Segunda parte; sueño🌑
NuNew evitaba mirarlo a toda costa. Su cuerpo estaba tenso, con las manos inertes sobre las rodillas. Al verlo en tal estado, Zee se sintió como la peor persona del universo. Estaba tan inmerso en su preocupación por Saint y en sus dudas respecto a la descabellada situación que no se detuvo demasiado a pensar en cómo eso afectaba a su novio. Dispuesto a reparar el daño antes de que este fuese peor, caminó hasta la cama y se sentó junto a Nunew. En ese momento se percató de que las sábanas manchadas de tierra habían sido reemplazadas por un nuevo juego de sábanas limpias.
—Esto es una locura —Quiso reír, pero no logró más que formular un patético intento de sonrisa. Estiró una mano y la posó sobre la mejilla de NuNew. Tan solo necesitaba sentir su calor, saber que sin importar que el mundo se cayera a pedazos y todo se pusiera de cabeza, él permanecería siempre a su lado.
Sin embargo, tan pronto como rozó la piel tersa con las puntas de los dedos, el chico se levantó.
—Voy a tomar mis cosas y me iré.
Eso fue suficiente para que Zee se alarmara. Un atroz escalofrío lo recorrió desde la nuca hasta el final de la espalda.
—¿De qué diablos estás hablando? ¿Por qué te irías?
—Hia, Saint está...
—Sé qué está aquí —lo interrumpió, frunciendo el entrecejo profundamente—. No tengo ni la menor idea de cómo sucedió, pero está aquí, tomando una ducha en nuestra bañera, ¿acaso eso cambia algo entre nosotros?
—Es que no lo sé, hia, ¡no lo sé!
Impidiendo que NuNew se atreviera a dar otro paso lejos de él, Zee sujetó su mano y lo hizo caer sentado sobre sus piernas, frente a frente. Al principio NuNew luchó para liberarse de la prisión que eran sus brazos en ese momento, pero terminó por ceder y quedarse quieto.
—Hia, hace apenas un par de horas dijiste que deseabas tener a Saint de vuelta —acusó—. Ahora está aquí y yo siento que sobro.
—Mi amor, no te atrevas a decir una cosa así —Zee le pasó una mano por la espalda, y con la otra se encargó de limpiar cada una de las lágrimas que brotaban—. No debes irte, ni siquiera lo pienses. Esta es tu casa.
—Pero...
—Escucha, no sé qué está pasando, te juro que yo tampoco puedo entenderlo —dijo con total sinceridad—. Pero nada de esto cambia las cosas entre nosotros. NuNew, te amo.
Los ojos hinchados de NuNew, normalmente alegres y vivaces, en ese instante parecían opacos debajo del brillo de las lágrimas. Zee se odió por hacerlo llorar tantas veces en un solo día. NuNew era la persona más animada y risueña que conocía, y a pesar de que se convertía en un llorón por las cosas más insignificantes, como las películas o las canciones tristes, rara vez lloraba por temas serios.
Estuvo a punto de acercarse para atrapar los labios rosas del muchacho en un beso que tanto necesitaba, cuando advirtió el sonido de sutiles pasos.
—Zee —aquella voz tan conocida y al mismo tiempo tan extraña lo llamó, captando la atención de ambos. Saint parecía muy afligido mientras les miraba. Estaba casi desnudo, tan solo cubierto por una toalla que le colgaba de los hombros, y temblaba ligeramente—. Tengo frío.
Había olvidado por completo que tenía que llevarle algo para vestirse. NuNew pareció comprender, pues salió de su regazo sin quejarse para permitir que se levantara y fuera hacia el armario para buscar algunas prendas. Hurgó entre los cajones, de alguna manera no parecía adecuado prestarle la ropa de NuNew, pero sus prendas le quedarían demasiado holgadas y no sería cómodo para ninguno de los tres. Además, ya no conservaba ninguna de las prendas de Saint. Había botado todo poco antes de decidir rehacer su vida junto a NuNew.
Al final encontró unos pantalones de pijama que podrían quedarle, por lo menos tenían una cinta para atarse a la cintura. Finalmente tomó una camisa al azar y se giró. Era consciente de la tensión dentro de la recámara, pero no lo sintió de manera tan intensa, sino hasta que los miró a ambos. NuNew y Saint permanecían a una distancia considerable uno del otro, pero se miraban mutuamente. Parecía que ninguno retrocedería en ese juego de provocación, sin embargo, cuando la mirada de Saint se volvió un poco más oscura y profunda, NuNew terminó por agachar la cabeza. Decidiendo intervenir, Zee le entregó la ropa al hombre semidesnudo.
Planeaba solo entregarle la ropa y alejarse una vez que la tomara, pero Saint se lo impidió, aferrándose a su brazo.
—Zee, quiero dormir.
—Lo sé. Primero vístete y luego podrás descansar —Se lo quitó de encima con suavidad, sin querer hacerle daño.
—Quiero dormir contigo —replicó—. Quiero que me abraces y me acurruques en tu pecho.
Zee sintió un fuerte dolor de cabeza y suspiró.
—Oye, tenemos que hablar.
—No quiero hablar —Alejándose de él con una mueca, como si se negara a escuchar la verdad, Saint se echó sobre la cama y comenzó a vestirse—. No quiero hablar, solo quiero dormir y acurrucarme contigo.
Zee enfocó su atención en NuNew. Aunque no podía negar la alegría que le causaba ver a Saint vivo, a pesar de que su cuerpo había sido enterrado años atrás luego del accidente, no estaba del todo contento. Que Saint estuviera vivo era algo bueno, pero la situación era mucho más complicada que eso. No podía ni quería fallarse a su novio. No estaba dispuesto a cometer un error que le hiciera perderlo.
Saint tenía los ojos cerrados y ya se había cubierto con la cobija, NuNew, por otra parte, tomó su almohada con brusquedad y comenzó a dirigirse a la salida.
—Yo puedo dormir en otra habitación —murmuró con fingida tranquilidad, pero Zee sabía que debía estar completamente celoso.
Tuvo el impulso de reír, mas no lo hizo.
Antes de que NuNew tuviese la oportunidad de cruzar el umbral de la puerta, Zee lo detuvo, estirando un brazo y rodeándolo con él. Miró a su chico a los ojos y sacudió la cabeza.
—Tú no vas a ningún lado —bajó un poco su tono, aunque, a decir verdad, ya no le importaba si Saint los podía oír—. NuNew eres mi pareja, este es tu lugar. De ninguna manera dormirás en la habitación de invitados.
—¿Y qué piensas hacer? ¿Le pedirás que se vaya?
Zee dudó.
—Entonces dormiré contigo en otra habitación.
No sabía si el hombre en la cama había logrado escuchar, pero creía que sí, dado ue tan pronto como terminó de hablar, Saint continuó insistiendo.
—Zee, tengo frío —De pronto, sintió que las pequeñas manos de NuNew se aferraban a su bata, como si tuviera miedo de que accediera—. Duerme conmigo, por favor.
Saint no estaba actuando con maldad, se dijo a sí mismo. Tan solo era un hombre confundido, lo entendía. Quizá parecía un niño caprichoso, pero sabiendo por lo que estaba pasando, no lo podía culpar.
—Subiré la temperatura de la calefacción.
—No es suficiente.
—Tendrá que ser suficiente. No puedo quedarme contigo.
—¿Por qué no puedes? —Saint preguntó con una mueca lastimera—. Solíamos dormir juntos todas las noches.
—Creo que primero deberías dormir, hablaremos mañana —respondió él.
Dado que aún estaban en bata, Zee soltó a NuNew después de asegurarse de que no se marcharía y buscó en el armario pijamas para los dos. Mientras tanto, Saint, consternado, miraba sus propias manos, moviendo cada uno de los dedos.
—Zee, estoy asustado —dijo lentamente—. ¿Quién es él? No entiendo nada de lo que pasa, ¿por qué estoy aquí?
A Zee le apenaba verlo en tal estado. Aunque estaba ahí, moviéndose, respirando, Saint parecía muerto en vida.
—Hablaremos mañana, por ahora descansa —Zee se colocó a su lado y sostuvo su mano por un corto instante, con la intención de ofrecerle un poco de consuelo. Luego lo soltó, dejando que la descansara sobre la almohada. Asintiendo, Saint cerró los ojos y no tardó en caer dormido.
NuNew aún lo esperaba, sin poder ocultar el disgusto en su expresión. Así que Zee rodeó su cintura con un brazo y lo sacó de la recámara. El chico debía de estar sumamente cansado por todo el drama, pues tan pronto como su cabeza tocó la almohada después de ponerse el pijama, perdió el conocimiento. Apoyando la barbilla en su mano, Zee lo contempló y le retiró el cabello de la cara.
Pensó en lo diferentes que eran los dos hombres, ambos tan importantes para él en dos etapas de su vida. Saint en el pasado y NuNew en la actualidad. Cuando observó a Saint dormido, notó que aun entre sueños, sus gestos no mostraban más que pura angustia y dolor. Sintió pena por él. Había tenido el impulso de inclinarse y besar su frente para transmitirle un poco de paz, pero al final no lo había hecho.
Por otra parte, la imagen de NuNew dormido era demasiado bonita, tanto que no pudo ocultar su sonrisa. El chico tenía los labios ligeramente abiertos, demasiado tentador como para no besarlo, así que lo hizo.
Él no debía tomar ninguna decisión. Siempre elegiría a NuNew por encima de todo. Pero ahora se había encontrado con una nueva complicación: explicarle a Saint todo lo que había sucedido en su ausencia y causar la menor cantidad de daño posible.
🌑
A pesar de que no pensó que conseguiría un buen descanso, el abrazo de NuNew siempre tenía un poder reconfortante y logró dormir el resto de la noche sin despertar para nada. Temprano por la mañana abrió los ojos y descubrió que se encontraba solo en la cama. Normalmente a él ya NuNew les gustaba quedarse entre las sábanas por un rato más, pero como el chico no estaba, pensó que no tenía caso permanecer ahí.
Salió de la habitación y, guiándose por el ruido de trastes y el olor a comida, se dirigió a la cocina, un tanto confundido. Pero entendió todo cuando vio a Saint allí, preparando el desayuno.
Las mejillas del hombre lucían un ligero tono colorado, a diferencia de lo pálidas que estaban la noche anterior. Zee sintió un efímero calor en el pecho al recordar cuando años atrás, ambos tomaban el desayuno juntos. Saint se giró al descubrir su presencia en la cocina y le regaló una sonrisa. Zee devolvió el gesto antes de girarse para ir en busca de su chico, quien probablemente estaba en el baño.
Tenía razón, sin embargo, al acercarse al baño, cuya puerta estaba abierta, vio a NuNew inclinado frente al lavabo. Zee se preocupó al observar a través del espejo los hilillos de líquido rojo que emergían de su nariz.
—Cariño, ¿estás bien? —se apresuró a ingresar y le ayudó a lavarse. NuNew asintió.
—Es solo un pequeño sangrado.
—¿Te ha pasado antes?
—No, quizá me golpeé mientras dormía.
Luego de arrojar los papeles ensangrentados al cesto, tras asegurarse de que el sangrado había menguado, Zee abrazó de forma protectora a su novio y caminó con él hasta la cocina.
Saint se giró con una pala en la mano al escucharlos.
—Hice el desayuno —Su sonrisa se borró al posar los ojos sobre NuNew, parecía incómodo. Ambos lo estaban—. Para los tres.
—No tengo hambre, gracias —NuNew se soltó del abrazo de Zee y dio media vuelta para abandonar el lugar. Zee fue tras él.
—Nhu, ¿qué sucede? —Lo alcanzó a la mitad de la sala y se plantó frente a él, preocupado.
—Siento que jamás podría competir contra él. No sé ni freír un simple huevo sin que se me queme.
—Nhu, tú no tienes que competir con nadie —Lo abrazó y besó sus labios con ternura. Sintió el cuerpo del chico agitarse bajo su toque, era algo que le encantaba.
—A mí no me importa si no sabes cocinar. Yo puedo cocinar para ti, o podemos pedir comida como siempre lo hemos hecho.
—¿De verdad no te molesta? —Los ojos brillantes de NuNew le miraron con inseguridad.
—Por supuesto que no me molesta —dijo, sonriendo de forma pícara—. Tú te encargas del postre.
—La comida se enfria... lo lamento —Saint había salido de la cocina para encontrarse con ellos. Zee lo miró y descubrió que tenía los ojos húmedos y ligeramente rojos.
También notó un brillo que no estaba ahí la noche anterior.
Los tres terminaron teniendo el almuerzo más extraño e incómodo de sus vidas. Al terminar, NuNew se levantó de manera abrupta, corriendo hasta el baño. Zee fue tras él y lo encontró vaciando el contenido de su estómago.
—Bebé, ¿estás enfermo? Te llevaré al hospital —Se inclinó junto a él y le dio suaves masajes en la espalda.
—Me siento muy mal.
—Si ya terminaste de vomitar, prepárate para salir. Veremos a un médico.
—Solamente quiero descansar.
NuNew era terco, así que no tuvo más remedio que limitarse a llevarlo a la habitación. Lo dejó sobre la cama y se quedó junto a él, besándolo y confortándolo hasta que cayó dormido. Fue entonces cuando volvió a la cocina, debía aprovechar esa oportunidad para hablar y aclarar las cosas con Saint.
Cuando entró, sintió al chico colgarse de su cuello, luego una boca sobre la suya.
Por un instante, tan solo durante un segundo, sintió que todo volvía a ser como antes. Él y Saint juntos, amándose, compartiendo un hogar. Pero ese hogar ya no pertenecía a ellos dos y ahora amaba a alguien más. Aclarando su mente, alejó a Saint por los hombros y lo miró con seriedad.
Aunque no había sido él quien había besado al hombre, no pudo evitar sentirse culpable.
—Necesitamos hablar, creo que debo resolver tus dudas—. El chico asintió—. ¿Puedes recordar algo de lo que pasó?
—No mucho —el hombre parecía recordar algo que le hacía daño—. Te recuerdo a ti y a mí, hablando. Estábamos planeando mudarnos a otro país y casarnos. Luego todo es borroso, hasta que desperté en esa oscura y fría caja, Zee, estaba solo.
Saint se rompió delante de él. Zee no sabía qué hacer, de modo que optó envolverlo en sus brazos. Le acarició la cabeza y lo arrulló. No podía imaginarse en una situación así.
—Cuando desperté solo quise volver a casa, era el único lugar que recordaba —El llanto dificultaba sus palabras—. No esperaba que al volver te encontraría con tu nueva pareja, Zee, creí estúpidamente que me seguirías esperando.
Estuvo a punto de pedirle perdón, pero entonces escuchó pasos fuera de la cocina. Maldición, pensó, NuNew los había escuchado. Soltó a Saint, dándole una última mirada apenada antes de ir tras NuNew. El muchacho se había detenido al pie de las escaleras debido a un abrupto ataque de tos.
Tosía sin parar, cubriéndose la boca con la mano. Zee se acercó a socorrerlo y se alarmó al ver la mano del chico manchada de sangre. NuNew no se dejó ayudar, en cambio, subió las escaleras tan rápido como pudo.
—Joder, lo tengo que llevar al hospital —dijo, había visto a su novio demasiado pálido y débil desde esa mañana.
—No lo hagas —lo interrumpió Saint—. No servirá de nada.
Cuando se giró para preguntarle a qué diablos se refería, entendió todo. Saint lucía bien, lleno de vida, con los ojos brillantes y el rostro colorado.
Y a medida que ocurría, la vida de NuNew se estaba marchitando.
—¿Qué quieres decir?
—Por favor, permite que me quede.
—Saint, explícate.
—Yo estaba muerto y volví, ahora la muerte reclama una vida —Zee sintió que su corazón se detuvo antes de latir más velozmente. Saint parecía desesperado—. Zee, deja que me quede.
—No entiendo.
—Tú tienes que tomar la decisión, solo debes decirme que me amas, sé que aún lo haces. Por favor, no hagas que vuelva a ese lugar, es solitario y frío.
Zee sentía pena, quería que Zee se quedara, pero no a costa de la vida de la persona a la que amaba. La tos y los quejidos de NuNew provenientes del segundo piso robaron su atención y, dejando a Saint atrás, subió corriendo las escaleras. NuNew estaba tirado sobre la cama, lucía deplorable.
—Los escuché —dijo el muchacho, soltando un par de lágrimas—. Zee, iban a casarse... nosotros jamás hablamos de matrimonio.
—No es así, bebé —Se recostó a su lado y lo rodeó con sus brazos—. Eran ilusiones de un par de jóvenes, jamás lo planeamos. Y aun así...
—Hia, si Saint ni hubiera muerto, nosotros nunca habríamos estado juntos. Ahora que regresó... —se retorció, parecía que estaba sufriendo dolor—. ¿Qué te impide regresar con él?
—Te amo, Nhu —le respondió simplemente, no quería perderlo, no a él, porque entonces lo perdería todo—. Tú eres mi vida, ¿no lo entiendes? Maldición, amor, yo nunca podría dejarte ir. Sin ti no soy nada.
Besó los labios de su amado, importándole poco o nada el sabor metálico de la sangre que persistía en su boca.
—Nunca pienses que no te amo. No cambiaría mi vida contigo por nada del mundo.
No se dio cuenta en qué momento se durmió, pero al despertar, NuNew dormía con la cabeza sobre su pecho. Contempló su rostro tranquilo, sin rastro de dolor o algo más, con un aspecto bastante saludable. Parecía como si no hubiera ocurrido nada de lo anterior.
Zee, confundido, tomó su teléfono de la mesita de noche y observó la fecha y la hora.
Era 25 de septiembre del 2018, 11:58 pm, justo después de haber hecho el amor en la ducha.
Entonces suspiró, pasándose una mano por todo el rostro, despejando cualquier rastro de confusión que quedara. Había tenido un sueño extraño, un sueño que se transformó en una horrible pesadilla. Recordó entonces que habían dejado las luces de abajo encendidas. Dejó cuidadosamente la cabeza de su novio sobre la almohada y lo besó antes de bajar de la cama.
Bajó las escaleras, hallándolas tan limpias como siempre.
Pero cuando llegó a la sala, sintió una fría corriente de aire. La puerta estaba abierta y había un rastro de tierra que llegaba hasta la alfombra de la entrada y se detenía allí.
La luz de luna llena titilaba, refulgente, sobre los techos de las viviendas de Bangkok.
🌑 🌑🌑
Y así termina la historia, espero que la hayan disfrutado c:
Tengo planeadas algunas historias znn, una está basada en La bella y la bestia, otra es con temática de profesor y alumno, ¿cuál les gustaría leer primero?
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