Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1.- El inicio de mi condena.

Sonó el despertador de mi teléfono móvil a las 5AM, la canción de ''Creeping Death'' rompió el silencio sepulcral que había en toda la casa.

- Puta madre... - dije mientras abría los ojos con vagancia, medio dormida. - Debo cambiar el tono este de mierda o acabaré odiando la canción.

Me llamo Angie Scott, tengo 17 años y bueno, en realidad no hay mucho que contar sobre mí...

- I'm creeping death tus cojones, James. - susurré sin inmutarme al apagar la alarma.

Me senté en la cama mientras un escalofrío recorría mi cuerpo, estaba nerviosa. MUY nerviosa, sabía lo que hoy me esperaba, iba a ser el principio de todo pero a la vez, iba a ser el final de todo.

Me vestí de forma bastante usual: botas militares, tejanos negros rasgados de las rodillas de donde colgaba una cadena de aluminio en la parte donde se supone que van los cinturones y una sudadera negra. Y me peiné... bueno, al menos lo intenté, acomodando con los dedos mi cabellera negra de manera que un mechón de pelo tapara uno de mis ojos cafés

Sí, lo sé, iba muy darks.

En fin... el juez me obligó a ir a vivir a San Francisco con mis tíos cuando mi padre perdió mi custodia por culpa de su puta borrachera crónica.

Cogí la enorme maleta que había en la puerta de mi habitación e intentando no hacer mucho ruido - algo inevitable muy a mi pesar. - fui escaleras abajo, en dirección de la puerta principal.

Aunque dijera que no, iba a echar de menos esa casa; los recuerdos de mi infancia, los momentos más felices de mi vida se encontraban ahí. Parte de mí persona, se encontraba en esa casa.

Y no me malinterpretéis, no es que no me alegre por ir a vivir a San Francisco; mi sueño siempre fue visitar América del norte pero, joder, una cosa es visitar una ciudad y otra de bien diferente es quedarse a vivir en ella.

Cogí la maleta cerrando el puño con fuerza, y me fui de esa casa para no volver.

''Fuck, el móvil...'' fue lo primero que pensé al cerrar la puerta.

Bueno, quizá sí que iba a volver a esa casa.

***

Iba a ser la primera vez que viajaba en avión y de hecho cuando llegué a la estación no tenía ni idea de dónde cojones ir, parecía una borracha dando vueltas por ahí hasta que de un grupo de gente escuché que iban a coger el vuelo hacia San Francisco y, por muy acosador que pueda sonar, les seguí hasta llegar al embarcadero.

El vuelo... bueno... fue... un puto sida de vuelo, así que mejor dejemos eso para cuando haya mejor rollito entre nosotros, seh?

Bajé del avión con un dolor de cuerpo increíble, estar tantas putas horas sentada con un gordo de mierda que te suda en la cara, afecta.

La salida del aeropuerto estaba, literalmente, a petar, lleno de gente que iba arriba y abajo con maletas y bolsas, gente que venía a recoger a los recién llegados con carteles con los respectivos apellidos de estos y en medio de tanto caos y tanto desconocido pude ver a mi tío mirándome, ya desde lejos, con asco.

'' Qué alegría. ''

- ¿Pero que haces vestida de esa manera si se puede saber? -

- ¿Y tú qué haces vestido cómo un gilipollas?

Pude ver como su cara pasaba de incrédulo a una de enfado y pude notar como apretaba el cartel dónde figuraba mi apellido hasta el punto de arrugarlo.

-Será mejor que subas a coche. - Susurró.

Sabía que se estaba conteniendo.

Me quería pegar.

Y probablemente lo iba a hacer al llegar a casa.

Ya dicen eso de: ''De tal palo, tal astilla'. Pues en el caso de mi abuelo hubo dos astillas.

Puto abuelo, no podía tener el palo quieto, no.

El camino del aeropuerto a casa fue tranquilo incluso aburrido, ninguno de los dos dijo nada, mi tío se encontraba concentrado mirando a la carretera mientras yo miraba emocionada por la ventana como las luces alumbraban las calles oscuras y los altos y grandes edificios, estaba emocionada, no podía parar de pensar en todo lo que me aguardaba esa ciudad.

La bienvenida de mi tía Serena fue igual de deprimente, ella intentaba reprimir su cara de asco mientras yo miraba a ambos con cara de '' ¿Qué coño estoy haciendo aquí? ''.

Y entonces llegó lo que sabía que iba a ocurrir.

Justo después de cenar, cuándo mi tía ya se había ido a la cocina para limpiar los platos sucios, mi tío me abofeteó cogiéndome del pelo, tomándome totalmente por sorpresa.

- Cómo vuelvas a ser irrespetuosa conmigo o con tu tía, será mucho peor que esto. - Me hablaba en el oído, intentando susurrar sin éxito; me estaba destrozando el tímpano al hablar a ese volumen tan cerca de mí.

Me soltó, dándome un golpe contra la mesa y se fue.

Pude saborear el sabor a hierro de la sangre y con el dedo toque mi labio el cual me ardía como si hubiera tomado una comida cargada de salsa picante.

Me había partido el labio.

Me fui a mi habitación sin hacer ningún comentario porqué sabía que eso no haría más que empeorarlo todo más.

No os podéis imaginar cuánto odio tener experiencia en el tema del maltrato.

Cerré la puerta detrás de mí y sin poder evitarlo, las lágrimas empezaron a salir de mis ojos a borbotones, algunas llegaron a la herida de mi labio y me provocaban un extraño dolor que, para ser sincera, me resultaba bastante placentero.

Aquí es dónde se me empezó a ir la pinza.

Abrí la maleta y busqué las cuchillas de afeitar y rompí una de ellas, separando el mango del lado filoso y ahí estaba, apunto de convertirme en una emo.

Hacía mucho que no lo recurría a eso para sentirme bien. Y no iba a recurrir a eso ahora.

La lancé contra la pared que había delante de mí mientras mi cuerpo se deslizaba por la pared hasta quedar sentada en el suelo con las rodillas dobladas y las manos cubriendo mi rostro.

Y así me quedé dormida.

***

Mi tía me despertó por la mañana para ir al instituto (sí, repetí un curso y por eso aun ando haciendo secundaria).

Me dolía el cuello horrores por haber dormido en esa posición toda la noche pero bueno, ya iba descansar en clase.

Ni siquiera me cambié de ropa, ni me peiné, solo puse mi móvil a cargar y bajé para desayunar.

Aunque tampoco comí nada.

Estuve hasta que faltaban veinte minutos para que iniciaran las cases mirando el televisor, y cuando fue la hora, cogí el móvil, los auriculares y mi tía me llevó hasta el instituto dónde me dio unos libros que, probablemente, iban a terminar llenos de dibujos y con páginas quemadas y arrancadas.

Soy toda una pirómana.

- Oh, ¿Tú debes ser Angie Scott cierto? - Dijo una voz afeminada que hizo que me desconcentrará de mis asuntos.

Asentí con la cabeza.

-Yo soy a directora del centro, bienvenida a nuestro instituto. - finalizó de decir toda esa mierda con una sonrisa.

Me la quedé mirando, era una mujer de mediana edad, morena, pelirroja, con ojos cafés detrás de unas gafas alargadas de color morado, vestía un vestido azul oscuro y unos tacones negros.

- Por favor, acompáñame. - Prosiguió - Te llevaré a tu respectiva clase y te presentaré a tus compañeros.

Nunca entendí esa frase de los cojones ''te presentaré a tus compañeros'' ¿Qué coño significa? ¿Te presentan a ti o todos esos inútiles te son presentados?

Putas dudas existenciales.

Llegamos cuando ya todos los alumnos estaban en sus aulas, la directora golpeó la puerta y seguidamente entró, parándose en la puerta, mirándome para que entrara con ella. Pude notar la mirada de todos, como cada uno de los que estaban sentados tras las mesas me seguían con la mirada, atentos a cualquiera de mis movimientos.

- Esta, chicos y chicas, es Angie Scott y viene de Europa, intentad que se integre bien y espero que no haya ningún problema. ¿Quieres añadir algo querida?

Se refería a mí.

- Hmm... - Dije pensativa - Solo espero no tener que patear muchas caras.

Sonreí a acabar la frase, quizá de forma cínica, realmente no lo sé, pero algunos de los alumnos me miraron con asombro mientras otros se reían o me miraban con cara de desafío.

-Bien, puedes sentarte al lado de Cali Tee Hetfield. - Sonrió cuando dirigió la mirada en ella. - es una excelente alumna, y estoy segura de que ayudarás a que se integre, Cali.

''ESPERA, ¿QUÉ COÑO?''

-Claro, señora directora... - dijo con desánimo y era normal, creo que no hay peor putada a que te encarguen al nuevo.

Y yo, bueno, no sé muy bien que estaba pasando, mi mente estaba pensando en demasiadas cosas, pero mi cuerpo se movió prácticamente solo hasta el sitio y cuando me quise dar cuenta estaba hablando con Cali.

Joder, estaba hablando con Cali.

Cali Tee.

Cali Tee Hetfield.

Estaba... nerviosa y se notaba pero mis nervios pasaban desapercibidos ya que todos pensaban que eran los nervios de estar en un instituto nuevo.

''Joder, que fuerte es esto. ''

Pasé todo el día junto a Cali y a sus amigas y aunque no teníamos mucho en común, (por no decir nada) encajamos bastante bien, claro que siempre tenían la mentalidad de llamarme emo o satánica, ya fuera de broma o en serio.

En realidad nunca pensé que la hija de James Hetfield pudiera etiquetar con esa facilidad a la gente, ya saben, su padre, metal, barcos y putas, yo en la cama con él, esas cosas.

Oh... esas zukulemtas cosas.

-Oh mira, ahí está mi padre. - sonrió alegremente. -Ven Angie, te lo presentaré. - dijo mientras cogía mi mano.

-Clar... ¿ESPERA QUÉ? NO PUEDES HACER ESO. - Grité mientras me soltaba de su agarre y me escondía detrás de la gente.

- ¿Por qué no?

-Me da vergüenza... - susurré bajando la cabeza.

Me sonrojé.

'' ¿En serio Angie? '' Me sonrojé de una manera tan estúpida que mi pálida piel pasó a parecer un puto tomate.

Y al subir la cabeza, ahí estaba.

Vestía una camisa a cuadros... creo, estaba demasiado agilipollada mirando su cara, su puta perfecta cara, y su nariz, esa con la que bromeaba con mis amigas diciendo que iba a morder algún día.

-Papá, te presento a Angie, es nueva.

Mi respiración aceleró bruscamente, debía controlar mi aura de fangirl, debía estar tranquila, como si no quisiera tirarme encima de ese hombre y quitare la ropa a mordiscos.

Se quitó las gafas de sol para mirarme con sus ojos color cielo, penetrantes, intimidantes y por Dios, jodidamente sensuales.

Me quedé viendo sus hermosos ojos y él miraba fijamente a los mios mientras formo una de esas sonrisas que deshacían mi corazón cada vez que veía en las fotos pero, joder.. En la vida real todo era.. era perfecto.

Seguí mirando sus hipnotizantes ojos hasta que me dí cuenta de que no iba a poder dejar hacerlo y que no queria que él dejara de hacerlo, porque estar en su punto de mira era lo que quería.

Porque su mirada se acababa de volver una droga, una condena.

Ese era el inicio de mi condena.

Y entonces todo se volvió negro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro