CAPÍTULO XXXVIII. Fue ella.
Estaban tan concentrados en lo suyo que no se dieron cuenta que había una tercer persona en el interior que los miraba embelesada.
— Aww… Son tan lindos — Canturreo la rubia desde el escritorio.
Naruto y Sakura se apartaron de inmediato uno del otro tan rápido que casi pierden el equilibrio.
— Ay no chicos. Tranquilos, ustedes sigan con lo suyo — Exclamó Ino con ambos codos sobre la mesa y la barbilla apoyada en sus manos. —
— Ino… ¿Qué haces aquí? — Cuestionó la ojiverde limpiando la comisura de sus labios.
— Yo realmente no tengo nada que hacer. Fui con Hinata a buscar los chocolates pero estaban agotados. — Naruto hizo una mueca de desagrado— Vine a buscarte pero no te encontré, estaba abierto y pues… Heme aquí. — Responde con desdén. — Por cierto, esto estaba aquí cuando llegué. — Le extendió una caja roja con un lazo morado. No era tan pequeña así que debía haber algo sustancioso.
— ¿Qué es esto? — La examinó entre sus manos.
Deshizo el moño para poder abrirla. Cuando la destapó encontró una tarjeta sobre el fino papel que envolvía el contenido.
“Lamento no poder despedirte debidamente. Espero que te guste este pequeño detalle. Hasta pronto.”
Atte: Kankuro”
Sakura se sintió avergonzada ante el presente. La mirada pícara de Ino y el ceño fruncido de Naruto no ayudaban en lo más mínimo.
— Vaya, vaya… Parece que tienes competencia, Naruto. — Se burló la rubia.
— Es imposible no tenerla, especialmente cuando mi novia es tan hermosa. — Dijo con un tono algo extraño.
A pesar de tener una sonrisa sobre su rostro sus facciones estaban tensas. Realmente no le agradaba que alguien más estuviera cortejando a su novia.
La envolvió sobre los brazos para recargar la barbilla sobre el hombro de su amada.
— ¿Y bien? ¿Cuál es la sorpresa? — Dijo sin apartar la mirada de la envoltura.
— Huele muy dulce — Aspiró la pelirrosa.
Desdobló el papel encerado para exponer a la vista una extensa variedad de chocolates. Los ojos de la médico brillaron ante tal vista. Naruto frunció aún más el ceño por la reacción de su chica. Miró a detalle el contenido del regalo notando así que ahí estaban esos chocolates que tanto le gustaban a su novia.
— Esos chocolates… — Susurró.
— ¡Lo sé! Son mis favoritos — Exclamó con entusiasmo. — ¿Quieres uno?
— No… — Respondió con irritación.
Del otro lado del escritorio la rubia se reía con evidente gracia. Hacía mucho que no veía al rubio tan celoso. Si bien no estaba haciendo un show sus facciones indicaban el descontento. El ver cómo su amiga intentaba apaciguar la situación con una sonrisa y leves picos en la boca del ojiazul no tenía precio.
— Bueno, bueno. — Llamó su atención. — Paso a retirarme. Solo venía a saludar. — Mintió para darles privacidad.
Una vez cerrada la puerta Sakura se soltó del rubio para sentarse en el lugar que ocupaba su amiga, colocó la caja en el escritorio y dejó caer la cabeza en el respaldo mientras saboreaba . Naruto la siguió para posicionarse detrás de ella. Extendió sus manos sobre los hombros de la chica apartando su cabello, comenzó a dar un suave y relajante masaje. Sakura por su parte se dejó consentir por su amado.
— ¿Alguna vez has gustado de Kankuro? — Cuestionó el rubio en un susurro temeroso.
— Es un buen chico — Comenzó a hablar la ojiverde. — Pero no es mi tipo.
— No me gusta que te coquetee… — Dice haciendo un puchero.
Sakura sonríe de inmediato, abre los ojos y se incorpora para girar un poco hacia el rubio quien se ve forzado a detener su labor.
— No imaginé que fueras tan celoso — Menciona con gracia.
— Nunca te prohibiré tener amigos aunque gusten de ti — Dice mirándola a los ojos. — Pero eso no impide que me invadan los celos.
— Podemos decirle a todos que somos pareja, eso haría las cosas más sencillas — Sugiere la ojiverde ladeando la cabeza.
— Eso estaría bien para mí, pero realmente prefiero mantener las cosas entre nosotros o lo más limitadas posibles. — Le da un ligero beso. — Al menos por ahora, por tu seguridad y porque entre menos personas interfieran más sencillo será ser felices.
El resto del día transcurrió con normalidad. Naruto, como dijo, estuvo al tanto de Sakura, ayudándole en todo lo que le era posible pero por supuesto había cosas que no lograba comprender o acciones de su novia que solo podía ver con admiración. Así era ella, tan talentosa y dedicada.
Al día siguiente partieron muy temprano por la mañana. Temari, como embajadora, los acompañaba en su regreso. El rubio aunque sabía que el peligro había terminado permanecía alerta debido al atentado de los días pasados.
Tres días después finalmente llegaron de regreso a Konoha, era de noche por lo cual todos regresaron a sus respectivas casas para descansar un poco, todos excepto Naruto y Sakura quienes esperaron a que los demás se fueran para estar a solas.
— Bueno… Sakura-Chan, creo que debería irme. — Dijo sin mucho ánimo.
Realmente no se quería separar de ella ni un instante, pero la conocía, quería darle su espacio y no atosigarla.
— ¿Por qué no vienes conmigo? — Preguntó extrañada. — ¿Ya no quieres estar a mi lado?
— ¡No, no! Para nada… No es eso — Se rasca la cabeza sin saber cómo decirlo — Bueno… Verás… Yo no quiero que te artes de mí. — Finalizó agachando la mirada.
— No digas tonterías — Dice acunando su rostro con las manos. — Vayamos a casa. — Murmura besándolo en los labios. — Pero antes te invito a cenar.
Por esa ocasión se dirigieron al restaurante de barbacoa, si bien no era comida favorita del rubio era una que también disfrutaba muchísimo. Sakura eligió ese lugar no por llevarle la contraria a su amado, sino para poder hablar tranquilamente a solas con él.
— ¿Pasa algo? Te ves tensa — Comenta el rubio mordiendo el trozo de barbacoa.
— Naruto… Lo que me pasó aquella noche en el bosque, cuando me secuestraron… — Comenzó diciendo algo dudosa.
— ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo? ¿Cuántos eran? — Se alteró en cuanto ella mencionó el atentado.
Ella se limitó a mirarle en silencio, no sabía si era una buena idea decirle lo sucedido, conocía a Naruto, a veces era tan impulsivo que no medía el alcance de sus acciones.
— ¡Hey! Sakura, ¿qué pasó esa noche? — Preguntó sin paciencia.
— Fue Hinata. — Soltó sin más.
— ¿Qué…? — La incredulidad no cabía en sus ojos.
— Ella… Ella hizo un trato con aquel sujeto — Comentó agachando la cabeza sin atreverse a mirarlo. — Ella quería que él se deshiciera de mí.
Después de unos largos segundos de silencio que parecieron una eternidad la ojiverde posó su vista en el rubio. Tenía la mandíbula tensa y las manos hechas puño sobre la mesa. Su dulce mirada se tornó fría y oscura viendo a un punto desconocido. Jamás lo había visto de aquel modo.
Un escalofrío recorrió su columna al pensar que había sido una mala idea decírselo.
— ¿N-Naruto? — Extendió su mano hasta tocar la de él. — ¿Te encuentras bien?
— Así que tenían razón… Fue ella. — Dijo más para sí que para su novia.
— Oye, tranquilo, ya pasó. Ahora estoy aquí contigo — Apretó suavemente su mano.
El ojiazul posó su vista primero en la mano temblorosa que estaba sobre la suya y después dirigió su mirada a los ojos preocupados de la pelirrosa.
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