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Capítulo 8.- Sentimientos Florecidos.

- Nunca te quise. - dijo James, entre carcajadas.

Yo estaba en el suelo, de rodillas, cabizbaja, las manos en mi rostro intentaban ocultar las lagrimas que brotaban descontroladamente de mis ojos. Sin embargo los sollozos que salían de mi garganta delataban mis actos.

- Solo eres una niñata, ¿En serio pensabas que podía llegar a sentir algo por ti?

- Entonces, ¿Por qué...?... ¿Por qué...? - mi voz sonaba rota, era incapaz de mirarle a la cara, estaba temblando y sentía que en cualquier momento podía sufrir un ataque de ansiedad.

- ¿Por qué? - rió - ¿Acaso sabes el subidón que tienes al follarte a una cría?

- ¿Por qué...? - repetía yo, una y otra vez.

James se arrodilló ante mí, con una de sus manos tomó mi barbilla para alzar mi cabeza. Y me besó, brevemente, por última vez.

- Pobre niña estup... ¡Angie, Angie!

Sentía cómo si me movieran de un lado a otro y poco a poco esa situación empezó a desvanecerse, volviéndose en una oscuridad total la cual me rodeaba.

Abrí los ojos de repente, mi respiración estaba agitada y podía notar como mis lágrimas abandonaban inconscientemente mis ojos. James me estaba mirando, el temor y la preocupación dominaban sus orbes azules los cuales estaban más abiertos de los que había visto jamás.

- ¿Estas bien? - dijo él con voz suave, me acarició una de mis mejillas con el dorso de la mano, secando las lágrimas de ésta.

Me senté en la cama y lo abracé, lo abracé como si es fuera la última vez que lo fuera a ver, él era la razón de mis lágrimas pero también era la razón de mi sonrisa. Agarré la parte delantera de su camisa con mis manos, cerrándose en un puño mientras él me rodeó con uno de sus brazos, con el otro acariciaba mi cabeza y me dio un suave beso en ella.

- Te quiero. - dije ya más calmada.

James puso una de sus manos en cada una de mis mejillas, mirándome a los ojos y secando con sus pulgares las pocas lágrimas que habían quedado en mis ojos.

- Estoy aquí, ¿Vale? -tenía una ligera sonrisa en la cara, la cual me transmitía seguridad.

- Eso es lo que me preocupa... - dije abrazándolo de nuevo. - Ahora estas aquí pero, ¿Hasta cuando?

James no dijo nada, sólo se limitó a rodearme con ambos brazos, estuvimos en esa posición unos minutos, ambos con los ojos cerrados y nuestra respiración ya tranquilizada iba al mismo ritmo.

- Vamos. - dijo James separando nuestro abrazo, me cogió de la mano y tiró de mí para que le siguiera.

Fuimos al balcón que había en esa misma habitación, no era demasiado grande, pero lo suficiente para pudiera haber una manta tendida en el suelo y una botella de champán junto dos copas.

James me guió hasta ahí y con la mirada dijo que me sentara, no estaba de humor para momentos romanticones en ese momento; aún así me senté con una sonrisa tonta en la cara, esperando que él se pusiera a mi lado.

Saqué mi móvil y puse el modo aleatorio de mi lista de reproducción, miré como James se sentaba a mi lado mientras la canción de ''Crazy Train'' de Ozzy Osbourne empezaba a sonar. Apoyé mi cabeza en su hombro a medida que la canción avanzaba, ninguno dijo nada, solo disfrutábamos de la música mientras mirábamos las estrellas que cubrían el cielo.

La canción acabó y empezó a sonar ''Bye bye Beautiful'' de Nightwish.

- Uno se acaba acostumbrando, ¿No es así? - dije finalmente, rompiendo el silencio.

- ¿A qué te refieres?

- A no tener a nadie. - susurré.

- Por desgracia, no del todo. - suspiró.

- Gracias

- ¿Por qué?

- Has hecho tantas cosas por mí sin ni siquiera saber de mi existencia... - dije con los ojos cerrados y una sonrisa en mis labios. - Sin tu música yo... Quien sabe...

- Yo no he hecho nada. Solo canto y toco la guitarra.

- Sabes a lo que me refiero... - susurré agarrándome a su mano. - Y sé que tú de la misma manera que yo, si la música no nos hubiera encontrado a tiempo... Dios sabe dónde estaríamos...

- De hecho... No creo que él lo supiera. - rió.

Saqué un paquete de cigarrillos de mi bolsillo, cogí uno y me lo puse en los labios.

- Ya decía yo que algo malo debías tener. - dijo él mientras yo encendía el cigarrillo.

- No te quejes; tu también fumas. - contesté mientras daba una calada.

- Pero yo ya estoy viejo. - James me quitó el cigarrillo para darle él una honda calada. - déjame el mechero un momento.

- ¿Para qué? - dije ofreciéndoselo.

- Es un Clipper. - contestó

- ¿Y eso qué tiene que ver? - pregunté mientras él encendía el mechero e iba haciendo movimientos circulares, calentando los alrededores de éste.

- ¿Sabes lo que es un happy? - preguntó mirándome.

Creo que mi expresión le dio la respuesta.

- Dame la mano. - dijo extendiendo la suya y poniendo el cigarrillo en su boca.

Alargué mi brazo hasta que nuestras manos se juntaron y el la agarró con fuerza. James apagó el mechero y lo puso encima de la piel de mi mano, de manera que el metal ardiente del mechero me quemaba.

- ¡AAAH, PARA! - Chillé al sentir el ardor de mi mano.

James separó el mechero de mi mano y me la soltó mientras se reía.

- Eres un idiota. - dije empujándole.

- Mira tu mano. - dijo aún riendo.

Miré mi mano aún enfadada, había una zona roja y en ésta resaltaban dos puntos y una linea curva con las puntas hacía arriba, de manera que se formaba el símbolo ''C:''

- Y eso, querida, es un happy. - dijo él mientras yo seguía mirando mi mano adolorida.

- Debiste avisarme de que iba a doler tanto. Idiota.

- Si lo hubiera hecho no me hubieras dado la mano. - rió de nuevo.

- Te odio. - lo empujé de nuevo, esta vez de manera mas suave. Una ligera risa se escapó de mis labios.

- Lo sé. - contestó dando otra calada al cigarrillo antes de tirarlo por el balcón. - Y eso me encanta. - Susurró a mi oreja antes de darme un beso.

Le empuje por última vez aquella noche, haciendo que su espalda se apoyara en una de las paredes, yo me senté en su regazo para besarle de nuevo mientras él con sus manos acariciaba mi espalda. Nuestras bocas devoraban con ansia la del otro, para luego bajar al cuello. Como si nos transportáramos a la situación que se dio hacia unos días en el portal de casa de mis tíos.

James tenía una de sus manos en mí nuca para evitar que me alejara de él mientras con la otra exploraba cada centímetro de mi cuerpo por encima de la tela, sin propasar esa fina capa que separaba lo que era un juego y un ritual sensual. Poniendo especial atención a mis pechos con los cuales iba jugando a su antojo.

Fue deslizando su mano cada vez más abajo hasta llegar al punto más sensible que disponía mi cuerpo, acariciándolo por encima de ropa mientras aún estábamos envueltos en un apasionado beso. No podía evitar soltar pequeños gemidos cada vez que James tocaba esa zona con sus dedos y succionaba mi cuello dejándome marcas recientes encima de las antiguas casi invisibles.

Nuestras respiraciones eran irregulares y agitadas, el sonido de nuestras bocas al besarse y nuestros flojos gemidos de placer momentáneo no hacían más que aumentar el calor del momento mientras ''It's my life'' de Bon Jovi sonaba de fondo.

Para ese entonces yo ya podía notar como poco a poco un bulto cada vez mayor se formaba debajo de mí y no dudé en acariciarlo y apretarlo mientras escuchaba los gemidos ahogados de James como hacían contraste con los míos.

Nuestros besos, cada vez más feroces y apasionados dejaban claro que la ropa era el factor que sobraba en nuestra unión de manera que fui a quitarle la camisa a James.

Hasta que él lo evitó.

Dejó de besarme y de, por decirlo de algún modo, ''manosearme''.

- Deberíamos ir a dormir. - dijo moviéndome para que saliera de encima suyo. - mañana será un día largo Angie. - Y dicho esto se levantó y se fue.

''¿Qué mierda acaba de pasar Angie?''

- Cabrón... - susurré mientras una de mis manos bajaba hasta mi entrepierna, que hacia unos segundos era propiedad de James Hetfield.

***

Los rayos del Sol inutilizaron mis ojos por unos segundos mientras la suave pero aún así dominante voz de James me daba los buenos días.

- Venga despierta. - lucia una sonrisa mientras acariciaba mi rostro con su mano. - ¿No querrás llegar tarde verdad?

- ¿Qué? ¿Dónde? - dije aún dormida, poniendo la almohada encima de mi cara. - déjame dormir...

- Si no te levantas me voy a ir a San Francisco y ya no me verás más. - dijo amenazante.

- Ya voy...

James vestía una camisa gris oscuro junto una corbata morada y una americana, pantalones de vestir y zapatos negros, yo opté por un vestido negro de media manga de encaje, unas medias obscuras y unas sandalias negras de poco tacón.

- ¿Preparada? - dijo James ya a la puerta del tanatorio, iba cogida de su brazo y el poco tacón que llevaba hacia que tuviéramos menos diferencia de altura aunque aún era bastante alta.

- Supongo...

No había demasiada gente en la sala; mi padre había perdido el respeto de mucha gente al decaer de aquella manera y de hecho estaba segura de que algunas de esas personas se alegraban de su muerte. Sin embargo estaban ahí diciéndome que lamentaban mi pérdida.

Abrieron el ataúd a la mitad de la ceremonia, y pude ver su cuerpo por última vez, se veía tranquilo, como si se encontrara en un profundo sueño del que, desafortunadamente, no iba a despertar. Incluso se parecía al hombre que había llegado ser y que se desvaneció junto la primera botella de vodka que vació.

Fue algo rápido y discreto; no quería estar ahí mucho tiempo de manera que a la mínima oportunidad logré escaparme con James, dando esquinazo a los ''invitados''.

Mi pulsación iba acelerada y sentía presión en el pecho, no sabía muy bien que era lo que me ocurría pero quería irme lo antes posible de ese lugar, quería ir a casa, descansar, y estar junto al hombre al que quería. Con total tranquilidad, sin pensar en mierdas de este estilo.

- ¿Te encuentras bien? - preguntó James mirándome preocupado. - Estas más pálida de lo normal.

- Sí... Solo... No me gustan este tipo de cosas. - suspiré, apoyándome al capó del coche.

- Ya ha pasado. - dijo acercándose a mí. - Puedes estar tranquila ahora.

- James... - Le empujé para evitar que me besara. - Alguien nos puede ver...

- Me da igual. - sonrió enseñando su perfecta dentadura.

Se fue acercando a mí cada vez más hasta que nuestros labios se fundieron en un cálido beso, él me empujó hacia él coche provocando que me tumbara sobre él capo y el se pusiera encima de mí.

- Te quiero. - dije yo acariciando su cara y dando ligeros tirones al pelillo de su barbilla.

- Y yo a ti. - susurró, tiró de mí y fui a parar entre sus brazos dónde después de darnos un corto abrazo subimos al coche de nuevo.

- Creo que me debes algo... - dije al cerrar la puerta principal de casa.

- ¿El qué?

Me acerqué a él y le besé, una de mis manos estaba en su nuca y la otra estaba en su entrepierna. James se animó de inmediato, cargándome para llevarme a la cama, dónde seguimos dónde lo dejamos ayer.

James me quitó mi vestido dejándome en ropa interior mientras yo, poco a poco iba quitandole la ropa a él, mis manos torpes conducidas por la excitación del momento eran incapaces de desabrochar los botones de su camisa por lo que acabé abriéndola a la fuerza y los botones volando en todas direcciones de la habitación.

James se separó de mi un momento para quitarse los zapatos y los pantalones y una vez estuvo en las mismas condiciones que yo volvió a incorporarse encima de mí.

- ¿Estas segura de ésto? - dijo mirándome a los ojos.

Yo asentí y me mordí inconscientemente el labio inferior.

Besé a James de nuevo mientras él me desabrochaba el sujetador y masajeaba mis pechos con sus manos. Su boca bajó hasta el mismo nivel y sus manos bajaron aún más para encontrarse de nuevo con mi entrepierna.

En todo ese transcurso de hechos más de una vez pude notar como la entrepierna de James se encontraba con la mía y ambos no podíamos evitar soltar ligeros gemidos.

Metí una de mis manos dentro de su ropa interior y acaricie la punta de su virilidad mientras él me despojaba finalmente de mi última prenda y con una de sus manos exploraba centímetro por centímetro mi intimidad, como si quisiera tener ese recuerdo con la mayoría de detalles posibles para un futuro.

James se quitó sus boxers entre los suaves gemidos de ambos, dispuesto a cumplir algo con lo que yo llevaba muchísimo tiempo fantaseando.

Y entonces se separó de mí de repente, se alejó y se sentó en el borde de la cama.

- No puedo. - dijo con la manos en la cara.

- ¿Qué ocurre James? - pregunté hiendo a su lado.

- No puedo hacerte esto Angie. - me dijo mirándome a los ojos.

- ¿Hacerme el qué?

- Esto...

- ¿Por qué no?

- Porqué te quiero Angie, te quiero y no quiero quererte.

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