Capítulo 18.- Pura perfección.
Me desperté a regañadientes debido a la canción de Nothing else Matters que sonaba repetidamente en mi habitación, rompiendo el silencio de la casa y mi sueño con él.
Espera.
Nothing else Matters... Teléfono...
James.
Di un salto de la cama y me senté en ella mientras estiraba mi brazo para coger el móvil y contestar.
- Buenos días... - susurré mientras aguantaba un bostezo y me frotaba los ojos con el dorso de mi mano libre.
- ¿Estabas durmiendo aún? Lo siento pequeña. - su voz sonaba más animada que la noche anterior y un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar como pronunció aquellas silabas previamente ocurridas, formando la palabra "pequeña".
- No importa, igual debía despertar en poco tiempo.
- ¿Hoy tienes clase cierto?
- Ajá, pero no voy a ir. Quiero estar contigo...
Escuché a James reír con cierta ternura.
- Temo decirte que no estoy en el hospital ya.
- ¿Y dónde estás? - pregunté algo preocupada. - No hagas el tonto, lo que te paso no es para tomarlo a la ligera...
- Vístete y baja. - dijo divertido.
- ¿Qué?
- Que bajes. - dijo riendo antes de cortar la llamada.
Me quité de encima la fina sabana que cubría mi cuerpo y sin zapatillas y vistiendo aún el pijama que estaba formado por una camiseta de tirantes rosa y unos pantalones cortos negros bajé las escaleras prácticamente a saltos ignorando totalmente que pudiera despertar a mis tíos.
Abrí la puerta principal y salí corriendo de casa en dirección al hombre que estaba a unos escasos metros de mi, salté encima de él enrollando mis piernas en sus caderas y mis brazos detrás de su cuello. Él correspondió al abrazo aguantando todo el peso de mi cuerpo con sus brazos agarrados con fuerza a mi espalda, los dos nos quedamos unos instantes de aquella manera: abrazados sin decir una palabra. Permitiendo que los gestos hablaran por si solos.
Empecé a besar el cuello de James hasta llegar a una de sus orejas, mordí el lóbulo de ésta y volví a retomar el camino de besos hasta llegar a su rostro y llenarlo de besos fugaces pero llenos de necesidad y pasión.
- Tranquila mujer. - dijo riendo mientras se ponía de perfil para que yo siguiera besando su cara.
- Te quiero. - contesté riendo también. - Te quiero, te quiero, te quiero. - dije mientras seguía llenando su piel de besos.
James me bajó de su cintura, deslizandome por su cuerpo, pegó su frente con la mía y con su nariz acarició la mía.
- Y yo a ti. - susurró manteniendo sus manos a cada lado de mi pequeña cintura.
De manera lenta pero sin interrupciones nos fuimos acercando, nuestros cuerpos estaban pegados, unidos por la atracción que el uno sentía por el otro pero cuando nuestros labios estaban a punto de encontrarse James se separó bruscamente de mí y me cogió en sus brazos.
- ¿Pero que estas haciendo? - pregunté sorprendida agarrandome a su cuello con fuerza.
- Te dije que te vistieras...
- Pero... quería verte... - susurré mirandole a los ojos.
James negó con la cabeza y me mostró una sonrisa.
- Pues ahora te quedas así. - dijo mientras empezó a andar hasta su coche.
- ¿Cómo? ¡Ni de coña, deja que me vista!
James no contestó solo abrió el coche con el control a distancia y me sentó en el sitio del copiloto.
- James no me ignores.
James se me quedó mirando divertido sujetando la puerta del coche.
- Capullo... - susurré mirándole a los ojos.
James río y acercó su rostro al mío agarrando mi cuello con una de sus fuertes manos haciendo que mi cara se acercara a la suya, hundiendonos sn un cálido beso que me dejo sin aliento.
- Ya te compraré algo de ropa ¿Esta bien? - acarició mis labios con su dedo pulgar.
- Pero...
- sht.
Cerró la puerta del coche y se subió en el sitio del conductor.
- No quiero que me compres nada..
- ¿Por qué no? - puso la llave en el contacto y encendió el motor.
- No me gusta..
James empezó a reír.
- Debes de ser la única mujer en el maldito mundo a la que no le gusta que le compren cosas.
- Claro que me gusta que me regalen cosas...
- Entonces ¿Cuál es el problema? - James estaba conduciendo pero aún así posó su penetrante mirada en la mía, provocando que aún en estas alturas de nuestra "relación", me sonrojara ligeramente. Pese a todo, intenté explicarme.
- Es que... no quiero...
- ¿Por qué no? - preguntó de nuevo, divertido por la situación.
- Pues porque no coño. - reí mientras le di un ligero empujón y James formó una de esas sonrisas derrite corazones.
- Pues deberías ir acostumbrándote a mis regalos porque te voy a dar todo lo que desees, todo lo que crea ideal para ti será tuyo.
Su mirada seguía fija en la carretera mientras pronunciaba aquellas palabras letales para mi autocontrol, no podía dejar de mirarle con una sonrisa estúpida decorando mi rostro, James se dio cuenta de aquello y durante un momento giró su cabeza en mi dirección para devolverme la sonrisa.
Desabroché mi cinturón y me acerqué a él, quién seguía concentrado conduciendo. Yo empecé dando un par de besos en su cuello, dejando marcas recientes encima de las viejas que aún eran visibles y con aquellas simples muestras de afecto ya pude notar como James se estremecía ligeramente expirando hondos suspiros.
- Creo que este no es el mejor momento para esto cielo. - dijo fingiendo que aquellos besos no habían tenido efecto alguno sobre él.
Di un gruñido como queja de su contestación y sin dudarlo ni un segundo me abalancé encima de sus labios devorandolos con devoción, James frenó de manera brusca ante mi ataque repentino haciendo que los innumerables coches de detrás de él frenaran súbitamente y empezaran a manifestar su enojo con el pitido estridente de sus coches.
James tomó mi nuca con una de sus manos para intensificar nuestra unión, manteniendo una silenciosa guerra en aquél coche, enfrentando su lengua con la mía, mi deseo contra su autocontrol.
Nos separaramos manteniendo escasos centímetros entre nuestros labios, ambos con los ojos cerrados solo prestabamos atención a la respiración del otro y nos preocupabamos por memorizar el rostro del otro a base de caricias.
Cuando abrí mis ojos sus orbes azules me estaban mirando fijamente, deseandome en aquél momento, inconscientemente mordí mi labio inferior y James acercó su boca a la mía de nuevo para liberar a mi labio de mis dientes y aprisionarlo entre los suyos, yo contraataqué mordiendo su labio superior, entrando así en una nueva guerra donde los mordiscos eran los protagonistas.
James puso toda su atención en mi cuello, llenándolo de besos y mordidas, chupones y lametones que solo hacían que ambos desearamos cada vez más.
De repente James me apartó de él agarrandome por los hombros, los dos queríamos seguir pero ese no era el momento adecuado por lo que volví a mi sitio y me abroché el cinturón de nuevo, haciendo como si nada hubiera pasado, James retomó la marcha y puso fin a las quejas de los conductores.
- Parece ser que no podemos estar en el mismo coche sin que nuestros calentones amenacen a San Francisco con un atasco general. - río James mirando la carretera.
- Parece ser...
Salimos de San Francisco para ir en dirección a San Diego, una vez llegamos James aparcó en frente de un local se comida rápida y, sin hacer ningún comentario al respecto, salió del coche, abrió la puerta del copiloto y me cogió en brazos de nuevo y empezó a andar hacia el local.
- ¿Qué hacemos aquí?
- Verás, en los locales de comida se suele comer, querida.
- Eso ya lo sé tonto... pero sigo en pijama.
- Las tiendas de ropa están cerradas aún, no se si sabes que son las seis de la mañana.
- Si me hubieras dejado cambiar de ropa...
- Yo te dije: Vístete y baja. Bajaste sin vestirte, pues te vas sin vestirte. ¿Fácil, no?
- ¿Fácil, no? - repetí en modo de burla.
- Ay... No seas tan inmadura...
- Tengo 17 jodidos años ¡Tengo derecho a ser inmadura si me sale del coño!
James empezó a reír.
- Entonces creo que debo tener una charla seria con él, cielo.
- Esa es la manera más subliminal con la que me has dicho que me vas a comer todo el tema.
James volvió a reír.
- Hablando de comer, ¿Quieres tortitas? - preguntó entrando en el lugar, un fuerte olor a café y a fritos me llegó a la nariz y la poca gente que había en la sala se giraban para mirarnos, algunos susurraban el nombre de James, otros nos miraban con cierta curiosidad y unas mujeres no paraban de comentar "a bajo volumen" lo buen padre que era James por cargar a su hija de aquella manera.
Creo que nunca deseé tanto en mi vida asesinar a alguien.
James me cargó hasta una mesa algo apartada de la multitud y me sentó en el asiento acolchado de piel falsa roja, él tomó asiento justo frente de mí, teniendo la mesa como único obstáculo entre nosotros.
- Soy más de salchicha y huevos. - contesté haciendo circulos encima de la mesa con uno de mis dedos.
James levantó una de sus cejas mirándome con perversión, levantó uno de sus brazos para que se acercara una de las camareras.
- ¿Qué desean? - preguntó aquella mujer rubia, de piernas largas y constitución delgada a la que odié de inmediato.
- Unas tortitas para mí y una salchicha con huevos fritos para la señorita, un par de zumos de naranja también.
No pude evitar reír por lo bajo.
- ¿Patatas también? - preguntó mirándome, yo asentí.
La mujer anotó el pedido y se giró dándonos la espalda para ir a la cocina a comunicar la orden de nuestra comida. Yo giré mi cabeza para ver como aquella arpía se alejaba de nuestra mesa.
- ¿Celosa? - preguntó mirándome divertido.
- ¿Yo? - pregunté con incredulidad. Ella es la que debería estar celosa.
James señaló al grupo de mujeres que no paraban de mirarle.
- Para celosas ya estan esas de ahí.
- Esas creen que eres mi padre. - contesté seria, con algo de tristeza.
- Entonces el incesto nunca supo tan bien. - río.
- Ugh, no me jodas. - reí.
- Ven aquí. - James se acercó a mi y acaraciandome la mejilla me atrajo hacia el para darnos un corto beso que hizo que aquellas mujeres se horrorizaran.
Después de comer subimos al coche de nuevo y James me llevó a regañadientes a una tienda de ropa dónde me compro suficiente ropa como para irme a vivir con él.
- ¿Es necesario esto?
- ¿Qué te pruebes la ropa interior? Sí.
- Tu lo que quieres es verme con encaje y ligueros, pervertido.
- Hmm... ¿Qué tal un corse también?
- Corse, medias y ligueros.
James cerró los ojos durante un momento.
- Madre de Dios... - susurró.
- Pervertido. - le empujé, él me agarró del brazo y me atrajo hacia él, envolviendome con sus brazos.
- Te estan mirando como si fueras un depravado. - susurré.
- ¿Y si confirmamos que lo soy? - empezó a acercar su rostro al mío, uo no dudé en besar sus labios, dando un espectáculo a las mujeres del lugar, las que nos miraban con asco.
Salimos de la tienda yo ya vestida con un vestido de una pieza negro de tirantes y unas sandalias, James iba cargado de bolsas ya que el señor no quiso que yo llevara ninguna.
Aunque debo aceptar que eso fue muy tierno.
James abrió el maletero y metió todas las bolsas de ropa en su interior antes de sentarse a mi lado y conducir de nuevo, esta vez en dirección a la casa dónde íbamos a pasar el día.
Casa, mansión. Cómo gustes.
Desde la lejanía ya podía ver la imponente construcción y los muros que la protegían, James sacó un pequeño mando para abrir la puerta que nos iba a permitir atravesar aquellas altas vallas de metal.
El viaje para llegar a la puerta principal de la mansión fue corto pero para nada aburrido, el jardín era enorme, perros, gatos, incluso conejos y caballos conviviendo en aquel trozo de naturaleza en medio de California.
James dejó el coche delante de la casa y de camino a buscar las bolsas abrió mi puerta y me ayudó a bajar.
Abrió la puerta principal de la mansión y dejó las bolsas en un rincón de la amplia entrada mientras miraba divertido mi cara.
- ¿Te gusta? - puso una de sus manos en mi cintura y con la otra me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.
- Esto es... es... - no podía dejar de mirar el lujo que había a mi alrededor. - Impresionante...
James me ofreció su mano y yo la cogí gustosa, empezó a andar para enseñarme la gran instalación.
- Compré esta casa con el primer cheque que me dieron después de sacar al black album.
- ¿Cuántas fiestas has hecho aquí?
James río.
- Demasiadas creo yo.
- Vaya que bonito, nos acostaremos donde ya lo habrás hecho con otras chicas. - suspiré.
James notó el tono de mi voz el que no era el más alegre del mundo precisamente.
- ¿Hubieras preferido que nos hubiéramos acostado en los 90'?
- No es eso... es que... tantas chicas...
James dejó de andar y me cogió de ambas manos, mirándome a los ojos
- No pienses en eso ¿Vale? - dijo acariciando mi mejilla con una de sus manos.
- No puedo evitarlo James... no, no puedo...
- ¿Piensas que eres una más? ¿Es eso?
- Yo...
- Angie por favor.. no pienses eso de mí, no ahora.
Me acerqué a James y rodeé su cuello con mis brazos para poder abrazarlo, él hizo lo mismo pero en mi cintura.
- Te quiero muchísimo y no quiero que dudes de eso. - susurró antes de besarme en la frente.
Retomamos la marcha por toda la casa, ese sito tenia 7 habitaciones y 10 baños, sin contar los altos lujos que había por cada uno de los rincones. A través de la cocina salimos a un patio trasero donde había una piscina enorme que, a base de escalones, ibas entrando cada vez en más profundidad.
- No hemos comprado bañador. - susurré.
James río con perversión mientras se colocaba detrás de mí, con sus fuertes manos deslizó los tirantes del vestido por mis brazos hasta que debido a la gravedad mi éste cayó al suelo y me quedé en ropa interior negra, siempre negra.
- solucionado. - susurró con excitación en mi oído, sus manos acariciaban delicadamente mis caderas y poco a poco James recorrió con besos desde mi oreja hasta mis omóplatos, poniéndome la piel de gallina.
James pegó su cuerpo a mi espalda y soltó un suspiro, sus manos se movieron de mis caderas, una de ellas fue lentamente abriéndose paso hasta mi entrepierna y con la otra empezó a jugar con uno de mis pechos, primero por encima del sujetador y luego por debajo.
Aunque me estaba acariciando por encima de la fina tela que separaba su mano de mi intimidad, James estaba consiguiendo que me estremeciera y toda la piel de mi cuerpo se erizara.
James me giró con un movimiento brusco y me cargó hasta una de las tumbonas de al lado de la piscina, tumbándose encima de mí. Nuestros movimientos eran desesperados y llenos de pasión y necesidad, quité su cinturón de un tirón y él me ayudó quitándose la camisa ceñida que llevaba, cuando se levantó para quitarse los pantalones me levanté también y me fui a unos metros de la tumbona, haciendo señas para que James se acercara, él me miró extrañado pero su excitación pudo más que su razonamiento y se acercó a mi.
Me besó con ferocidad y desesperación, acariciando todas las partes de mi cuerpo repetidas veces, una vez se había "calmado" un poco, lo empujé provocando que cayera en el agua fría de la piscina.
James me miró divertido pero a la vez enfadado.
- Como te coja verás. - me amenazó mientras nadaba hacia el borde de la piscina para salir, yo corrí en la dirección contraria para escapar de él pero al final acabó cogiéndome.
James me sujetó con fuerza y me llevó al borde de la piscina, me dio un beso de pico antes de tirarme al agua.
Cuando salí a la superficie vi como se tiraba de cabeza para volver a ir en mi dirección, aquella vez no batallé, me fui a una de las esquinas de la piscina y ahí esperé a que viniera nadando.
- Admite que empujarme fue una pesima idea. - dijo una vez en frente de mi, aprisionandome en aquella esquina.
- Fue divertido verte correr desnudo. - reí.
James me salpicó con malicia antes de que me abalanzara encima de él para besarle provocando que con rapidez James volviera a ponerse a tono, crucé mis piernas en su espalda y James entró dentro de mí, el calor rápidamente tomó nuestros cuerpos y dejé de sentir el agua de nuestro alrededor, era como si se evaporara al tocar nuestras ardientes pieles.
Mis gemidos extasiaban a James y me exigía cada vez más volumen a ka vez que él aumentaba la velocidad y profundidad de sus embestidas, mis uñas se clavaban cada vez más en su espalda de la misma manera James cada vez me empotraba con mayor ferocidad contra la pared de la piscina.
Ambos no tardamos en llegar a dónde queriamos, nuestra temperatura iba bajando gradualmente y de repente el agua de la piscina me hacia tiritar, agarrados de la mano salimos de la piscina y envolvimos nuestros cuerpos en una sola toalla, preparandonos para un nuevo asalto.
***
El día era caluroso, realmente estaba preocupado por él, era mi marido y aunque estuviera actuando de aquella manera tan fría y distante desde hacía tanto tiempo yo seguía amándole como el primer día.
Entré en el edificio y crucé la amolia sala llena de gente esperando su turno, me dirigí a uno de los largos pasillos y me paré en frente de una habitación, su habitación.
Di un hondo suspiro y me coloqué la ropa antes de girar el pomo de la puerta.
Pero esta no se abrió.
Lo intenté de nuevo, dos, tres, cuatro veces y la puerta seguía sin ceder ante mí, empezaba a sentirme prepotente.
- ¿Disculpe señora, desea algo? - preguntó una de las enfermeras de la planta.
- Vengo a ver a mi marido, James Hetfield. Esta es su habitación..
- Lo siento Sra.Hetfield pero el Sr.Hetfield obtuvo el alta voluntaria ayer por la noche.
Mi corazón paró en ese mismo momento.
No dije una palabra más, salí del hospital y a paso firme volví a montarme en mi coche, lo puse en marcha y empecé a conducir en dirección a San Diego.
Sabía dónde estaba la pregunta era; ¿Con quien?
Fuera quien fuera esa puta se metió con el marido que no debía.
***
Estábamos tumbados encima de la cama, yo tumbada encima del cuerpo de James, las sabanas estaban mojadas debido a que recien habiamos salido de la piscina, todo estaba en una perfecta paz y harmonia, la respiración regular se James chocaba con mi cabeza apoyada en su pecho y nuestros pies no dejaban de acariciarse.
Levanté mi cabeza y besé el pecho de James, luego subí hasta llegar a su cuello y morder justo dónde tenía su tatuaje.
Él acarició mi rostro mientras sonreía satisfecho.
- No quiero que este día acabe. - susurré volviendo a apoyar mi cabeza en su pecho y abrazándole. - No quiero separarme de ti...
- No nos separaremos nunca mi ángel. - contestó con su calma característica.
- No lo entiendes, no quiero separarme nunca de ti, cada vez que lo hacemos pasa algo malo.
- Las grandes historias de amor siempre tienen dificultades Angie, pero esto va a cambiar, cuándo ya no este con Francesca y tu tengas 18 todo será... Todo será perfecto.
- ¿Vas a dejar que el mundo lo sepa? ¿Que te insulten y te traten mal? Eso sin contar que dirán de mí...
- Todo eso me da igual joder. Lo único que quiero es estar contigo, nada nos va a separar ¿Entendido? Nada.
Subí mi cabeza hasta su cuello y aún abrazándole empecé a sollozar en silencio y James no tardó en alarmarse y prestarme atención.
- ¿Qué ocurre? - preguntó algo asustado y preocupado a la vez, alzando mi cabeza para poder mirarme a los ojos.
- No quiero perderte James... no... no quiero...
- No me perderás nunca. - dijo secando mis lagrimas.
- Me acosté con Kirk ayer James.
James paró lo que estaba haciendo y frunció el ceño por unos segundos, luego siguió secando las lágrimas que salían sin control de mis ojos.
- Lo sé. - contestó con amargura.
- No fue en la tarde en su casa como crees James fue...
- Lo sé Angie. - me interrumpió. - Kirk vino a verme al hospital después de.. de lo vuestro.
- ¿Qué? - dije con un hilo de voz.
- Me contó que estabas dolida y triste y que después de aquello le llamaste por mi nombre.
- Yo..
- Esta olvidado. ¿Si?
- James..
- Te quiero. - dijo con una sonrisa antes de darme un beso rápido.
James me dio un ligero empujón como señal para que me quitara de encima de él, James se levantó y aún desnudo salió de la habitación y volvió unos segundos después con una caja cuadrada entre sus manos y me la entregó.
Yo me senté en la cama para coger la caja.
- ¿Qué es esto? - pregunté confusa.
- Un regalo.
- James...
- Ábrelo, por favor.
Levanté la tapa de la caja de terciopelo azul, mis ojos se abrieron y abrí mi boca con asombro, pase los dedos por encima de aquella bella joya.
- james... es.. es... precioso...
- Me alegra que te guste; no soy muy bueno con las joyas.
- saqué el plateado collar de la caja con delicadeza, los brillos de los diamantes en combinación al oro blanco y a la plata hacían que reluciera con un brillo especial.
- ¿Me lo pones?
James sonrío mienteas cogió la pieza entre sus dedos, primero me quitó la cadena con los anillos de mis padres y me puso el que él me regaló.
- Estas preciosa. - susurró antes de besarme.
Cogi los dos anillos entre mis manos y los quité de la fina cadena, cogí la mano de James y le quité su anillo de boda por el se mi padre, james se quedó mirando y cogió mi mano y de la misma manera me puso el anillo de mi madre, quizá aquella unión no era válida frente los ojos de Dios o del gobierno pero en nuestro interior aquellos anillos se habían transformado en muchísimo más en aquél momento, era el símbolo de nuestra unión, la prueba de nuestro amor eterno, Nuestra vida entera y nuestra condena.
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