Capítulo 4.- La sincera ebriedad.
- Angie, te quiero mucho... - empezó a decir Cali, estaba segura de que iba a decir algo iriente.
O lo parecía.
- Pero... hueles un poco a tigre.
- Lo supongo, no se cuantos días hace que voy con la misma ropa... - bufé.
- ¿Por qué no te cambias de ropa si puede saberse? - dijo Cali, casi con horror en sus palabras.
- No tengo tiempo, y cuando lo tengo no tengo mí ropa a mano.
- Bueno, hoy es viernes, lo que significa que puedes llevar esa ropa todo el fin de semana si quieres.
- Eso haré.
- Oh no, ¡Por favor!
Ambas estallamos en risas, pasando desapercibidas en uno de los pasillos del instituto.
Nunca pensé que podría llegar a llevarme bien con una de las típicas "chicas populares" y aún menos si esa chica era la hija de mi ídolo.
Dios, aún no me lo creía...
Un recuerdo fugaz de la noche anterior vino a mi mente, seguido de ese sueño irreal pero tan nítido, tan cercano, que parecía que si cerraba los ojos podía sentir como Hetfield aprisionaba sus labios contra los mios.
Inmediatamente me sonrojé, y por un momento pensé que me iba a sangrar la nariz.
- Angie, ¿En que coño te distraes tanto? - Me preguntó ella, simulando enfado. Interpusiéndose entre mis más oscuro,s aunque habituales, pensamientos y yo.
- Perdoname... ¿Qué decías?
- Que si quieres quedarte a dormir a mi cas...
- CLARO QUE SÍ. - Chillé en medio de la multitud del pasillo, provocando que muchos de los estudiantes y algún que otro profesor me miraran con curiosidad.
Me caía bien Cali, en dos días se había compartido en una muy buena amiga, sin embargo sabía que la única razón que tenía para ir a dormir a su casa era ese hombre de mirada feroz y sonrisa seductora.
- Anda vamos. - dijo ella riendo cogiéndome de la mano.
Una vez en la salida creo que vi lo que menos me apetecía ver.
Estaba James, eso era bueno.
Estaba Francesca, y por Dios, eso no era malo, era horrible.
Estaban cogidos de la mano, y eso era deprimente.
- Vaya, habéis venido los dos, ¿Que celebramos? - Dijo Cali hacia sus padres, mientras le daba dos besos a James y un corto abrazo a Francesca.
- Bueno, hoy me tocaba a mí pero tu padre se empeñó en venir también.
Dicho eso, James soltó la mano de su mujer y se puso delante de mi, con la intención de darme dos besos.
Y de paso le di un abrazo.
- ¿Todo bien Angie? - me preguntó sonriente.
Me encantaba la forma en la que pronunciaba mi nombre, su voz suave se tornaba más dominante al decirlo y su acento americano le daba un toque especial, diferente a como lo hacían los demás.
Y eso me encantaba, incluso creo que me tembló el ojo.
- Ahora sí. - dije con una sonrisa tonta, perdiéndome en sus ojos.
El sonrió como respuesta y entonces una mujer rubia explotó nuestra pequeña burbuja:
- Encantada Angie, soy Francesca. - dijo dirigiéndole una sonrisa a James, mientras recuperaba el agarre de su mano.
- Encantada... - dije con una sonrisa fingida.
Si yo hubiera nacido en la época de esa barbie ahora yo estaría en su lugar.
Estaba convencida de eso y me frustraba de una manera impreaionante saber que yo nunca podría agarrar de esa manera a James, nunca podría besarle y mucho menos dormir con él.
La vida era cínica, diafrutaba viendo sufrir a personas simples e inocentea y creo que daba todo su empeño para verme caer.
Bufé con resignación, sabiendo que ese hombre nunca se iba a fijar en mí, y si lo hacía, era totalmente imposible que fuera mío en su totalidad.
- ¿Puede quedarse Angie a dormir? - preguntó Cali guiñando uno de sus ojos celestes.
- Claro. - dijo James mirándome. - pero esta vez no te desmayes. - prosiguió, dedicándome una de sus sonrisas.
Subímos en el coche de James, él conducía y su mujer estaba de copiloto, mientras Cali y yo estabamos detrás.
Antes de arrancar el coche ví como Francesca le daba un corto beso por sorpresa, dejándolo parado durante unos segundos, y a mí totalmente shockeada. Sentí un dolor punzante en el pecho, cerré los ojos y me acomodé en mi sitio, echando la cabeza hacia atrás.
Él solo le sonrío y prendió el coche.
Nuestras miradas se cruzaron fugazmente durante el viaje, a través del espejo retrovisor, le miré apenada, sin poder evitarlo y, realmente, no quería ocultarlo. Quería que viera que no estaba bien, que estaba rota y que no podía ayudarme porque no significaba nada para él.
Llegamos a su casa, Disco movía la cola alegre dándonos la bienvenida.
Me encantaba ese perro.
Conocí a Castor y a Marcella, no en su esplendor, simplemente nos saludamos cuando me los crucé al ir en dirección de la habitación de Cali.
- Tengo ganas de beber. - dijo Cali, tumbada en su cama y mirando a la pared de enfrente suyo.
- No sabía que bebías.
- ¿Quieres beber? - preguntó ella mirándome con cara de emoción.
- Bueno, no diría que no..
Cali bajo de su cama y se fue sin decir nada, dejándome sola en su habitación durante un buen rato, hasta que apareció de detrás de la puerta con dos botellas de vodka.
- Ya tenemos fiesta para esta noche. - rió.
- ¿De dónde mierda sacaste eso?
- Mis padres guardan para cuándo vienen visitas, sin embargo nunca las sacan. Ya sabes, para no tentar a mi padre más de lo necesario. - dijo ofreciéndome una de esas relucientes botellas de cristal contenientes de un líquido incoloro.
Pero muy efectivo.
- Deberíamos beber cuando se vayan a dormir. - susurró cuando tomé la botella.
-Es imposible que no se den cuenta, los borrachos hacen mucho ruido.
- Lo he hecho muchas veces y nunca me han pillado, y si lo han hecho me ignoraron completamente.
Dicho esto Cali abrió su botella y echó un trago, casi sin inmutarse.
- ¡Joder! No recordaba que estuviera tan malo.
- Eso no se bebe por el sabor, se bebe por su efecto. - dije repitiéndo el acto que acababa de hacer Cali.
Bajamos al comedor, justo para cenar, olía a comida y la verdad es que olía muy bien
"Hacía siglos que no sentía el olor a comida de madre".
Fue una cena simple pero realmente rica, sin embargo fue extrañamente silenciosa. Solo se escuchaban los sonidos de los cubiertos y algún que otro comentario que decía Francesca para iniciar conversación sin éxito.
James no dejaba de mirarme y fingía que no me daba cuenta de ello hasta que, no sé si por accidente o inconscientemente me giré para hacer frente a su cautivadora mirada.
Nos estuvimos mirando un buen rato mientras seguiamos comiendo, su mirada expresaba preocupación, cariño y... ¿Temor?
Y la mía expresaba todo lo que quería decirle pero no me atrevía. Y yo sé que él se dió cuenta
Terminó de comer y se levantó sin decir palabra para luego volver con un objeto en sus manos.
Era una guitarra acústica.
Se sentó en el sofá de cuero y empezó a tocar sin decir palabra alguna.
Por inercia me levanté, déjando el plato aún con comida, y me senté a su lado.
James me miró a los ojos, y yo miré a los suyos, sabía lo que me estaba diciendo. Estaba tocando para mí.
- All these places have their moments, with lovers and friends I still can recall... - dijo con su melodica voz, empezando a cantar.
- Some are dead and some are living, in my life, I've loved them all. - canté yo.
- But of all this friends and lovers, there is no one compares with you. - dijo mirándome a los ojos.
Y entonces al unisono cantamos:
- And these memories lose their meaning, when I think of love as something new. Though I know I'll never lose afection, for people and things that went before. I know I'll often stop and think about them...
In my life... I love you more...
Él me sonrió, enseñándome sus perfectos dientes y yo me sonrojé. Pero en ningún momento dejamos de mirarnos a los ojos.
Y nos empezamos a acercar peligrosamente, ignorando en su totalidad que hubieran otras personas a nuestro alrededor. Ignorando lo que pudiera ocurrir después.
Era nuestro momento, nuestro y de nadie más. Quería besarle, quería besarle tanto como él quería besarme a mí.
Entonces él cambió su dulce manera de mirarme, se alejó de mí y se levantó del sofá, y entonces se fué del salón.
Esta vez ya no iba a volver.
- Bueno. - dijo Francesca, que no se había dado cuenta de lo que había estado a punto de ocurrir a unos pocos metros de ella. - Todo el mundo a dormir.
Cali y yo nos miramos como si nos trataramos de dos complices a punto de asaltar un banco.
Esperamos hasta la una de la madrugada, suponiendo que todos estaban dormidos, bajamos al salón y empezamos a beber.
En menos de una hora mi botella estaba vacía, sin embargo quería más, quería beber hasta perder el conocimiento. Hasta olvidarme de mi própia existéncia.
Cali, ya ebria, se encontraba somnolienta en el sofá, aún le quedaba alcohol así que se lo quité y me lo bebí todo de un trago.
- Oye puta, ¡eso es mío! - me arrancó la botella de un manotazo. - Hija de puta, de lo bebiste todo. - dijo mientras la tumbaba cara el suelo afirmando que no quedaba ni una gota.
- Oye, ¿Que mierda de rollo te traes con mi padre? - me preguntó olvidando totalmente lo pasado antes.
- Debería dejar de ser tan sexy. - contesté riéndome.
- no tío, que puto asco joder, es mí padre. - dijo riéndo también.
- Pues me quiero follar a tu padre, Cali.
- Oh, entonces... ¡Adiós mamáá! - dijo refiriéndose a mi, lanzó la botella al suelo y esta se rompió en mil pedazos, ella se tumbó en el sofá y se quedó dormida, prácticamente al instante.
- ¿¡Pero qué mierda!? - dijo James, apareciéndo en la sala. - ¿Que demonios estáis haciendo?
- Eh... creo que lo sabes muy bien. - reí.
- ¿De dónde sacásteis el alcohol?
- Preguntaselo a tu hija, porque yo no tengo ni la mínima ídea. - contesté, andando hacia él.
O intentándolo.
- Vamos, te voy a llevar arriba. Mañana hablaremos de esto. - dijo con la intención de cargarme.
- James... - susurré, parando lo que estaba haciendo.
- ¿Qué? - dijo algo molesto.
- ¿Por qué no me besas ya de una vez y te dejas de juegos? - dije inténtando parecer lo más sobria posible.
- Estas borracha. - contestó él.
- Y también estoy enamorada de tí, James. Ambos sabemos lo que estuvo a punto de ocurrir en ese sofá hace unas horas. - dije señalando dónde estaba durmiendo Cali.
- Ya he escuchado suficiente.
Me cargó en brazos y subió las escaleras, permaneciendo yo inmóvil en la cálidez de sus brazos.
Me llevó a la habitación de Cali y me puso encima de la cama, me miró por última vez y me dió la espalda para irse tras la puerta.
Salí de la cama de un salto, hiendo lo más deprisa que mi borrachera me permitía, lo agarré del brazo, lo giré y bajé su cabeza hasta el punto en que mis labios pudieron encontrar los suyos.
James me alejó mirándome a los ojos. Estaba furioso.
Se giró de nuevo, cerró la luz junto con la puerta y me dejó sola en la oscuridad.
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