Capítulo 38
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Tanya ahora había comprobado como una vampira si podía quedarse sin caminar por unas horas, ya no sabía si había sido buena idea o no haberle dado su trasero a su esposa como regalo de luna de miel.
Después del tercer orgasmo que la llenaron por ambos orificios, la gentileza y suavidad había quedado en el olvido.
Le habían dado hasta para llevar a Alaska nuevamente, sus piernas fallaron cuando se paró de la cama mientras se trasero e intimidad estaban sensibles por las largas horas de sexo duro que le habían dado.
- ¿Pasa algo, linda? - Le pregunto Astrid con una sonrisa burlona
- Nada - Refunfuño- Todo excelente - Se rodo sobre la cama dándole la espalda abrazando una almohada
- ¿Sigues molesta por dejarte paralitica? - Se burlo- Pero si tú misma me lo pediste, ¿O fue delirio mío?
Un gruñido salió de los labios de Tanya ocultando su rostro avergonzado en la almohada que abrazaba con firmeza.
Astrid se rio mientras la abrazaba por su espalda, beso tiernamente el hombro desnudo de su esposa.
- Me caes mal - Refunfuño la mayor
- No es cierto - Canturreo Astrid- Me amas tanto como yo a ti y en nuestros votos matrimoniales junto al brindis lo confirmaron hace unos días atrás
Tanya resoplo soltando la almohada y girar su cuerpo para abrazar el fino cuerpo de su esposa mientras acostaba su rosto en el pecho de esta.
- Te amo, aunque me dejaras sin caminar por unos minutos - Beso castamente el pecho de su esposa
- Yo igual te amo, amor - Le contesto entre risitas- Perdón si fui muy brusca o salvaje - Se disculpo más tranquilas abrazándola un poco más fuerte- Quería que nuestra primera noche fuera perfecta y la arruine
- No la arruinaste - Saco su rosto del pecho de Astrid para verla- Fue muy tierno de tu parte querer darme una noche sutil y dulce, pero cariño, ni en tu naturaleza ni en la mía aquello entra, nos gusta hacerlo rudo y salvaje a como les gusta a mis hermanas - Beso el mentón de Astrid- No estés afligida, amor
Astrid asintió aun sin poder dejar de sentir mal consigo misma, quería pasar toda la noche siendo tan sutil para ella, quería que su esposa tuviera una noche espectacular y perfecta.
Tanya siguió besando el rosto de Astrid al ver que seguía igual de afligida con ella misma, el resto de ese día se la pasaron en la cama ya que estaba lloviendo a cantaros afuera y no podían salir así.
Ambas estaban de luna de miel en Oslo, Noruega, querían ir a visitar el Monasterio de San Olaf, pero la lluvia les había arruinado el plan así que se quedaron en casa acurrucadas en la cama.
- Ya paro de llover, linda - Murmuro Astrid acariciando su espalda- ¿Aun quieres ver el Monasterio? Aún hay luz del día
- Me gusta mucho aquí - Murmuro acurrucándose más contra ella- Sentir tu piel suave, tus mimos y estar de holgazanas acostadas en la cama - Las tapo más con la sabana- Estar tapaditas, escuchar los animales y el sonido de la chimenea - Apago su voz en cada punto que cada hasta quedar callada recostada sobre su pecho
Parecía haberse dormido, pero era algo imposible por su naturaleza, Astrid sonrió de lado con diversión al ver lo cómoda que estaba contra su cuerpo así que solo la arrullo más contra su cuerpo y cerró los ojos disfrutando del momento.
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Astrid observaba con ternura como Tanya la guiaba de la mano por todo Noruega para conocer los lugares turísticos del país.
Podía comparar perfectamente a la Denali como una niña pequeña adentro de una juguetería o dulcería, verla casi dar pequeños brinquitos como Alice mientras caminaban por las calles admirando lo bonito que era el país.
Ella prefería admirar la flora que había en aquel país, pero su esposa estaba fascinada ante todo haciéndola ver tan tierna.
Le tomo muchas fotos en cada lugar turístico que visitaron, Tanya estaba feliz recorriendo el país junto a la menor, que estuvo atenta a ella todo el tiempo complaciéndola en lo que ella quisiera.
- ¿Nos vamos a casa o quieres que sigamos el recorrido? - Le pregunto abrazándola con posesividad
- Un poco más - Le contesto acurrucándose contra ella- Hay unos lugares que podemos ver antes de irnos a casa
- Pensé que sexo - Le dijo algo decepcionada
- ¿Para qué me vuelvas dejar paralitica? No, gracias - Negó rápidamente saliendo del abrazo con suavidad- Aunque se me ocurren algunas ideas esta vez
La sonrisa malvada de su esposa no le agrado ni un poco, no se atrevió a entrar en su mente para temer más por su vida, solo negó con la cabeza para dejarse guiar por ella.
Apenas llegaron a la casa la menor se dejó caer boca arriba en el sofá cama sintiéndose cansada psicológicamente.
Las manos de Tanya acariciando sus manos la relajaron aún más haciendo que cierre los ojos, sintió como el cuerpo de su esposa se recostaba encima del suyo mimándola.
- No sé cómo le haces para ser tan cómoda - Murmuro Tanya más que cómoda encima de ella
- Kate me dijo lo mismo, así que te contestare lo mismo - La rodeo con sus brazos- No lo sé, amor - Una suave risita salió de Tanya- ¿Tomamos un baño? ¿Vemos alguna película? ¿O quieres descansar encima mío mientras te leo algo?
- La última - Metió su rosto en el cuello de la menor- Un cuento mágico
- Mi favorita es La Fábula de los Tres Hermanos de Beedle el Bardo - Con un movimiento de mano un libro algo viejo llego a su mano-...Había una vez tres hermanos que viajaban al atardecer por un camino solitario y sinuoso - Empezó a leer con voz suave y tranquila- Con el tiempo, los hermanos alcanzaron un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado.
>> Sin embargo, estos hermanos habían aprendidos las artes mágicas, y con el sencillo ondear de sus varitas hicieron aparecer un puente sobre el agua traicionera. Iban ya por la mitad del puente cuando encontraron el paso bloqueado por una figura encapuchada. Y la muerte les habló.
>> Estaba enojada porque le hubieran sido escatimadas tres nuevas víctimas, ya que los viajeros normalmente se ahogaban en el río. Pero la Muerte era astuta. Fingió felicitar a los tres hermanos por su magia, y dijo que cada uno de ellos había ganado un premio por haber sido lo suficientemente listos como para engañarla.
>> Así el hermano mayor, que era un hombre combativo, pidió la varita más poderosa que existiera, una varita que ganara siempre en los duelos para su dueño, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte. Así la Muerte cruzó hasta un viejo árbol de Sauco en la ribera del río, dando forma a una varita de una rama que colgaba, y se la entregó al hermano mayor.
>> Entonces el segundo hermano, que era un hombre arrogante, decidió que quería humillar a la Muerte todavía más, y pidió el poder de resucitar a los muertos. Así la muerte recogió una piedra de la orilla del río y se la dio al segundo hermano, y le dijo que la piedra tenía el poder de traer de vuelta a los muertos.
>> Entonces la Muerte preguntó al tercer y más joven de los hermanos lo que quería. El hermano más joven era el más humilde y también el más sabio de los hermanos, y no confiaba en la Muerte. Así que pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que la muerte pudiera seguirle. Y la Muerte, de mala gana, le entrego su propia Capa de Invisibilidad.
>> La Muerte se apartó y permitió a los tres hermanos continuar su camino, y así lo hicieron, charlando asombrados sobre la aventura que habían vivido, y admirando los regalos de la Muerte. En su debido momento los hermanos se separaron, cada uno hacía su propio destino.
>> El primer hermano viajó durante una semana más, y alcanzó un pueblo lejano, acompañando a un camarada mago con el que tuvo una riña. Naturalmente con la Varita del Sauco como arma, no podía perder en el duelo que seguiría. Dejando al enemigo en el suelo el hermano mayor avanzó hacia la posada, donde alardeó en vos alta de la poderosa varita que le había arrebatado a la Muerte, y de cómo ésta lo hacía invencible.
>> Esa misma noche, otro mago se acercó sigilosamente al hermano mayor que yacía, empapado en vino, sobre la cama. El ladrón tomó la varita y para más seguridad, le cortó la garganta al hermano mayor. Y así la Muerte tomó al primer hermano para sí.
>> Entretanto, el segundo hermano viajaba hacia su casa, donde vivía solo. Allí sacó la piedra que tenía el poder de resucitar a los muertos, y la volteó tres veces en su mano. Para su asombro y su deleite, la figura de la chica con la que una vez había esperado casarse, antes de su muerte prematura, apareció ante él.
>> Pero ella estaba triste y fría, separada de él por un velo. Sin embargo, había vuelto al mundo, pero ese no era su sitio y sufría. Finalmente, el segundo hermano, impulsado por un loco anhelo desesperado, se mató para reunirse finalmente con ella. Así fue como la Muerte tomó al segundo hermano para sí.
>> Sin embargo la Muerte buscó al tercer hermano durante muchos años, y nunca pudo encontrarlo. Fue solo cuando tenía ya una edad avanzada que el hermano más joven se quitó la capa de invisibilidad y se la dio a su hijo. Y entonces saludó a la Muerte como a una vieja amiga y fue con ella gustosamente, e igualmente, pasó a mejor vida - Termino para mirar como Tanya tenía cerrado los ojos disfrutando del momento
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