CAPÍTULO XXXI. Algo de celos.
Cuando estuvo frente a la puerta logró identificar quién era el acompañante de su chica. Kankuro. Una sensación familiar lo invadió. Celos. Realmente no le gustaba que coquetearan con ella pero no podía hacer nada para evitarlo. Sakura era bellísima a los ojos de cualquiera, en más de una ocasión había escuchado comentarios halagándola.
Sacudió la cabeza en un intento de apartar sus instintos retrógradas. Ella era suya, confiaba en ella y era libre de hacer amistad con quién quisiera. Los demás lo envidiarían después de enterarse quien era el dueño de sus besos y caricias.
Dio la vuelta para no interrumpir su conversación, le gustaba saber que se divertía, así era ella, siempre tan positiva y risueña. Ya tendría tiempo de ser él el causante de su euforia. Con una sonrisa en sus labios recordó lo sucedido la noche anterior. Si por él fuera la tendría todo el tiempo desnuda sobre su cama a su merced. Le gustaba el efecto que tenía sobre ella estando a solas.
Con esos pensamientos fue a preparar el baño para dos en su habitación. Había sido un día bastante movido para ella, necesitaba relajarse y que mejor manera que un baño caliente.
Una hora más tarde regresó al consultorio de su chica para acompañarla su recamara. Estaba por tocar la puerta pues no sé escuchaban voces del otro lado, levantó la mano para dar el primer golpecito cuando el castaño abrió desde el interior, justo a tiempo frenó el movimiento en el aire.
— ¡Naruto! — Exclamó por la sorpresa. — No te oí llegar.
— Supongo que no hice mucho ruido — Sonrió tranquilamente. — ¿Está ocupada Sakura-Chan?
— ¡Ya voy! — Gritaron desde adentro.
— Adelante, adelante. Yo ya me iba. — Dijo dándole paso. — Fue un largo día para todos. Nos vemos mañana, descansen.
— Gracias, igualmente — Respondió el rubio analizando sus movimientos.
Kankuro no parecía nervioso, seguramente no sospechaba nada de lo que pasaba entre Sakura y él.
— ¡Igualmente, Kankuro. Y gracias por la cena! — Exclamó la pelirrosa.
Un segundo después se cerró la puerta dejándolos a solas. Naruto se giró hacia su novia quien estaba sobre una pequeña escalera buscando quien sabe que en la estantería.
— ¿Cena? —Preguntó arqueando una ceja.
— Sí, Kankuro amablemente me trajo algo de comida. — Respondió girando la cabeza para verlo con una sonrisa. — No me dio tiempo de ir al comedor del hospital.
— Mmm…
— ¿Qué sucede? ¿Estás celoso? — Provocó la ojiverde.
— Tal vez… — Dijo con desdén.
— ¿Por qué? Es solo un amigo— Bajó de la escalera.
— Pero le gustas y mi me gusta alimentarte — Respondió con un puchero cruzando los brazos. La pelirrosa río por lo bajo.
— Puedes alimentarme cuando quieras. — Lo abrazó. — Aunque es lindo verte algo celoso.
— Eso lo dices porque no eres tú la del conflicto. — Bromeó.
— ¿Qué puedo hacer? Son las consecuencias de ser tan hermosa. — Dijo echándose flores.
— Tienes razón, eres hermosa. — Estuvo de acuerdo el rubio.
La rodeó con sus brazos de vuelta y la sostuvo así por un tiempo. Frotó con su barbilla la cabellera rosa de su novia para proceder a plantar un beso. No quería separarse de ella pero también ansiaba tomar un baño a su lado así que la apartó levemente.
— ¿Vamos a descansar? — Sugirió él— Debes estar agotada.
— Lo estoy — Admitió con un suspiro. —¿Sabes dónde está mi habitación?
— Sí — Lo sabía, pero no la llevaría ahí. — Vamos.
La tomó entre sus brazos ante la sorpresa de la chica. Por reflejó se enganchó del cuello del rubio y descansó su cabeza en su pecho aspirando su aroma. Salieron de ese edificio saludando al guardia en turno y cruzaron hasta donde generalmente los hospedaban durante las misiones.
A esa hora nadie estaba despierto a menos que tuviera algo que hacer, ya era prácticamente media noche, había sido un largo día para todos seguramente dormían plácidamente en sus camas.
Naruto sintió como el agarre de su novia cada vez era más débil. «Se está durmiendo» Supo enseguida. Bajó su mirada hasta el rostro de ella y en efecto, sus facciones estaban relajadas. Su pecho vibró por la risa logrando así que la pelirrosa abriera los ojos.
— No te duermas, ya casi llegamos. — Susurró en su oído. Ella asintió sin decir nada dejando caer nuevamente los párpados.
Dos minutos después Naruto estaba frente a la puerta de su habitación. Sakura tenía la suya pero no había necesidad de estar en recámaras separadas si ya compartían algo de intimidad. Metió la llave en el cerrojo y abrió.
La luz del pasillo se coló al interior de la sala de estar. Entró aún con la chica en brazos y cerró nuevamente.
No se molestó en prender la luz, la oscuridad no era tan densa debido a las ventanas, podía ver perfectamente por dónde caminaba. Se dirigió hasta su habitación para podar con delicadeza el cuerpo de la pelirrosa. Sus cuerpos dejaron de tocarse, fue entonces cuando la chica abrió los ojos.
— Hola — Dijo en un bostezo la ojiverde.
— Hola, linda. — Respondió con una sonrisa.
— ¿Esta es mi habitación? — Preguntó con voz adormilada.
— Es la mía, ¿te molesta? — Inquirió. Sakura negó con la cabeza.
— De cualquier manera te habrías quedado conmigo. — Admitió la chica con algo de humor.
Naruto sonrió ante el comentario. Se enderezó para dirigirse al pequeño armario en el que estaban las toallas de baño y el bolso con su ropa.
— ¿Qué buscas? — Preguntó la ojiverde a sus espaldas.
— Tomaré un baño. ¿Quieres venir conmigo? — Giró la cabeza para verla.
Ella asintió. Tomó otra de las toallas y una playera para que la pelirrosa vistiera después del baño ya que sus pertenencias estaban en la otra habitación.
Dio media vuelta para volver a la cama donde su chica se encontraba sentada frotándose los ojos. Dejó las cosas que llevaba en la mano sobre el colchón a su costado sin dejar de sonreír. Su pequeña Sakura era adorable.
— Ven acá, te ayudo con eso — Ordenó con ternura.
Se inclinó sobre ella para desabrochar el fajín que llevaba puesto. La rodeó desde la cintura para así tener acceso al broche posterior.
Una vez fuera era turno de su vestido. Abrió el broche y bajó el cierre a su costado. Comenzaba a tomarle el modo a aquella prenda que tanto le gustaba a ella. Separó los extremos del vestido de par en par para posteriormente deslizarlo sobre sus hombros. Frunció el ceño cuando vio el apretado vendaje sobre sus pechos.
— ¿Por qué el vendaje? — Preguntó con el seño fruncido.
— Ya te lo había comentado, durante las misiones son más prácticos. — Respondió haciendo un gesto desinteresado con la mano.
— Mmm… Intenta probar con sostenes deportivos o algo así — Comentó deshaciendo el vendaje para liberar sus pechos. — Esto se ve algo incómodo.
— Lo es, un poco. — Admitió. — De echo de camino aquí traía un sostén y no las vendas, pero uno de los idiotas que me secuestró intentó propasarse conmigo. Me sentí más vulnerable en ese momento — Explicó mientras un escalofrío le recorrió la columna vertebral al recordarlo.
Notó como el rubio se tensaba deteniendo su labor y levantando rápidamente su vista hasta que sus ojos se conectaron. El terror se reflejó en su mirada.
***********************************
¡Listo!
Aquí está el correspondiente al día de ayer. A partir de ahora actualizaré cada semana los días viernes después de las cinco de la tarde.
Espero que el contenido sea de su agrado ❤️
¡Los quiero, gracias por su apoyo!
꒰⑅ᵕ༚ᵕ꒱˖♡
Z.R. 🌸
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro