ALWAYS YOU
Querida Lily,
Esta es la segunda carta que te escribo. Pasó una semana desde que te escribí, y ahora estoy nuevamente a vela en la mitad de la noche, rogando porque no levante a mis compañeras de habitación. Estoy segura de que Mary me mataría si es que molesto su sueño de belleza. La otra noche me quemó una ceja mientras intentaba un nuevo hechizo de belleza, no sé si te diste cuenta por la mañana que en mi rostro había una ceja sana y otra pintada con maquillaje. Afortunadamente, hoy a la tarde me ayudó Madame Pomfrey a recuperar lo que era mío.
¿Sería demasiado espeluznante decir que no pude dejar de mirarte hoy? Seguramente sí, qué bien que nunca vas a ver lo que escribí porque me moriría de vergüenza... pero es la verdad, estabas radiante. Tan radiante que no me sorprende que tu novio te haya abalado todo el día, yo también lo haría. Es lo que mereces. Mereces ser recordada cuán brillante eres todos los días a cada hora, cada segundo. Si te soy sincera, veinticuatro horas hasta me parecería poco para llenarte de cumplidos, mereces más de lo que es humanamente posible.
Recuerdo cuando te di un cumplido por primera vez. Y no, no me refiero a cuando te dije que eras muy inteligente en primer año, ese no cuenta porque —si te puedo ser sincera— no te lo dije de una buena forma. Claro, decir "eres muy inteligente" no sonaría para nada cruel en una situación normal, pero era torpe y no se me ocurrió ningún insulto más que dar un cumplido. Estaba celosa de que fueses tan buena en historia de la magia, esa era la materia que mejor me iba y más me gustaba, y resultaba que ni siquiera era la mejor en ella. Eras tú. Siempre eras tú.
Me desvié de tema nuevamente, pero no importa, trataré de explicarme.
Sí, siempre eras tú. Siempre tan segura de ti misma, tan educada, tan inteligente. Todos los profesores te adoraban y sería una mentira decir que los celos no me persiguieron por mucho tiempo. El colegio era el único lugar donde yo tenía un lugar para lucirme pero tú siempre estuviste en el medio del escenario, acaparando las sonrisas y las felicitaciones. Eras una celebración andante y yo solo tiraba el confeti detrás tuyo.
Aunque esto te sorprenda luego de admitir mis celos hacia ti, nunca fui una persona exactamente vanidosa. Es cierto, no era la mejor estando en el centro de la atención y tal vez eso tenía que ver con que en mi hogar nadie está en un puesto más alto que el otro: mis hermanos y yo tenemos el mismo amor de nuestros padres y por ello nunca tuve una razón para querer más. ¿Por qué querría más cuando ya lo tenía todo?
Pues, por más irónico que fuese, sí quería más, pero no por mi propio beneficio... pero por ti. Siempre quise más que ti.
Siempre quise tener notas más altas que las tuyas, aunque simplemente era imposible porque sí eras muy inteligente y yo era... completamente promedio en todo. Una realidad dura pero verdadera de la cual me di cuenta cuando mis notas en historia fueron bajando. Al parecer no me gustaba tanto como había pensado en el principio, y el veneno había salido de mí por absolutamente nada.
Ahora me río de mi humillante memoria, pero en el momento me quise esconder bajo el lago negro y nunca salir. Tal vez y el calamar gigante me podría devorar y así yo no debería verte nunca más.
Qué ingenua y pequeña era, pensando que te envidiaba cuando solamente quería tu atención. Verdaderamente ingenua si me preguntas.
Así que sí, Lily Evans, siempre fuiste tú. Desde el principio te encuentras en mi historia y no dudo que estés en mi futuro. Siempre serás la persona que me hizo como soy hoy en día, y espero que lo sepas sin que te lo deba decir.
Eres un regalo de persona y no me cansaré de decírtelo.
Con amor,
Pamela.
PD: El cumplido al que me refería sucedió en cuarto año, te dije cuán hermosa te veías en tu cumpleaños.
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