Quisiera que quererlo solo fuese un cosquilleo, sentirlo sin pensar. Un cosquilleo que pasa y se desliza por la cascada del olvido. De pequeño tuve una cajita de música y a veces con solo moverla, sin haberle dado cuerda me regalaba unas notas, mi corazón vibraba pensando que me regalaría toda la tonada, más solo eran dos notas, tres. Y volvía al silencio.

Ando tras otra cosa, pero no es una cosa. Tanto más se parece un fantasma, pero los fantasmas a lo menos vivieron una vez. Respiraron, hubo quién los beso, al menos los beso la muerte ¿Importa que bese la muerte? Eso formularía un lesbianismo en las monjas. Pero yo andaba por otro....

 Y aún puedo escribir entre páginas que me he comido un emparedado ¿pero como escribir que lo he visto? Porque sí, lo he visto. Pero también lo vi antier y hace una semana y no es lo mismo. Comer el emparedado no cambia, pero mirarle es un: Oh, ya llegaste. Un: Te extraño, Te quiero. Y varias veces un: No dejes que me vaya, quédate, no me dejes.

Pero como no se escucha nada cuando le miro ¿Qué escribir? Como recordar que le he visto hoy? Ya esta, no volveré a escribir en mi diario.

-Quiero recordar haberlo hecho, pero no recordarlo...

-¿Cómo dices?

-Ah ¿Por qué no hacerlo? No es un título no es un diploma bajo el cual nos podamos sustentar.

-No diré nada, nadie debe saberlo, nadie lo sabrá.

...Lo aturdía hasta marearle, no diría nada ¿pero como impedirle escribir?