CAPÍTULO XXIII. Te encontré
Conforme se acercaba su corazón se aceleraba cada vez más, se querían llevar a su chica nuevamente. Esta vez no lo permitiría.
Cuando estuvo cerca apresuró aún más el paso, lograba ver su figura, evidentemente no estaba bien. Se alarmó de mediato, el terror inundó su cuerpo, ¿había sido tan grave?
Cuando finalmente llegó a su lugar la vio apoyada de un árbol, tenía sus piernas flexionadas y recostadas sobre el musgo, sus brazos colgaban inertes a los costados, su cabeza inclinada completamente hacia adelante. Se arrodilló delante de la para estar a su altura.
— Sakura-Chan — La llamó sujetando con ambas manos los brazos a los costados del cuerpo de la chica. La sacudió ligeramente con una mirada aterrada. Ella no se movió.
— Naru-to — Respondió débilmente.
Rápidamente el rubio la soltó para tomar esta vez el rostro de la pelirosa entre sus manos, lo levantó con delicadeza, pudo verla de cerca.
Sus ojos casi estaban cerrados, respiraba agitadamente y la palidez de su tez le mostraban lo mal que estaba.
— ¿Qué te han hecho, pequeña? — Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, no le gustaba verla en ese estado, le rompía el corazón, él debí protegerla y había fallado. Apretó la mandíbula y limpio la sangre de la mejilla de su novia. Estaba fría.
— Estoy bien, estás conmigo — Un intento de sonrisa se asomó en su rostro. — Vayamos a casa.
Después de decir estas palabras la Pelirrosa se desvaneció sobre él, su frente quedó apoyada en su hombro, él dejó de escuchar su respiración.
— ¿Sakura-Chan? — Un escalofrío recorrió su columna vertebral. Su voz era entrecortada.
La tomo de los hombros y la alejó de él, ella no se movía en absoluto. Sus manos temblaban. Sujetó su muñeca para comprobar su pulsó, no logró sentir nada. La sensación de ser sumergido en agua helada lo recorrió con dolor. Eso no podía estar pasando. Sin perder más tiempo la tomó entre sus brazos u corrió en dirección a los demás, los encontró rápidamente en dónde la tenían secuestrada. Vió a Kankuro y Temari dirigirse a el en estado de alarma.
— ¿Qué pasa? ¿Ella está bien? — Indagó Kankuro con el ceño fruncido.
— Necesitamos regresar a Suna, ella no tiene signos vitales. — Dijo con desesperación.
Los chicos al escuchar esto palidecieron de inmediato, Temari se giró para dar la orden a los demás de que regiatraran el lugar. Sin perder tiempo corrieron de vuelta a Suna.
Un par de kilómetros después Naruto les informó que se adelantaría con ella, era una ventaja de su habilidad. Notablemente estuvieron de acuerdo. Sentir la feria piel de su chica lo hacía sentir fatal. Se preguntaba si ella se sintió del mismo modo cuando le habían extraído a Kurama en la cuarta guerra. Si fue así, lo estaba pagando justo ahora.
Unas horas más tarde finalmente llegó, fue atendida de emergencia por el cuerpo médico del lugar aunque ninguno era lo suficientemente bueno para crear algo que la ayudara. Gracias al equipo con el que contaban lograron marcar los débiles y apenas perseptibles latidos de su corazón, el oxígeno fue colocado y permaneció ahí el suficiente tiempo para que el rubio lo considerará una eternidad.
— Naruto, debes tranquilizarte. — Se acercó a él Shikamaru.
— ¡¿Cómo quieres que me calme?! ¿Acaso no la viste? ¡Esto es mi culpa! — Paso una mano sobre su rostro con frustración.
Estaba muy nervioso, los médicos le dijeron que la tendrían en observación hasta que se estabilizara pero que no sabían cuándo iba a pasar, estaba en una especie de coma.
Todos estaban presentes en la sala de espera, todos excepto cierta pelinegra. Ella se encontraba haciendo lo que mejor sabía hacer, espiar a la gente sin ser notada. En la esquina del pasillo escuchaba atentamente lo que decían. Sakura no había muerto, si despertaba y todos se enteraban de que ella lo había permitido Naruto la odiaria y no querría estar jamás con ella. Debía encontar el modo de persuadir a Sakura en cuanto despertara.
Salió del hospital y se dirigió a una florería, compró un par de rosas amarillas y regresó. Intentó calmar sus nervios, no es que fueran un problema como tal, ella generalmente se sentía de ese modo al estar cerca de Naruto, pero había un par de personas que dudaban de ella, no quería levantar sospechas.
— Naruto-Kun — Dijo con la vista baja.
— Hinata, ¿qué sucede? — Pregunto sin mucho interés.
— Si me lo permites, yo podría estar cerca de Sakura-San para cuando despierte. — Dijo con falsa dulzura.
— No te molestes, yo personalmente me quedaré a cuidar de ella — Respondió intentando darle una sonrisa que salió más como una nueva.
— Pero... — Estaba a punto de agregar algo más pero fue interrumpida por Kankuro.
— Te han dicho que no — Señaló con frialdad, a él le gustaba Sakura y le tenía un particular aprecio, cuando Temari le dijo las inconsistencias de su coartada supo que no era una persona confiable. — Será mejor que te retires.
Los ojos de la Hyuga se llenaron de lágrimas, quizá ellos ya sabían lo que había pasado, eso quería decir que posiblemente Naruto lo supiera en pico tiempo, eso le dolía más que las fría palabras que le habían dirigido.
— Sí, yo... — Volteó a ver al ojiazul pero este evitó su mirada sin decir nada. Estaba obsorto en sus pensamientos.
— Yo se las daré — Dijo Ino tomando las flores de sus manos. — Deberías ir a descansar. Ya es tarde.
La ojiblanca asintió con resignación, dió media vuelta, la vista de todos estaba clavada en ella, cuando se perdió en la distancia se miraron todos entre sí.
— Temari, si no te importa me quedaré a vigilar que no pueda entrar, notificaselo a Gaara. — La seriedad de Kankuro tomo por sorpresa a la rubia pero no lo contradijo.
— Yo... Me quedaré adentro con ella. — Nadie se negó, sabían que debía estar muy preocupado por la pelirrosa.
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