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Capitulo Único

Era un frió día de invierno, un alfa y un omega se encontraban caminando por las transitadas calles de Seúl, conversando sobre cualquier cosa que se les viniera a la cabeza, los ojos del omega se iluminaban al ver los arboles cubiertos de nieve y luces decorativas era algo común en las calles en estas fechas. Mientras se dirigían a la casa del menor el alfa se topó con una conocida, una omega, con la que comenzó a conversar dejando un poco de lado a Jungkook, quien sintió a su lobo aullar triste.

Una vez llegaron a la estación de trenes el alfa estaba por despedirse, pero el omega fue más rápido, así que queriendo alejarse lo más rápido de la contraria soltó un rápido —me adelantare— mientras le sonreía a la pareja ingresando a el tren que lo llevaría a su hogar.

Mientras se sentaba en una de las esquinas del tren sentía sus labios temblar levemente mientras sentimientos negativos recorrían su cuerpo y se instalaban en su corazón, ademas que su lobo se encontraba triste, agradecía haber tomado un supresor o su aroma lo delataría.

Él quería tener el valor para decirle sus sentimientos, pero era un cobarde.

Volteando a ver el paisaje invernal nuevamente suspiro empañando el cristal en el proceso, si tan solo fuera alguien valiente no estaría escribiendo el nombre del de cabellos brillantes con su dedo en la ventana, mientras su lobo soltaba sonidos lastimeros.

Porque a pesar que eran amigos el omega estaba enamorado de aquel alfa, que para su fortuna y desgracia era su destinado, pero el parecía no notarlo y eso solo lo terminaba hiriendo más. Y mientras mantenía aquel secreto dentro de el y pensaba en como el alfa estaba con otra omega apoyo su cabeza en la ventana, viendo como el más alto finalmente ingresaba en el tren, mientras él cerraba los ojos y caía en un sueño ligero.

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Dos semanas

Ese era el tiempo que había pasado desde aquel encuentro, también era el tiempo que aquella omega había estado rondando a el de cabellos extravagantes, y por mucho que la chica quisiera aparentar querer solamente una amistad con el alfa era más que claro que sus intenciones eran otras. Y eso le dolía.

Jungkook nuevamente se encontraba en el tren de camino a casa, después de que su salida con Taehyung se viera nuevamente interrumpida por aquella chica de aroma empalagoso, prefiriendo irse para darles privacidad.

Y mientras el chico ve como el paisaje cambia y fluye suelta una lagrima que rápidamente disimula con un bostezo para posteriormente limpiarla, mientras toma nuevamente un supresor al oler que su aroma pierde su dulzor, cosa que últimamente se ha vuelto común en él. Solamente mira hacia afuera, intentando concentrarse en el paisaje y no en la presión que crece en su pecho.

Tenerlo cerca era doloroso, él era demasiado amable y Jungkook no quería ilusionarse. Y saber que ha hecho un habito el hablar con aquella chica estaba rompiendo su corazón y destrozando a su lobo.

El omega estaba harto de todo, de la universidad, de su deprimente vida amorosa, de no ser correspondido y sobre todo, de ser un cobarde. Había tomado una decisión, se iría, por lo menos durante las vacaciones. Pero no quería irse sin antes decirle a aquel alfa lo que sentía. 

No lo haría cara a cara, no era tan valiente como el se quería hacer creer, lo haría por un medio bastante cobarde ha decir verdad, una carta. 

Así que decidido simplemente soltó todos sus sentimientos, tanto buenos como malos en aquel papel de color azul pastel, esperando que cuando el alfa lo leyera el ya estuviera lejos, pues no tendría el valor de verlo a la cara.

Cuando todo estuvo plasmado en aquel papel lo dobló y metió en un sobre sencillo, no queriendo ser demasiado obvio y mucho menos cursi.

Y así un par de horas antes de irse tuvo un pequeño encuentro con el alfa en la universidad donde, sin que este se diera cuenta, metió el sobre en su mochila donde estaba seguro de que el lo vería, para poco después irse, después de todo tenía que llegar a la estación de trenes que lo llevaría a Busan desde Seúl.

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Por su parte el alfa se encontraba llegando a su casa después de haber trabajado en un largo proyecto. Lo primero que hizo fue arrojar despreocupadamente su mochila en la cama dejando que todo su contenido se esparciera en la cama, para posteriormente arrojarse el, creando un desastre en la misma.

Poniendo su cabeza de lado lo primero que captaron sus ojos fue un sobre blanco, cosa extraña para el pues no recordaba haber recibido ninguna carta.

"Para Taehyung" era lo que se podía leer al reverso de aquel sobre.

Tomó aquel pedazo de papel y dudo durante algunos minutos de sí abrirlo o no, hasta que finalmente la curiosidad le ganó y lo primero que pudo apreciar fue la letra cursiva de aquel hermoso castañito que tenía por destinado.

Si, sabía que Jungkook era su destinado, lo supo desde el primer momento en que se conocieron, pero Taehyung era demasiado torpe y cobarde como para decírselo, pensaba que lo incomodaría, así que se limitó a ser solo su amigo.

Desdoblo la hoja pudiendo apreciar la hermosa caligrafía y el leve aroma a manzanas acarameladas con castañas del omega que aún se mantenía impregnado en el papel.

"Hola Tae, supongo que te preguntaras la razón de esta carta.

Bueno seré directo. Me gustas.

Me has gustado desde el primer momento, pero la verdad soy muy cobarde para decírtelo en persona.

Siendo sincero desearía ser tan claro como el cristal cuando estoy frente a ti como amigo, sobre mis sentimientos. Aveces siento que no puedo ocultar el palpitar de mi pecho o el calor en mis mejillas y no quiero que nadie lo note.

También me gusta soñar con que estaremos juntos algún día, atraídos el uno al otro como amantes, o que nuestros corazones estarán juntos, obteniendo la felicidad que los amantes tienen, ¿es algo tonto verdad?.

Ese es mi doloroso deseo egoísta, lo siento por eso, supongo que ahora mismo te estarás burlando de mí. 

Pero, ¿sabes?, el día que nos conocimos todavía no ha desaparecido de mi mente, no entiendo el porqué brilla tanto en mis recuerdos, pero lo hace.

Recuerdo el como me defendiste de aquel grupo de alfas que intentaba sobrepasarse conmigo, supongo que en su momento mi tonta mente te vio como una especie de príncipe azul.

Pero, aunque no seas un príncipe azul y mucho menos mi alfa, aun así, te quiero, te quiero tanto que duele.Así que, por favor, si cuando volvamos a vernos decides rechazarme, solo te pido que me devuelvas mi corazón puro, porque a pesar que somos amigos, estoy enamorado de ti.

Ya no lo puedo ocultar y mucho menos olvidarlo, solo podré alejarme de ti, aunque eso me parta el alma.

Bueno, eso es todo lo que tenía que decir, así que me despido.

Con amor, Jungkook."

Una vez termino de leer aquella carta limpio las leves lágrimas que adornaban sus mejillas. Podía sentirlas calientes y su corazón acelerado, su lobo saltaba eufórico en su interior.

Hasta que su mente captó algo extraño, en la carta decía "cuando volvamos a vernos", lo que significaba que Jungkook se iría. Así que rápidamente se levantó de su cómoda cama, olvidándose del cansancio y del mareo que le provocó el movimiento brusco.

Y corrió, solamente tomando apresuradamente su celular y billetera, dirigiéndose a la casa del menor con la esperanza de que el omega estuviera ahí. Una vez llego a la casa del omega toco el timbre de manera un poco insistente, siendo recibido por la confundida madre de este.

Y sin dar tiempo a que la omega hablara el la corto preguntando. —¿Se encuentra Jungkook?.

A lo que la mayor aún más confundida negó con la cabeza. —Él se fue en la tarde para visitar a sus abuelos en Busan—dijo la mujer viendo la desesperación del alfa.

—¿Volverá pronto?—preguntó el peliazul esperanzado, la mayor volvió a negar —no volverá hasta después de las vacaciones de invierno— respondió, para ver cómo el más joven tiraba de sus cabellos con desesperación.

La omega pudo percibir como el fuerte aroma del alfa perdía intensidad y cambiaba a uno más triste. Ella sabía del enamoramiento de su hijo hacia aquel alfa, y siempre quiso suponer que el brillo en la mirada oceánica del alfa se debía a que el compartía ese sentimiento romántico hacia su cachorro, así que decidió darles una pequeña ayuda.

—¿Porque no vienes conmigo?— preguntó la mujer. Taehyung rápidamente levantó la mirada esperanzado. —¿Enserio?— respondió con duda el alfa.

La omega soltó una pequeña risa, asintiendo con la cabeza. —Si, mañana iré yo también, así que si quieres ir te espero aquí a las nueve de la mañana, ni un minuto más— dijo ahora un poco más seria, viendo cómo el menor asentía enérgicamente.

—Aquí estaré, no sé preocupe— dijo haciendo una pose de soldado, para después hacer una leve reverencia.

Un "gracias" fue lo último que salió de los labios del menor, a lo que omega le resto importancia mientras le ordenaba al chico volver a su casa, pues ya estaba oscureciendo.

El peliazul se fue, no sin antes asegurarle nuevamente que llegaría a la hora acordada. Una vez lo perdió de vista, cerró la puerta suspirando.

Solo esperaba no equivocarse.

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La mayor se encontraba bastante sorprendía, pues frente a ella se encontraba aquel alfa de llamativos cabellos con una mochila en su espalda y no solo eso, sino que una hora antes de lo acordado.

Se sentía un poco avergonzada, pues ella apenas y se había despertado por lo que no se encontraba para nada arreglada, pero al menor pareció no importarle.

Ella sabía que el chico era demasiado amable, llevaba años de conocerlo, solo esperaba que esa amabilidad no terminará hiriendo a su cachorro.

Una vez la mujer estuvo lista (media hora antes de lo que ella tenía planeado) ambos se dirigieron a la estación de trenes que los llevaría junto al pelinegro.

Si Taehyung dijera que no estaba nervioso, estaría mintiendo descaradamente, si bien por fuera podía parecer calmado, él tenía todo un zoológico en su estómago y su aroma era lo que lo delataba.

La señora Jeon al notarlo, trató de crear una conversación en un vago intento de calmarlo, cosa que por suerte funcionó.

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Después de tres largas horas y media, más otros quince minutos de camino para llegar a casa de los mayores, por fin se encontraría nuevamente con el chico de ojos galácticos. Y sus nervios volvían con mayor intensidad.

Le había pedido a la omega que no le dijera que era el quien había venido, por miedo a que este se negara a verlo, cosa que confundió a la omega, pero termino accediendo.

Mientras, dentro de la casa se encontraba un sonriente omega junto a tres adultos riendo de forma escandalosa a la historia que en ese momento se encontraba contando el abuelo alfa del menor de los presentes, hasta que escucharon la puerta siendo abierta, dejando ver a la única mujer de aquella pequeña familia.

La mujer le sonríe a todos los presentes y abraza a su pareja, mientras mira a su hijo el cual se ve radiante y ella duda durante un momento, pero finalmente decide que lo mejor es que aquel par hable lo antes posible, así que se acerca a su hijo para abrazarlo y le susurra en el oído "alguien ha venido a buscarte, se encuentra afuera, ve a verlo".

El menor mira a su madre confundido, pero finalmente asiente y se disculpa con los presentes, quienes extrañados miran a la omega mayor, quien finge desentendimiento y se encoje de hombros, mientras sonríe para sus adentros.

Por un momento el pensamiento de que cierto alfa fuera quien lo esperara rondo su cabeza, pero este fue rápidamente desechado, posiblemente el alfa tuviera mejores cosas que hacer que viajar a Busan en su búsqueda.

Mientras el omega se dirige a la puerta puede percibir el aroma a cocoa, canela y petricor que emana del otro lado, lo que lo pone aún más nervioso, cuando finalmente llega a la puerta respira profundo en un intento de calmar a su lobo y a si mismo. Cosa que causa el caso contrario pues se llena de aquella deliciosa esencia lo que altera más a su lobo y con este sus nervios. 

Después de dudar durante largos segundos, decide hacerse el valiente tomando la perilla de aquella puerta y finalmente girándola, revelando la espalda de aquel alfa que alborotaba distintas emociones dentro suya. Cuando el contrario percibió que la puerta había sido abierta volteo, encontrándose con la hermosa imagen de un omega pelinegro con las mejillas y orejas en un hermoso tono carmín. —Hola Jungkookie— fue lo primero que salio de los labios de aquel chico, alterando todo en el.

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Una vez se tranquilizo lo suficiente, el omega invito al alfa a dar un pequeño paseo por el parque cercano a aquella acogedora casa (después de dejar la mochila que cargaba el alfa), ambos en un silencio incomodo pues ninguno sabia como tratar el tema.

Siendo finalmente el alfa el que decidió hablar.

—Jungkook— llamo el alfa, intentando captar la atención del contrario, lograndolo rápidamente, logrando ver aquellos ojos de bambi. —¿S-si?— pregunto temeroso el menor.

—Sabes porque estoy aquí ¿verdad?— respondió el contrario. El pelinegro se hizo el desentendido, negando con la cabeza. El mayor soltó un suspiro mientras de su bolsillo sacaba aquella hoja de tono azul pastel, en cuanto la vio los colores nuevamente al rostro y oídos del omega.

—Ah e-eso... — susurro el omega mientras bajaba la mirada y jugueteaba con sus dedos. El pequeño lobo del chico se removía ansioso en su interior y el aroma de dulce pronto cambió a uno más nervioso. —N-no tienes que aceptar estar conmigo por lástima, sé que hay omegas más lindos que yo... — el pelinegro comenzó a hablar muy rápido, divagando.

—Jungkook— lo llamó el alfa, sin conseguir su atención. Lo único que soltaba el contrario era menosprecio a su persona.

—Jungkook— repitió el peliazul, obteniendo el mismo resultado. Para este punto, pequeñas lágrimas se asomaban por sus ojos.

—¡Jungkook! — intentó con un poco más de fuerza, aún sin resultado.

Finalmente Taehyung se canso de la situación, así que tomando las mejillas del más bajo junto sus labios en un dulce beso, no duró mucho, pero fue suficiente para detener las palabras de auto-desprecio del omega.

Jungkook se encontraba en una especie de trance, sus ojos estaban abiertos enormemente y perdidos en el rostro del alfa, sus mejillas brillando en un rojo tan brillante que hasta las manzanas le tendrían envidia y tan calientes que el sol sentiría celos. Eso sin contar a su lobo el cual saltaba, aullaba y se revolcaba en el suelo de la felicidad, además de su aroma casi empalagoso.

El alfa no se encontraba diferente, sus mejillas eran tan rojas como las fresas más jugosas y calientes como el verano, sus ojos fijos en el hermoso rostro de su contrario, su aroma fuerte se esparcía por el aire y su lobo solo quería correr hacia el más pequeño en búsqueda de más afecto.

El primero en recuperar la compostura fue el omega, cubriéndose el rostro avergonzado, seguido del alfa que tomó las muñecas del contrario, haciendo que este descubriera su rostro. Tomó suavemente su mentón haciendo que lo mirara directamente a los ojos.

—Nunca más te atrevas a decir esas cosas sobre ti, me escuchaste— dijo serio el alfa mirándolo a los ojos. —Escúchame bien Jeon Jungkook, tu eres el ser más hermosos que mis ojos han podido apreciar, asi que deja de decirte toda esa mierda, porque no es verdad— Y Jungkook abrió más los ojos si eso era posible, el alfa nunca decia malas palabras, amenos que verdaderamente estuviera molesto. Su lobo estaba demasiado feliz por recibir los alagos de parte de su destinado.

El alfa tomo aire, mentalizándose para lo siguiente —Sé que puede parecer algo forzado, pero siendo sincero... Te amo, lo he hecho desde el momento en que nos conocimos. Siempre que estamos juntos mi lobo me pide a gritos estar a tu lado y no dejarte ir, pero no quería arruinar nuestra amistad, creo que yo también soy un cobarde— dijo haciendo referencia a la carta.

—Así que te pregunto, Jungkook, ¿Me darías el honor de ser mi omega?, ¿Me permitirías cortejarte?— finalizo el alfa extendiéndole una gardenia, la cual había arrancado del parque sin que el omega se fiera cuenta, la cual fue tomada por las finas manos del antes nombrado.

Jungkook por su parte no podía creer lo que estaba sucediendo, después de todo, el alfa al que siempre quiso ¡le estaba pidiendo cortejarlo!. El omega sentía que en cualquier momento se iba a despertar en su habitación. Una fina linea de lágrimas se podía apreciar en sus mejillas, mientras su aroma demostraba su felicidad.

—¡Si, por supuesto que si Tete!— exclamo antes de lanzarse a sus brazos envolviéndolo el un cálido abrazo. Los lobos en su interior se frotaban entre si, mientras movían euforicamente sus colas. Ninguno de los dos podía creer lo que estaba sucediendo.

Y sin que el pelinegro tuviera tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo, sus labios fueron nuevamente unidos con los del alfa en un beso casi empalagoso, demostrando asi los sentimientos que ambos habían estado ocultando.

—Te amo— dijeron al unisono una vez se separaron y ahí supieron que todo iba a estar bien.

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