El pobre Kim se permitió asustarse cuando de un momento a otro se encontraba atrapado atrás de las instalaciones, ¿quien iba ahí? Solo los que se saltaban las clases, los que venían a beber o fumar, quien sabe a qué más.

Sin duda no quería estar ahí.

Su espalda chocó contra la pared de piedra a sus espaldas, soltó un pequeño quejido.

Era Hoseok.

—¿Q-Que...?— trato de hablar, pero unos labios en su cuello lo espantaron.

Su cuerpo se paralizó, no pudo hacer nada.

Podría pegarle una patada en sus partes, pero no reaccionaba.

Los labios eran tan suaves y....

—¿Estabas buscando algo, pequeño Kim?— susurro en su oído ahora.

¿Por qué no gritaba que lo dejase?

Y, peor aún, ¿por qué no quería que se alejase?

Un quejido, un intento de palabra salió desde sus cuerdas vocales perdiéndose en el aire.

Despertó.

Alejo a Jung tan rápido como su cerebro le gritó que eso estaba
mal, antes de que su corazón empezara a latir de forma distinta ¡por Dios, Kim! No, no empieces a sacar estúpidas teorías, solo cállate.

En un intento de forcejeo, trato de huir, pero ¿por qué Jung no lo dejaba huir?

—Hey, Jung, déjalo, ¿quieres que te vuelva a dejar de culo?— soltó JiMin a sus espaldas.

Ahora no sabía muy bien si quería huir o seguir atrapado entre Jung y la pared.

Su corazón a latir de una forma muy desesperada, pero ansioso por más y no, eso no podía ser posible, jamás ¡era Jung! El que ser burlaba de él, jamás podría pasar... Y, por otro lado, estaba su cerebro que le gritaba que accionará de una vez.

Pero, no sabe si por bien o por mal, estaba confundido, la voz de JiMin lo atrajo a la realidad, a su pobre realidad.