[THIGHS II]
— Oh my flippin gosh!, What was i thinking!? (¡Oh por todos los cielos!, ¿¡En qué estaba pensando!?)
Bad se recriminaba en voz alta.
Se encontraba encerrado en una de las varias habitaciones de su casa provisional. No se sentía con ganas de salir y toparse de nuevo con Spreen.
¿Qué le diría en primer lugar?, ¿Qué mosco le pico?, ¿Porqué sus muslos se sentían tan raros?
Cómo era de esperarse del demonio, jamás se había tocado antes. Era una sensación extraña y excitante a la que le tenía miedo. Esa era la primera vez que se dejaba tocar con alguien que no fuese Skeppy, y eso era decir bastante, ¡Ni siquiera a Skeppy le había dejado llegar tan lejos!
— Oh my gosh. What would Skeppy think?!, If he know this, is not gonna leave me alone for the rest of my life! (Oh por Dios, ¡¿Qué pensará Skeppy?!, ¡Si se entera, no me dejara en paz el resto de mi vida!)
Bad agarró una de las almohadas que se hallaban en la cama y ahogó un grito en ella. Todo era culpa de su cuerpo, ¿Porqué se sentía tan sensible? ¡Solo eran sus muslos!
— Stupid body, i hate you! (¡Estúpido cuerpo, te odio!) – Bad siguió ahogando sus palabras contra la almohada.
Pero como era de esperarse, se estaba asfixiando por andar atascando su cara en la tela.
Agotado, dejó caer su cuerpo en la cama y abrazó la almohada como consuelo.
Solo quería refugiarse en el mundo de las almohadas y no volver a salir el resto de sus días.
"A pillow stronghold sounds fun"
(Una fortaleza de almohadas suena divertido)
Bad trató de consolarse con aquel vago pensamiento. La cama en donde estaba era grande, por lo que las almohadas eran abundantes. Pero estaban esparcidas de manera desordenada.
Sin querer soltar de sus brazos la almohada que sostenía, no se le ocurrió mejor idea que jalar la almohada libre que estaba hasta la esquina de la cama con los pies.
Al tenerla en su rango de alcance, acomodó la almohada entre sus muslos y suspiró. La sensación era cómoda y le causaba un raro cosquilleo.
Sin prestar mucha atención, Bad estuvo frotando de manera suave la almohada entre sus muslos, descendiendo un poco su entrepierna para que la esquina de la almohada lo apretara gentilmente.
— Mmm... – Bad emitió un sonido sin abrir la boca. Le estaba comenzando a gustar.
La sensación agradable terminaba de complementarse con la almohada entre sus brazos. Era como si se estuviese acurrucando con alguien.
Su corazón se aceleró. Si Skeppy estuviera a lado suyo, con gusto lo abrazaría.
Los movimientos de la almohada entre sus muslos comenzaron a ser más insistentes.
Bad comenzó a sentir calor en la habitación, por lo que decidió bajarse la bragueta del pantalón y descender sus pantalones brevemente, justo como lo había hecho Spreen unas horas atrás.
De inmediato, las imágenes de Skeppy en la cabeza de Bad cambiaron a Spreen.
Para Bad, lo único bueno de todo ese horrendo día, fue que logró tocar los músculos de Spreen.
Todavía su sentido del tacto podía recordar la tersa y fuerte piel del tryhard.
Sus piernas se apretaron más entre la almohada.
— I wonder if it will be alright... (Me pregunto si estará bien...)
Bad comenzaba a sentirse culpable por haber dejado a Spreen con las heridas desatendidas.
Sabía que Spreen no era un niño al que estar cuidando, como Dapper (y en ocasiones Foolish), pero todavía seguía preocupándose por su bienestar. Y más al ver cómo se auto- medicaba de una manera muy cruda y poco delicada.
¿Siempre tenía que ser rudo en todo?
— Feels nice... (Se siente bien) – Bad murmuró mientras entrecerraba los ojos, amenazando con quedarse dormido.
Podía acostumbrarse a esa rara sensación.
Bad sin querer había adquirido un nuevo secreto. Pero está vez, Skeppy no se hallaba para saberlo.
Había estado agarrando el gusto de tocar sus muslos en medio de la noche.
No sabía en qué punto comenzaba. Simplemente entre las siestas de una o dos horas que tomaba, sentía la necesidad de tocar su piel hasta llegar a un distintivo cosquilleo que lo hacía sentir caliente.
Algo inofensivo bajo su perspectiva, ¡Era como darse un masaje propio! Pero siempre se terminaba deteniendo cuando caía en cuenta de los gemidos raros que soltaba cuando apretaba muy fuerte sus muslos con las uñas.
Solo por ello, era un secreto.
Pero poco a poco el secreto se comenzó a volver más difícil de ocultar, pues por andar tocando de manera tan frecuente sus muslos, los había vuelto más sensibles.
Pero aún, de manera inconsciente comenzaba a apretar más las piernas para hacer fricción entre sus muslos y sentir algo. Por fortuna, la gente en la isla no lo notaba. Y cuando estaba con Dapper, trataba de mantener la postura para no preocuparlo.
Lo que Bad olvidó es que Spreen vive en la misma isla que él. Y, como buen tryhard, era alguien silencioso al momento de detectar actitudes en las personas.
Para el argentino, Bad era un libro abierto en el aspecto emocional. Sabía que había una tensión entre ellos desde lo sucedido en su cuarto. De la misma forma, sabía que si seguían evitando el tema, los dos estallarían.
Y Spreen era alguien intenso al momento de estallar.
"Posta, ahora que lo pienso, no lo he visto en todo el día"
Spreen caminaba de regreso a su casa luego de un largo día buscando a Bad para platicar del incómodo asunto entre ellos. Pero el demonio se desvaneció de la faz de la tierra en un punto.
— Ni modo, tocó buscar mañana.
Spreen ya podía ver de cerca su casa, pero mientras más se acercaba, más ruidos extraños escuchaba de su patio trasero.
— ¿Qué poronga? – Spreen murmuró, sacando una hacha de diamante de su inventario y caminando de manera sigilosa al patio.
Se sorprendió, y al mismo tiempo no, de encontrarse con Bad tratando de quitar una mesa de madera con las patas pegadas en la tierra del patio.
— ¡Bad, hijo de puta, acabo de instalar eso! – Spreen exclamó amenazante, apretando su hacha entre las manos.
— Spreen! – Bad gritó mientras se alejaba con rapidez del mueble. — This is a mistake! I, Uh... I was testing! Testing the quality of this table! (¡Este es un error! Yo, uhh... ¡Yo estaba probando! ¡Probando la calidad de está mesa!)
Mientras más hablaba el demonio, Spreen notaba que Bad entrecerraba y removía sus piernas con nervios. Además que su habladuría comenzaba a ser más rápida y sin sentido.
— ¡Para, para, que ya no te entiendo una pija! – Spreen gritó, haciendo que Bad cerrara la boca ante el regaño. — No creas que te dejaré escapar, pelotudo.
— Languaje (lenguaje) – Bad murmuró.
— No cambies el tema. – El argentino, enterrando su hacha limpiamente en la tierra, se acercó a donde estaba el demonio y lo hizo retroceder hasta que su cuerpo chocó con la mesa.
Estando con la espalda contra el mueble, y con Spreen cubriendo su cuerpo, Bad atinó a dar una risa nerviosa.
— We can talk about this, right? (Podemos hablar de esto, ¿Verdad?)
Spreen sonrió de manera desafiante mientras empujaba a Bad para que reposara su cuerpo en la mesa, quedando acostado y con las piernas extendidas.
— S-Spreen? – Bad comenzó a titubear al ver una de las manos de Spreen reposarse en la bragueta de sus pantalones.
— Te dejo ir si te disculpas.
— About what!? I wasn't going to steal your table! (¡¿Sobre que?! ¡No iba a robar tu mesa!) – Bad se escandalizó apoyando sus manos en el mueble.
— Yo jamás te acusé de robar.
Bad apretó sus labios mientras reprimía un grito de pánico. La bragueta en sus pantalones había descendido y la tela comenzó a descender gracias a Spreen.
Sin darse cuenta, los pantalones habían llegado a sus tobillos.
— Tienes una adicción a los muebles, Bad. Esta es una intervención.
— How the fudge is this an intervention? And i don't have an adiction! (¿Cómo panecillos es esto una intervención? ¡Y no tengo una adicción!)
— Pero dale, que es súper obvio. – Spreen comenzó a sujetar de los muslos al demonio, teniendo cada muslo al costado de su cintura. — Es casi tan obvio como tu gusto por tocarte las piernas.
— I- I don't...! (¡Yo- Yo no...!) – Bad se atoró con sus propias palabras ante la sensación electrizante que le daba Spreen a su piel.
— ¿Qué?, ¿Qué querés decirme? – Spreen molestó a Bad, ascendiendo sus manos a los boxers expuestos.
— I... (Yo...) – Bad trató de procesar alguna queja, pero la sensación caliente recorriendo su cuerpo lo hacía difícil.
— ¿Te gusta? – Spreen descendió su toque, dejando los boxers intactos, jugando y apretando la carne suave en las piernas de Bad.
Bad solo suspiró, sintiendo que una erección salía de la poca tela que cubría sus partes íntimas.
Spreen miró la reacción del demonio y arrogantemente enterró con suavidad sus uñas en los muslos de Bad.
— Gosh! (¡Cielos!) – Bad jadeó dejándose llevar y echando su cabeza atrás.
— Es mejor esto que robar muebles, ¿Verdad, Bad? – Spreen arañó de manera superficial y suave la piel que recorría con sus uñas.
— I-It's good, Skeppy... (E-Es bueno, Skeppy)
Spreen detuvo sus movimientos al mismo tiempo que Bad se mordía la lengua.
— Spreen! I meant Spreen! (¡Spreen!, ¡Quise decir Spreen!) – Bad trató de levantarse, pero el argentino juntó sus piernas y las alzó, dejándolo inmóvil.
— Cagaste, Bad. Conste que no iba a hacer esto. – Spreen, con una mano, se bajó los pantalones y los boxers de un tirón, mostrando su reprimido miembro erecto. — Te seguiré masajeando con la pija.
— Wa-Wait! (¡Es-Espera!) – Bad se alarmó al sentir la polla de Spreen juntarse entre sus piernas, frotándose de manera sugerente.
Desde su lugar, solo podía ver cómo el miembro de Spreen aparecía y desaparecía entre sus muslos, dejando una sensación diferente a todas las otras veces que se había tocado.
Inevitablemente a su cuerpo le gustaba tanto que comenzó a jadear.
— Vamos, ten los huevos. – Spreen habló en un tono molesto, comenzando a empujar con más insistencia sus caderas. — Vuelve a decirme Skeppy.
— Stop, S-Spreen... (Detente, S-Spreen...) – Bad murmuró entre gemidos que trataba de reprimir. — At least let me... (Al menos déjame...)
— Oh, ¿Te refieres a esto? – El argentino se burló, frotando con más insistencia la erección bajo los boxers de Bad contra su polla. — Perdón Bad, te tocó aguantarte por boludo.
— But...! (¡Pero...!) – Bad se había vuelto un cúmulo de jadeos y palabras sin sentido.
Se supone no se debía sentir bien.
Pero se sentía excelente.
Mejor que excelente.
Pero ahí estaba, corriendose por la fricción entre su miembro y el de Spreen, ensuciando sus boxers y su orgullo.
Sentía que su cerebro se derretía con la fricción de aquel pedazo de carne que tocaba partes sensibles en el interior de sus muslos.
— Carajo... – Spreen maldijo mientras apretaba con más fuerza la piel entre sus manos, sin importarle que sus uñas dejasen marcas en el demonio.
Como si fuese su señal, el argentino dió unos últimos empujones con su polla a los rojizos muslos y dejó salir todo su esperma en una corrida que terminó de cubrir a Bad.
La respuesta del demonio fue un gemido ahogado, antes de cerrar los ojos de cansancio. La respiración de Bad subía y bajaba en un ritmo rápido, con ciertos espasmos que pasaban entre sus piernas y sus glúteos. De manera inconsciente sus caderas se estaban alzando.
Spreen admiró la bella vista que le ofrecía el demonio. Pero le faltaba algo, bajo su opinión.
Sin importarle ya nada, Spreen descendió los boxers de Bad y miró con mejor detalle el desastre que hizo en él.
Bajando más la vista, observó que la cavidad de Bad estaba húmeda por un lubricante natural.
"Creí que esto era algo único de los Succubos. Se aprende algo cada día"
Spreen estuvo tentado en no dejar las cosas a medias. Pero se detuvo solo porque Bad se había dormido. O quizás se desmayó por tantas emociones fuertes.
— Aún no terminó el castigo, Bad. Estate atento.
Spreen sabía que no iba a recibir respuesta. Tampoco la quería o la necesitaba.
Por ahora se centraría en ser piadoso y dejar a Bad en su cuarto para limpiarlo. Podía ser un cabron, pero no un desalmado.
Además, iba a dormir en la misma cama que él.
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