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Invierno

El amor es sacrificio, éste sólo es posible cuando se emerge de sí propio para vivir en el otro.

—Soren Kierkegaard


«¿Sí un día ya no tuviera esta hermosa voz, aun así me amarías?»


I

Invierno

En una época desconocida, en una aldea cuyo nombre se ha perdido con el trascurrir del tiempo, se encontraba una pareja abrazándose frente al fuego, mientras se protegían del frío aire invernal que venía acompañado de finos cristales de hielo. A la destartalada choza le faltaban cortinas y tablas que impidieran la entrada de aquellas gélidas corrientes; la nieve ya se arremolinaba en cada camino, fachada y tejado de los hogares del pueblo, a la vez que aquel albo manto se extendía por las montañas y cubría cada centímetro de esas imponentes rocas negras.

El hombre abrazaba a la mujer con toda la ternura que él era capaz de ofrecer, e incluso más. «Ella lo merece», se repetía constantemente. Era imposible no hacerlo. Después de todo, la llegada de su esposa hace años —ese invierno celebrarían su cuarto aniversario— había sido la mayor y más grata sorpresa de su vida. Recordarla ahí parada, sola, sonriente, frente a su puerta, invariablemente lograba hacer que sus labios se curvaran en una media luna y que su corazón latiera con más fuerza de la usual. Era curioso, a decir verdad; a pesar de haber vivido juntos por tanto tiempo, él seguía embelesado con su esposa. No era sólo su extraordinaria belleza exterior —misma que llegaba a comparar con la de una Diosa—, sino también su humildad, entrega y gentileza para con todos a su alrededor, pero en especial con él. Sólo con él.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó la melodiosa voz de su esposa, quien se removió entre sus brazos y levantó la mirada.

—Linky, ¿en qué piensas?

Él sonrió. «¿En qué pienso? Es obvio, ¿no lo crees?»

—Pensaba en ti, Leni. Recordaba el día en que nos conocimos...

La mujer no pudo evitar sonrojarse y soltar una risita.

—¿En serio? Y ¿por qué?

Lincoln cerró los ojos, atrajo a Leni hacía sí mismo y habló:

—Ver la nieve me hizo recordar aquella noche en que llegaste a mi puerta. Había terminado de guardar mis herramientas en el cobertizo y estaba a punto de irme a dormir. A decir verdad, esa noche no pensaba cenar, pues el cansancio y fastidio de la semana me tenían destrozado. Tenía hambre, seguro; pero la fatiga era mucho mayor. No recuerdo haberme sentido así en toda mi vida. Y el mal humor era incluso peor; justo esa tarde se rompió la rueda de mi carretilla y no pude ocuparme de mis negocios en el pueblo ni comprar carbón ni aceite.

»Ya me encontraba acostado en mi cama cuando, de repente, oí un golpeteo en la puerta. "¿Quién podrá ser a esta hora", me pregunté. Me levanté refunfuñando y preparándome mentalmente para ir y gritarle en la cara a quienquiera que fuese que se largara. Llegué a la puerta, la deslicé con toda mi fuerza y, antes de poder siquiera emitir sonido alguno, te vi.

»Jamás había visto nada igual. "Es una Diosa", pensé con la boca abierta. Y aún hoy lo sigo creyendo. Vestías un kimono blanco de cuello rojo, mientras un velo blanco te cubría la cabeza, aunque eso no impedía que pudiera distinguir unos cuantos mechones de tu pelo rubio. Y a pesar de tener la cabeza gacha, eran más que evidentes los rasgos de tu rostro: todos eran hermosos.

»Tuve que agitar la cabeza para volver a la realidad y atreverme a preguntar si deseabas algo. Pensé que finalmente había reunido el valor necesario para hablarte. Je, je. Pobre inocente que fui. Al momento de abrir la boca, te quitaste el velo de la cabeza y por primera vez me viste a la cara. Me quedé mudo. Si antes creí que eras bella, ahora estaba plenamente convencido. No, no bella; la más bella. Tu piel, tu nariz, tus labios, tus ojos, todo era perfecto.

»—Ah... Eh... Y-Yo... Y-Y-Yo —balbuceé.

»A veces me pregunto si no te parecí patético en ese momento. Estaba hecho un manojo de nervios. No articulaba ni una oración coherente, me sudaban las manos y el pecho me retumbaba. Sin embargo, en vez de parecer molesta, me sonreíste y soltaste una risita. Fue magia. No sé de qué otra forma podría describirlo. Mis miedos e inseguridades desaparecieron con aquella rítmica melodía. Yo mismo no pude evitar reírme contigo. Tras unos segundos, ambos nos quedamos callados, pero no era un silencio incómodo, sino todo lo contrario. Me hice a un lado para dejarte pasar y lo hiciste.

»—¿Tienes frío? ¿Quieres algo de beber? —te pregunté.

»Pero tú sólo te limitaste a negar con la cabeza. Aquello me extraño, pues no parecías afectada por el frío en lo absoluto ni te veías cansada o hambrienta. Me senté en el piso y, sin que yo dijera nada, hiciste lo mismo frente a mí. A esa distancia y con la luz que emitía la pequeña lámpara pude apreciar tu rostro una vez más; no me cansaba de verlo. ¿Cómo hacerlo? Si cada vez que lo miraba me parecía aún más hermoso que antes. Nunca te había visto en mi vida y ya podía jurar que estaba enamorado de ti. Una vez más abrí la boca para intentar, siquiera, preguntar por tu nombre; pero tú me silenciaste poniendo tus dedos sobre mis labios y hablaste por primera vez esa noche. Me sorprendí, no por aquella dulce y melodiosa voz, sino por las palabras que articularon:

»—Por favor..., cásate conmigo.

»Lo más inteligente que pude decir fue "¿Qué?", con la voz entrecortada. No podía creer que semejante mujer me hubiera pedido a mí, un pobre campesino, que me casara con ella. Recuerdo que pusiste una cara triste al ver mi reacción; pensaste que te rechacé porque no creía que eras suficiente para mí. Pero era todo lo contrario: ¿cómo iba yo a darle una vida digna a una mujer? Y más a una como tú. Eso, sin mencionar que no sabía ni tu nombre ni de dónde venías. Te di esa explicación y tu semblante cambio por completo; me sonreíste y dijiste que ese no era problema, que confiara en ti. Me pediste una oportunidad para demostrarme que tu amor hacía mí era sincero. Al ver tus preciosos ojos azules, refulgiendo en determinación, y tus mejillas, cubiertas con tenue rubor, ya no me pude resistir; dije que sí.

»Y aquí estamos, cuatro años después...

Cuando Lincoln terminó de hablar, Leni no pudo evitar hablar con cierta vergüenza.

—Lo cuentas todo como si hubiera sido un sueño, Linky.

El peliblanco acarició el pelo de la mujer y dijo:

—Lo cuento de esa manera porque para mí así fue: un sueño. El más hermoso de los sueños —él la vio a los ojos y, con una sonrisa, añadió—: Gracias, amor. Gracias por llegar a mi vida.

Otra gélida corriente de aire golpeó la casa de la pareja, haciendo que el frío se colara entre las rendijas de la madera, pero ninguno de ellos dos pareció sentirlas. Lincoln sólo se concentraba en su esposa: en su cuerpo, su cabello, su aroma, todo. Y Leni se aferró con fuerza al pecho de Lincoln, mientras apartaba la mirada del fuego y ocultaba su rostro en el cuello del hombre. Aspiró su aroma y en su mente repitió «Te amo» tantas veces como le era posible.

«No, Linky —pensó ella—, gracias a ti. Gracias por aceptarme, por cuidarme, por amarme, y por haberme salvado en ese entonces... Yo antes creía que todos los humanos eran iguales, pero tú eras diferente. Me viste atrapada y te compadeciste de mí. Me liberaste y me salvaste la vida. Después de eso te observé; aprendí tanto de ti que, cuando menos lo esperé, ya me había enamorado de ti... He vivido como una humana, como una mujer... He vivido inmensamente feliz a tu lado, y espero que algún día pueda agradecerte por todo lo que me has dado.»

Cuando la noche cayó, los amantes se entregaron, aún abrazados, a los brazos de Morfeo. El frío no fue problema, la nieve tampoco. Ambos se encontraban en el lugar más cálido del mundo. Y la primavera llegaría, eventualmente lo haría. Por lo pronto, seguirían viviendo en aquel cándido mundo, donde no existía nada más que ellos dos.


Bien, para los que sean fans de Vocaloid, sabrán que este pequeño fanfic está inspirado en la canción "Shikiori no Hane" ("Seasonal Feathers" o "Feathers Across the Seasons" en inglés, y "Plumas Estacionales" en español").

No será una historia muy larga, pero sí quiero darle una extensión decente para profundizar en los personajes. Este primer capítulo es corto, pero los próximos serán más largos. Lo prometo.

Si encuentran errores de redacción o faltas de ortografía, díganme cuales son; estoy dispuesto a recibir críticas.

Sé que no es obligación de nadie hacer esto, pero si es posible, por favor comenten la historia. Me hace muy feliz leer los comentarios de la gente.

Sin nada más que decir, me despido.

Dark Dragon Of Creation

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