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Capítulo 17.- Volviendo al comienzo.

Luces, alarmas, coches, la confusión me rodeaba y yo simplemente no hice nada, me quedé de pie, siempre a su lado pero ausente como una sombra.
Simplemente me quería negar a que aquello fuera real. Y al llegar al hospital la realidad me dio una bofetada para traerme agresivamente al mundo real.
- ¿Es usted familiar del Sr.Hetfield? - preguntó una enfermera con cara de amargada.
- Ehm... No, bueno, si... más o menos, es difícil de explicar...
- ¿Si o no? - alzó la ceja, como con asco al decir eso.
- Sí.
La mujer se giró dándome la espalda y empezó a andar para que la siguiera. Al pasar la puerta entramos en un pasadizo con puertas por todos lados hasta que se paró en frente de una de estas.
- El señor Hetfield esta en esta habitación, esta despierto pero esta algo débil asi que no le moleste de más.
¿Molestarle de más?, ¿Pero qué mierda con la puta enfermera?
Tomé el manillar de la puerta de madera y lo giré para que esta se abriera. En el fondo de la blanca habitación había una pequeña cama blanca donde James estaba tumbado con los ojos cerrados.
Cerré la puerta detrás de mi, el único ruido que se escuchaba en la sala era el de los instrumentos mecanizados a los que James estaba conectado.
- ¿James? - pregunté con voz temblorosa mientras me acercaba a la cama donde se encontraba. Él abrió sus bellos ojos azules y me miró con calidez pero con cierta amargura también.
- ¿No ha venido Kirk contigo? - dijo de manera irónica mientras rodaba los ojos.
Aquél comentario me sentó como una patada directa al estómago.
- James... - susurré.
Él me miró alzando una ceja, molesto.
- No pasó nada entre él y yo pero..
- Lo que vi fue más que suficiente. - me interrumpió. - Vete con él antes de que vengan Francesca y los niños.
Yo me quedé callada bajo su antenta mirada de dolor.
- ¿Quieres que le llame yo para que venga a buscarte o qué? Fuera.
- James escu...
- Fuera.
- ¿Me odias? - pregunté con un hilo de voz, mis ojos mostraban la más absoluta tristeza y las lágrimas empezaban a dominarlos.
James me miró con frialdad como si todo el dolor que sintió lo hubiera transformado en el viejo James Hetfield, adicto e insensible. Mostrando lo que no era a los demás para protegerse a si mismo.
Finalmente James suspiró y pasó su mano por encima de su rostro, luego me miró con tristeza.
- No te odio Angie pero ahora mismo necesito tiempo. Tu... Todo lo que ha pasado en estas últimas horas... Necesito pensar.
Ambos nos quedamos en silencio unos segundos.
- Tu... ¿Te vas a divorciar? - pregunté mirándole a los ojos.
- No lo se Angie, no se que hacer ahora mismo. - contestó agarrando mi mano.
Me acerqué a James con intencion de darle un beso sin embargo él se apartó para evitarlo
- Me gustaría dormir un poco. - contestó.
Le di un beso en la mejilla antes de apartarme de él.
- ¿Me das un abrazo?
James me miró con indecisión durante unos segundos antes de alzar sus brazos en dirección a mi.
- Ven aquí. - susurró con una sonrisa, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo. - Mi querido ángel, me volverás loco...
- Te quiero. - mi cabeza estaba en su cuello y al decir aquello noté como su piel de esa zona se erizaba ante mi contacto.
- Y yo a ti... - besó mi frente antes de volver a apretarme contra su pecho.
Besé de nuevo su mejilla y ambos nos quedamos mirando a los ojos del otro durante un rato.
- Perdoname... - susurré antes de volver a abrazar su torso. - Lo siento, lo siento tanto...
James acarició mi cabeza para que me tranquilizara.
- Lo sé. Yo he actuado como un capullo muchas veces estando contigo así que quien debe disculparse soy yo.
- No digas eso James...
- Sht - me calló. - Lo digo porque es la realidad. Además ahora entiendo todo lo que te he hecho sufrir con mis indecisiones.
- La diferencia es que a mi no me han dado ataques de corazón. - reí.
- Desventajas de ser un viejo precoz. - río él.
Yo levanté una de mis cejas depiladas. - Eres de todo menos precoz Hetfield.
James río de nuevo antes de coger mi mano.
- No te dan ataques de corazón pero haces cosas peores... - pasó la mano por encima de viejas cicatrices de guerra. - Se que no son recientes pero no quiero que hagas eso nunca jamás. - Acabó la frase con cierta amargura en su voz y en sus ojos.
Me acerqué de nuevo a él, quedando a escasos centímetros. Notaba su respiración profunda chocar contra mi rostro.
- Déjame besarte. - susurré acercándome a él lentamente.
James río ligeramente y apoyó su mano en mi nuca para aumentar la velocidad de mi movimiento para que así nuestros labios se pudieran encontrar antes.
En medio de ese beso lento y lleno de sentimiento, rodeados de una especie de barrera que hacia que estuviéramos fuera del alcance de cualquier otro ser humano, escuché la puerta abrirse, destruyendo nuestra pequeña burbuja y haciendo que nos separaramos de inmediato.
- ¿Angie? - preguntó la mujer rubia y de ojos claros al abrir la puerta por completo.
- ¿Qué haces aquí? - añadió la chica de mismas características que entró detrás de ella junto a sus dos hermanos.
- ¿Yo? Bueno, James fue a casa de Kirk y allí estaba yo y entonces pasó eso y aquí estoy.
Sus miradas delataban su confusión.
- ¿Y dónde está Kirk? - preguntó Francesca.
- Pues... - susurré.
- Esta en la cafetería. - dijo James para ayudarme a salir de ahí.
- ¿Y que hacias tu en casa de Kirk? - preguntó de nuevo.
- Pues, él es mi profesor de guitarra...
- ¿A estas horas te estaba dando clase?
Joder, puta argentina.
- Sí, bueno, es que... cuando nos ponemos no nos fijamos en la hora...
- Ah.. ya veo... - contestó ella. - Pues ya puedes irte, ya estamos nosotros para cuidarle. Ya estoy YO. Su mujer.
- Francesca aquí no, haz el favor... - interrumpió James en un intento de enfriar el ardiente ambiente.
Francesca fue a su lado ignorando totalmente mi presencia, me dio un empujón con el que casi caigo al suelo.
- Mi amor, estaba tan preocupada... - dijo dándole miles de besos cortos en los labios.
- Francesca basta... - contestó James intentado liberarse de sus ataques de amor.
- ¿Por qué? No me separaré de ti ni un momento a partir de ahora. - continuaba intentando besarle por mucho que él se apartaba.
- ¡Basta ya! - gritó él finalmente, provocando que su mujer retrocediera unos pasos, asustada por el volumen de la voz de James.
- James...
- ¿No te acuerdas de lo que te he dicho esta tarde? ¡¿No te acuerdas? ! - su voz iba en aumento.
- Si me acuerdo pero yo...
- Entonces haz el favor de no acercarte a mí más de lo necesario, no haces más que estropear más las cosas.
- James pero yo pensaba que... - su voz empezaba a escucharse entrecortada.
James respondió con un tono de voz seco.
- Me da igual lo que tu pienses Francesca.
En ese momento una enfermera entró en la habitación, por suerte no era la que me había llevado a mi hasta la habitación.
- ¿Se encuentra bien señor? Sus pulsaciones han aumentado drásticamente y debe tener reposo absoluto.
James asintió mientras miraba a su futura exmujer con desaprobación.
Francesca rompió en llanto en aquél preciso momento y se fue de la habitación dando un portazo. Cali y yo nos miramos mientras la enfermera se quedaba con cara de watafac?
- En fin... Lo mejor será que le dejéis descansar ¿Vale? Mañana estará mejor y más receptivo a las visitas.
- Adiós papá... - dijo Castor antes de dejar la habitación, seguido de Marcella y finalmente Cali.
- Adiós James. - dije yo despidiéndome con la mano antes de salir de la sala, dejándo a James con la única compañía de la enfermera.
- Tengo la sensación de que últimamente cuando quedamos te vas corriendo de mi casa a la mínima oportunidad. - dijo Cali.
- Bueno... ha sido un fin de semana bastante estresante...
- ¿Mañana después de clase vienes a mi casa?
- No voy a ir a clase mañana... creo.
- ¿Por que no? No deberías saltarte las clases.
- Solo será mañana... pero el martes si iré.
- Eso se suele decir pero nunca se cumple. - río.
- Así que aquí la señora tiene experiencia. - reí también.
- Eres una peerraaa.
- ¿Qué? - pregunté con sorpresa.
- Ya se quien es ese hombre al que te quieres tirar aunque esta casado, ¡Pero tía! Qué también tiene hijos..
- ¿Qué? - pregunté algo asustada.
- ¿Clases de guitarra a las once de la noche? ¿En serio? No soy imbécil. - río. - Oh, Kirk, ¡Kirk! - fingió gemidos que provocaron que la mitad del hospital se nos quedara mirando.
- ¡Cállate joder! - reí. - Eres una sucia.
- Os imagino follando y de repente apareciendo mi padre. Joder, que épico. - su risa cada vez era más fuerte. - ¿Por eso le dio el chungo no?
- Idiota... Como si nunca se hubieran visto haciéndolo...
- ¿¡Entonces he acertado!? ¿Y qué tal la tiene tío Kirk? Tiene cara de tener un buen compañero... Ya sabes...
- Cállate en serio, pervertida.
- Eso me lo tomaré como que Kirk tiene un buen trabuco.
- ¡Eres una cerda joder!
Ambas empezamos a reír como retrasadas, llamando la atención de algunas enfermeras que nos mandaban callar.
- No me he acostado con Kirk, lo conocí el otro día joder.
- Yaa, claro. - río.
- ¡En serio!
- ¿Te llevamos a casa? - cambió de tema. - si encuentro a mi madre claro.
- Mi casa queda cerca y me apetece andar...
- Esta bien, vete a follar con Kirk..
- ¡Cali!
- Es que joder podríais disimular más que su coche esta ahí al lado. - dijo señalando un auto negro que, definitivamente era el de Kirk.
Sin apenas despedirme fui en dirección al coche de Kirk, directa a la puerta del conductor, cuando ya estuve más o menos cerca él bajó ka ventanilla y ambos nos quedamos mirándonos.
- ¿Qué haces aquí? - pregunté yo.
- ¿Puedo llevarte a casa?
- Vivo aquí al lado Kirk.
- Por favor...
Di un largo suspiro mirando al cielo antes de subir a su coche.
- ¿Qué? - pregunté de manera seca.
- ¿Es necesaria tanta agresividad? Desde un comienzo yo te dije que no haría nada que no quisieras que ocurriera, incluso cuando en el último momento te fuiste dejándome de aquella manera yo no dije nada. Creo que no me merezco tanta frialdad por tu parte.
- Lo siento... - respondí algo avergonzada. - No es que actue de manera fría contigo es... es que no se como actuar contigo...
- Soy tu amigo. Solo eso, ya me has dejado muy claro a quien quieres y yo respeto tu decisión. - Su voz sonaba calida y tranquila, no habia ni rastro de la desesperación y la ansiedad que hacia unas horas me demostró.
- No puedo ser tu amiga Kirk...
- ¿Por qué no? Puedes olvidar lo de esta noche, aunque va a costar un poco, se puede olvidar.
- Yo quiero a James Kirk pero a la vez no puedo evitar sentirme atraída por otros hombres. No puedo evitar si me quiero tirar a otro, y si encima ese otro también quiere. Es un peligro constante. ¿No lo ves?
- Así que... te sientes atraída por mí. - susurró.
- Deberias estar ciego para no darte cuenta de eso.
Kirk bajó el ritmo del auto.
- Entonces deja a tu cuerpo llevar Angie, no sirve de nada evitar algo que va a pasar. - Sus ojos se clavaban en los míos, tentándome a acercarme más a él.
- No me acostaré contigo Kirk, quítate eso de la cabeza.
- ¿Crees que James no se acuesta con Francesca solo porque te quiere? - Kirk paró el coche en una calle poco transitada. - ¿De verdad eres tan ingenua?
- Él se va a divorciar Kirk. Él me quiere de verdad y ahora llévame a mi casa por favor.
- Tan linda y tan enamorada... - empezó a acercarse peligrosamente a mí. - ¿De verdad no quieres nada conmigo?
Podía notar su respiración en mi cuello y cómo mi piel se erizaba cuando Kirk la cubría con sus besos expertos y cuando me quise dar cuenta ya había puesto el seguro del coche, dejándonos a ambos encerrados dentro del vehículo.
- Kirk...
- Shht. - puso uno de sus dedos encima de mis labios y puso los suyos encima de este. Acarició mi cuerpo desde mi mejilla hasta mi cuello, dejando la piel de esa zona de gallina.
Poco a poco Kirk fue quitando su dedo de entre nuestros labios dejando como separación entre ambos unos simples centímetros que no tardaron en desvanecerse y ambos nos hundimos en un apasionado beso, volviendo al presente la situación que dejamos atrás hacia unas horas.
Con un movimiento rápido Kirk hizo que el respaldo de mi silla se inclinara hacia atrás por completo, dejándome tumbada frente a él.
Se desabrochó el cinturón y luego hizo lo mismo con el mío, luego se puso encima de mi y empezó a colmar mi cuello con sus besos.
- Kirk... para... yo... ah... - Mis intentos para separarlo de mi eran inútiles; era como si nuestros cuerpos fueran imanes. Imanes que no podían separarse ni aunque ellos mismos quisieran.
En esa ocasión todo fue mas deprisa debido a que los dos ya veníamos con cierta excitación del juego previo, Kirk no se molesto en quitarme la ropa ni yo en quitársela a él. Simplemente levantó mi falda y apartó mi ropa interior para poder entrar en mi interior.
- Joder Kirk... - gemí cuando al fin entró en mi.
- Por fin... - susurró. - Por fin. - rápidamente sus embestidas cogieron rapidez y fuerza, notaba como el coche se movia junto nosotros y como las ruedas aguantaban todo el peso; quejándose con sus interminables gruñidos de dolor.
Por encima de la camisa de Kirk empecé a marcar mis uñas debido a la desesperación del momento incluso tiré de su pelo provocandole una sonrisa pícara que me enloquecía.
- Me puedes. - susurró en mi oído antes de morder el lóbulo de mi oreja y dejar un camino de marcas hasta lo más profundo de mi escote.
Poco a poco sus embestidas fueron relentizandose pero no perdían ka fuerza, de hecho esta última incrementó proporcionandome cierto dolor que a su vez me provocaba un curioso placer.
- Muer... muerdeme... - gemí.
Y haciendi caso omiso a mis plegarias Kirk empezó a llenar las partes visibles de mi piel con mordidas, dejando sus dientes marcados en mi blanca piel. El calor iba tomando mi cuerpo hasta el momento en que pense que iba a quemar. Aún que Kirk sabía lo cerca que estaba no cesó en sus movimientos, de hecho se movió con más rapidez para aumentar ese momento de placer absoluto que llevaba rato buscando.
Mis uñas se clavaron en su espalda y solté un gran gemido a la vez que arqueaba mi espalda, Kirk no paró de moverse y eso hacia que ese momento se prolongara más de lo que alguna vez había sentido y, literalmente por unos momentos enloquecí.
Kirk se dejó caer encima de mí una vez también alcanzó saciar su apetito. Su piel morena brillaba bajo la luz del interior del coche y le daba un cierto toque misterioso que me encantó en ese momento.
Sin decir una palabra Kirk volvió al sitio del conductor, no sin antes acomodar mi falda y empezó a conducir de nuevo mientras yo descansaba del reciente esfuerzo hasta que sentí como me daba unos ligeros golpes para despertarme de mi sueño fugaz.
- Ya estamos en tu casa. - susurró él. - Despierta bella durmiente. - sonrío.
Yo aún medio dormida me abracé a él.
- No quiero irme a casa... quiero estar contigo James...
En aquél momento Kirk me separó de él y su toni de voz se volvió más agresivo.
- Sal del jodido coche venga. - de un tirón me hizo salir.
Me acompañó hasta la puerta de mi casa donde espero a que sacara las llaves.
- Adiós Kirk... - susurré esperando un acercamiento de su parte.
- Adiós. - dijo indiferente antes de dar media vuelta y empezar a andar hacia su coche.
Vaya por Dios, que dramático nos salió el negro.
Entre en casa y me tumbé en el sofá pero no tardé en notar como algo entre mis pechos empezaba a vibrar.
Puto teléfono.
- ¿Si?
- Te tardaste mucho en contestar. - dijo con calidez.
- James... - susurré. - estaba durmiendo.
- Vaya. Lo siento, lo único que quería era darte las buenas noches.
Yo sonreí.
- Buenas noches... ¿Mañana nos vemos?
- Mañana no quiero que vengas a verme estaré ocupado...
- ¿Ocupado en el hospital?
- Estaré con mi amante, soy un hombre solicitado - río.
- ¿Amante? ¿Es mi mejor amiga verdad? - dije fingiendo estar dolida.
- Exacto.
- ¡Con Cali! Te tiras a tu hija, ¿Rili? - pregunté riendo a carcajadas.
- ¿QUÉ? ¡NO! - río. - A tu otra mejor amiga.
- ¿Te tiras a Laura?
- Desde luego que sí.
- Me voy a suicidar entonces.
- Disfrutaré hiendo a tu funeral. - contestó serio.
- ¡Ala, te pasaste con eso! - reí. - ¡Te odio!
Desde la otra línea escuché como James reía.
- Sabes que te quiero más que a nadie y nada en este mundo. Y ahora dime quien es esa Laura.
- ¿Celoso?
- Claro que sí, nadie habla con mi mujer sin que yo lo sepa.
- Es una amiga..
- Amiga...
- Inserte 1313 intenso aquí.
- No jodas, tu eres mía.
Yo reí.
- Es una amiga con la que hablo por internet.
- ¿De donde es?
- Argentina, hablo con ella desde los 14.
- Wow, la concha de la lora. - río. - A eso se le llama amistad.
- Tu acento argentino plis. - reí.
- Algún día te llevaré a Argentina para que la conozcas.
- ¿En serio? James eso sería...
- Por ti eso y más cielo.
- Estas loco... - reí.
- La droga a la larga es mala. - río
- Y... te puedo pedir un favor?
- ¿Otro? - río.
- ¿Puede venir Kirk? A Laura le gustaría...
- Hmm... No voy a preguntar.
- Mejor que no. - reí.
- Madre mía... - río.
- Te odio, haces que me desvele...
- Ya te dejo dormir tranquila. - dijo riendo.
- James...
- ¿Hm?
- Te quiero... muchísimo... - mis ojos se llenaron de lágrimas inconscientemente.
- Y yo a ti mi ángel, y yo a ti...

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