ... ni nunca me podía sentir así en realidad ...
- ¡Hajime!
- ¿Estás listo Leo? ...- preguntó el de morado.
- Si es que es demasiado para ti, solo dínoslo, no queremos dañarte ...- añadió el de ojos celestes, ambos, el de morado y naranja, estaban rodeando al mayor con sus armas en mano, este aunque los escuchaba se mantenía muy sereno y quieto, con los dos ojos cerrados, tan solo desenvainó una de sus katanas lentamente.
- Cuando quieran ...- les contestó, eso fue motivo a que de manera inmediata el menor saliera disparado a atacar con sus nunchakus.
Le estaba lanzando un ataque directo que el líder esquivó sin problema agachándose, ya en el piso estiró su pierna para tumbarlo, cosa que casi lo logra de no ser que este hizo una rápida voltereta para atrás para no caer vencido.
Seguido se le cruzó Donatello que le estaba dando un golpe con su bastón aunque como Leonardo ya lo venía venir se alejó pronto de este para responderle con un ataque de su katana que el genio eludió y defendió con su arma.
El mayor dio un ligero paso hacia atrás mirando de frente a su oponente, el de morado salió imparable para darle el golpe final y presintiendo que Mikey haría su presencia tarde o temprano y como así fue.
Al chocarse los dos con este aprovechó para atrapar la punta del nunchaku y enrollarlo con el Bo de Donnie y así poder tenderles una ágil trampa que los llevaría al suelo a ambos.
- ¡Yame!
- Au auu ...- se quejaba el ninja de pecas junto al otro que se sobaba la cabeza del dolor.
- ¿Están bien los dos? ...- les tendió la mano a sus hermanos.
- Me sorprendes Leo ...- contestó Donatello aceptando su ayuda.- ... regresas a entrenar luego de más de dos semanas y te ves como si no te hubiese pasado nada, hasta diría que mejor que antes ...- el mencionado rió ligeramente.
- ¡¿Qué clase de brujería usas?! ...- intervino Mikey alterado.
- No es brujería, solo ... estoy muy feliz que por fin regrese a entrenar eso es todo, me desperté con buenas energías hoy ...- ponía una mano en su cintura que aun se encontraba cubierta por el vendaje.
- No ya en serio ... ¿es una clase de magia negra o algo, no? ...- insistió nuevamente, Leonardo rió de nuevo pero más fuerte, le daba gracia las cosas que su hermano se inventaba.
Splinter los veía a pocos metros de ahí con una pequeña sonrisa, se sentía al igual que su hijo de por fin regresar al entrenamiento, aunque no estaba del todo seguro cuando aceptó su propuesta, ahora podía ver que era cierto lo que dicen, lo único que necesita uno para continuar es la voluntad misma, el dolor físico solo está en la mente, es algo psicológico, sin tu propia motivación no eres nada, y motivos son los que le sobraban a Leo.
- ¿No quieren la revancha? ...- preguntó animado el mayor.
...
El maestro roedor iba caminado al rededor de sus hijos anunciando algo importante.
- Viendo que ya todos son capaces de dominar los movimientos básicos que les enseñe, ahora pueden demostrarlo en una pelea, este es un combate entre ustedes, la última tortuga de pie será la vencedora ...- los niños escucharon claro las órdenes de su padre se pusieron en posición de ataque.
- ¡Hajime!
Raphael fue el primero en salir al combate, iba furioso a patear a todo aquel que se cruzara en su camino, cosa que hizo primero con Mikey, que ni con sus golpes y katas que aprendió le pudo hacer frente.
Mientras tanto el mayor se las había arreglado para poder enfrentarse al joven genio que no tardó en caer también.
Ya solo quedaba uno más a quien vencer.
El niño ojiverde sabía que ahora le tocaba enfrentarse con su acérrimo rival, más la confianza le sobraba en ese momento.
Leo lo veía con los ojos calmados desde su posición, este traía una pequeña correa, con la que cargaba ahora sus katanas que no hace mucho su padre se las había dado, parece que si estaba en lo cierto, al ser un discípulo muy eficaz, recibió su arma antes que todos.
El de rojo le hizo una seña incitándole a que viniera para terminar con todo esto, Leonardo así lo hizo y se protegió de su primera patada con las dos manos, otros golpes y puñetazos fueron dados mientras aun era indeciso quien se llevaría la victoria, luego de otro gran choque, ambos se separaron para darse algo de tiempo.
- Tú vas a perder ... ahora ...- pensaba el quelonio temperamental asegurándose la batalla y saliendo disparado a esta, el de ojos azules que ya tenía una mano detrás, listo para sacar su katana, la desenvainó en el momento para darle un ataque.
Raph esquivó este movimiento volteando su cuerpo, Leo no lo quería dañar con esta pues sabía que de todos modos lo iba a eludir, pero aprovechó su descuido de atención por unos segundos y le dio una patada sorpresiva desde abajo para que cayera.
¡Yame!
- ¡Genial Leo! ¡Whoa! ¡Whoa! ...- se escuchaban más ovaciones de parte de las otras tortugas, el maestro se acercó a los finalistas.
- Muy bien, al parecer, Leonardo es el vence-...
*Zas*
Proclamaba el sensei hasta que se encontraba en el piso no pudo aguantar siquiera que su padre pronunciara tal frase, la cólera se apoderó de él por unos segundos, todos hicieron un alto en seco ante lo que hizo.
- ¡Ha! ¡Te gané! ...- gritó a modo de victoria, había pateado en el estómago desde el suelo al de ojos azules que no pudo ludir el golpe que le tomó de sorpresa, cosa que lo llevó a quedar tirado un par de metros hacia atrás.
- ¡RAPHAEL! ...-un estruendoso grito del roedor inundó el dojo entero, su tono asustó al ojiverde que ya dejó de celebrar pobremente su triunfo
Los otros niños que aun se quedaron atónitos por la acción que hizo este, aunque fueron seguidamente a ayudar al mayor que prevalecía aun en el suelo.
- ¡¿Qué acabas de hacer?! ...- vociferó de nuevo haciendo sonar su bastón con fuerza, el mencionado no quiso contestar por algunos segundos, el miedo lo dejaba mudo, pero la mirada de su padre le decía que tenía que darle una respuesta.
- Yo ... y-yo gané ...- pronunció con timidez, no sabía si decirlo en tono de seguridad o duda.
- ¡No, no es así! ...- el infante retrocedió al escuchar de nuevo ese tono fuerte.- ... ¡tu hermano te venció limpiamente y lo golpeaste! ¡qué te pasó?!...- azotó su bastón nuevamente
- Yo ... y-yo yo ... pero yo gané sensei ...- era lo único que podía decir jugando un poco con sus manitas.
- Raphael Hamato ...- dijo firme lo que hizo que el susodicho se pusiera tieso, cuando tus padres te llaman por tu nombre completo, nada bueno se avecina- ... me decepcionas, lo que hiciste va en contra de lo que te he enseñado ... la ira es un enemigo peligroso y tú dejaste que te controlara ...- el niño bajaba la cabeza con tristeza mientras seguía jugando con sus dedos, volteó por un momento a ver Leonardo que ya había sido levantado por sus otros hermanos.
- Pero ... pero ...- aun no se quería quedar del todo callado, cerró los puños con fuerza.- ...¡pero eso no es justo! ¡él ya tiene una arma y yo no! ¡no es justo! ¡no es justo! ...- señaló con furia al ojiazul, el maestro solo niega con la cabeza.
- Los ninjas siempre buscan la victoria en una batalla, no lo que es justo ...- sonó bastante crudo al momento que lo dijo, no sabía si ahora iba a entender algo de esto, pero necesitaba enterarse a pesar a su corta edad, el ojiverde no refutó de nuevo.
Los niños también se quedaron mirando un poco asustados por su padre, cuando este se ponía severo, se ponía severo en serio.
- Ahora, quiero que le pidas disculpas a tu hermano ...- ordenó este.
- Pero, pero ...- quiso decir algo más, pero en vano.
- Ya nada de peros Raphael, discúlpate con Leonardo en este instante...- frunció más el ceño, el pequeño de rojo se lo comía la impotencia, debía de tragarse todo su orgullo y excusarse, avanzó hacia al mayor que lo veía con cierta seriedad y algo de miedo.
- ... Lo siento ... Leo ...- dijo en un tono bajo y tratando de no verle a los ojos.
El de azul lo continuó mirando unos segundos con la misma mirada, aunque luego la cambió por una sonrisa de comprensión.
- No importa Raph, te perdono, sé que lo hiciste sin querer ...- dijo este mostrándose amable, sin embargo esa sonrisa en su cara solo le causaba más furia al otro, quería quitársela con otro golpe más. ¿Cómo puede ser así de bueno y comprensible a pesar de todo? eso le sacaba de quicio.
- Ve a tu habitación y piensa bien sobre lo que has echo, estás castigado ...- señaló la salida con seriedad para irse del lado de Leonardo, se veía un tanto injusto, el ojiverde no dijo ni una palabra más y dejó el dojo, llegando a su cuarto azotó su puerta de la impotencia
No podía evitar ponerse a sollozar en la cama, pareciera que todo el mundo estaba en su contra, él no tenía la culpa de todo ¿o si?
Solo lamentarse de la incapacidad de quedarse sin hacer nada más que solo derramar lágrimas sobre su almohada, decepción en parte, como se lo había mencionado su padre, por unos segundos ni el mismo supo lo que le sucedió al momento de patear a su hermano, se le nubló la mente y la ira actuó sin remordimiento.
Aprieta la almohada con más intensidad y el cuerpo le comienza a temblar.
- *sniff* *sniff* L-leo *sniff* ... Leo te odio *sniff* ...- repetía entre sus llantos que continuaron por el resto de la tarde, quedándose dormido al final, no salió de su habitación hasta que oscureció.
Al llegar la noche el maestro rata se había reunido con sus tres hijos en el sofá de la sala para ver la televisión, iba preguntando a sus pequeños que canal querían ver, aunque Mikey que estaba en las piernas de su padre, pedía los programas de televisión infantiles con muñecos disfrazados, Donnie que se encontraba a la derecha, pedía los canales con juegos de preguntas educativos.
Al final el sensei le dio la opción a Leonardo, que estaba sentado al otro lado y que aun no había dicho nada, este no estaba muy seguro de la desición que tomaría, se ponía un dedito en los labios mientras trataba de pensar, pero cuando su padre paró por un momento en un canal donde pasaban una especie de programa animado, el niño avisó.
- ¡Ese, ese! ...- dijo un poco emocionado apuntando en direción a la pantalla.
- ¿Ese es el programa que quieres? ...- preguntó el sensei.
- ¡Si! ...- contestó con felicidad y se puso al frente del televisor, sus hermanos no estaban del todo acuerdo con su opción, dieron un gran suspiro de cansancio, se veía bastante aburrido para ellos.
- "¡Pero capitán Ryan!"
- "SLAP"
- "¡NO! ¡dije que los sacaría de este planeta y es justo lo que voy a hacer, aun así sea lo último que haga!"
El pequeño estaba totalmente maravillado con sus palabras, hablaba como todo un líder ejemplar, desde esa vez la aspiración de Leo por ser como tal capitán y de que algún día lograra el liderazgo, comenzó a nacerle.
La serie se llamaba "Héroes Espaciales".
Los otros dos quelonios no tardaron en quedarse dormidos, y aunque Leo había terminado pegado tal sanguijuela a la tele, poco a poco su pequeño cuerpo de niño le iba ganando junto con el arrasador cansanc, cosa que lo llevó a quedarse adormilado también.
Splinter cargó con cuidado a sus hijos para devolverlos a sus respectivas habitaciones, lo que no vio aun es que el que faltaba, el cuarto, estaba sentado con miedo cerca de la sala observando atento a los demás, a lo lejos en silencio, pero con los ojos cristalinos.
Se sentía el más rechazado de por aquí, el que nadie se fijaba cuando hacía algo bien, solo cuando se equivocaba, "la oveja negra de la familia" y por eso se le debía mantener lejos, encerrado, tal animal o bestia.
Limpió su carita llena de lágrimas para regresar a su cuarto, ya de todas formas era muy noche para él.
Paso tras paso en la oscuridad, tal y como se sentía por dentro.
- ¿Raphael? ...- escuchó una voz que lo llamó cuando ya había llegado a la puerta, este volteó y efectivamente como lo predijo, era la de su maestro.- ¿Qué haces despierto tan tarde? ¿no puedes dormir? ...- preguntó acercándose a su hijo, este se quedó sin habla, quería serle indiferente, pero no podía, no sabía que decirle ahora, le invadía el miedo y los nervios.
El menor solo sacudió la cabeza a modo de decir que sí, que no podía conciliar el sueño todavía, podía ser ya de noche y que todo esté a oscuras, pero Splinter veía con algo de claridad los ojos brillosos de su hijo que a pesar de habérselas secado, lo delataba.
- Ven acá ...- dijo, luego el niño le levantó los brazos moviendo sus deditos en señal que quería que lo cargara, cosa que su progenitor cumplió, levantándolo de forma cariñosa y llevándoselo a su habitación.
Raphael se aferró con melancolía de las mangas de su kimono, no lo quería soltar, pero no lo soltaría, su calidez a pesar que lo hacían sentir más emocionalmente quebrantado, sus manos no se querían separar de este.
El roedor lo seguía cargando hasta que llegaron adentro, lo fue bajando lentamente, para tristeza del menor, de sus brazos para echarlo dentro de su tibia cama, acomodaba bien la manta mientras lo tapaba con esta, el pequeño ojiverde aun no había pronunciado ni una sola palabra, estaba mudo, todavía tenia temor de hablar, todavía prevalecía un poco de rencor en su corazón.
- Yo ...- mas esa ligera respuesta llamó de inmediato la atención de su sensei.- ... lo siento por lo que hice hoy ...- se limpió la nariz con su muñeca.
- Eso ya está en el pasado, preocúpate por el ahora ..- hizo una breve pausa para luego proseguir.- ... yo supongo que has reflexionado al respecto ... ya sabes que tu ira puede ser auto-destructiva... - Raph movió la cabeza en señal de aprobación mientras cogía aun con pena los bordes de su manta, parece que deseaba esconderse debajo, el maestro se sentó al lado suyo.
- ¿Papá? ...- mencionó en tono muy bajo.
- ¿Si? ...- Raphael voltea ver en distintas direcciones antes de contestar.
- ¿Quién es su favorito? ...- preguntó con inocencia, su padre no entendía del todo bien a que se refería.- ...¿Quién es su hijo favorito? ¿a quién quiere más? ...- a lo poco que Splinter comprendió todo, soltó una risa leve.
- Hijo mío ...- tomando su mentón para verlo de frente.- ... yo no tengo preferencias con ninguno, los quiero a los cuatro por igual, cada uno es una pequeña bendición, un regalo que me dio la vida, cuatro hermosos regalos, cada uno es especial para mi, tal y como es, con defectos y todo ... lo que hago por ustedes es por su bien, todo es por su bien ... no quiero que nadie se sienta mal aquí ¿entendido? ...- sonriéndole con ternura, mientras que la mirada del pequeño aun demostraba un grado de desconsuelo.- ...te amo hijo, no dudes nunca de eso ...- terminó la frase, en eso el ojiverde por fin volteó ese gesto y cambiándola por una sonrisa, abrazó a su padre como si de un peluche gigante se tratase soltando una risa infantil.
Ahora las mejillas del quelonio estaban ligeramente pintadas de un color rojizo.
No porque sea un maestro estricto le quitaba su puesto como padre cariñoso y comprensivo, eso le gustaba resaltarle a sus hijos.
- Ya es hora de que duermas ...- pidió el roedor.
- Aun no tengo sueño ...- contestó este, se le habían subido los ánimos.
- ¿Aun no? ..- fingiendo una sorpresa.- ... Hmmm tal vez ... pueda arreglar eso ...- en eso afinó un poco la garganta.
Raphael lo observó curioso.
...
Yume Yume Meguru Aoi Inochi wa
(Los sueños que rodean nuestra vida, aunque los ignoremos)
Yura Yura nemuru Saia te no umi
(Suavemente permanecen adormilados en nuestros pensamientos)
Kaze monaku Hoshi monai
(No hay viento, no hay estrellas)
Kuraiyamini Mayottemo
(Perdido en la pura oscuridad, sin ver la luz)
Nakanaide Yumemireba
(Pero si no lloras y sigues soñando)
Itsuka wa Kaeruyo
(Quizás algún día, logres llegar a casa)
Hoshi Hoshi meguru Tooikioku wa
(Las estrellas que rodean nuestros recuerdos lejanos)
Yagate kuchiate Hikari no umi e
(En el inmenso mar lleno de luces brillantes)
...
Raphael soltó un insonoro bostezo para luego acomodar su cabeza sobre la almohada mientras inconscientemente cerraba los ojos, Splinter lo rodeó con uno de sus brazos y prosiguió.
...
Tabinidete Goiwoshite
(Yendo en una travesía, enamorándome)
Sabishisani Kuroetemo
(Tengo miedo de mi soledad)
Itsumademo Wasurenai
(Nunca olvidaré estas cosas)
Madaminu Furusato
(Pero todavía debo regresar a mi hogar)
Yume Yume Meguru Aoi Inochi wa
(Los sueños que rodean nuestra vida, aunque los ignoremos)
Yura yura nemuru Saia te no umi
(Suavemente permanecen adormilados en nuestros pensamientos)
Hoshi Hoshi meguru Tooikioku wa
(Las estrellas que rodean nuestros recuerdos lejanos)
Yagate kuchiate hikari no umi e
(En el inmenso mar lleno de luces brillantes)
...
El maestro soltó un profundo suspiro al finalizar la canción, era una que había aprendido cuando aun vivía en Japón, contenía bastante de su vida pasada, esos inolvidables momentos que pasó cuando aun residía allí, aunque ahora tenía otra vida, otros nuevos problemas, criar a cuatro tortugas mutantes aun de condición tierna, es una tarea muy pesada, hacerte cargo de todo: sus necesidades, alimentos, salud, los mismo conflictos que pueden haber entre estos, y más.
A eso auméntale que también les debías de enseñar el arte del ninjustsu para que estos al crecer puedan valerse por si solos, ni que hablar cuando crezcan, oh la adolescencia, aun no has visto nada Splinter, los dolores de cabeza más fuertes y tormentosos que experimentarás aun te aguardan, sep en resumen era una vida peculiar y prácticamente complicada.
Veía y acariciaba el rostro de su niño, se había quedado embelesado con su voz, que a pesar de no ser perfecta el tono melodioso fue lo que puso a dormir al ojiverde, no era una canción de cuna para ser exactos, pero hacía efecto igual que una.
- Descansa mi pequeño ...- se acercó a su frente y la besó, en eso dejó la habitación mostrando un buen gesto al ir cerrando la puerta entretanto que el crío se quedó adormilado."
...
- Intentaba no ver la realidad, de no admitir mi derrota, sabía que podía superarte
- Si recuerdo eso ...- dijo Raphael saliendo de su trance de su mente, se le notaba sonriente al hacer memoria de esa escena final en especial, fue uno de los momentos que estaba muy dentro suyo, algo que además no quería recapitular, por alguna razón no le traía siempre buenos recuerdos pues a los segundos cambió su sonrisa, estaba por evocarlo una vez más hasta que alguien se hizo presente de improvisto.
- No se alarmen, Casey Jones ya está aquí nenes ...- proclamó un muchacho de cabello castaño oscuro azotando la puerta del cuarto, seguido de él entró una chica pelirroja llevando su bolso (o mochila? whatever). estos iban yendo a la guarida de manera casi diaria, en muy gran parte para ver a Raphael.- ... Hola hermano ~ ¿qué cuentas? ...- le hizo una especie de saludo con un puño que el de rojo correspondió, aunque sea con su mano su mano izquierda.
- Ehhh ¿los números? ...- contestó haciéndose el gracioso.- ... estar enyesado no trae muchas emociones ¿sabes?-
- Ajá, y por eso estoy aquí ... - señalándose así mismo con vanidad.
- Hey Raph~ ...- saludó la chica involucrándose entre los dos.- ... aquí están los cómics que pediste ...- sacando un par de ellos del bolso.
- Gracias April ...- tomó las historietas con cuidado mientras veía la portada.
- Esos son los últimos tomos que salieron ...- aclaró la joven de pecas.
- ¡Si! Yo ya las leí ... ¡y no creerás lo que pasará con ...! - Raph le tapó la boca de inmediato.
- ¡No me digas el final! ...- dijo algo irritado.
- ¿Hay algo más que necesites para que te sientas más cómodo?...- preguntó la pelirroja mostrándose amable.
- Nahh así estoy bien ...- contestó con relajo, aunque la verdad no le agradaba demasiado que todo el mundo fuera tan servicial con él, de un modo lo hacían sentir algo inútil que no pudiera hacer muchas cosas sin ayuda.
- Bueno entonces ... creo que ahora puedo irme al entrenamiento tranquila ...- avanzó hasta la puerta.- ... igual recuerda que cuentas conmigo en lo que necesites, los veo chicos ...- se despidió alegre juntando la puerta un poco.
- Si rojita~ ...- el chico se despidió también de su pareja.
- ¿Rojita? ...- habló de forma dudosa para después carcajear.
- Es de cariño, ya sabes de lo que hablo ¿no? ...- contestó de forma un tanto atrevida haciendo mover sus cejas.
- Sehh claro ...- le devolvió el gesto sonriente para regresar a sus cómics una vez más, el muchacho se colocó a su costado mientras observaba junto al de rojo las páginas.
- Oh esa parte es buena ... y esa también ... ¡Oh-oh! y esa Whoaaa ... volé con esa parte ... - señalaba cada página o viñeta aunque eso solo molestaba más al otro lector.
- ¿Podrías dejarme leer en paz Casey? ... ¿si? ...- cerró el cómic con rapidez para sorprenderlo.
- Lo siento viejo, es que está bastante aburrido ...- dicho de forma muy cansada.
- Solo encuentra algo que hacer por mientras sin que me interrumpas ...- le refutó para volver a abrir su cómic y seguir leyendo, la mirada del chico decayó e únicamente se quedó sentado al lado suyo, hasta que a sus ojos le llamó algo la atención en especial.
- ¿Como jugar con tu tortuguita de peluche? ...- interrogó gracioso haciendo que el de rojo aparte la vista de la historieta y lo vea con confusión, Casey sacaba a la luz aquel peluche, el que le había regalado el ojiazul.
- ¿De donde lo ...? Aghh ¡devuelve eso! ...- lo regañaba con un leve sonrojo en sus mejillas.
- Haha ¿tú lo hiciste o que? ¿o dónde lo conseguiste? ...- volvió a preguntarle curioseando el animal de peluche.
- ¡S-solo lo tengo de recuerdo y ya! ...- respondió intentando quitárselo, pero desde donde se encontraba parecía inútil.
- Ah sí, tu tortuga mascota hahaha entiendo ...- ya no lo quería hacer sufrir mucho por lo que se la entregó a lo que Raph la guardó con recelo.- ... pero si te pones a pensar, es algo extraño eso que una tortuga tenga otra de mascota, ¿no serían hermanos o primos también? ...
- Eramos de tipos distintos, así que hubiéramos sido algo así como primos cercanos ... aghh genial ahora estoy hablando como Donnie ...- se quejó al final.
- ¿Y como es que lo encontraste o que? ...- no quería continuar porque notó que el ojiverde abajó la mirada con seriedad.- ... Okay, veo ... que no quieres hablar de eso ... cambiemos el tema ...- se puso a pensar unos cuantos segundos.- ... ¿que tal si te cuento esa vez que me lucí en un partido de Hockey, eh? no es como si no lo hiciera siempre, ¡pero este fue uno increíble! ... todo comenzó cuando a uno de los jugadores se le lesionó la rodilla, debían de tener un reemplazo pronto, por suerte reservaban lo mejor para el final, Casey Jones estaba ahí para arreglar las cosas, listo para barrer el suelo con todos ...- así el adolescente empezó a contar su experiencia a su camarada de manera bastante emocionada, mas el otro no parecía importarle, escuchaba con oídos sordos, la pregunta anterior del pelinegro lo puso pensante, a regresar de nuevo en el tiempo.
- ¿Que como conocí a Spike? ...- dirigió la mirada al techo y recordó.
...
- ¡Rápido Leo! ¿o es que no me alcanzas?
- ¡Espera Raph, regresa!
- ¡Primero tienes que atraparme! ...- el problemático niño de bandana roja aumentó aun más la velocidad.
- ¡Raph! ...- al otro pequeño de antifaz azulado tuvo que correr tras él, cuando al fin pudo alcanzarlo, los dos estaban ya bastante lejos de donde se les tenía permitido andar, se habían profundizado en las peligrosas y confusas alcantarillas.- ... ehh ¿Raph? No pienso que este sea un buen lugar, el maestro Splinter dijo ...
- ¡Bah! por eso es que nos perdemos toda la diversión ... ¡Oye mira! ...- señaló un entrada del conducto del drenaje que estaba cerrado con trozos de madera vieja, no se veía muy estable, pero estaba claro que el paso ahí estaba prohibido, el niño vio una buena oportunidad en eso y empezó a romper el impedimento a patadas.
- ¡¿Qué haces?!
- ¿No te parece obvio? ... vamos a ... ¡entrar! ...- con la última patada pudo abrirse paso, no fue difícil.
- Creo que por algo estaba cerrado ... puede ser peligroso ...- trataba de detenerlo mas el otro quelonio ya se hallaba decidido.
- Hay que jugar a algo, sigan al líder ... ¡yo primero! ...- se adelantó el turno a propósito y salió corriendo en dirección del dudoso camino.
- ¡Raphael! ...- su llamado fue en vano, el de rojo ya se estaba alejando de su vista, ni sus llamados surtían efecto ahora, suspiró y solo se puso a seguirle el paso otra vez, a seguir al líder.
Al ya empezar a inspeccionar el camino de manera más calmada, se topaban con más desperdicios al adentrándose, se sentía cada vez más fuerte aquel olor asqueante y pútrido de la basura que los humanos arrojan en el drenaje, aunque ya estaban acostumbrados a eso por ir viviendo ya algunos años en una guarida ubicada en estas alcantarillas, no quitaba que el aroma fuera vomitivo para cualquier otro.
No pasó mucho cuando el ojiverde se dio cuenta de que no parecía tan especial como señalaban.
- Peligrosa ... o muy aburrida ...- se quejaba este con cansancio, mientras buscaba algo interesante por el lugar.
- Parece que no hay nada, vámonos ...- intentó hacer un esfuerzo para llevarlo de regreso a la guarida, sin embargo algo en el agua alertó al de bandana roja pues gritó de sorpresa.
- ¿Qué es eso? ...- su dedito apuntó hacia una dirección donde flotaba un pequeño trozo de plástico grueso y sobre él una especie de ... ¿roca? ¿balón de fútbol? ... se veía más como un caparazón.- ... ¡está vivo! ...- exclamó el niño al ver que salía una cabecita y unas patitas de adentro, efectivamente se trataba de una tortuga, y una muy tierna aún al fijarse bien en su tamaño, estaba muy desesperada, escondió sus extremidades de nuevo- ... ¡tenemos que ayudarlo! ...- este se fue al intento por salvar a esa pobre tortuguita de las peligrosas aguas.
- ¡Raph no! ...- gritó alarmado viendo como su hermano trataba inconscientemente de alcanzar al animal, pero le resultaba difícil, las aguas se movían con más vivacidad con el paso de los segundos, el menor se adelantó para tener más opción de agarrarlo a tiempo.
Tampoco daría resultado pues por más que estiraba su mano no lograba alcanzarlo, su brazo no era lo suficientemente largo, se apoyaba por el borde haciendo otro inútil intento, puso aun más esfuerzo aunque eso le costaría.
*SPLASH*
- ¡RAPH! ...- gritó el niño ojiazul cuando este cayó en la corriente, transcurrieron como 5 segundos hasta que el de rojo pudo sacar de nuevo la cabeza antes de que se atorara con el agua que estaba tragando.- ¡Raphael! ¡Raphael! ...- le seguía gritando, el mencionado aunque estaba aterrado, pudo aprovechar ese momento y tomó a la tortuguita apegándola a su pecho mientras la fuerte corriente se los llevaba a ambos.
- ¡Raphael, dame la mano! ...- gritó desesperado intentando alcanzarlo, mas una especie de piedra en medio de las aguas interrumpió el rescate.
- ¡A-ahhh! ...- golpeó al ojiverde por la su lado izquierdo.
- ¡No, Raph! ...- el mayor se inquietaba cada vez más con esto y lo haría de nuevo al levantar la vista, se dio cuenta que el camino de la corriente llegaba a su fin, las barras del drenaje estaban rotas por lo que si seguías el rumbo, no era muy probable que continúes con vida.
- *cough* *cough* ¡Leo! ...*cough* ¡Leo!- gritó por ayuda tratando de no ahogarse con la asquerosa agua cada que abría la boca, movía sus brazos en una especie de nado intentando ir en contra de la corriente al darse cuenta de ese horroroso final que le podría aguardar, sostenía al tembloroso animalito con su brazo izquierdo mientras clamaba que lo socorrieran.
Leonardo puso todas sus fuerzas para ganarle a la velocidad de la corriente y llegar al final antes que él, así lo atraparía.
- ¡Dame la mano! ¡YA! ...- se inclinó por el borde y atrapó justo a tiempo a mano de su hermano, Raph estaba en la punta de una especie de cascada al final de la corriente, al voltear a ver atrás observó que un enorme remolino se formaba muy abajo tragándose todo lo que caía en él.
- ¡S-subeme! ...- gritó con desesperación, trataba de no soltarse del ojiazul por ningún motivo y con más ayuda de este pudo salir de las turbulentas aguas y ponerse a salvo en el suelo.
- ¿Raph estás bien? ...- preguntaba angustiado mirándole todo el cuerpo empapado, el de rojo estaba posicionado en el suelo tosiendo con fuerza, si se había tragado unos cuantos chorros de esa agua, recuperándose del susto y cuando por fin se calmó, habló.
- S-si si ... estoy bien ...- contestó cogiéndose la cabeza, de lado suyo sacó una especie de roca, bueno un caparazón para ser precisos, la empezó a mirar curioso, para ver si el animal quería salir.
- Lo salvaste ...- a pesar de todo el niño no había soltado a la pequeña tortuga, Leo mostró una leve sonrisa aunque luego esta se distorsionó en una de miedo.- ¡Raphael tu pecho! ...- su alarmado grito hizo que el susodicho se viera en ese lugar que ahora que lo notaba, le dolía un poco, el lado izquierdo de su pecho ahora estaba quebrado, y no solo eso, ese golpe también atravesó hasta su hombro, dejando una especie de cicatriz rojiza, por ahora, y dañando además la esquina de su caparazón que la tenía rota.
El mayor colocó su mano justo sobre la marca, pero casi de inmediato Raphael se zafó.
- Esto no pasó ...- dijo poniéndose de pie.
- ¿Qué?
- No se lo dirás a nadie, ¿entendiste? ...- no esperó una respuesta y comenzó a caminar de regreso cargándose al indefenso animal que salvó.
- Pero ...- ya no pudo escuchar eso que dijo, lo dejó con las palabras en la boca, por eso el mayor no dijo más y solo le siguió el paso ... otra vez.
Se fueron caminando uno tras el otro, en silencio absoluto, tampoco escuchó un gracias o quizás un lo siento por su terqueza de parte de Raphael, no escuchó ni una palabra más de él hasta que llegaron a la guarida, hogar dulce hogar.
Raphael, como iba delante, pasaba de puntillas por la entrada de la guarida para que nadie escucharan que venían de las alcantarillas seguido por Leonardo que repetía sus movimientos, los dos intentando no hacer el menor ruido y aunque lo hicieron una voz parental los sacudió de pies a cabeza.
- ¿Niños? ...- era la de su padre.- ¿Niños donde han estado? estaba angustiado por ustedes, no los encontraba por ningún lugar ...- se acercaba con una mirada inquietante y la misma vez severa a estos que traían por el contrario unos rostros de miedo y preocupación, Raphael hizo un disimulo ocultando sus marcas con el brazo, el otro se quedó con la boca abierta por la impresión.- ... ¿Y bien? ¿dónde estaban? ...- preguntó nuevamente levantando su ceja como era costumbre.
Los dos quelonios se veían las caras pensando en que decir,o quien se lo iba a decir, el de ojos color azulado casi mordiéndose las uñas mientras que el otro mentalizando ya un pretexto, pero parecía que ninguno iba a tomar la palabra, el maestro seguía esperando.
- Yo ... ahh nosotros ... n-nosotros ...- el menor seguía buscando una buena excusa, mientras que con una mano escondía a su nuevo amigo detrás.
- ¡E-estuvimos en las alcantarillas sensei, perdón! ...- sin embargo la consciencia culpable de Leonardo los delató más rápido.
- ¡Chismoso! ...- gritó exaltado el ojiverde con su dedo acusador.
- ¡No me gusta mentir, si estuvimos ahí! ...- protestó el otro.
- ¡Te dije que no dijeras nada! ...- lo amenazaba con un puño, cosa que delató su cicatriz.
- ¡Yamé! ...- azotó su bastón contra el suelo con fuerza imponiendo orden, los niños se pusieron tiesos.
- Tu caparazón ...- dijo la rata al darse cuenta de sus marcas, sus pupilas se contrajeron un poco- ¿qué te pasó en el caparazón? ...- este se inclinó a revisar el hombro de su hijo preocupante, tenía una ruptura en un lado de su pecho y que atravesaba su hombro hasta llegar a una esquina de su duro caparazón.
- ... N-no es nada ...- intentaba calmarlo, incomodándose por la revisión de este.
- ¿Que no es nada? ¡¿Como te hiciste esto Raphael?! ...- se enfadó por la obvia mentira del niño, este cerró los ojos con fuerza cuando sintió que le escupió esas palabras, bajó la vista, la culpa igual lo empezaba a consumir por dentro.
- M-me ... me caí e-en la c-corriente ...- titubeó con miedo.
- ¿Como? ...- le dio un micro susto, sus pupilas otra vez se achicaron.
- Nosotros ... ummh ...- pensaba en la mejor forma de contárselo, aunque el sensei se exaltó sin dejarle terminar.
- ¡¿Pero que hacías ahí?! ¡¿cuántas veces quieren que les diga que es peligroso?! ...- su padre de nuevo lo estaba asustando con su tono.
Volteó a ver su otro hijo que agachó la cabeza sintiéndose muy mal por su travesura, ni tal mal debería, no fue mucha su culpa, tan solo siguió a su hermano para asegurarse que nada le pasara al adentrarse en los peligrosos caminos de las alcantarillas, pero por esa misma razón es que lo hacía ver como un cómplice más.
Splinter aun no creía que sus hijos lo hayan desobedecido así, solo faltó que se descuidara un poco y ¡Pum! ahora miren las consecuencias.
- Me c-caí porque ... p-porque quería salvarlo a él ...- el niño aun con los nervios recorriéndole en todo el cuerpo sacó detrás suyo el caparazón que estuvo escondiendo que cabía perfectamente en las suaves palmas de sus manos, cuando se lo mostró a su padre una pequeña cabeza de tortuga salió de esta, echó una vista rápida a su alrededor y al fijarse que ya no había peligro alguno, sacó sus otras extremidades.
Luego su vista se dirigió a la de su salvador, que poco más que verlo con ojos inquietantes podía, el animal continuaba confundido o confundida, no estábamos seguros del género de la criatura todavía, para luego voltear a ver a la rata gigante que también tenía en frente, le parpadeaba seguidas veces moviendo su cabecita con curiosidad, el sensei en eso soltó un suspiro pesado, como dándose por vencido.
- Lo más importante es que los dos están a salvo, pero no me vuelvan a asustar así ... no sé que sería de mi si algo les pasara ...- abrazó a ambos niños fuertemente, le bajó al tono fuerte escuchándose más aliviado.
- Hai ...- se oyó por parte de estos, al soltarlos su padre se fijo de nuevo en el nuevo compañero de su hijo.
- Entonces ... ¿me lo puedo quedar? ...- preguntó este de forma inocente y tímida, el sensei se tocaba la barba meditándolo bien, mas al ver rostro del menor, la de ojitos de cachorro abandonado, sabía que no era capaz de combatir con eso, lo utilizaba como una trampa mortal donde Splinter siempre caía.
- Si ...- respondió firme, a lo que el pequeño sonrió de inmediato .- ... pero será tu responsabilidad ...- indicó, el niño movió la cabeza con aprobación y abrazó con cariño a su nueva mascota.- ... ahora tenemos que curarte esa herida ... Leonardo tú también ... - añadió.
- H-hai ...- respondió este mientras que todos se iban a la habitación del sensei, en donde guardaban el botiquín de primeros auxilios, para que desinfectara la herida del quelonio y revisara igualmente el estado de su otro hijo.
Le aclaró a Raphael que nada podía hacer, que su cicatriz de su hombro dejaría huella de todas maneras y que además sus rupturas iban a ser permanentes, a este casi y no le importo ese detalle, aunque debiera, estaba más concentrado en divertirse con su nuevo quelonio que tenía como mascota, los dejó ir a ambos después.
- ¡Oye Raph! ...- llamó el de bandana azul cuando salían por el dojo.- ... ¿me dejas cargar a tu tortuga? ...- el mencionado como se encontraba delante, giró la cabeza para verlo unos segundos, ¿en serio le había pedido eso?, quizás creía que todo estaba normal ahora, se dio la vuelta de nuevo.
- Nosotros no nos juntamos con chismosos ...- contestó sacándole la lengua para seguir su camino, Leo se detuvo algo sorprendido por su contestación.- ... vamos amiguito, hay ponerte un nombre ...- se fue directo a su habitación para darle el nombre apropiado a su nueva mascota, tenía varias ideas ya.
...
- Tú siempre tratabas de hacer lo correcto, de verdad eras todo un ingenuo Leonardo ...
- ¡Raph! ¡Hey! ¡Tierra llamando a Raph! ...- una mano frente a él le chasquearon, salió de su trance de recuerdos parpadeando rápidamente y giró la vista de vuelta en la del chico que lo observaba confundido.- ... ¿estás actuando igual de distraído que antes o qué? ...
- ¿Qué? no, no es nada ...- mintió desviando la mirada.- ... solo comencé a recordar algo, eso es todo ...- Casey lo empezaba a ver un tanto sospechoso por la respuesta que le dio.
- Ooookay ...- pero decidió no darle tanta importancia en ese momento.- Sabes, toda esta conversación me dejó con la boca seca, ¿estás sediento? porque yo sí ... voy por unas latas ¿tienen unas, no? ...- hizo una señal hacia la salida y se dirigió a esta para ir en busca de ellas a la cocina, así con toda la confianza del mundo como si se tratase de la suya.
Sabes que es tu amigo de verdad si entra a tu casa y abre la refrigeradora en busca de que se puede llevar sin pedirte una clase de permiso siquiera.
Cuando llegó el momento en que el muchacho de pelo oscuro y la la chica pelirroja se despidieron para retirarse de la guarida a había llegado la hora del almuerzo.
Por peculiar que parezca el sensei se encargó de la comida en esta ocasión, a parte maestro en las artes marciales también podía ponerse el papel de cocinero de la familia, nada de que alardear, aunque la cocina no le iba del todo bien en su pasado, tuvo que aprender algo de gastronomía a la fuerza luego de su mutación, sino ¿como alimentas a 4 tortugas en pleno crecimiento? aun así sean con gusanos y algas, en algunas ocasiones subía a la superficie por algo de alimento "verdadero", ya con el tiempo fue despertando un poco sus habilidades culinarias, aunque de todas formas este prefería antes a su tan amado queso, a pesar de eso era otro punto más en la lista de sus cualidades.
Entretanto en la habitación de la tortuga temperamental, lo habían dejado solo de nuevo cosa que podría aprovechar en volver a hacer lo que hacía antes de que sus otros amigos lo visitaran de improvisto, pero justo tocaron a la puerta.
- Está abierto ...- contestó este, simplemente se imaginaba que era su pareja con el almuerzo del día, sin embargo el que entró por aquella puerta era más bien su padre, venía trayendo una especie de bandeja mediana en sus manos, el ojiverde se mostró un tanto sorprendido.
- Esperabas a Leonardo, ¿no es así? ...- Dios, parecía un adivino, o es que ¿usaba magia negra?, mas se ve que la reacción de su hijo lo delató, este con un poco de rubor rodó los ojos con incomodidad sin contestarle la pregunta.- ... él no puede venir en este momento, por eso me pidió a mí que te lo trajera ...- el viejo roedor ya avanzado dentro colocándose al lado de su hijo.
- Adivino ... se quedó entrenando aun en el dojo ¿o me equivoco? ...- por fin respondió con algo de pesadez.
- No, no te equivocas ... si que conoces bien a tu "hermano" ...- poniendo entre comillas esa última palabra, ahora el otro no hizo más que cerrar sus ojos y sonreír ante el comentario de su padre.
- Es bastante obvio ¿sabe? ... siempre ha sido así, siempre tratando de mejorar, de ser el alumno perfecto y dedicado, no se pierde un día de entrenamiento ...- al terminar de hablar comenzó a observar hacia un punto perdido.
- El pobre habrá sufrido bastante estas semanas entonces, eso explica sus buenas energías el día de hoy ...- comentó el sensei mientra se acomodaba en la cama.
- Seguro ...- contestó pensativo, en eso sintió un tocamiento en su hombro.
- ¿Hay algo que te preocupa? ...- lo observó de frente.
- No es nada, solo recuerdo ... algunas cosas ...- sin ponerle tanto interés respondió.
- Nostalgia ¿quizás? ...- ya está, definitivamente su padre podía leer las mentes, no sorprende que se haya enterado del secreto que dos de sus hijos le estaban guardando antes que estos mismos se lo dijeran.
La tortuga mutante se quedó en silencio otra vez, esto le estaba asustando un poco, Splinter era brujo.
- Aun sigues cargando las cosas del pasado que te preocupan o solo haces una reflexión sobre ellas ...- sip, ya no cabían dudas que este usaba magia mística.
- Tal vez ... ambas ...- dijo un tanto inseguro.
- Te estas preocupando mucho por lo que fue, en los errores que cometiste, eso no es malo, pero estás olvidándote del presente, del ahora ... mucho ha cambiado, date cuenta de eso, el Raphael que era hace un par de años no es el mismo de hoy, son muy diferentes y creo que no hay mejor ejemplo que ponerte que la que tú mismo estás viviendo ... este presente ... es un hermoso regalo ... - haciendo referencia a que por fin su hijo encontró a alguien que le correspondiera en la vida.
El quelonio oyó estas sabias palabras con seriedad mientras que el maestro le acercó con los palillos que había traído consigo un pequeña bola de carne bañado con una especie de salsa entre rojiza y café, en la bandeja también había arroz frito y algunas verduras cocidas junto con unas salchichas de forma peculiar.
Raph optó por recibir el bocado sin chistar, después de todo ya su padre e incluso sus otros hermanos habían venido a darle de comer así antes, como si de un niño pequeño se tratase, para quejarse, igual no daría resultado.
- Además ... siempre sabía que ustedes dos terminarían unidos algún día, de alguna forma ...- añadió con una ligera sonrisa.
- Sensei ... no comience con eso también ... - refutó con cansancio luego de pasar la comida, el mencionado carcajeó esta vez.
- Las estrellas, Raphael ... esas estrellas no se equivocaron ...- rió nuevamente intentando darle otro bocado a su hijo que aparentemente estaba perdiendo el apetito pues este le impuso su mano izquierda.- ... come ...- continuaba riéndose hasta que puso su cara de viejo serio al final.
Ahora le estaba ofreciendo un trozo de salchicha en forma de pulpo, hasta tenía carita feliz y todo, dibujadas con un tipo de crema blancuzca, vaya si que lo trataban como a un crío, mala suerte para este, bueno que se le va a hacer, para su padre aun era su pequeño, parece que nada más ayer le secaba aun sus lágrimas de dolor.
- Sehhh ... esas jodidas estrellas ... - pensó el de rojo mientras que el roedor continuaba dándole de comer.
...
- ¡Yame! ...- el maestro hizo la detención.
- ¡Whooo! ¡whooo! ¡si, que bien! ...- se escucharon de vuelta esas irritantes ovaciones para el vencedor.
- Muy bien ... otra vez Leonardo es el ganador ...- declaraba Splinter en dirección a su hijo de azul, este luego de alegrarse por su victoria le tendió la mano al que seguía postrado en el piso saboreando la amarga derrota, en eso.
*¡Zas!*
*¡Pum!*
El sonido de un golpe muy fuerte y de alguien azotándose contra el suelo, dejó atónitos a los presentes.
- ¡RAPHAEL! ...- vociferó el sensei.
Un joven y muy colérico ojiverde observaba después de aquel golpe, causado por este mismo, a la víctima que ahora yacía en el suelo, lo veía con una furia tremenda, sus ojos estaban ardiendo de ira, apretaba los dientes y sus pequeños puños lo más que podía, para nada se mostraba arrepentido de lo que hizo.
- No es justo ...- dijo de repente en tono bajo.- ... ¡NO ES JUSTO! ¡ÉL TIENE SU ARMA YAAAAAAAAA! ...- hizo su pataleo frente a su padre poniéndosele los ojos vidriosos.- ¡Y-YO ... NO TENGO UNA! ...- gritó más en protesta.
- ¡RAPHAEL! ...- su fuerte llamado de atención lo calló.- ... pensé que ya habíamos hablado sobre esto, que tu furia es peligrosa ... ¡que te debías controlar! ...- azotó su bastón.
- Y-yo ... yo solo ... ¡QUIERO MI ARMA! ¡¿POR QUÉ NO ME DAS MI ARMA?! ¡QUIERO MI ARMAAAAAA! ...- seguía chillando este y su padre golpeó de nuevo su bastón contra el piso.
- ¡No vas a ganar nada si continuas gritando así! ...- le aclaró con furia también, al menor se le comenzó a temblar el labio inferior, hacía un puchero, pero luego intentó calmarse.
- No ves ... nadie lo ve ... - se limpió la nariz con su muñeca volteando a mirar a sus hermanos.- ... no ven que yo soy mejor y más fuerte que ese ... ¡Bobonardo! ¡todos le ponen atención a él y no a mí! ...- indicó el de rojo con acusación al ojiazul que ya se había puesto de pie por su cuenta con la mano sosteniéndose la cara, la parte donde lo golpearon, este colocó una cara de miedo cuando lo señaló, a los costados tenía a sus hermanos que escuchaban sorprendidos las palabras de este.- ... ¡Yo soy mejor, yo soy mejor! ¡¿por qué tú si tienes arma y yo no?! ...- pisoteaba el suelo varias veces de la impotencia.
- ¡Ya es suficiente! ...- el roedor impuso firmeza.- ... como veo que no has aprendido tu lección aun, ¡estás castigado hasta que reflexiones sobre lo que has hecho! ...
- ¡Pero sen ..!
- ¡Es una orden Raphael! ...- apuntó en dirección a la salida del dojo, aunque el menor no podía irse contra los mandatos de su padre, las ganas de contestar se apoderaban de él.
- ¡AGHH! ¡TE ODIO LEONARDO! ¡OJALÁ NO FUERAS MI HERMANO! ... - gritó con todo el aire de sus pulmones para salir corriendo del salón en llantos.
- ¡Raphael! ...- hizo un inútil intento por parar a su hijo aunque este ya había dejado el dojo por completo.
- ... ¿Leo? ...- preguntó el pecoso de ojos celestes, al ver la expresión que traía el mayor, pareciera que se había quedado en shock, con las pupilas achicadas, no se imaginaba que su hermano lo detestara de esa manera, ahora le habían clavado una estaca en mitad de su pecho con eso.
El pequeño de ojos verdes se fue directo a su habitación con lágrimas recorriéndole por toda la cara, sentía que algo le estrujaba el corazón, sintiéndose tan incomprendido, el marginado, que nadie lo deseaba, que nadie se ponía a pensar en como era estar en sus zapatos en ese momento.
Ya estaba en su cama encogiendo sus piernas con las manos y con la frente sobre sus rodillas, sollozaba dolorosamente por que no era justo lo que le estaba pasando, tanto arduo esfuerzo que ponía en su entrenamiento cada día, tantas horas que practicaba con su bolsa de golpear para volverse el mejor, todos esos golpes y patadas, se ve como si todo eso se fuera al trasto, que igual no serviría de nada, de todas formas todos mirarían a Leonardo, lo tendría que superar en creces para que tuviera el privilegio de poseer una arma ahora, pensaba.
Maldecía el día en que tuvo que crecer al lado de esta tortuga tan odiosa, según este, maldita seas Leo, maldita seas.
Y que su padre no lo considerara lo suficiente como para darse cuenta que él también podía ser tan bueno como él, incluso mejor, pero no, parecía que menospreciaba sus habilidades en todo momento, que no podía ver que al igual que el mayor era muy capaz, ocultó aun más su cabeza entre sus piernas cerrando con fuerza los ojos.
Un sonido hizo que por unos segundos parara de llorar, volteó su mirada tristemente húmeda para encontrarse con la de su mascota que lo veía preocupado, hizo de nuevo un sonidito con su boca, como si le quisiera decir: "¿Qué te pasa? ¿Por que lloras?" "No llores por favor" ... el menor lo levantó.
- *sniff* *sniff* Tú eres el único que me entiende, Spike *sniff* ...- abrazó al pequeño animal y soltó otro duro sollozo, esa fue la primera vez que sintió totalmente la oveja negra de la familia.
Al rato llamaron a la puerta.
- ... Hmm ... ¿Raph? ...- otra voz infantil se hizo presente, el ojiverde continuaba llorando sobre la cama cuando entró, estaba volteado, pero sabía que se trataba de Leonardo.
- *sniff* sniff*
- ¿Raphael? ...- el mayor se adentraba con lentitud y sonando preocupado .- ... Raph, no llores ...- pidió posando su mano sobre su hombro, se le notaba muy afligido por lo que ocurrió, el de rojo todavía no giraba la vista.
- *sniff* vete ...- dijo fríamente volteándose más y haciéndole un quite en su hombro, al otro no le importó eso y aprovechó para subirse a la cama.
- No te pongas así, no quiero que llores ...- intentaba verle el rostro que su hermano ocultaba pues hacía mas obvio su dolor.
- N-no estoy llorando ...- su orgullo ante todo.- ... vete ...- contestó de nuevo.
- Raph, yo quiero decirte que ...
- ¡Te dije que te vayas! ...
*PUM*
Algo azotó el piso.
- ¡Y no quiero ...! ¡Verte nunca más en mi vida! ...
Tales palabras dejaron sumamente helado al niño de ojos azules que había caído del lado de la cama por tan fuerte golpe que su hermano le proporcionó, Raphael lo observaba desde arriba con un candente coraje, incluso diría que quería darle otro golpe más, se dejó dominar por el rencor.
Leonardo no podía pronunciar ni una palabra en esos instantes, aquello lo lastimó demasiado, no entendía por que su odio era tanto hacía él, no sabía que era una mala persona como para que el de rojo lo detestara y no lo quisiera ver ni en pintura, que no quisiera ser su hermano, ¿era tan malo en serio?
Movía sus temblantes piernas haciendo lo posible por ponerse de pie mientras no le quitaba la vista al ojiverde, al pararse se le quedó viendo un par de segundos para salir despavorido después, lo había espantado de horrible manera, al otro lado de la puerta, otro llanto se pudo oír.
- Nunca jamás ...- diciendo esto último se le escapó otra lágrima a Raphael, ocultándose debajo de la manta, luchaba por no llorar pero de nada le servía, las cosas estaban empeorando más y más.
Ya era momento que alguien más interviniera, así que ese alguien se dirigió a la habitación de una buena vez.
*Knock knock*
Nadie contestó.
- ¿Raphael? ...- preguntaron a la puerta, aun nada, abrieron el cerrojo haciendo entrar la luz de afuera para iluminar aquel cuarto fríamente oscuro.
- Raphael n-no está ...- se escuchó una voz temblorosa venir de un bulto enorme que había en la cama.
- ¿Ah no? ...- fingiendo cierta sorpresa.- y no podría ... ¿dejarle algún recado? ...- se sentó al lado del bulto parlante.
- N-no ...- negó.
- Bueno, si lo ves dile que su padre lo andaba buscando muy preocupado y que quiere hablar urgentemente con él ¿si? ...- pidió de favor a lo que estaba debajo de la manta, esta aceptó moviéndose de arriba a abajo.- ... muy bien, adiós ...- fingió una despedida.
- A-adiós ...
- Raphael ...- tocó aquel bulto con delicadeza, ya no aguantaba más seguir con este juego y decidió hablar en serio, así que retiró la manta para poder ver bien lo que había debajo.
Como era de imaginarse, se encontró con su hijo que parecía observar cabizbajo las sábanas y con las piernas encogidas, este ni siquiera se inmutó cuando le quitaron aquella tela, estaba muy melancólico, volteó a ver y la mirada de su padre fue lo primero que vio.
El roedor se le partió el alma por dentro al ver que los ojos de su hijo estaban muy mojados, algunas lágrimas había dejado el rastro de sus huellas por su cara, tenía una especie de ojeras color grisáceo, sus ojos estaban cansados, cansados de tanto lagrimear, es tan lamentable ver que un niño a su edad tenga esa clase de marcas.
- Me mentiste ...- dijo este rompiendo el pequeño silencio, cosa que sorprendió al viejo mutante.
- ¿Te mentí?
- Tú n-no me quieres *sniff* *sniff* ... si me quisieras ... me hubieras dado una arma *sniff*... c-como a Leo *sniff* ... - sus ojos se le comenzaron a humedecer de nuevo.
- Hijo ...- intentaba consolarlo, pero este no se lo permitió.
- N-no ... déjame ... t-también te odio ...- se volteó para no seguir viéndolo, el maestro no se esperaba esa reacción.
- ¿Me odias? ...- preguntó aun sin creerse lo que dijo, el niño en silencio respondió que sí.- Raphael, mírame ...- cogió el mentón de su hijo para que lo viera directamente.- ... ¿en serio me odias? ...- de nuevo las lágrimas inundaron sus ojos pues movió la cabeza de un lado al otro y se colgó al pecho de su padre rompiendo en llanto, no podía decir que lo odiaba, así de simple.
- Y-yo solo *sniff* ... yo solo quería ... s-ser el mejor ... que me vieras ... *sniff* que vieras que soy tan bueno ... *sniff* como Leonardo ... él es tu favorito *sniff* ...- seguía llorando sobre la tela de su kimono.
- Tú ya eres bueno y muy capaz, hijo mío ... pero yo no tengo favoritos ya te lo dije ...- posaba su mano por su caparazón tratando de aliviarlo.
- Si tienes ... Leo ... a él si le diste un arma ...- su mirada decayó.
- Eso no tiene nada que ver ... - contestó con comprensión.
- ¿No? ...- se limpió unas cuantas lágrimas y alzó la vista.
- Claro que no, yo los amo a los cuatro por igual ... pero debes entender algo Raphael, si Leonardo posee una arma es porque se la merece, él siempre ha demostrado tener bastante experiencia y habilidad a pesar de su corta edad, él al igual que tú se esfuerza muchísimo por ser el mejor, incluso luego del entrenamiento, practica a solas en su cuarto arduamente...- el ojiverde dilató sus ojos al escuchar eso último, no tenía idea de aquello.- ... tú también podrás conseguir una, al igual que tus otros hermanos, pero a su tiempo, debes tener paciencia, seguridad y de igual manera, controlar esa ira tuya ...- la aun prevaleciente mirada cabizbaja del menor te decía que no estaba tan de acuerdo con esas palabras de su maestro.- ... yo confío en ti hijo, eres un niño con un potencial enorme, se nota en la actitud que tienes, no te preocupes por lo demás, solo mírate tú mismo y avanza, sé que podrás lograrlo ... - un cambio de su decaída hacía entender que por fin entró en razón.
Le dio un fuerte abrazo a su padre que gustoso se lo correspondió.
- ¿Qué dices si vamos donde tu hermano y arreglamos todo esto? ...- era el último paso para acabar con este embrollo.
- ¡Eso no! ¡lo odio! ¡no lo quiero ver jamás! ...- cruzó los brazos haciendo un puchero evidente, aun no podía soportar la idea de que en cierta forma, si era mejor que él, a Splinter le sorprendió su contestación.
- ¿Estás seguro de lo que dices? ...- en su rostro se reflejaba algo de seriedad, tal parece que esto no se iba a solucionar con una simple plática.
- ¡Si! ¡él ya no es mi hermano! ... ¡de todas formas no lo necesito! ¡yo solo puedo con cualquier cosa! ...- refunfuñó, su padre suspiró con pesadez por su ilusa confianza.
- Bueno, si es tú decisión ... - su hijo creyó que ya tenía pensado pararse, aunque en realidad tenía más por decir.- ... pero déjame contarte algo ... una pequeña historia sobre dos estrellas ...
- ¿Dos estrellas? ... - interrogó el niño confundido.
- Las estrellas Spica ... se decía que en época de primavera, una estrella deleitaba a todos con su luz centelleante por la noche, la gente la veía resaltar de entre todas pues era la más resplandeciente de la constelación, unos decían que su luz era más brillante que el sol mismo, otros que era incluso más grande que este, lo que en verdad pocos sabían era que no se trataba de una simple estrella solamente, sino dos, que rotaban juntas, las dos necesitan una de la otra por que saben que ayudándose entre ellas son mejores y dan aun más radiantes destellos, por eso es que van de la mano en todo momento, nunca las puedes ver separadas, no sobrevivirían, ellas siempre están dando vueltas unidas por el cielo de tal forma que todo el mundo piensa que se trata de una sola estrella ... la más brillante de todas en primavera ...- se puso de pie ni bien terminó la última frase.
Raphael se quedó en silencio absoluto, el sensei abrió la puerta y antes de salir añade.
- La historia es cierta, no pueden vivir separadas, tarde o temprano, se juntaran ...- dicho esto dejó la habitación y a un niño a tomar consciencia de ello.
...
- Tenías que ser mejor que yo en todo, ¿no es así?
El tiempo corre cuando te la pasas recordando, ya estaba atardeciendo, el día llegaba a su fin, marcaban las 5 horas más o menos, y en la mente del menor de todos, el de la bandana naranja, solo había una cosa en su mente, "debo decirle la verdad", ahora si que la determinación dominaba cada fibra de su ser, en cada paso que daba se notaba firmeza.
Iba decidido en dirección al laboratorio, en busca de alguien específico, debía encarar a este un par de cosas de una vez por todas o se desquiciaría peor.
Llegó a la entrada, había una gruesa lámina de metal enfrente que le impedía el pase, no tuvo delicadeza en absoluto, casi y tumbó la puerta con la manera en que entró, con su simple postura pareciera que quería decir: "Ya llegó Papá"
Para su infortunio no se hallaba nadie en la habitación principal, tan solo esos comunes vasos y tubos de ensayos, lo común que encontrarías en el laboratorio de un científico, algunos planos desordenados por acá, reglas y medidores por allá, y su tan conocido microscopio en medio de ese pequeño desorden, su fiel compañero para cualquier investigación de ADN.
*Pum*
Ese golpe que oyó provenir de otra habitación cercana lo puso alerta, ahora sí.
Se colocó en modo determinante de nuevo y fue hacia allá, al taller de la tortuga genio, una vez dentro, el tortumóvil estaba en mitad del cubículo, siguió caminando acercándose más y más a este, sabía que lo encontraría dentro, o eso pensaba.
De un momento a otro algo se deslizó por debajo del gran vehículo en una especie de plataforma con ruedas.
- Ah Hola Mikey ...- saludó de forma positiva, se veía feliz de verlo la verdad.
Aquellos extraordinarios aires de confianza que recorrían su cuerpo y lo hinchaban de seguridad, se largaron, se desinflaron, desapareció todo indicio de empuje.
Su mente ahora era un papel en blanco, con tan solo volver a ver a esos ojos color cobrizo, hacían que en todo lo podía imaginar, inclusive en las respuestas ya tenía planeado, se esfumaran de él.
Donatello le sacudió la mano, este reaccionó moviendo la cabeza, ahora su hermano esperaba una respuesta razonable.
- Ummm ... Hola D-donnie ...- al menos no contestó con algo peor o estúpido.
- ¿Y dime que haces aquí? ...- preguntó mientras se volvía a subir las gafas de seguridad y buscaba presuroso una de sus herramientas.
- Yo ... yo ... Donnie yo necesito decirte algo importante ...
- ¡Ajá! ...- este ligero grito de emoción como que lo asustó un poco.- ¿en serio? ...- dijo haciéndole saber que todavía lo escuchaba, el menor soltó un suspiro y continuó.
- Sí ... es algo ... e-extraño para ser sincero ... y tengo de contártelo ya ... pero no quisiera que te vayas molestar ni nada luego de que te l-lo diga ...- se le oyó más nervioso entre las últimas letras.
- No creo que me logre enojar solo por algo que me digas ... a menos que me digas que tomaste alguna de mis cosas sin permiso, no lo hiciste ¿no? ...- sonando algo dudoso.
- ¿Qué? C-claro que no ...- se excusó.
- Bien ...- sonrió, se colocó las gafas y regresó de vuelta debajo del tortumóvil para continuar su trabajo con la llave inglesa que tomó.
- L-lo que te quiero decir es ... que he empezado a sentir ... ciertas cosas ... ciertas cosas que no pude comprender al principio, p-pero con el tiempo ... por fin lo hice ... y debo de decirlas o si no ... m-mira ...- tragó saliva.- ... t-tengo estos sentimientos por alguien ...- no terminó ni siquiera de completar lo que tenía pensado decir y el sonido de una herramienta cayendo al suelo de la nada lo interrumpió.
Donatello sacó su cuerpo de debajo del vehículo de forma veloz mostrando en la expresión de su cara seriedad combinada con extrañez, Miguelángel retrocedió uno pasos.
- Mikey ...- dijo dejando todo atrás, sin importarle otra cosa y sin permitirle avanzar más pues ya se había puesto de pie.
- ¡D-donnie y-yo! ... yo n-no ... ¡yo te ...! yo no t-te ... ¡no e-es lo que tú ...!- su lengua se enredaba y las palabras se le entreveraban, el color rojizo ya comenzaba a pintar sus mejillas llenas de pecas.
- Shhh shhh Mikey ...- un suave dedo lo calló.- ... esta bien ... si entendí lo que me quisiste decir ...- le sonrió con dulzura además, por el contrario, el chico de los ojos celestes se confundió con esto.
- ¿Qu-qué? ...- preguntó con nervios.
- Yo también siento lo mismo por ti ...- las mejillas del genio se ruborizaron igualmente, espera ¿qué? ¿su hermano le estaba correspondiendo? no le cabía toda su cordura para creerse eso, ni en sano juicio se imaginaba que pasaría así.
Pero si era cierto, su hermano se le había confesado, ¡y antes que él! ¡vaya sorpresa!
- Te amo, Mikey~ ...- otra sorpresa, ahora resulta que también lo diría de forma oficial, ¿que más se podía pedir?
- D-donnie ... y-yo ...- no pudo pensar en que dirección tomar sus palabras pues el de morado cogió sus hombros y empezó a acercar su rostro trayendo los ojos cerrados, eso solo podría interpretarse como una cosa.
Si el rostro de Mikey ya estaba sonrojado de los nervios que sentía, ahora estaba por completo enrojecido, que la cara y demás partes del inventor estén cubiertas por sumas marcas de grasa del automóvil, no ayudaba para nada, de hecho, lo incitaban todavía más, eran como una llamado, un llamado que se detendría si llegaba directo a esa zona cálida y deseada.
De forma instintiva el de naranja comenzó a cerrar sus ojos y entreabrir levemente sus labios poniéndolos en posición mientras que la distancia se hacía más corta.
Sentía que el corazón se le subía por la garganta hasta llegar a más allá de la úvula pues podía sentir su palpitar a mil por hora golpeándole las paredes de su boca, ya había llegado la hora en que por fin probaría los labios de su tan ansiado hermano.
¿A qué sabrían? ¿sería capaz de soltarse luego? ¿pero y si lo besaba mal? ... no lo había hecho antes así que podría ser una posibilidad, tantas preguntas se le aglomeraban, mas solo esperaba por una cosa, posar sus labios sobre los de Donatello, lo demás se solucionaría después.
Todo estaba extrañamente acomodado para que nada fuera a salir mal ahora, era su momento perfecto.
Solo unos centímetros más.
- ¡Mikey!
Esa no era aquella voz dulce y melodiosa que le habló hace un rato.
- ¡Mikey! ¡Mikey despierta!
Al abrir los ojos se topó con un rostro que no se esperaba, ya no era el de la tortuga de morado, era la de su hermano mayor.
- ¡Mikey ya despierta o llegaremos tarde al patrullaje!
- ¡AHHHH!
*SPLASH*
Se escuchó un chapuzón.
- *cough* *cough* ...
- ¡Mikey! ... ¿estás bien? ...- preguntó de nuevo el ojiazul, pero ya en el sentido de la realidad, el menor se sostuvo del mismo columpio hecho de alguna llanta usada de donde cayó del susto y levantó la mirada, se topó con la amable ayuda del líder extendiéndole la mano para que salga del agua, este aceptó aunque todavía le costó pisar tierra.
- Solo venía a avisarte que comenzaremos de nuevo con la rutina diaria del parullaje, soy yo o ... ¿creo que no te agrada la idea? ...-
Todo fue un sueño en serio, ¡¿en serio?! entonces todo lo que le dijo Donnie ¿no era cierto? espera ... ¿Dónde estaba este?
- Mikey ... ¿Mikey? ¡MIKEY! ...-vino un grito diferente esta vez, oh ahí estaba, se adelantó un poco al líder para llamar al ojiceleste.- ... creo estabas teniendo algún sueño raro o alguna pesadilla para que gritaras así ... adivino ... payasos de nuevo ¿no? ...- preguntó con cansancio.
- ¿Qu-qué? ...- el chico salió de su perdido trance, se sacudió un poco pues continuaba empapado.- ... N-no, no eran ... no e-eran de esos sueños ...- se puso una mano detrás de la nuca, que vergüenza que al chico que le gustas, como es tu hermano, sepa tu más ridículos temores.
- Bueno lo que sea que fuese, lo importante es que estás despierto ...- intervino el mayor.- ... ahora alístate que ya nos vamos ...- se dio la vuelta para ir avanzando junto con el esbelto que continuaba observando al pecoso con cierto grado de extrañeza.
- S-si ... yo los alcanzo en un momento, solo tengo ... que ir por mis nunchakus ...- se escuchó decaído al final, aun no le entraba por la cabeza que todo fuese solo cosa de su imaginación, bien dicen que los sueños representan aveces tus más profundos deseos, y este caso no era la excepción.
Fruto de lo que sus pensamientos le decían que haga, pero no hacía, en como le hubiera gustado que pasara en la vida real, una lástima que se trataba de una fantasía solamente, que engaño.
Mas en aquel sueño se le notaba mucha valentía, aun así esa determinación se le haya esfumado tan de repente como vino.
Pero solo fue eso, un sueño, que aspiraba hacerse realidad.
Llegando de la vigilancia nocturna por la ciudad, Mikey se fue directo a la cocina, algo para comer quizás lo ayudaría a superar lo que había acontecido, abrió la puerta de la congeladora con desánimo y lo recibió un maullido familiar y cariñoso.
- ¡Meow!
Esto hizo que curvara su gesto en una sonrisa, acercó su nariz rozándola con la de la pequeña criatura que habitaba ahí, su tan amada gatita helada, jugó un poco con ella.
- *Sigh* ...- suspiró de mala gana de nuevo, fue en busca de una tazón y una lata de merengue en spray, se sentó en la mesa, colocó a su dulce mascota en el bol mientras le rociaba aquella crema pastelera y dio otro exhaló.
- Meow, meow~
La felina trataba de animarlo, no era muy común verlo con esos ánimos por los suelos, no, de hecho iba en contra de la esencia de este chico.
- ¿Por qué esto es tan difícil?, no sé si lo que quiero hacer es lo que debo hacer en verdad ... no sé si es lo correcto ... tal vez si ... o no ... ¡no lo se! ...- se rascó la cabeza de la confusión, para pegar su rostro contra la mesa, otro maullido de su gata le despertó curiosidad en esta por lo que le habló en susurros- ... ¿Tú que crees que deba hacer? ... me quedo callado por el resto de mi vida o ... le digo acerca de mis sentimientos a Donnie ... eso quisiera, pero ... luego de ese sueño ... no creo que sea lo mejor ... ¿o que piensas? ... ¿se lo digo? ...
- Meow, meow, ¡meow! ... meow ~
Que pena que no sepa hablar gatuno, o quizás si le estaría resolviendo sus dudas y problemas con su respuesta.
- Owwww ...- el menor se conmovió con el inocente intento de esta por aconsejarlo.- ... eres muy dulce Gatita Helada ... gracias ...- le sonrió probando un poco de la montaña de crema que había hecho encima de ella.- ... pero quizás sea momento de pedir ayuda a alguien más, a alguien que sabe de estas cosas y con el que sé que puedo confiar ...- el muchacho hizo un gesto golpeando la palma de su mano con su puño y luego paró firme.- ... ¡Si, eso voy a hacer!
- ¡Meow, meow~!
Su gatita celebraba al verlo ya más animado y con determinismo, ¿será que ese alguien, resultaría ser la cura de su problemática situación? tendría que probar.
Pasando la página, había otra tortuga que se dirigía a visitar a la más temperamental de todas, caminaba trayendo en sus manos una bolsa de papel de tamaño mediano que despedía un aroma delicioso.
- Knock knock ...- ese conocido saludo al entrar por la puerta que usaban con mucha frecuencia le dio la respuesta inmediata de quien se trataba al ojiverde.- perdón si estuve ocupado casi todo el día y no tuve tiempo de verte...- dejó la puerta semi-cerrada y avanzaba con las manos tras la espalda.- ... pero adivina quienes pasaron por Murakami ...- le hizo muestra de la bolsa que traía el plato preferido de los quelonios, Pizza Gyoza.
El de rojo simplemente sonrió con aquello, su pareja sacó unos palillos chinos con simpatía y carcajeó, de nuevo con el juego de "dale de comer al gruño de Raphael antes de que te parta la cara, ¿cuántos minutos duras tú?"
Bueno, no era para tanto exagerar, el acostumbrarse a todas estas vergonzosas ayudas era algo que tenía que hacer de ley, su condición no le daba para otras opciones mejores, no protestaba como antes, ya podrías aguantar largos minutos de seguro.
Los bocadillos ya se habían acabado de la bolsa, pero el de azul seguiría insistiendo
- ¿Aun tienes hambre ... o frío? ¿no necesitas algo más? ...- su amabilidad siempre iba a ser algo que le sobraría.
- Creo que así estoy bien ¿no te parece? ...- tanta atención se le hacía incómoda.
- Si, pero solo pregunto ... por si acaso ... ¿en serio no quieres otra cosa? ...- era persistente.
- Leo, te digo que estoy bie- .. ah ... ¡achu! ...- se limpió la nariz con su mano izquierda.
- Te traeré una manta más ...- sonrió.
- Solo fue un simple estornudo ...
- No quiero que te enfermes luego y menos como estás ahora ... ya vuelvo ...- dejó la habitación, su acompañante sacudió la cabeza de forma cansada, para el ojiazul ser precavido era lo indispensable, no pondría su salud en riesgo así, al más mínimo indicio de malestar debía de actuar rápido.
Esto era lo que Raphael le encantaba más de este, y al mismo tiempo lo que más despreciaba, preocupado por pequeñeces, aunque siendo un tazón de buenas intenciones no sería capaz de cuestionarlo, tan solo hacía falta verle la cara unos instantes, viva imagen del que todos pueden copiar y tener como singular modelo, ese era el rostro de alguien de espíritu "puro" ... hágase notar el entre comillas, tal vez no tan puro del todo ahora, lo que alcanzan a hacer las hormonas, culpa del ojiverde también, aunque aun le quedaba su personalidad bondadosa y humilde ¿no?
Con eso le bastaba, ¿que les podría decir? todo un niñito bueno.
...
- Ah .. ah ¡achuuu!
- Debes beber más Leonardo ...- el roedor le daba delicadamente con una cuchara un líquido de color verdoso y un tanto oscuro, sabía jodidamente horrible, pero el pequeño enfermo no se lo cuestionaba con algún reproche de ninguna clase, se lo tomaba todo sereno.
- *sniff* Do se b-breocube tadto b-bor vi sedsei *sniff* *sniff* ...- pronunciaba resfriado y a duras penas.
- Tengo que hacerlo mi pequeño, ya llevas tres días afiebrado, está pasando a mayores ...- le ofrecía otro bocado de la medicina que él mismo había elaborado, tenía un chorro de ellas guardadas bajo la manga, aunque no sabía si estaban haciendo el efecto adecuado.
- Hehe Leo habla gracioso ...- dijo el niño de bandana naranja señalando al mencionado.
- Eso es porque está constipado, Mikey ...- le bajó la mano, era un tanto irrespetuoso indicar así a alguien.
- Consti - ¿qué? ...- el menor mostró un rostro extrañado.
- Quiere decir que Leo padece de una especie de infección en las vías respiratorias, causado generalmente por un virus y que produce estornudos y en ocasiones, fiebre ...- su repuesta lo confundió todavía más, como si le volara la mente con su contestación, el de morado siempre destacando que era el sabiondo desde temprana edad.
- Pero ya tiene demasiado tiempo con esta alta temperatura ... nada parece resultar ...- el maestro suspiró preocupante- ... si este remedio no logra dar buenos efectos, quizás ...- paró por un momento pues sus otros hijos estaban presentes.- ... debería intentar con otra cosa más ...- mintió, la verdad era que ya no le quedaban buenos remedios medicinales, había probado de todo, su hijo ya iba a cumplir casi una semana de enfermo.
Piensa de nuevo, quizás otro antídoto que no recordaba u otra forma de preparar las especias para el remedio, algo se tenía que sacar de la mente, lo que sea.
- Vamos niños ... dejemos a Leonardo descansar a solas, lo necesita...- se llevó a los críos fuera de la habitación, mientras cerraba la puerta, su rostro reflejaba inquietud, miedo de no poder hallar una cura pronto al mal de su hijo, pensaba tener la soluciones para todo, pero no era así, permaneció solo en su habitación con desasosiego.
Otro quelonio de antifaz escarlata salía del suyo, necesitaba alimentos, en pocas oportunidades salía de ese cuarto que más bien se veía como una cueva, unas eran para entrenar o para comer, en general, se había convertido en una clase ermitaño, y en su misma familia.
Una leve impresión encontrarse con el viejo mutante dentro de la cocina, algo de confianza no le faltaba, avanzó sin hacerce tanto lío.
- Tengo hambre ...- haló de las faldas de su vestimenta en un modo infantil e igualmente arrogante de decir: "Aliméntame ahora", como si de una obligación se tratase, su padre estaba más ocupado terminando de servir el plato de sopa con el cucharón frente a la enorme olla que emanaba un humo de olor agradable.
Cuando terminó de servir el pequeño sonrió emocionado, aguantando todavía el apetito, mas su maestro no le entregó aquella sopa.
- Papá, tengo hambre ...- se quejó al ver que no cumplió con su pedido, o no lo oyó.
- En un momento, necesito ir por la bandeja ...- buscó en los estantes.
- Puedo comer sin una ...- aclaró.
- No para ti, para Leonardo tu hermano ...- con que esa era la razón.
- ¡Él no es mi hermano! ...- lo corrigió cruzando ambos brazos.
- Puedes decir lo que quieras, pero sigue siendo tu hermano, quieras o no ...- su respuesta no le agradó para nada pues se ganó otra mirada seria de su hijo.- ... Continúa siendo parte de tu familia, la familia no se puede olvidar así como así, en algún momento deberás regresar con ellos, tendrás que extrañarlos, tendrás que darte cuenta que te hacen falta, solo ahí entenderás de que tal vez lo que tanto deseabas, no era exactamente lo que querías ...- luego de su discurso colocó un tazón lleno de sopa sobre la mesa y dejó la habitación sin esperar alguna respuesta de parte de su hijo, este bajó la mirada ligeramente y se buscó una silla y una cuchara con que comer dicho plato.
Veía su reflejo en el líquido un poco espeso del tazón, quería la respuesta, alguna aclaración, no captaba que ya era muy obvia.
Aquella noche, cada quien se hallaba en su habitación respectiva adormilado, inclusive el sensei que después de matarse ideando en una mejor solución a su aquejo, prefirió irse a acostar, había puesto todas sus esperanzas en ese último remedio que vertió en la sopa que le dio a su niño, no quería ni pensar en lo que sucedería si eso no daba resultado, no se atrevía.
El ruido grave de una puerta metálica abriéndose fue lo único que estrepitó el silencio que existía en la guarida, se oyeron unos pasos intentando no hacer ruido demás ya, esos pasos se formaban uno tras otro yendo en dirección a un cuarto inesperado.
Tomó la manija pensándolo dos veces antes de entrar, cuando al fin se decidió introdujo primero su cabeza curioso, todo estaba oscuro, pero veía el camino con claridad, avanzó.
Se detuvo delante de la cama, ahí estaba descansando el ojiazul, tenía puesto un trapo húmedo en la frente, unas cuantas medicinas y cucharas para medir al lado en la cómoda.
Lo observaba al inicio con la cólera plasmada en su mirada, aunque un par de segundos luego, las facciones de su cara dejaron de estar tan tensas, se relajaron, mostró compasión.
Como era que aquel niño aparentemente débil y enfermizo ahora, era el causante de sus penas, de sus inseguridades, de sus males, de tantas horas de dolor e impotencia que tuvo ¿cómo? se veía tan indefenso e incapaz de hacer tales cosas, era cierto, solo él mismo se había causado todo esto, él y su estúpida forma de ver todo como una competencia absurda, una que no importase cuanto se esforzaba, no podía oler la victoria ni un poco cerca.
Solo él fue el responsable de su propio martirio.
Se le llenaron los ojos de lágrimas por que la conciencia le hizo reflexionar en ese instante, le temblaba el cuerpo, casi y no pudo ahogar el llanto en su boca, ese minúsculo detalle le costó.
- H-hmmmm ... *sniff* mnn ¿qu-qué? ... hmmn *sniff* ... ¿D-daphael? ...- no estaba del todo seguro, pero el color rojizo que erase de notar, le decía que se trataba de él.
El ojiverde sacó la no de su boca para sorprenderse del temor, lo había despertado.
- ¿E-ebtás ... llorabdo? ...- pronunció con dificultad, el otro quelonio se limpió la cara.
- Y-yo ... yo ...- no tenía idea de que decir siquiera.
- ¿Qué h-hades ...*sniff* a-aquí? ...- lo interrogó de nuevo, de vuelta no sabía como contestar a eso.
- ... Yo ... yo solo ... quería saber cómo estabas ...- dio un paso adelante jugando con sus pequeños dedos.
- P-pedsé *sniff* ... pedsé que d-do be querías ved jamás ed t-tu vida ...- a Raph le dolió que se lo recordaba, ya no deseaba saber nada que tenga que ver con todo eso que dijo en el pasado.
- ¿Qu-qué dices? ...- se subió a la cama.- ... ¿cómo no te voy a querer ver? ... si tú eres mi hermano, Leo ...- sonrió con otra lágrima formándosele en el ojo izquierdo, no soportó su dolor por más y estrechó al ojiazul, este no entendía nada, su acción fue de sorprenderle, eso solo tardó un par de segundos pues luego le correspondió el abrazo de todas maneras, ya no interesaba lo demás, tenía a su hermano al lado suyo, lo único que quería.
Otra vez Raphael necesitaba secar sus lágrimas.
- Ah ... a-ahh ... ¡Achu! ¡achu! ...- el repentino estornudo del mayor fue un aprovecho para el ojiverde de comenzar a hacer las cosas bien a partir de ahora.
- ¿Tienes frío? ...- preguntó preocupado.
- *Sniff* ... d-do .. s-solo sigo desfiado ... edo es todo- dijo con modestia.- ... ¡achu! ...*sniff* *sniff* qu-quitás ... ud boco ¡achu! ¡achu! ...
- No seas tonto, así no te vas a curar ...- lo regañó para bajarse de la cama, fue en busca de algo de entre los cajones, de ahí sacó una manta, tenía el dibujo estampado de un patito amarillo sonriente.
Con la tela abrigó al paciente, no sin antes meterse debajo también, de manera tierna le proporcionó su calor mismo a su hermano, los niños se quedaron dormidos al poco tiempo, dejando que los minutos que permanecieran juntos calmaran sus pesares, los de ambos.
Al día siguiente, una resplandeciente mañana les aguardaba, el corazón de uno de ellos se ablandó y se cubrió de menos rencor, se hizo más cercano.
- Raph ... Raphael ... ¡Raph despierta! ...- un pequeño grito infantil lo recibió.
- Hmmm ...- contestó algo gruñón, quería seguir soñando, pero lo sacudieron.- ... ¿qué tienes? ...- respondió al fin con cansancio, al abrir los ojos y levantar la vista se encontró con más ni menos que el rostro amigable del ojiazul, le estaba sonriendo con sus mejillas ligeramente sonrojadas, aunque no específicamente por el mal.
Este alargó todavía más su sonrisa, estaba arrodillado en frente.
- Me curé ...- dijo extendiendo los brazos a manera de que se hiciera notar, el menor dilató los ojos.
- ¿En serio? ...- fijándose bien al tocarle la frente, el otro rió.
- ¡Sí! ... me siento mucho mejor ...- exclamó nuevamente, su voz sonaba sanada y su temperatura era normal, así que de seguro era cierto, el ojiverde se alegró en creces, estaba por abrazarlo, pero vaciló.
- ¿Qué pasa? ...- preguntó confundido el de azul.
- Leo ... yo ... siento ... cuando te pegué esa vez ...-bajó la mirada.- ... y-y ... todas esas cosas feas que te dije también ... perdón ...- seguía avergonzado del comportamiento que había tenido con esto por tanto, como mínimo debía disculparse.
- No importa Raph ... yo te perdono ... para eso somos hermanos ... vamos a estar juntos siempre ...- le alzó el puño para que respondiera al saludo, sin embargo el de rojo no aceptó eso y en cambio lo estrujó entre sus brazos, bueno eso funcionaba, y yo diría que mejor aún, Leo lo abrazó de igual forma.
En su alma ahora se incorporaba la paz, la inquietante culpa ya no lo fastidiaba, solo hacía falta su abrazo para poner un alto total a este problema.
- Prometamos algo ...- levantó su mano de nuevo.- ... que jamás vamos a pelear por ver quien es el mejor ¿trato? ...
- Trato ...- le correspondió el gesto que hicieron con los dedos que hacía alusión a sus meñiques, aunque no tuvieran.
- Te quiero hermano ...- manifestó con su cándida mirada.
- Agh Leo no te pongas cursi ...- se quejó rodando los ojos, mas luego sus mejillas se sonrojaron.- ... y-yo ... yo ... también ...- pronunció viendo hacia otra dirección, el mayor rió.
- Oye ... adivina qué ... sé como podrías hacer que el sensei te dé tu arma pronto ...
- ¿Sí?
- Ajá ... ven yo te enseño ...- tomó su mano y jalándolo lo llevaba fuera de la habitación.
El maestro ya hace un buen rato que se encontraba despierto, no había dormido del todo tranquilo por la agobiante situación de uno de sus niños, no descubría ninguna solución accesible hasta ahora, de pronto unas risas disturbaron su mente.
Se escondió detrás de la pared para fijarse, a través del espacio de sus puertas de su habitación pudo ver a dos de sus pequeños en el dojo, y no cualquiera eran estos.
Leonardo estaba instruyendo a Raphael con unas katas, y este muy tranquilo y atento a sus indicaciones, no lo había golpeado a estas alturas, ni un simple reclamo, solo tratando de imitar sus pasos, espera ¿y Leonardo? ¿él se encontraba sanado? actuaba como si no le doliera nada, todo indicaba que sí, el remedio hizo efecto o quizás no fue solo ese remedio.
¿Qué sucedió aquí?
Esto era lo que transcurría por la cabeza del roedor, no captaba ni con todos sus sentidos lo que estaba viendo.
El ojizaul acomodaba mejor las posiciones de manos y piernas de su hermano.
- ¡Muy bien! ...- lo felicitó el mayor, logró hacerlo como se lo indicó, el ojiverde le mostró una sonrisa, aunque de un momento a otro le fue a lanzar un ligero golpe, su padre se precipitó, creía que regresarían a lo mismo.
Mas Leo sabía perfectamente como defenderse ante eso, otra rápida movida de parte de este y ambos se tumbaron al suelo, con Raphael encima de azulado, permanecieron en silencio por algunos segundos para terminar riendo a punta de fuertes carcajadas.
Splinter exaltó aliviado, no solo su hijo estaba curado, esa añorada escena por fin era real, sus dos hijos, su alumno fiel y su niño problemático, compartían juntos, las dos estrellas se hacían una misma.
...
- Aunque al final de cuentas ... sería lo que menos me iba a importar
- Cuando recuerdo todo eso, no puedo evitar pensar que siempre fuiste mejor que yo pese a que lo negara, trataba de superarte, mas me era imposible alcanzar aquella destreza tuya, era natural en ti, ser apodado como el más fuerte de los cuatro no me bastaba ni me hacía merecedor de restregártelo en la cara, creía que si entrenaba dos o tres veces más que tú lograría rebasarte y que al fin todos se enterarían que el que mandaba era yo, que me pusieran la atención que siempre recaía en ti, "el alumno perfecto".
- Nada pasó como lo planeé ...
- Supongo que con el tiempo comencé a olvidar aquella promesa que hicimos cuando pequeños, en especial el día que te nombraron como líder del equipo, ¡al diablo! ¡te juro que seré mejor que tú cueste lo que me cueste! ... de nuevo me enfoqué en superarte a toda costa, lo único que me alimentaba eran mis celos, mi furia y mis deseos de lograr vencerte en este juego que yo me creé en la mente, mientras que tú ...
- Tú en realidad si querías ser el mejor, incluso diría que lo ansiabas más que yo, cuando yo solo te veía a ti como límite para mis metas, tú no tenías obstáculo alguno, siempre viendo que no poseías lo suficiente con lo que tenías, que debías entrenar más arduamente, que no debías de cuestionar en ningún momento a las órdenes del sensei, siempre detrás de él, por eso es que también te apode como "Splinter Junior" ...
- Tú si contabas con un buen motivador, algo que te empujara de buena gana y aunque yo también tenía la misma ayuda que la tuya, nunca me digné a llamarla o a pararme un momento a reflexionar en que si lo que estaba haciendo y lo que me ponía como línea de llegada a la victoria era lo correcto ... y lo que me haría triunfar en realidad, solo hasta ahora puedo caer en cuenta de la cruda verdad ...
- Yo solo me cree este martirio, este dolor ... y fue mi elección el sufrir con él, pude simplemente dejar que la herida sanase al igual que mi odio hacia ti, sin embargo mi lado testarudo siempre me jodía con tal de no dejarme vencer, me llamaba un cobarde para no hacerlo, echándole más sal a las llagas, que estúpido fui ... ya logro entender que todos sentiremos dolor en un cierto momento, es inevitable, pero el sufrir con él por lo que nos resta de vida ya queda en nosotros, pues el dolor solo es momentáneo y puede curarse si uno así lo desea, cada quien consta de ese poder.
- Con el paso de los años te convertiste en un ninja admirable, y yo siempre me mantuve viviendo bajo tus sombras, siendo tu perrito faldero, el segundo en todo siempre y para toda la eternidad, esa era la maldición que había tocado a mi puerta y la cual me perseguiría por el resto de mi vida.
- Pero ... ¿sabes qué? ... eso ya no me interesa, no significa nada para mi el rebasarte como antes, cielos, ya ni siquiera significa nada para mi ese ya tan tocado tema de ser el líder del grupo, eso lo puedo mandar a la mierda junto con mis otros bobos reproches de niños ...
- Tengo un presente diferente en la actualidad, si es que estoy contigo yo no puedo tener nada de eso que tanto me afectaba antes, si tú sigues a mi lado, no me importa tener que ser el segundo ... no me importa que seas mejor que yo, porque admito eso, ese puesto te lo ganaste con esfuerzo, no soy nadie para quitártelo en el presente, tuve mi oportunidad y aun así no la aproveché como se debía, solo te toca a ti gozarla ...
- Apuesto que mi yo del pasado ya me habría dado un fuerte sopapo si me escuchara decir todo eso, mejor que ni se entere de lo demás ...
...
- Te odiaba Leonardo ... te odiaba con ganas ... mírame ahora ... ¿qué me hiciste?
- Y ... listo ... ¿ya no tienes frío?...- el mayor terminó de tender la manta sobre su cama para abrigarlo.
Raphael, en eso salió de estado reflexivo, le tomó como 17 años de sufrimiento, y solo en un día pudo captarlo, volteó a ver a su pareja de modo algo melancólico.
- Leo ... yo ... en realidad no te odio ...- bien, eso no le contestaba su pregunta, el ojiazul le mostró una cara confundida.
- Sé que no Raph ...- respondió siguiéndole la corriente y tapándolo por completo, el de rojo lo tomó de la cabeza para traerlo más cerca así sus miradas se chocarían, los ojos de Leonardo lo vieron con extrañeza por su repentino acto.
- No puedo odiarte porque ... eres lo mejor que me ha pasado en la vida ...- eran una de esas pocas veces que decía algo que tenía muy dentro de su corazón, casi nunca lo hacía, el de azul se ruborizó con tales palabras, sin embargo luego rió.
- Que cursi ...- se bufó.
- Tal vez no sea malo serlo ... de vez en cuando ... aunque no te acostumbres ...- tomó su mentón para probar sus bellos y perfectos labios, era el premio digno que se esperaba, lo necesitaba, había llegado a una respuesta, soltado ese pasado que tanto cargaba con pesar, olvidado su competencia que solo era un veneno para él, lo había dejado fuera de su camino, para comenzar uno nuevo, uno que solo lograría atravesar si estaba junto a su amado.
- Oye esta manta de patito es tuya ¿verdad? ... - mencionó el ojiverde.
- Ehhhh
Cuando las dos estrellas Spica están unidas, todos creemos que se trata de una sola, son como gemelas, aunque podrían ser muy distintas entre sí, deben permanecer juntas en el cielo para existir.
...
- ¿Estás bromeando no Mikey? por favor dime que es un juego ...- los ojos de su hermano menor solo le decían que no, que todo era cierto, que lo que le había confesado era real, no se trataba de una broma ni si siquiera una de mal gusto.
Oh rayos
Continuará ...
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Muy bien, whoa ha pasado mucho, en primer lugar no tenía pensado seguir publicando aquí, solo me concentraría en la plataforma de FF, mas andaba aburrida y pues ... publico para matar el rato, recuerden que esto ya lo tengo actualizado en mi otra cuenta así que aun ando retrasada.
Para los pocos por no decir casi ninguno prácticamente, que se quedan hasta el final leyendo esta historia , les agradezco, se ve que tienen una voluntad tremenda por saber que pasará, incluso si no estoy del todo conforme con mi forma de narrar, algo mejor que los anteriores, aunque todavía puedo mejorar y mejoraré más xd
Eso so sería todo de mi parte, este fue un capítulo super largo y en general casi de relleno exceptuando la última parte, luego se vendrá la tensión, además que hay otra parejita que le hace falta brillar ; u ;
Bye bye~
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