CAPÍTULO XXXVII. Un día más.
Ino la mira con una ceja alzada y facciones divertidas. A veces su amiga podía ser tan tonta, no lograba entender como es que era la más inteligente de la clase.
— Sakura, ¿hablas en serio? — Cuestiona— Se nota a kilómetros que Naruto te ama, ese chico siempre estuvo tras de ti y tú cómo tonta pensando en Sasuke, me daba pena a veces — Dice haciendo memoria. — Aunque claro nunca te dije nada tan directamente, después de todo no puedes forzar a alguien a amar a la persona correcta.
— ¿Persona correcta? — Pregunta del mismo modo.
— Ya sabes… Lo que sea que sentías por Sasuke era muy tóxico. — Habla llevándose una mano a la frente— Es muy apuesto e interesante pero no iba a hacerte feliz. Realmente no te merece.
Sakura observa en silencio a su amiga, concluyendo que eso mismo es lo que había pensado ella los últimos meses. Su antiguo compañero de equipo era una persona a la que le costaba ser feliz, no se daba la oportunidad, solo se enfrasca en los problemas y no sabía lidiar correctamente con ellos. Lo peor de todo es que la estaba arrastrando a su oscuro y melancólico mundo, y con ella al rubio que nada tenía que ver.
— Lo mejor será continuar con esta charla en otro momento. — Sugirió la rubia. — Tenemos pendientes por resolver, y no sé tú pero yo ya quiero regresar a casa con mi Sai.
— Vamos entonces
Salieron entre risas de la habitación al mismo tiempo que lo hacía el Uzumaki. Al ver a su amada de tan buen humor se sintió feliz. Su chica era tan fuerte que no se enfrascaba en las malas experiencias que vivía, esa vitalidad y valentía eran tan propios de ella, desprendía una jovialidad tan intensa que era imposible ignorarla.
Cuando las chicas se acercaron a él creyó conveniente darles su espacio así que solo saludó cuando se detuvieron en su lugar.
— Más vale que no metas la pata, Naruto. Serás más fuerte físicamente pero la tortura mental puede ser tan eficaz como cualquier otra. — Le dice entre susurros con una mano sobre sus labios.
— No hay de qué preocuparse, Ino. Prometo no causar problemas. — Responde levantando la mano en señal de juramento.
— Eso espero, Uzumaki — Dijo antes de avanzar unos pasos de ellos. — Los veré en el desayuno. — los miró sobre su hombro antes de marcharse.
El ojiazul frunció el entrecejo con confusión. Pensó que las chicas se irían por su cuenta.
— Ino me devolvió esto, dijo que se lo dieron en la clínica cuando ingresé — Sacó el collar de debajo de su ropa.
La genuina sonrisa de felicidad de Sakura instalada en su rostro iluminó el corazón del Uzumaki. El simple echo de que le dijera a su mejor amiga sobre su relación lo hacía feliz pues no trataba de ocultarlo a sus seres queridos, pero verla así de ilusionada por un obsequio de él era la gloria.
— No había mencionado nada para no desanimarte, pensé que se habían perdido — Exclamó rozando su mejilla con la mano.
— Espero nunca hacerlo, es como tenerte siempre conmigo — Dice empuñando el dije.
— Yo siempre estaré contigo, hasta el día en que muera. — Se acerca hasta su rostro para depositar un beso en su frente.
— Tonto, no digas esas cosas — Espeta envolviéndolo entre sus brazos.
— Eres mi todo, Sakura-Chan. — Dice con seguridad.
Se aleja un poco de ella para mirarla a los ojos antes de posar sus labios sobre suyos fugazmente.
— ¿Nos vamos? — Pregunta el rubio.
Tras un asentimiento de cabeza ambos caminaron hasta el comedor donde ya estaba el resto de sus compañeros presentes. Todos voltearon a verlos con una sonrisa de bienvenida, excepto cierta pelinegra que desde el regreso de la ojiverde se encontraba más nerviosa de lo normal. Aunque todos tenían sus sospechas nada estaba confirmado aún pues no habían tenido tiempo suficiente para interrogar adecuadamente a la pelirrosa.
Sakura la ignoró y actuó como si nada hubiese pasado, sentándose frente al rubio y al lado de su amiga charlaron amenamente mientras transcurría la comida. La tensión que existió los días anteriores se había esfumado casi por completo, Sakura no solo era reconocida por las grandes naciones gracias a sus habilidades sino que también era particularmente querida entre la familia del Kasekage.
Tomaron asiento uno frente al otro debido a que sus lugares ya estaban asignados. Ninguno se molestó ante esto pues podían verse de frente. Se dedicaron una sonrisa antes de que sirvieran la mesa.
— Al parecer ya todo está en orden gracias a ustedes. — Comienza Gaara. — Según los reportes que he recibido podrían partir esta misma tarde, pero me gustaría que se quedaran hasta el día de mañana para que puedan descansar y distraerse en los alrededores.
— Te tomaré la palabra, Gaara. — Le sonríe el rubio. — Necesito conseguir unos chocolates que le han fascinado a Sakura-Chan
— ¿Chocolates? — Cuestiona algo sorprendido el pelirrojo.
— Sí, le han encantado, ¿no es así, linda? — Dice dirigiéndose a la ojiverde quien se sonroja ante el cariñoso apodo.
— Eh… S-Sí, estaban muy ricos — Responde avergonzada. — ¿Ustedes los producen?
— Solo una variedad en particular. No tenemos los suficientes recursos naturales para hacer una gran producción. El resto lo traen de otras tierras. — Aclaró.
— ¿Ya ves? Solo que no sé dónde… ¡Hinata! — Le llama el ojiazul.— ¿Podrías ir con Ino a comprar más de esos chocolates que me trajiste? — Le pide.
— ¿Y-Yo? — Dice desconcertada.
— ¿Quién más? Desconozco dónde los hayas comprado. — Respondió en un tono burlón.
— D-De acuerdo. — Respondió apretando los puños sobre su regazo.
La comida transcurrió con cierta tención entre algunos presentes. Naruto le dedicaba cálidas sonrisas a su novia cada que podía. Nada pasaba desapercibido por Hinata, ya comenzaba a sospechar que algo no andaba del todo bien, generalmente Sakura tendía a negar las atenciones de Uzumaki pero últimamente no era así.
«No, ella solo tiene ojos para Sasuke-Kun» Se tranquilizó.
Una vez finalizado el desayuno cada uno acudió a sus respectivas labores. Sakura dio un por sus pacientes antes de ir a su consultorio provisional. Para su fortuna el tratamiento había resultado ser un éxito, los pacientes aunque estaban débiles ya estaban consientes y presentaban mejoras tanto motrices como físicas. Pasado el medio día ya había terminado con sus pendientes en piso.
La ojiverde iba ojeando algo en sus expedientes camino al consultorio, cuando levantó la mirada vislumbró al Uzumaki esperando pacientemente con los brazos cruzados a lado de la puerta. En cuanto lo vio su rostro se iluminó.
— ¿Cuánto tiempo llevas esperándome? — Preguntó risueña.
Naruto lo pensó por un segundo antes de responderle con una genuina sonrisa.
— Casi 19 años
— Tonto — Dice la pelirrosa rodando los ojos. — ¿Tienes algún pendiente?
— Sí, mi trabajo aquí es ser tu guardaespaldas. Debo velar por tu seguridad — la rodeó por la cintura para acercarla a él. — Debo estar cerca de ti todo el tiempo.
— ¡Naruto! Estamos en el hospital, compórtate — Exclama elevando los documentos justo debajo de sus ojos para ocultar su vergüenza.
— ¿Qué pasa, doc? ¿Te da pena que te vean conmigo? — Provocó.
— Claro que no, pero se supone que estoy trabajando, además alguien puede venir por el pasillo. — Susurró volteando a los costados.
— Eso se puede solucionar
Con su mano libre abre a tientas la puerta a su costado introduciéndolos en un instante. Sakura dio un leve gritito por la impresión. Una vez dentro Naruto tomo delicadamente la mejilla de la ojiverde antes de besarla con suma ternura. Sakura se puso de puntitas para facilitar está acción. Estaban tan concentrados en lo suyo que no se dieron cuenta que había una tercer persona en el interior.
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Disculpen si soy media lenta, es que también estoy haciendo otras cosas pero me estoy dando un espacio para actualizar 👀
Tenga me paciencia, porfis 😬
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