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[MARKS]

Marks: Marcas

Spreen se levantó dos horas antes del amanecer. O para ser exactos, se despertó y se quedó mirando al techo por unos minutos, preguntándose si debía levantarse para tomar un baño y fugarse del lugar.

Lo único que lo retenía, figurativa y literalmente, era Bad quien lo tenía sujetado del brazo mientras dormía.

— Ojalá mostraras ese tipo de fuerza cuando entrenamos. – Spreen no pudo evitar comentar, girando en dirección del demonio.

Nuevamente silencio. Badboyhalo tenía un sueño pesado.

Apreciando la cara durmiente del chico, Spreen rogó que ese momento fuera eterno. Que pudieran seguir teniendo esos encuentros carnales sin tener que hacer la tediosa conversación sobre que relación tenían. Porque en ese punto, ni el mismo Spreen sabía.

¿Amigos con derecho?, ¿Amantes?, ¿Novios?

Spreen no pudo evitar reírse.

"Ni en pedo somos eso último"

Por alguna razón, esa palabra siempre le dejaba un amargo sabor de boca al argentino. Prefería incluso mil veces ser llamado "amante" a ese término tan cursi y asfixiante.

Quizás era por el peso del compromiso que cargaba ese concepto. O por las veces que Roier intento que fueran una pareja formal en los pocos días que salieron. No tenía idea. Solo sabía que esa palabra no le quedaba en su vocabulario ni en su personalidad.

No obstante, a veces se preguntaba cuál era la visión que tenía Bad hacia él.

¿Lo veía como un amante?, ¿Un abusivo?, ¿Confiaba en él?

Le bastaba con saber que ya no lo confundía con el tal Skeppy. Pero como el codicioso que es por naturaleza, Spreen quería algo más de Bad.

Lo quería para él mismo, aún si sonaba crudamente egoísta.

Quería que Bad pensara en él, que lo buscara activamente, que preguntara por él, que tuviera la iniciativa de iniciar algo sexual como lo hizo un par de horas antes, pero está vez sin intervención del alcohol.

Porque todavía en eso no le ganaba a Skeppy. Todavía no vivía libremente 24/7 en los pensamientos de Bad.

Pero para ser justos, si quería ser el centro de los pensamientos de Badboyhalo, tenía que ser cooperativo.

Debía darle razones al demonio para que pensara en él.

¿Y que mejor forma de dar el primer paso más que hacerlo en físico?

Spreen se relamió los labios ante la idea. Tampoco sería tan cruel, pero quería que su mensaje fuera claro para Bad.

Alzando levemente el cuello del demonio, Spreen acercó sus labios y lamió la carne caliente de Bad antes de clavar sus dientes y márcalo con un buen chupón.

Trató de ir lento, al menos con lo que su caliente cabeza le permitía. Intentó saborear la salada piel que poco a poco se tornaba rojiza por su presión y trató de no dejar rastros con su lasciva saliva. Todavía tenía el resto del deleitable cuerpo para degustar.

Por curiosidad, se detuvo cuando terminó el primero de muchas marcas. Se alejó unos centímetros para ver la reacción de Bad.

Se sorprendió, y al mismo tiempo no, que el demonio seguía dormido e ignorante de lo sucedido.

Spreen tuvo la idea de una travesura inofensiva.

Se preguntaba cuántas marcas podía hacerle a Bad antes de que despertara.

Spreen había perdido la noción del tiempo. Simplemente era inevitable cuando tenía un cuerpo tan delicioso como el de Badboyhalo entre sus manos.

Las mordidas y chupones que habían iniciado en su oscuro cuello, habían pasado a su pecho, sus lindos pezones, sus hombros, su vientre y, actualmente a sus bellos muslos.

Oh, los preciosos muslos que habían comenzado todo ese embrollo.

El argentino se sintió en la gloria cuando finalmente pudo morder a gusto esos pedazos de carne y marcarlos cómo el Oso territorial que era. Al mismo tiempo, se llevó un premio doble al notar que Bad había reaccionado finalmente con ese tacto íntimo.

— Solo te tomó mil años, boludo. – Spreen se burló todavía entre los muslos del demonio, asegurando que la marca de sus filosos dientes permanecieran en la piel al menos por unas semanas.

Nuevamente Bad soltó un jadeo placentero entre sus sueños.

Spreen quiso ver cuántas más marcas tenía que hacer entre los muslos de Bad para despertarlo. Pero otra idea traviesa se le cruzó por su mente nublada por la adrenalina.

— Bad, no te olvides que me debes una segunda ronda. – El híbrido de Oso esperó una reacción.

Solo recibió la indiferencia en Bad con su cara dormida.

— Posta que avisé.

Spreen alzó las piernas de Bad, sujetándolo de los tobillos. Cómo esperaba, sus toques habían tenido reacción en el cuerpo del demonio y su cavidad estaba húmeda por las ansias. O quizás era por los restos de su primera ronda.

Su miembro no tardó en reaccionar ante la imagen que había creado con Bad.

Las marcas rojizas eran visibles, el pecho del demonio subía y bajaba pausadamente haciendo relucir las mordidas que había hecho en los pezones, el miembro contrario estaba también alzado y palpitando por algo de atención, y aquel lindo culo, voluminoso y regordete, rogaba porque continuara con el acto, para desbordarlo nuevamente con su semilla como había hecho unas horas antes.

Spreen no se tentó el corazón. Con una mano dirigió su miembro erguido a la entrada carnosa e introdujo la punta entre las paredes de la cavidad lubricada.

Luego de lo que pareció una eternidad, Bad finalmente reaccionó ante el toque y gimió dando un giro a su cabeza en la almohada.

Spreen se detuvo unos segundos, teniendo curiosidad por lo que haría Bad. Por instinto, las caderas del demonio se menearon hacia abajo para que el argentino prosiguiera.

Y como Spreen no era alguien de rogar, se adentró hasta asegurar la mitad de su miembro. Nuevos gemidos y apretones en las sábanas salieron por parte de Bad, quien todavía se negaba a despertar.

Spreen luego le reclamaría al demonio lo peligroso que podía ser su sueño pesado si alguien más trataba de usarlo mientras dormía.

"Ya puedo oír su voz reclamando por ser ese peligro"

Spreen acabó de meter lo que le quedaba de polla en la cavidad. Si iba a recibir un regaño, al menos lo disfrutaría hasta el final.

Bad entreabrió los ojos por sentirse tan caliente. Se sentía todavía desorientado pero con la vaga idea de todo lo que había hecho anoche.

Ni siquiera pudo cubrirse con una almohada para acallar sus penas de lo impulsivo que fue, ya que notó a Spreen entre sus piernas.

Spreen...?

— Wacho, hasta que al fin despiertas. – Spreen extendió las piernas de Bad a los lados para inclinarse en frente de Bad y pegar un embiste con su miembro.

Hah... – La voz del demonio sonó débil y excitada. De inmediato trató de cubrir su boca, pero el argentino fue veloz y lo encaró acercando sus labios para besarlo.

Por instinto, Bad se fundió en aquel beso demandante y se dejó llevar por los tratos dulces de Spreen. Ya después le reclamaría o le preguntaría. Por ahora, tenía el primitivo instinto de correrse después de tanto juego previo que hizo el argentino con su cuerpo.

— Te estás moviendo mucho, ¿Tan rápido quieres que ya te llene? – El híbrido de Oso se separó del beso para bromear.

It's not like that, Is... (No es eso, es...) – Bad se puso rojo al tratar de poner en palabras de su vocabulario algo tan vulgar.

— Ah, ¿Es esto? – Spreen pasó su mano al miembro de Bad y comenzó a frotarlo con rudeza de arriba a abajo.

Wa-Wait!, It's too fast! (¡Es-Espera!, ¡Es muy rápido!) – El demonio se aferró a los hombros del argentino y agachó la mirada a su miembro que poco a poco sacaba presemen.

Tampoco quería mirar la obvia cara de satisfacción y mofa que probablemente le estaba dando Spreen.

— Pero dale, decídete. – Spreen se quejó en juego, bajando la intensidad de su mano para enfocarse en empujar más su necesitada polla adentro del demonio.

Bad abrió la boca en un jadeo agudo, sintiendo como si le hubiesen golpeado en un punto sensible y deleitable.

El argentino captó de inmediato y trató de separarse para volver a golpear de lleno en aquel punto que había tocado. Nuevamente recibió la misma reacción, parecía como si Bad tuviese corazones en los ojos por lo mucho que le había gustado.

Los embistes siguieron frenéticamente y sin pausa luego de aquel descubrimiento. Spreen disfrutaba empujando salvajemente su polla en la entrada que se hacía más flexible y apretada. Y Bad disfrutaba como lentamente su cerebro se hacía papilla ante tanta estimulación. Tanto que terminó corriendose en la mano de Spreen que le estaba masturbando. Ya la vergüenza no cabía en su mente en el momento.

— Puta madre Bad, que bien aprietas. – Spreen se acercó al oído de Bad para jadear en su oído aquellas palabras.

Por respuesta, Bad terminó quedando más rojo de lo que estaba y apretando entre sus piernas las caderas del argentino.

You muffinhead! Don't say that! (¡Cabeza de muffin! ¡No digas eso!)

— Pero es la verdad. Ya estoy a nada. – Spreen bajó su cabeza al mancillado cuello del demonio para lamer una de las varias mordidas que hizo. — Y no es lo único bueno que tenés.

You...! (¡Tú...!) – Bad jadeó alzando la cabeza. No podía pensar bien en algún insulto.

El familiar sentido de que su abdomen bajo se apretaba en un nudo recorrió a Spreen antes de que lo notara. Sosteniendo por los glúteos a Bad, se aferró a él en un último embiste y se dió el gusto de vaciarse nuevamente adentro de él.

Bad reaccionó arqueando levemente su espalda, en un cúmulo de gemidos y suspiros que pretendían ser palabras. Podía sentir cómo todo dentro de él se volvía caliente y húmedo, podía sentir cómo el argentino marcaba territorio adentro suyo como el parcial animal que era, podía sentir cómo el esperma lo excedía, como si quisiesen preñarlo.

Todo lo que podía pensar era en que quería quedarse así por siempre, con Spreen mimandolo en los pocos segundos que duraba aquella dura eyaculación.

En aquellos segundos donde en su cabeza no cabía otra cosa más que Spreen.


So... What day It Is? (Entonces... ¿Qué día es?) – Bad preguntó mientras seguía siendo abrazado por Spreen en aquella cama.

Sabía que pudo haber hecho una pregunta más importante. Hablar sobre qué diablos eran ellos. Pero, también sentía, que hablarlo sería perder el tiempo.

Aún si hablaban, no cambiarían el hecho de que seguirían encontrándose en el futuro. Además, Bad se sentía cómodo en ese espacio en blanco sabiendo que, de igual forma, no es como que Spreen se involucre de la misma forma con los demás habitantes. Es más, para la mayoría, a excepción de Fit, el argentino seguía de aventura por una misión de la federación.

— Es martes, si mal no recuerdo.

Ah... – Bad se acurrucó más en el pecho de Spreen antes de abrir los ojos exaltado. — Fudge! I'm going late to work! (¡Panecillos! ¡Llegaré tarde al trabajo!)

En un salto apresurado, Bad dejó la comodidad de la cama, y los brazos de Spreen, para buscar su ropa en el desastre que hicieron anoche.

— ¿Qué onda?, ¿No puedes decirle a tu jefe que llegarás tarde? – Spreen se levantó desganado y buscando también su ropa.

I am the boss! And going late It's a bad example for the co-workers! (¡Yo soy el jefe! ¡Y llegar tarde es un mal ejemplo para los trabajadores!)

Spreen suspiró. Admitía que le gustaba lo responsable que era Bad con sus obligaciones.

Gotta go, but we can talk later! (¡Debo irme, pero podemos hablar después!)

— Como digas. Suerte en el laburo, Bad.

Goodbye! (¡Adiós!)

Contra todo pronóstico, Bad terminó dándole un beso rápido en la mejilla a Spreen y salió huyendo de la habitación.

Spreen se quedó unos segundos quieto, tomando su tiempo para posar su mano en la zona donde Bad había pasado sus labios.

— Mierda.

Al parecer él no era el único marcando territorio.

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