CAPÍTULO XXXVI. De vuelta
A las 5:30 AM sonó el despertador, esta ocasión fue la pelirrosa quién lo detuvo. Solo había dormido tres horas y estaba devastada. Intentó moverse pero unos firmes brazos la sostenían de la cintura, el cálido aliento sobre su nuca la hizo aún más consciente de la situación. Lentamente se zafó del agarre del chico a sus espaldas. Puso las manos sobre su rostro sin querer abrir los ojos, hizo un sonido de queja antes de resignarse a tener que hacerlo. Suspiró sin ganas antes de sentarse en su lugar, en ese momento la cobija cayó por su pecho, el frío del exterior rozó su piel causando un desagradable escalofrío. En ese instante fue consiente de su desnudez así que nuevamente sostuvo la frazada contra su pecho.
Recordó la noche anterior, instantáneamente una sonrisa se reflejó en sus labios. Giró la cabeza para ver al rubio a su costado que ahora sostenía una almohada entre sus brazos. No tenía ganas de despertarlo pero debía hacerlo. Se inclinó sobre él recargándole una mano sobre su brazo y acercó la boca a su oído.
— Cariño, despierta, debemos estar listos pronto — Susurró moviéndolo con delicadeza.
Un gruñido de protesta se escuchó desde la garganta del rubio. Con un rápido movimiento tiró de la ojiverde hacia él tumbando la sobre su pecho.
— Cinco minutos más — Dijo con voz ronca.
— No podemos… ¿O acaso no quieres bañarte conmigo? — Preguntó provocándolo.
Enseguida el chico abrió los ojos por completo, alejó a la ojiverde lo suficiente para poder incorporarse sobre la cama.
— Ya estoy despierto — Exclamó con energía— ¿Hay agua caliente?
La pelirrosa negó con diversión. Naruto podía ser la cosa más dulce y tierna del mundo pero no dejaba de ser hombre y eso lo sabía por experiencia propia. Aunque claramente no podía quejarse, le gustaba compartir intimidad con él.
Sobre la mesita de noche estaba la ropa que supuestamente iban a usar después de bañarse la noche anterior pero al final de cuentas terminaron durmiendo desnudos abrazados uno del otro. La calidez que compartían hacía que esos huecos que había en su corazón se llenaran con las vivencias que estaban compartiendo.
Tomaron el baño sin mucha prisa. Algo que la ojiverde ya sabía era que Naruto era muy consentidor y eso le gustaba. Después de cargarla a la ducha le había lavado el cabello con bastante delicadeza sin ningún morbo de por medio. Naruto había descubierto la fascinación de su chica por las burbujas y espuma, pues mientras la enjabonaba ella tomaba los excesos para jugar como una niña de cinco años con ella, soplándola y haciendo figuritas sin un contorno establecido.
Una hora más tarde ambos estaban afuera del cuarto de baño. Sakura ya tenía el cabello seco gracias a las atenciones de su chico. Pero con lo que no contaba era con su ropa pues esta se encontraba en la que se suponía debía ser su habitación para pasar la noche.
Vistiendo solo una playera del rubio se asomó por la puerta que daba al pasillo de las habitaciones comprobando que no hubiese nadie y a rápidos brinquitos llegó hasta su dormitorio. No tardó mucho en estar lista, ya tenía suficiente práctica con todos sus accesorios y su vestimenta. Además no invertía tiempo en maquillajes ni peinados elaborados, solo su bandana colocada como si fuese una diadema sobre su cautivador cabello.
Estaba acomodando las cosas cuando alguien llamó a su puerta. Supuso que debía ser el rubio así que no se tomó la molestia de girar.
— ¡Adelante¡ — Exclamó desde adentro.
Escuchó girar el picaporte y la puerta abriéndose pero no los pasos de alguien acercándose. Giró su cabeza para ver a la puerta, topándose no con su rubio sino con su rubia favorita. Su sonrisa no se desvaneció pero sus cejas se elevaron al verla.
— Vaya, parece que esperabas a alguien más — Bromeó recargada del marco de la puerta.
— ¿Qué? No para nada — Negó divertida. — Entra que no muerdo. — Bromeó.
— Al menos a mí no — Atacó la rubia entre risitas mientras caminaba en su dirección. La ojiverde solo rodó los ojos.
— ¿Aún tienes pendientes por hacer? — Cuestionó la médico para cambiar el tema.
— Sí, aún tengo un par de reportes por redactar antes de tener todo en orden y listo. — Suspiró con algo de cansancio. — Espero que cuando lleguemos a la aldea podamos conversar como es debido. — Habló con cautela. Su amiga suspiró.
— Por supuesto, Ino. Sabes que así será. Hay situaciones que debo hablar con alguien y quién mejor que tú para consultarlas. — Dijo con un intento de sonrisa que claramente era forzada.
La rubia ya suponía por dónde iba el asunto. Su secuestro fue por demás forzado e incoherente, claramente las cosas no habían ocurrido como la Hyuga había dicho. Pero ese tema no era apto para conversar en el lugar.
La rubia abrazó a su amiga mientras frotaba su espalda, siempre había sentido la necesidad de protegerla como si fuese su hermana mayor, desde pequeña Sakura había parecido vulnerable ante sus ojos pero después pudo ver qué sacó fortaleza de su interior. Tuvo coraje para nunca rendirse y seguir adelante, pero lo que había pasado no era algo que se tomase tan a la ligera como parecía.
— Mi Sakura, a veces me preguntó si tienes un imán para atraer desgracias a tu vida — Comenta negando con la cabeza. — He escuchado que a las mejores personas les pasan cosas malas sin merecerlas pero que las recompensas son las mejores. — Finaliza apartándose de ella.
— No es para tanto, Ino. — Le sonríe de vuelta. — Comparada con otras situaciones he tenido bastante suerte.
La rubia ríe ante sus palabras, le gustaba que ya no fuera la pesimista que solía conocer de pequeña. Tomó su distancia dando un par de pasos atrás para buscar algo en su bolso.
— Toma, me dieron esto en la enfermería en cuanto llegaste. — Le extiende un pequeño sobre tipo estraza.
La pelirrosa frunce el ceño pero de igual manera lo toma. Al tocarlo se da cuenta que es un objeto pequeño. Abre la bolsa y contempla su brazalete y el collar que su novio le había dado.
«Pensé que lo había perdido en aquel lugar»
La felicidad y el alivio tranquilizan su mente. De echo había rebuscado en su bolso para ver si de casualidad se encontraban ahí pero al no encontrarlos se había desanimado bastante.
Sin perder tiempo tomó el elegante accesorio entre sus manos para colocarlo sobre su cuello. Con un extremo de la cadena en cada mano las llevó a la parte posterior de su cabeza para asegurarlo, el frío metal hizo contacto con su piel causando un leve erizamiento. Cuando Concluyó con su labor llevó sus manos y su vista hasta el dije que descansaba sobre su pecho, sonrió ante el recuerdo y lo guardó al interior de sus prendas de vestir. Lo mismo con su brazalete solo que este si estaba colocado a la vista sobre su muñeca izquierda.
— Al parecer las cosas van bastante bien — Canturrea su amiga.
— ¿Se nota tanto? — Sonríe la pelirrosa.
— Esa cara de tonta mientras te pones los que supongo son tus regalitos por parte del Uzumaki no indican algún problema. — Dice la Yamanaka cruzándose de brazos. — ¿Quién sabe? Quizá hasta se casen primero que Sai y yo.
— No seas tonta, Ino. — Se carcajea — Apenas vamos comenzando. Debemos saber si funcionamos juntos. — Expresa jugueteando con sus dedos. — ¿No lo crees?
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¡Hola, hola!
Como dije en el comunicado voy a comenzar a subir los capítulos correspondientes. Voy medio corrigiendo y publicando por lo que tal vez vaya algo lento.
Comenzamos 👀
Z.R. 🌸
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