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CAPÍTULO L. Bien por ti

El rubio no quiso hacerlos esperar más, ambos estaban necesitados del otro. Tomó las piernas de la pelirrosa y las colocó sobre sus hombros, sabía que en esa posición llegaría más profundo en ella así que lo haría despacio. Lentamente se introdujo hasta el fondo robando un sonoro gemido de su amada. Iba a comenzar a moverse pero ella lo detuvo.


— ¡Espera, espera, espera! — Gimió con los ojos fuertemente cerrados por el placer/dolor.

— ¿Te lastimé? Perdóname, yo pensé que te gustaría — Intentó quitarse pero antes de que saliera ella lo impidió.

— No, no te vayas, dame un segundo — Suspiró.—  Solo… Ve despacio.

— No tienes que pedirlo.


Poco a poco fue comenzando sus firmes estocadas, lo hacía tan lento y profundo que Sakura sentía que tocaba el cielo. Esa posición lograba que él llegara hasta donde no imaginaba, se sentía tan condenadamente bien que no pudo evitar clavar las uñas en su espalda. En respuesta el comenzó a moverse un poco más rápido. El placer la consumía, sentirlo desde adentro era una experiencia única. Él se apoyó con sus antebrazos a cada lado de la cabeza de ella.


— Naruto… — Susurró— Te amo, te amo tanto — Decía suspirando en el oído del Uzumaki.

— También te amo, cariño — Jadeaba en el hueco de su cuello. — Eres perfecta, Sakura, me encantas. — Decía mientras lamía y mordisqueaba su piel.

— Naru-to… P-Por favor… — Un suave gemidito salió de su boca.


El sabía lo que ella quería y estaba más que dispuesto a dárselo. Se incorporó un poco para sujetar con ambas manos la parte interna de sus rodillas . La sostuvo con firmeza y aceleró el ritmo de sus penetraciones. La ojiverde no podía callar su boca aunque lo quisiera, echó la cabeza hacia atrás arqueando se presa del placer. Sus gemidos eran agudos y ahogados pero sonoros, eso le encantaba al ojiazul, incluso podría percibir los ligeros y esporádicos temblores de su cuerpo.

Sentirla tan suya, estar en su interior  había sido una de sus grandes fantasías y anhelos. No por lujuria exactamente, algo había de eso, pero el que ella fuera suya para hacerla feliz, para amarla con cada célula de su cuerpo era su grande sueño. Después de tantos años ella finalmente era parte de él de manera entrañable. No había duda, ella era su hogar.

Levantó la cabeza para admirarla, quería memorizar cada gesto, cada sonido y respuesta de su cuerpo. Ya la estaba conociendo, suspiraba y jadeaba cuando iba lento, pero cuando lo hacía más rápido ella no siempre conseguía hacer que sus gemidos sonaran bajos.
Quizá era por su falta de experiencia, pero hasta ese momento era un tanto cohibida en la intimidad, algo bastante extraño en ella. Ese cambio de actitud le encantaba, lucía tan adorable e inocente. Como si en su interior fuese una delicada flor esperando a ser amada. Deseaba que esos momentos a su lado fuesen eternos sin tener que preocuparse por nada más.

Sakura comenzó a experimentar los espasmos que anticipaban su liberación, al notarlo el rubio dejó de contenerse dando fuertes y rápidas estocadas. Sintió las uñas de su novia arañando su espalda con desesperación, era doloroso pero no lo suficiente para quejarse y mucho menos detenerla, ella podía hacer con el lo que quisiera, después de todo ya era completamente suyo y el estaba disfrutando tanto como ella de su encuentro. Tenerla retorciéndose de placer bajo su cuerpo, sentir su piel erizada contra la suya, escuchar su nombre siendo susurrado desde sus labios de forma inconsciente y sus gemidos cantados sobre su oído eran algo por lo que estaba dispuesto a pagar con su vida si fuese necesario.

Estaba en el límite, no podría aguantar por mucho más tiempo, para su fortuna sintió como la intimidad de ella se contraía desde el interior al tiempo que dulces y embriagantes gemidos brotaban de sus rojos labios dándole bandera verde para dejarse consumir por su placer junto con ella en la calidez de sus cuerpos. 

Se quedó quieto por unos segundos abrazando con fuerza a la ojiverde quien seguía con leves temblores y tibios jadeos. Percibió que las manos que antes lo escudriñaban con las uñas ahora parecían laxas en su espalda. Besó las rojas mejillas de su chica antes de juntar sus frentes, ella seguía con los ojos cerrados así que él hizo lo mismo rozando sus narices.


— Me haces tan feliz, Sakura-Chan. — Susurró.


Su cálido aliento provocó un cosquilleo en los labios de la Kunoichi. Esbozó una dulce sonrisa antes de juntar suavemente sus labios.


— Y tú a mí, Naruto.


Ladeó la cabeza para presionar el cuerpo del rubio contra el suyo. Sus manos comenzaron a dar leves caricias en su espalda. Notó leves bordes en la piel que estaba segura que él no tenía. Un segundo después recordó la manera en la que se aferraba a su cuerpo y fue entonces cuando comprendió.


— Lo siento — Murmuró. Una risita se escuchó de él.

— Yo no, me ha encantado. — Admitió.



Era ligeramente doloroso pero en comparación a verdaderas heridas que ha recibido eso no era absolutamente nada, incluso era gracioso.


— Debemos bañarnos — Dijo ella dándole cortos besos en el hombro.

— Solo un minuto más. — Pidió.

— De acuerdo, pero solo uno.


El Shinobi continuó sosteniendo la mayoría de su peso para no aplastarla. Los segundos pasaron con rapidez, cuando finalmente salió de su interior la hinchazón en su parte baja aún no disminuía pero tampoco quería abusar del cuerpo de su Sakura.

Ella extendió sus brazos como una niña pequeña para que el la tomara entre los suyos. Este gesto robó una risita del Uzumaki.


— Ven acá.


La sostuvo contra sí y se dirigió al cuarto de baño. Entró con ella en brazos dejando que el agua tibia relajara sus cuerpos, la acomodó entre sus piernas haciendo que ella recostara la cabeza en su pecho. Él, con su mano acunaba el agua para después dejarla caer sobre ella.


— ¿Sabes? Soñaba con este momento… Estar contigo así. — Murmuró.

— Yo también, Sakura-Chan. Hacía muchos años que lo añoraba. —Admitió.

— Pervertido… — Susurró negando.

— No me culpes… El tiempo que estuve con Jiraiya sensei me obligaba a leer o escuchar sus manuscritos. — Rió por lo bajo.

— ¿Los libros porno que lee Kakashi sensei? —Frunció el ceño— ¿No eras muy joven para esas cosas?

— Sí —Recordó con nostalgia.— Antes no les entendía muy bien, cuando comencé a hacerlo me daba pena solo de pensarlo. Pero conforme crecía me di cuenta de lo útil que era haber leído esas cosas.


Una oleada de celos invadió a la pelirrosa, tensó la mandíbula y empuñó las manos. Aunque no tenía razones para hacerlo se molestó de solo pensar en las mujeres con las que el rubio había estado. Él tenía experiencia en eso y de algún modo le preocupaba que el haya tenido encuentros mejores que los que estaba teniendo con ella.


— Mmm… Pues que bien por ti.


Intentó ocultar el desagrado pero no lo consiguió. El ojiazul lo había notado claramente, ella no podía verlo pero él tenía una gran sonrisa plantada en sus facciones.


— No estés celosa… Hay Naruto suficiente para todas. —Lo dijo en zon de broma arrepintiéndose al instante de sus palabras.

— ¡¿QUÉ DIJISTE, IMBÉCIL?! — Exclamó

Se giró con la mano previamente empuñada mientras la otra lo sostenía del cuello.

— Tr… N… Q-Qui-la —Sakura apretó más su agarre.— E-Es… Br… Bro-ma —Apenas pudo decir.


Levantó las manos en señal de rendición mientras intentaba respirar. La ojiverde tenía la intención de golpearlo pero un sentimiento contrario la frenó, simplemente lo soltó en cuanto se comenzó a poner  por la falta de oxígeno, estaba realmente enfadada.

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