La clase ya estaba en sus pupitres, el lugar de nuestros pequeños adolescentes insensatos siempre era al final del salón, de donde eran los dueños absolutos, en algunas clases les gustaba molestar a sus compañeros y desde ese punto era fácil tener la visión sobre todos, algunos de sus habituales blancos eran Jimin, un pequeño que amaba estudiar, callado, usaba lentes de pasta gruesa, ropa de abuelos, según Tae y Kook, y era inseguro, pero al sonreír o saberse una respuesta mostraba una sonrisa adorable, era como la mascota de las chicas pues decían que era como un osito dulce y abrazable, Yoongi a quien le apodaron emo por su ropa oscura, cabello negro que contrastaba con su piel pálida y que nunca sonreía o reaccionaba más allá de una mala mirada y alguna mueca de disgusto de vez en cuando a su dirección, rara vez hablaba, habían compartido horas en detención y sólo habían escuchado respuestas casi en susurro de su parte y visto dormir en su pupitre al fondo también del salón, y por último Hoseok, un chico alegre que seguido se reía de sus payasadas pero que se negaban a incluir con ellos porque les parecía demasiado alegre y empalagoso.

Todos estaban tranquilos, a excepción de este par que estaba expectante a lo que pasaría en unos minutos, conocían la rutina del señor Lee a la perfección, siempre le tomaba más minutos de lo necesario llegar a su clase, intestino activo y puntual, así que siempre si clase empezaba 9:05, a las 9:01 ya todos esperaban en sus pupitres pues de pasar por el pasillo un prefecto y hubiera relajo ganarían horas de detención, 9:03 llegaban Eun-Ji y otras cuatro chicas que la seguían siempre, llegaban siempre oliendo a lociones dulces, y cigarro, por ello tardaban, esperaban a que el prefecto hiciera su ronda luego de cada timbre por los pasillos para poder salir del baño al salón sin arriesgarse a un castigo, 9:05 llegaba el maestro, apresurado, con mala cara y sudando excesivamente.

Dieron 9:02 y Tae miró a Kook dándole la afirmación para que hiciera el movimiento, Kook asintió y con un pequeño golpe aseguró la cuerda que seguía por la polea hasta un balde encima de la puerta que se escondida perfectamente de la clase por una viga.

9:03 y Eun-Ji abrió más la puerta del salón desatando el mecanismo sin siquiera percatarse, cuando las cinco chicas pasaban por la puerta fueron bañadas de pintura rosa fosforescente manchando sus prendas de marca y arruinando su cabello y maquillaje quedando completamente humilladas al percibir la risa del salón entero y recibiendo varios flashes y sonidos de clicks, fueron sólo unos segundos antes que toda la escuela riera al unísono al recibir notificaciones con fotos adjuntas de las cinco pesadas del instituto con cara de sorpresa bajo un baño de líquido rosa que escurría por sus rostros y ropas, la expresión de Eun-Ji era de ira pura y sus puños se apretaron hasta que sus nudillos eran blancos cual nieve, un bufido sonoro salió de su boca

-¡quién haya sido pagará por esto! Disfruten de su risa mientras puedan. - lo último en tono de susurro amenazante le provocó escalofríos a Kook que miró de soslayo a su mayor que no parecía inmutarse, quizá nos pasamos pensó.

Con un ademán de Eun-Ji las chicas le siguieron cabisbajas saliendo del salón, huyendo por el pasillo mientras oían la risa grupal en cada aula.

- esto no se quedará así... - Eun-Ji tenía un lado oscuro temible, esa incapacidad de tomar las cosas con humor, o de sentir piedad por quien consideraba amenaza.