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1933. New York, Estados Unidos.

Sede temporal Grindelwald.

Los gritos y gruñidos del dolor resonaban en la habitación principal de la Sede Grindelwald, Vinda Rosier estaba en labor de parto siendo atendida por un medimago y dos enfermeras que estaban a lado de Gellert como sus acólitos.

Gellert Grindelwald estaba caminando de un lado para el otro preocupado y ansioso por conocer a su nuevo heredero o heredera, su hijo mayor, Jon estaba entre sus brazos mientras jugaba con un oso de troll que le había obsequiado en su cumpleaños número 3.

Al paso que iba creía que iba a desgastar el suelo del pasillo por tanto caminar de un lado al otro, pero no le importaba, quería ver como estaba su amada y su futuro hijo o hija, nunca le importo que genero salieran sus herederos, él solamente quería hijos con Vinda.

La gran puerta de madera de caoba café oscuro se abrió dejando ver a una de las enfermeras, le sonrió con emoción.

- ¿Cómo están? - Le pregunto rápidamente acercándose a ella

- Están perfectas - Le contesto alegremente- Señor Grindelwald, ha nacido una hermosa niña

El rostro de Gellert se ilumino mientras se le dibujaba una gran sonrisa que borro al instante, iba a empezar a brincar y gritar de emoción, pero estaba cargando a su hijo así que solo asintió frenéticamente.

- ¿Ya puedo pasar a verlas? - Le pregunto ansioso

- Por supuesto, señor - Se hizo a un lado dejándole ver con mayor claridad la habitación

Sin dudarlo dos veces se adentró a la gran habitación sin poder dejar de sonreír levemente, se acercó a su esposa que estaba acostada en la cama sudorosa y cansada por el parto, pero con una gran sonrisa risueña mientras cargaba a la nueva heredera.

- Están hermosa, Gellert - Le dijo risueñamente

- ¡Por Merlín! - Exclamo sin aliento viendo a la pequeña creatura entre sus brazos - Están pequeña y hermosa, mira Jon, es tu hermanita - Sentó al pequeño en la cama- Astrid Collete, tu hermana y nueva heredera

- ¿Mía? - Le pregunto el pequeño castaño

- Sí, tu hermanita, amor - Le contesto Vinda mirando con ternura a su hijo

El pequeño aplaudió torpemente mientras soltaba risitas risueñas al estar tan feliz por tener a una hermana con la cual podría jugar dentro de unos pocos años.

Gellert agradeció al medimago y a las enfermeras para después guiarlas a la salida de la sede Grindelwald, apenas los tres se marcharon el señor de la muerte fue directamente a su oficina para después regresar con su familia.

- ¿Estás seguro? - Le pregunto insegura viendo la varita de Gellert

- Completamente - Apunto al brazo de su hija- Ella y Jon son los herederos de la muerte, mis pequeños harán todo por el bien de todos

Poco a poco las marcas de nacimiento que posaba cada uno de sus brazos. Las reliquias de la muerte se le dibujó en su brazo derecho y el símbolo de la familia Grindelwald en el brazo izquierdo, tal y como su hermano Jon lo poseía.

Vio como esos ojos azulados como los de él estaba llenos de inocencia pura, sonrió risueñamente para cargarla, abrió la poción e hizo que la bebiera.

- ¿Cómo sabremos que algún de ellos lo ejercerá? - Le pregunto Vinda preocupada- ¿Y si solo uno de ellos lo obtiene?

- No importa si solo uno de ellos lo ejerce - Negó rápidamente- Por mientas uno resulte digno de ser el siguiente amo o ama de la muerte, todo estará bien, querida

- Jon no ha mostrado ninguna señal de que posea la diabólica - Le dijo acariciando el cabello castaño y rizado del pequeño

- Entonces puede que Astrid sea digna de ser la ama de la muerte - Le dijo con orgullo- Mi pequeña heredera será poderosa, imparable, inevitable - Miraba a la recién nacida con orgullo- Será conocida, respetada y temida por todos en el mundo mágico

Vinda veía como su pequeña hija se acurrucaba mejor contra el pecho de su padre mientras agarraba su túnica negra con su pequeña manita.

De inmediato supo que aquella pequeña era la elegida, la verdadera heredera, su pequeño Jon estaba más apegada a ella, desde el momento que lo puso sostener entre sus brazos él se acurruco contra su pecho buscando el calor y el amor de ella.

- Es ella, ella es la elegida para seguir por el bien de todos - Le dijo segura- Ella será la ama de la muerte

Los ojos bicolores vieron a Vinda para ver a la pequeña, la observo mejor algo dentro de él, decía lo mismo, pero prefería verlo para corroborarlo, su pequeño Jon era demasiado dulce y risueño a comparación de su nueva hermanita, que estuvo más tranquila y algo risueña.

Tendrían que esperar unos años para que poder compararlos y ver quién es el verdadero digno, la poción tenía efecto retardador así que aún tenía la esperanza de que ambos fueran dignos de cargar tanto poder en sus cuerpos.

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- Queridos amigos, gracias por estar aquí hoy - Hablo Gellert a sus acólitos- ¡¡Hoy amigos míos!! ¡¡Hoy!! Vengo a presentarle a alguien de suma importancia para nuestra causa - Vinda se acercó con Astrid en brazos para entregársela a Gellert- Aquí amigos míos, esta mi nueva heredera, Astrid Collete Grindelwald Rosier ¡¡Mi hija!!

Los murmullos de los acólitos sobre la noticia rápidamente se escucharon en el punto de encuentro regular de los acólitos cuando Gellert tenía que darles indicaciones a todos para el siguiente movimiento que tenían que dar.

>> Que no les preocupe que sea una niña amigos míos, no duden del gran potencial que ella pueda tener más adelante, que no les engañe el hecho que sea mujer - Les dijo firmemente- Nunca duden del coraje y del valor de una mujer, mucho menos si es heredera mía, mi hijo Jon tiene los mismos privilegios que mi hija, son un igual sin importar que se lleven tres años, ellos son y serán el futuro del bien de todos... ¡¡Por el bien de todos!!

- ¡¡Por el bien todos!! - Dijeron los acólitos al mismo tiempo alzando sus varitas lanzando humos verdes que estallaron en fuegos artificiales del mismo color- ¡¡Por el bien de todos!!

Las celebraciones fueron tantas que todos los acólitos salieron del punto reunión para lanzar fuegos artificiales verdes dibujando el símbolo familia Grindelwald.

- Es hora de irnos - Le dijo Vinda cargando a Jon, que estaba viendo los fuegos artificiales

- Sí, es hora de irnos, cariño - Asintió para agarrar mejor a Astrid e irse de aquel lugar y aparecer en la sede- Hola, linda - Saludo risueñamente a la pequeña rubia que estaba despertando

La pequeña se rio cuando los bigotes platinados de su padre tocaron su cara haciéndole cosquillas, Gellert se sentó en uno de los sillones de la sede siguiendo con las cosquillas a su pequeña hija.

- ¡Papi! - Lo llamo Jon- ¡Mira! - Gellert vio como Jon alzaba uno de los jarrones con su mirada- ¡Esta volando! - El jarrón se cayó al suelo rompiéndolo en varios pedazos- ¡Oh! Se cayo - Le sonrió con inocencia falsa

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