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33. Debo recuperarlo

            Siempre me he preguntado una y otra vez que sería de mi vida a lo largo de los años. He tenido un poco de bastante mierda en ella, y también un montón de desilusiones. Cada paso que había planeado debía ser para mí. Y solo para mí.

                Pero entonces todo se jodio.

                Jamás, ni en mis más locos sueños y pensamientos, pensé que fuera a terminar odiando a mi madre por sus mentiras, reconciliándome con mi padre -o el que creí que era mi padre-; jamás pensé que mi mejor amiga del alma me odiara.

                Y seguro como la mierda que jamás planee enamorarme de su padre y perderlo por mis pensamientos egoístas de mi mierda.

                Y es así. Tomar las decisiones equivocadas por sentimientos egoístas está mal. Mal.

                Tomar las decisiones desesperadamente empieza a llevarte por un precipicio. Un precipicio que te traga y el cual es difícil de describir. Entonces todo se remota y se junta, como si tratara de ahogarte en la miseria.

                Y así es.

                Entonces todo eso se te regresa por ser una estúpida llena de mierda, queriendo cosas que no son para ti; cosas que no puedes tener.

                Así que... aquí estoy.

                Estoy sola en medio de un aula vacía en una de las más prestigiosas universidades del mundo: Harvard. Siendo acosada por dos de mis empleadoras, de las cuales una es la madre de mi mejor amiga. ¡Vaya mierda! Ella ni siquiera es mi maldita empleada.

                Pero aun así lo jodio.

                Aquí estoy. Pensando y siendo mil veces consiente que acabo de perder y romper el corazón de un hombre maravilloso. Un hombre que jamás me dijo mentiras, un hombre que dijo que me amaba y el cual deseche muchas veces.

                Y sobre todo...

                Estoy aquí. Sufriendo. Teniendo una de las mejores noticas del mundo. Porque sí. ¡Estoy feliz! Estoy embarazada de un hombre maravilloso; pero también de un hombre que me odia. Un hombre del que estoy segura, jamás podrá perdonarme por el daño que le he causado.

                Y las mentiras que he dicho.

                Todo ha sido monótono desde que salí de ese baño con la prueba innegable de que estoy esperando un hijo del hermoso señor Thompson. No recuerdo nada de lo que me dijo la señora Monaghan. Breves destellos de una conversación sobre año sabático por maternidad o prestamos por maternidad.

                Pero ninguno lo escuche.

                No sé cómo es que llegue aquí de todos modos.

                Todo lo que recuerdo, es sobre la conmoción de enterarme de que algo hermoso crecerá dentro de mí. De que algo hermoso necesitara de mis cuidados, y también, de que algo hermoso posiblemente no conozca a su padre.

                ¿Cómo haré algo de esto?

                No tengo ningún material de maldita madre. La mía se la pasaba viajando, y lo más cercano que tuve a una madre, se fue con mi padre cuando tenía diez. Tampoco es que sea una inepta en el cuidado de bebés. Pero el mero hecho de que piense un futuro en el que no estará su padre, me duele. Quema como una jodida perra y es desesperante.

                ¿Qué mierda haré?

                He hecho malas y jodidas elecciones, y aunque sé que todo el hecho de ser una amante termino mal, no creo que sea malo el hecho de que tengo un lugar propio con una habitación de más para mi bebé y yo.

                Necesito un trabajo. Y me asegurare de que esta vez sea legal. Aun si la maldita paga es un asco y no me alcanza todo el dinero para lo que quiero. Ahora mismo es lo que menos me importa. Tengo que pensar en alguien más.

                Una hermosa y pequeña vida más.

                La cuestión es... ¿Le diré a Dank sobre esto?     

                Una gran parte de mi me grita que no sea estúpida y le diga. La otra parte racional, me dice que lo deje de lado y en paz porque ya le hice más daño del que pudo haber experimentado. Otra parte muy alejada, me dice que le diga por el bien de mi bebé.

                ¿Pero qué bien haría eso?

                ¿Que mi hijo crezca consiente de un hogar roto, el cual yo provoque? Es una mierda de cosas en las que te pones a pensar cuando sabes que vas a ser madre. ¿Será eso lo que sintió mi madre cuando se casó con un hombre que posiblemente no sea mi padre?

                ¡NO! No iré ahí.

                No me comparare con mi madre, porque yo si se quién es el padre de mi bebé. Y también sé que amo al padre del mismo fuertemente.  Tan fuerte, que ahora sé que no le diré.

                No puedo hacerlo.

                El sonido de mi teléfono me sobresalta, y me saca de todos esos pensamientos. Pero me lleva a pensar: ¿Quién coño llamaría a una persona tan horrible como yo?

                No tengo ganas de contestar. Miles de pensamientos se revuelven en mi mente a causa de las malditas noticias de hace minutos. No tengo siquiera ganas de saber quién malditos me esta llamando.

                Puede que sea el señor Thompson, pero rápidamente desecho la idea. Es imposible. No hay. No existe. Un maldito miedo infundado de que sea alguno de los hombres que use me esté llamando aparece. Pero malditamente es imposible. ¿Por qué habrían de llamarme? He jugado con ellos y les he arrebatado a algunos su maldita vida entera.

                Todo por ser una perra con ambiciones más allá de ella.

                Pero la llamada es persistente. El sonido acaba, para de nuevo continuar seguidamente de otra. Tomo respiro y con un último esfuerzo, saco mi iPhone de mis pantalones vaqueros y contesto; sin siquiera darle una mirada al identificador de llamadas.

                -¿Hola? -digo a la línea.

                Y me congelo con la voz al otro lado.

                -¿Sólo vas a huir y a no luchar? -dice la voz en el auricular.

                Mi respiración se atasca.

                No. Puede. Ser.

                De todo lo posible en el universo y por haber, jamás creí que escucharía la voz de esta persona de nuevo.

                -¿Qué quieres que diga? -le respondo a la voz con otra pregunta.

                -Mira, sé que fui dura contigo. Pero eres mi mejor amiga. Y ahora sé que reaccione mal.

                La voz de mi mejor amiga Cloe se escucha extraña. Sé que he sido una mierda por meterme con su padre, pero aun así tengo miedo de ella y sea lo que sea que está pasando para que su voz se escuche de ese tono.

                -¿Está todo bien, Cloe?

                -Yo...-hace una pausa-. Te necesito. Jenny, quiero contarte algo que paso después de que te fuiste el día de mi cumpleaños. Pero necesito hablarlo en persona. ¿Nos vemos en el Starbucks que esta por el campus?

                -Um, sí. Sí, está bien. -Rectifico con voz confiada.

                -Bien, estoy casi ahí. Quiero contarte algo, y depende de ti si puedes ir tras de mi padre.

                Acto seguido la línea muere. Dándome a saber que ha colgado.

                Ahora estoy mil veces más confundida.

                ¿Qué quiso decir con que si voy detrás de su padre? Ella mejor que nadie debería saber que ese hombre me odia. Y seria todo un milagro si el me perdona mis cagadas.

                Con miles de sentimientos encontrados, tomo el pequeño impulso que me hace falta y me dirijo a reunirme con mi mejor amiga.

                (***)

                El establecimiento está repleto, aun siendo más del medio día. No obstante, logro divisar rápidamente el cabello rubio cenizo de mi mejor amiga. Está sentada viéndose triste, confundida y llana de pensamientos.

                Sin vacilar, me dirijo a ella.

                Su mirada choca con mi creciente presencia y repentinamente estoy más allá de nerviosa. Una tristeza inunda mi cuerpo, porque de todas las cosas posibles, jamás creí que hubiera algún tipo de incomodidad en compañía de mi mejor amiga.

                Camino hasta estar a su altura. Su mirada es penetrante, buscando en mi alguna cosa, y creo que lo encontró; ya que su mirada es de entendimiento, pero también de algo más que no logro identificar.

                Todo duele demasiado.

                -Gracias por venir, Jen -me dice Cloe cuando tomo asiento para estar frente a ella.

                -Sé que bien tengo derecho de decirte esto, pero de igual forma: lo siento.

                -Ya no importa, Jen. Yo también lo siento. La verdad es que tuve mucho tiempo de analizar todo lo que paso. Y ahora sé que fui extremadamente ruda contigo.

                Tomo aire.

                -No lo fuiste -le digo -. Es tu padre después de todo. Estuvo increíblemente mal que tuviera todo este asunto con él. Pero me hacía feliz -declaro con una leve sonrisa triste.

              Ella sonríe desganadamente, pero al menos es una señal de que no todo esta tan perdido entre nosotras como creí.

                -Sé que lo hacía, Jen. Y no estoy aquí para juzgarte. El amor se encuentra en todas partes y a la vez en ninguna, tienes suerte. Mi padre es un hombre de armas tomar, y él sabe bien con quien quiere estar y con quién no. Tú, eres especial para él. Tú, Jen. Y no podría estar más feliz con la idea de que tú seas feliz después de toda la mierda que has pasado. A veces nos merecemos una pequeña dosis de felicidad, después de que todo está de la mierda.

                Mis ojos se cristalizan a causa de sus palabras.

                Cloe Thompson es una estupenda mujer. No cabe duda de ello.

                -Sin embargo no estoy aquí para hablar de todo lo malo, Jen. Me entere de algo hace unos días; y después de decírtelo. Quiero que tomes en consideración luchar un poco más por mi padre.

                Frunzo el ceño confundida.

                -¿Qué está mal Clo?

                Toma un respiro antes de hablar. -Mi padre... -hace una pausa-. El señor Thompson no es mi padre.

                Todo se detiene.

                El sonido alrededor ya no es apreciado por mí.

                No logro procesar sus palabras.

                ¿Cómo es eso verdad?

                La respuesta viene rápidamente.

                -Soy la hija del mejor amigo de mi padre -explica-. Mi padr-, Dank. Me dio un papel con mi fideicomiso, pero lo que me extraño es que el nombre del señor quien lo creo para mí no era el mismo que el de Dank.

                -¿Y supusiste qué él no era tu padre?

                Niega con la cabeza.

                -Le pregunte a mi madre al respecto y me dijo toda la verdad. Al principio no lo creí, pero luego preguntas empezaron asaltar mi cabeza. ¿Por qué papá nunca estaba en casa cuando mamá sí? ¿Por qué mi madre lo engaño? ¿Por qué siempre había un día triste al año? Pero sobre todo me pregunte: ¿Por qué jamás tuve hermanos? -Ríe con dureza-. La respuesta es que Dank jamás  se acostó con Miranda. Algo sobre una mierda de mi madre teniendo problemas con sus padres cuando estaba embarazada de mí. Y algunas cosas más, sobre el mejor amigo de mi verdadero padre, tomando el rol que no debía ser suyo. ¿Quién mierda quiere criar la hija de otro y casarse con alguien que no ama para protegerlo? Es mucho que saber, pero lo que ahora se, me da un mejor sentimiento de respeto hacia Dank. ¿Crees que estoy loca por ello?

                Niego. -No, no lo estás, Cloe. Es un poco trillado el asunto si me pides una opinión. Pero entonces debes saber que, quien sea que fue el mejor amigo de Dank, fue alguien muy importante y no quiso dejarlas a ti y a tu madre a  un lado -sonrió con nostalgia-. Es un gran hombre. El mejor de todos los tiempos.

                Cloe acompaña mi sonrisa con la misma nostalgia. Pasan unos minutos y pedimos un café. Lo pido descafeinado. Soy una aprendiz de doctora. Se con certeza que no se debe beber café en un embarazo.

                Si Cloe se dio cuenta de mí no tomando cafeína, no le dio demasiada importancia.

                Pasamos unos minutos en silencio. Solo mirando alrededor. Observamos los peatones caminar de aquí a allá. Vemos como la vida sigue, a pesar de la mierda que nos sigue de hoy en día.

                Hasta Cloe dice-: ¿Lo amas?

                Su pregunta me toma por sorpresa. Aun así, contesto sin vacilar.

                -Más que a nada en el mundo, Cloe. Debo admitir que me gusto desde el primer momento que lo vi, y antes de que preguntes, no, no fue el día de tu fiesta.

                -No preguntare ni tampoco quiero la historia por ahora, solo quiero saber si lucharas por él -toma mi mano encima de la mesa-. Como has dicho, es el mejor hombre que conozco, y tanto como ahora lo sé, también el más generoso.

                Hago una mueca.

                »Pero también sé que tú eres una mujer espectacular, Jen. Eres inteligente y mereces el amor de alguien como Dank en tu vida.

                Rápidamente niego.

                -No lo hago -digo.

                -Sí, Jen. Sí lo haces. Tanto como tuviste razones para hacer lo que hiciste, sé que en tu corazón lo hiciste por buena causa. ¿Qué de malo está en trabajar para pagar tus estudios? No eres la única que hace algo mal para poder darse un futuro de bien. Hay strippers, prostitutas y más, tratando de trabajar en algo estúpido para poder estudiar. Eso es valiente, Jen, no egoísta. -Me dedica una sonrisa sincera y abierta -. Ve tras él, Jen. No dejes ir a un excelente hombre por malas decisiones. El pasado se queda en el pasado, pero el presente y lo que pase en el futuro es lo que importa. Así que toma este consejo como las mejores amigas que somos. Lucha, Jen. Lucha.

                Sus palabras me llenan y mi corazón se estruja.

                ¿Qué hice para merecer a semejante mujer?

                Traicione a miles de personas con mis malas elecciones. Le rompí el corazón al hombre maravilloso que me ama. Pero ahora sé que tengo que hacer todo lo posible para recuperarlo.

                Luchar.

                Es lo que debo hacer ahora y siempre.

                Luche por pagar mi matricula en Harvard. Luche por hacer las paces con las personas que me hicieron daño hace mucho tiempo. Luche por tener un hogar, aun si no fue de la mejor manera.

                Ahora. Es hora de luchar por mi hombre.

                Con la más grande convicción y con toda la energía renovada. Me paro de la mesa rápidamente, pero antes de salir debo decir algo.

                -Gracias, Cloe. Pero no sé dónde está.

                -En el muelle. Se está quedando en el yate.

                Asiento ante sus palabras.

                Con una inclinación de cuello, me despido de ella y emprendo mi última lucha y batalla.

                Emprendo mi camino hacia el hombre que amo.

                Por qué lo sé.

                Ahora se, que debo recuperarlo.
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El amor, el amor. Es por eso que... bueno estoy igual de enamorada que Jen.
¡Últimos capítulos! Gran nostalgia.
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Editado y registrado: 16/11/17
Original: 06/17

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