Capítulo 6.- Detrás de la máscara.
Estaba con la almohada encima de mi cabeza para poder ahogar los gritos de emoción que había soltado hace un momento, mis piernas pataleaban al aire, chocando contra la cama, una y otra vez, cada vez más fuerte que la anterior.
Subí mi mano derecha y la pasé por debajo de la almohada, justo al nivel de mi labio, rozándolo mientras mis ojos estaban cerrados.
Aunque ya hacía un día de ello aún podía recordar cómo se sentían los labios de James Hetfield cuando los aprisionaba contra los míos. Recordaba cada cosquilleo, cada ligero movimiento y cada sensual mordida que desprendió ese hombre en la cocina de su casa. No pude evitar sonreír de manera estúpida cuando recordé cuando él beso mi mano, la cual estaba entrelazada con la suya y fue subiendo hasta llegar a mi cuello.
Estaba convencida de que si no hubiera habido nadie en la casa en ese momento hubieran hecho temblar sus pilares.
Sin embargo estaba confundida en una gran parte; ¿Acaso él sentía algo por mí, o era simplemente el deseo carnal de poseer a una chica joven? Quizá él solo quería aprovecharse de mi aura inocente de fan, teniendo en cuenta el pedestal en el que lo tenía situado.
Moví la cabeza hacia los lados apretando con ambos brazos la almohada contra mi rostro, joder, él estaba casado.
Joder, su hija era mi única amiga.
''Angie, eres una perra. ''
¿Qué es lo que debía hacer? James Hetfield me había besado, a mí, en su cocina, en su jodida cocina, me había dicho que no me iba a dejar, me enamoró cada vez más por momentos por culpa de su sonrisa perfecta y sus ojos seductores. Y yo estaba considerando la idea de mandarle a la mierda.
Tantos años deseando que eso pasara, rogando por conocerle, para poder estar con él y ahora que eso ocurría entre tantas posibilidades en mi contra, yo ahora quería decirle que no.
Ahí estaba la cuestión, o ser una perra y estar con él o ser una idiota y mandarlo a la mierda.
De repente, la canción de Raining Blood sonó, como señal de que alguien me estaba llamando.
Cogí el móvil con una mano, mientras con la otra lancé la almohada a los pies de la cama.
- ¿Si? - dije intrigada por saber quién era el que estaba en el otro lado de la línea.
*Punto de visión de James*
- Buenos días. - dije alegre al oír su joven y dulce voz en un tono despreocupado.
- Oh, buenos días James...
Su voz se tornó más nervioso y ella intentaba ocultarlo. Me parecía tan tierna.
- ¿Haces algo hoy?
- Ehh... Yo...
- ¿Acaso llamo en mal momento?
- No, para nada, yo solo, pensaba en mis cosas...
Su nerviosismo aumentó y no pude evitar reír por lo bajo.
- Entonces, ¿Quieres que vaya a por ti? Francesca y los niños no están.
- Bueno... yo...
- ¿O prefieres que vayamos a dar una vuelta? - Esta vez soné más serio; estaba empezando a impacientarme.
- Eso estaría bien...
- Si no quieres solo dímelo, encuentro mucho peor que me veas sin ganas.
- ¿Por qué dices eso?
- Olvídalo... - me masajeé la sien con la mano con la que no estaba sujetando el móvil. - Iré a por ti en media hora.
Y corté.
Quizá soné demasiado serio, no lo sé. Su tono de voz me puso nervioso, era como si hiciera lo que yo quisiera por miedo a decirme que no.
Y lo último que quería era que estuviera incomoda conmigo.
- James, te estas preocupando demasiado por esta chica... - me dije por lo bajo.
Y claro que me preocupaba por ella, sino, ¿Quién iba a hacerlo? De hecho, no quería que nadie más lo hiciera. La quería para mí y así iba a ser.
Cogí las llaves del coche y salí de la casa para ir a buscarla.
*Punto de vista de Angie*
James finalizó la llamada, dejándome con las palabras en la boca.
¿Se había enfadado?
Sí que durante la conversación había sonado un poco indecisa pero ¿Realmente era para tanto?
Le había dado la sensación de que no quería verle... Cuando eso era lo que más deseaba y había deseado durante muchísimo tiempo.
- Malditos famosos. - susurré en un suspiro antes de levantarme de un salto de la cama.
No sabía dónde tenía pensado llevarme pero me iba a asegurar de que si por teléfono le había dado la sensación de que no quería estar con él, al verme cambiara totalmente de opinión.
Sin que cantara mucho, claro. Me bastaba con que tuviera ganas de arrancarme la ropa a mordiscos.
Me puse unos shorts negros con unas medias oscuras debajo y unos tenis negros, y una camiseta de Iron Maiden de tirantes que me iba algo grande y se podía ver mi brasier negro de encaje con algo de facilidad.
Recogí mi cabellera negra en una coleta alta, dejando dos mechones sueltos al lado derecho de mi rostro, para que me taparan el ojo.
Me maquillé lo justo, unos pocos polvos, delineador de ojos y brillo de labios con un toque de color para poder ocultar le fea marca que aún se veía en mi labio.
Me miré al espejo, mis ojos delineados se veían más feroces, más decididos y estaba segura de que eso le iba a encantar.
Oí como llamaron a la puerta, cogí las llaves y mi celular y fui hacia la entrada.
Cuando abrí la puerta James se quedó mirándome tras sus lentes oscuros un buen rato, él iba vestido de lo más común, una camiseta morada y unos tejanos sin embargo se le veían condenadamente bien.
Todo se le veía condenadamente bien a ese hombre.
- Hola. - dijo finalmente, quitándose las gafas de Sol.
Me acerqué a él y me puse de puntillas para acortar la gran diferencia de altura que había entre ambos, rodeé su cuello con mis brazos y me lo quedé mirando desde cerca, mientras mi rubor se iba haciendo cada vez más visible
- Hola. - contesté con mi mirada fija en sus recién descubiertos ojos.
Le di un beso fugaz en sus finos labios, notando el vello que tenía bajo su labio y que me provocó cosquillas. Puse fin rápidamente a ese beso con intención de alejarme sin embargo me tomó de la cintura con uno de sus brazos, impidiendo que me alejara de él.
Ahora fue él el que me dio un corto beso antes de soltarme de la cintura, para pasar el agarre a una de mis manos que rodeaban su cuello, no antes sin besarme en él.
- ¿Tienes idea de dónde ir? - preguntó con esa voz san sensual e intimidante a la vez, cogiéndome de la otra mano.
- Podríamos... ir a cenar... - dije pensativa.
- ¿No es muy pronto para comer ahora? - rio
- Entonces... deberíamos hacer un poco de tiempo de alguna manera... - susurré acercándome a él, declarando totalmente mis intenciones.
Él sonrió mientras bajaba su cabeza para permitir que mis labios se encontraran con los suyos de nuevo, esta vez fue un beso más intenso, donde, aunque seguía dándome algo de vergüenza, mi lengua iba ganando territorio, batallando contra la suya en una lenta pero fogosa confrontación.
James me empujó, como señal de que fuera hacia atrás para entrar en la casa.
Cerró la puerta con el pie, y me empotró bruscamente contra la puerta sin cortar el beso.
Sus manos bajaron hasta mis muslos, apretándolos contra él, con un salto rodeé su cintura con mis piernas, quedando al fin a la misma altura.
Nos separamos un momento para recuperar el aliento y mirarnos a los ojos antes de volver a besarnos de manera, cada vez, más agitada.
James bajó a mi cuello, donde daba ligeras mordidas dejando la marca de sus perfectos dientes, después succionó un par de veces la blanda piel de mi cuello, dejando dos marcas rosadas, una al lado de la otra. No pude evitar soltar un ligero gemido. Que hizo que James volviera a prestar atención en mis labios, mordiéndolos y saboreándolos una última vez antes de que me dejara en el suelo.
- Creo que ya estamos listos para ir a cenar. - sonrió victorioso.
- Te odio. - contesté a regañadientes, dándole la espalda para abrir la puerta.
- Lo sé. - susurró en mi oreja con voz seductora, antes de darme un leve mordisco en el cuello, acompañado de un beso.
Subimos a su coche, James conducía con la mirada fija en la carretera, con ligeros desvíos hacia mí, dónde ambos nos sonreíamos o nos dábamos un beso rápido.
Paró justo en frente de la puerta de un restaurante italiano, le dio las llaves al aparcacoches de la entrada y abrió la puerta del lado dónde estaba, ofreciéndome su mano como ayuda para bajar. Y la tomé gustosa.
Una vez entramos en el restaurante, el metre nos guio hasta la parte descubierta, dónde las estrellas cubrían el cielo y, aunque había gente, había un silencio considerable y se podía estar en calma.
El camarero se acercó a nosotros y James pidió en nombre de ambos ya que yo no tenía ni la más mínima idea de que coger y también pidió champán.
- ¿Qué es esto que has pedido? - Pregunté con gran curiosidad. - Esta demasiado bueno.
- Lomo de res con salsa de chocolate y moras. - dijo mirándome a los ojos. - ¿Champán?
- Por favor. - sonreí.
Chocamos nuestras copas al aire, el suave sonido del cristal chocando con cristal, acompañado de otros sonidos similares procedentes de otras mesas de más atrás. Bebí de mi copa, pude notar las burbujas de gas hacerme cosquillas en la nariz.
El cielo brillaba con gran intensidad para nosotros, dando un toque romántico a la situación.
James dirigió su mirada a las estrellas, dejando estas reflejarse en los mares de sus ojos, dándole un toque misterioso e irresistible a la vez.
Cogí una de sus manos que estaban encima de la mesa y las entrelazamos, mirándonos a los ojos.
Después de la cena regresamos al coche de nuevo y James me llevó a casa, acompañándome hasta la puerta.
*Punto de visión de James*
- No quiero entrar. - dijo ella, mirándome a los ojos.
La luz de la luna brillaba en su rostro, haciendo que sus ojos oscuros se tornaran de un tono grisáceo debido al astro que se reflejaba en ellos.
- Entonces no entres. - dije sonriéndole. - Quédate conmigo.
Me senté en la escalera que subía hasta la puerta de su casa, guiándola a ella con el agarre de nuestras manos para que se sentara a mi lado.
- No quiero que te vayas, James.
- No lo haré. - dije mirándola a los ojos, un poco sorprendido.
¿A qué venía eso?
- ¿Nunca? - preguntó con voz quebradiza, apoyando su cabeza en mi hombro.
Yo sabía que la iba a dejar algún día.
- Nunca. - le mentí.
- ¿Me lo prometes?
No.
- Sí. - mentí de nuevo.
- Te quiero. - susurró.
Y yo la quería a ella, pero de una manera totalmente diferente a lo que ella pensaba.
- Y yo a ti...
Se acercó más a mí, levantando la cabeza para besarme.
Correspondí el movimiento de su cabeza, y la besé, primero lentamente, nuestros labios iban moviéndose con tranquilidad pero poco a poco los movimientos iban volviéndose más frenéticos, más profundos.
¿De verdad iba a ilusionar a esa pobre chica?
¿Realmente iba a ser capaz de despertar al viejo James Hetfield para enamorar a esa chica solo para acostarme con ella?
Angie cortó el beso para ponerse encima de mis piernas y besarme de nuevo. Nuestras respiraciones iban acelerándose al igual que la temperatura de nuestros cuerpos.
Mi mano sujetaba su nuca y la otra fue bajando despacio por todo su cuerpo, hasta llegar a sus pantalones, donde por encima de la ropa acaricie su entrepierna con los dedos y un gemido salió de sus dulces labios.
Y ese tímido ruido que se escapó de lo más profundo de su ser no hizo más que incrementar mis ganas de oírla repetir ese sonido, una y otra vez.
Oh, desde luego que iba a ser capaz de enamorarla, y de cosas mil veces peores sin con eso podía llegar a donde quería.
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