Capítulo 2.- Un rayo de esperanza.
BALE, ya se que me tarde 3 pinshis meses en actualizar y merezco morir por violación de 5 negros pero si soy sincera no soy de seguir rutinas, escribo cuando me apetece porque si lo hago por obligación, los capítulos me suelen quedar totalmente horrendos. Además, entre amoríos fracasados, brazos escayolados y pereza extrema, tuve poco tiempo para dedicarme a esto.
Se que no sirve como excusa, pero al menos soy sincera C:
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Desperté en una cama desconocida y en una casa desconocida pero con un aire que me era familiar, aunque el calor rodeaba mi cuerpo yo seguía con el frío en mi interior. Podía sentir como latía mi cabeza y como el chasquido involuntario de mis dientes rompía el silencio de la habitación.
Me incorporé en la cama dónde pude notar que la ropa que vestía no era la misma con la que había llegado, ahora vestía una camiseta negra de unas tallas más grandes y con un estampado de la película de "Karloff the Mummy." Junto unos pantalones anchos grises oscuros.
- Vaya, ya has despertado. - dijo Kirk quien recién entró en la habitación junto dos tazas humeantes, se sentó en el borde de la cama y me ofreció una de las tazas la cuál yo tomé con gusto.
- Me alegra ver que estas bien; estaba preocupado. - dijo con una sonrisa final.
- ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo? ¿Qué hora es? - pregunté con inseguridad, con las manos temblorosas conseguí obtener la suficiente estabilidad como para llevar la taza de porcelana a mis labios, soplé levemente antes de dar el primer trago a aquella sustancia amarga pero con un calentor reconfortante.
- Unas horas como mucho, te dormiste al mínimo contacto conmigo. - sonrió. - Ahora mismo son las 9 PM.
- ¿Me has vestido tu? - pregunté de nuevo con inseguridad al imaginarme a Kirk tocando mi piel desnuda mientras estaba indefensa.
- ¿Quien sino? - contestó con una leve sonrisa que me tranquilizó por momentos. - Tranquila, no hice nada indebido pero tu ropa estaba empapada... no podía dejarte de aquella manera.
Dejé mi taza encima de la pequeña mesita de al lado de mi cama, me fije en la decoración algo siniestra de la habitación antes de posar mis ojos en Kirk de nuevo.
- Gracias por todo Kirk, sino hubiera sido por ti ahora aún estaría en la calle.
Kirk se levantó para, de la misma manera que yo, dejar su taza encima de la mesilla y después se volvió a sentar, esta vez más cercano a mí.
- Estabas congelada Angie, temí que tuvieras un principio de hipotermia o algo peor... - suspiró. - Hubiera ido a por ti estuvieras donde estuvieras.
Sonreí tímidamente bajo las palabras atentas que Kirk me regalaba, me sonrojé un momento y Kirk sonrío con cariño al ver mi reacción.
- ¿Te encuentras mejor? - Kirk cogió su taza y dio un largo trago. - Miraré si aún tienes fiebre. - se acercó más a mí y por un momento pensé que iba a besarme, sin embargo Kirk dirigió sus labios a mi frente para controlar mi temperatura corporal, me encogí de brazos mientras mis mejillas se sonrojaron. Pasados unos segundos Kirk se alejó de mí no sin antes depositar un suave beso en mi frente, me sonrió de aquella manera tranquilizante mientras yo seguía con mi mirada fija en él.
- Estoy bien Kirk... Gracias por todo pero no quiero molestar más. - susurré algo apenada.
- No molestas. - sonrió y me acarició la cabeza con una de sus manos. - Nunca lo haces.
De nuevo, volví a ruborizarme, Kirk sabía que en aquél momento estaba sensible y se aprovechaba de ello.
- Aún así. - dijo él interrumpiendo mis pensamientos. - Debes de tener hambre ¿Me equivoco?
Yo asentí levemente con la cabeza aún con timidez, era como si hubiera empezado de nuevo con él, olvidando todo lo ocurrido entre los dos hasta aquél preciso momento.
- Esta bien. - dijo Kirk en un suspiro mientras se levantaba de la cama. - Iré a cocinar algo, más tarde te lo subiré. - sonrió por última vez antes de desaparecer detrás de la puerta de la habitación.
Me quedé sola de nuevo en aquella casa desconocida para mí, el sueño batallaba para abrirse paso y dominar mi cuerpo que el frío ya había abandonado, alcancé mi taza y le di un largo trago antes de poner mis pies en el suelo, no tenía zapatos, solamente los finos calcetines separaban mis pies de la frialdad del suelo.
A pasos lentos y trabajosos conseguí llegar hasta el pasadizo principal donde a lo lejos podía ver claramente las escaleras para bajar al piso de abajo, desde donde me encontraba podía escuchar los distintos ruidos que hacía Kirk en la cocina.
Bajé al piso de abajo con lentitud; pues mis músculos seguían algo tensos debido al frío al que los expuse horas atrás.
Rápidamente los recuerdos de lo que viví en aquella casa recorrieron mi mente, mi feroz manera de poner celoso a James con uno de sus mejores amigos, cuando James me confesó que su matrimonio había acabado y el juego entre dos bandas que mantuve durante aquella noche y que coronó a James como mi ganador, no solo de en un aspecto físico sino de algo mucho más profundo que, aunque duró poco fue la historia de amor fugaz más intensa que probablemente iba a vivir.
Y no me arrepentía.
Los recuerdos atravesaban mi mente a medida que iba avanzando hacia la cocina y las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos hasta que finalmente llegué donde quería.
- Kirk... - susurré en un hilo de voz, él se giró sorprendido al escuchar mi voz sin embargo su cara cambió completamente cuando vio la expresión de mi rostro.
- Hey, ¿Qué ocurre? - dejó todo lo que estaba haciendo y se acercó a mi con cautela, acarició una de mis mejillas con una de sus manos y con su dedo pulgar secó las pocas lágrimas que no pude contener.
Sin pensarlo me abalancé sobre él, agarrando con fuerza su camiseta blanca y empecé a sollozar en silencio, caí de rodillas al suelo de nuevo mientras Kirk me rodeaba con sus brazos, él también se arrodilló, quedando los dos sentados y abrazados en medio de su cocina mientras intentaba consolar mis muestras de dolor.
- ¿Angie que ha pasado? ¿Qué te ocurre? - preguntó Kirk sin entender lo que ocurría, yo no decía nada simplemente me quedé callada en la armonía de sus brazos donde después de tanto tiempo por fin volvía a sentirme segura de nuevo.
- Pasó lo que debía pasar... - susurré aún agarrada con fuerza a él.
Kirk levantó mi rostro con la ayuda de sus manos y nos miramos a los ojos.
- Explicamelo.
Kirk me miraba con lástima y eso era algo que odiaba, aún así no me importaba al contrario, agradecía todo lo que me estaba ayudando en aquél momento en el que no me sentía capaz ni de mantenerme de pie sin desplomarme dos segundos después.
- ¿No sabes lo que ha pasado en casa de James?
Kirk negó con la cabeza a la vez que echaba un suspiro.
- No sabemos nada de James desde hace semanas...
La respiración se me congeló por unos minutos, dejé de escuchar la voz de Kirk, quién me hablaba con una expresión de preocupación poco usual en él.
Y de nuevo se estaba repitiendo lo ocurrido a principios del milenio; James se estaba alejando de todo aquél que no pertenecía a su familia, para hacer que la estabilidad volviera a su vida. Aunque eso significara traicionar a aquellos que un día llamó hermanos, dejando de hablar con ellos de nuevo.
Ahí estaba, la falta de compasión por parte de James al obligarme a confesar sus pecados. Castigando cada uno de mis pensamientos de aquel momento con una fuerte oleada de dolor que daba directo a mi pecho y arrelaba hasta lo más hondo de mi pecho hasta atravesar mi alma de lado a lado.
¿Como el ser humano puede permitirse el depender tanto de una persona? El dolor que implica tal contacto, capaz de exterminar cualquier rastro de humanidad. Acabando como un monstruo que no sabe amar.
-El último día que estuve con él... - callé unos minutos para mentalizarme sobre lo que iba a decir. - Francesca y él firmaron los papeles del divorcio.. - susurré con dolor en mis palabras debido al recuerdo.
Kirk se echó hacia atrás y se alejó de mí.
- ¿Y eso es malo? Ahora podéis estar juntos. - dijo algo confuso.
- Después de unas horas le llamaron del hospital y.. dijeron que Francesca estaba ingresada y...
- ¿Cómo que ingresada? - interrumpió Kirk, atónito por lo que estaba escuchando.
-Kirk, James me juró el cielo y las estrellas, una eternidad a su lado, la felicidad de tener a la persona a la que quiero con locura a mi lado. Y lo selló con una promesa que nunca se cumplió... ni se cumplirá... - Paré un momento para recuperar el aire. - No quiero recordarlo porque yo tengo el lamento de que me haya no dejado, abandonado de la peor forma que alguna vez pude imaginar.
Kirk se quedó callado, mirándome fijamente. No tenía ninguna expresión en el rostro, pasados unos segundos cerró los ojos y suspiró.
- Realmente le querías, ¿Verdad?
- Le quiero. - corregí.
- Angie... - susurró. - No puedes dejarte solo por esto, eres joven y lo puedes superar.
- ¿Y si no quiero? ¿Y si no quiero olvidar el tacto de su piel y el calentor de sus brazos? Todos los momentos y recuerdos agradables que tengo junto a él...
Kirk suspiró una vez más y con un movimiento algo brusco hizo que nuestros cuerpos se aproximaran de nuevo, mi cabeza ahora estaba en su cálido pecho, escuchando los latidos regulares de su corazón. Mientras me acariciaba la cabeza de forma lenta pero relajante.
- Todos pasamos por nuestro primer amor. - susurró a mi oído con calma pero con la ansiedad típica por querer seguir hablando. - Pero sólo es eso; el primer amor de muchos. Todo lo que has hecho y vivido con James lo harás con otras personas y volverás a enamorarte pero no debes rendirte ahora. ¿Demasiado lejos como para rendirse no crees?
Yo sonreí inconscientemente y miré a Kirk fijamente a sus ojos cafés oscuro, con la mano acaricie con suavidad una de sus mejillas y noté como, bajo mi tacto, su piel se erizaba. Hammett puso su mano encima de la mía y los dos nos quedamos mirando fijamente a los ojos del otro en aquella posición, tan cercanos y a la vez tan separados.
- Gracias, Kirk. - dije finalmente, poco a poco pero sin pausa fui acercándome a él hasta poder darle un suave beso en la mejilla durante unos segundos.
- No es nada, pequeña. - contestó él con una amplia sonrisa, mostrando sus hoyuelos como si estuviera orgulloso de ellos.
Una de sus manos estaba en mi espalda, rodeándola para mantenerme pegada a él durante nuestros abrazos espontáneos y con la otra mano me acarició la mejilla de la misma forma como yo lo había hecho antes.
- Solo quiero que estés bien. - dijo en un bajo tono de voz, la situación era algo extraña sin olvidar el toque romántico que me incomodaba levemente.
- Lo sé. - contesté seria, sin ninguna emoción notable en mí.
- ¿Estás mejor?
Yo me quedé callada de forma pensativa pero a la vez divertida, provocando que por mi postura Kirk empezara a reírse de forma lenta, sin quitarme la mirada de encima en ningún momento.
- Estoy, con eso deberías conformarte. - Sonreí levemente de la misma forma que Kirk.
- Sabes... - suspiré. - No se muy bien que debo hacer ahora, ni cómo debo actuar cuando vea a James, si es que lo vuelvo a ver de nuevo...
- James ha sido un hombre de no querer problemas durante toda su vida, cuando te vea estoy seguro de que hará como si nada hubiera pasado entre los dos, o directamente te ignorará. Al ser amiga de su hija la primera opción es la más probable.
- ¿De verdad para él es tan fácil? - una ligera mueca de dolor decoraba mi rostro en aquel momento. Cegada con velo que llevé durante todo el tiempo que estuve con James, ahora al conocer la forma rastrera con la que iba a olvidarse de mí no podía evitar sentir un fuerte dolor en el pecho, como si me lo estuvieras agujereando con el objetivo de atravesar mi cuerpo de lado a lado.
Kirk me abrazó con fuerza, el tacto de sus brazos rodeando mi cuerpo me hacía sentir totalmente protegida, el apoyo que necesitaba en el momento idóneo, la ayuda incondicional que recibía por parte de Kirk me daba la fuerza necesaria para no rendirme en aquel momento.
Kirk se separó de mi cuerpo y se puso de cuclillas enfrente de mi.
- El camino más rápido para facilitar las cosas no suele ser el más fácil para el que lo ejecuta, Angie . - dijo con serenidad. - Estoy seguro de que él también lo ha pasado mal intentando olvidarte, sus ojos cada vez que te miraba le delataban. No eras un juego para él, eso te lo aseguro; ese hombre es como mi hermano, sangre de mi sangre y se ver en sus ojos cuando esta enamorado, como se dilataban sus pupilas y el dolor que inundaba su mirada cuando el mínimo pensamiento de perderte se cruzaba por su mente.
Me quedé pensativa unos instantes analizando todo lo que había dicho, ¿Si todo eso era cierto porque iba a abandonarme de aquella manera tan fría y destructora? Como si al desaparecer de mi vida se llevara mi corazón con él, puesto que un regalo es algo que no se puede devolver. Y yo hacía meses que le entregue aquél órgano vital al líder de Metallica.
- Angie.... lo peor que puedes hacer en estos casos es guardar tus pensamiento para ti, háblame. Solo quiero ayudarte, verte sonreír de nuevo. - Me apretó contra su pecho y luego se levantó del suelo, ofreciéndome su mano para ayudarme a mí.
- Estaré bien, lo prometo. - sonreí de forma fingida antes de coger su mano y él lo sabía puesto a que sus ojos me miraban con pena, no la pena de verme en ese estado sino la pena de haberle mentido a él.
Kirk empezó a andar, dándome a entender que quería que yo lo siguiera, apagó el gas de los fogones con los que estaba cocinando anteriormente y se giró para poder mirarme de nuevo.
- La primera vez que viniste no dio tiempo a enseñarte toda mi casa ¿Verdad? - yo negué con la cabeza mientras lo miraba con curiosidad por saber dónde me iba a llevar. - No quiero que pienses mal de mí, quiero olvidar todo lo ocurrido hasta hoy. Quiero ser tu amigo, un buen amigo. - no pudo evitar lucir una sonrisa al terminar de hablar. - Quiero... protegerte. - susurró con algo de timidez al asumir esas palabras que llevaban tanto tiempo en su cabeza y no se atrevía a decir.
- Kirk... eres un buen amigo, el único que me queda aquí, por desgracia. Lo que pasó es algo que solo eso, ocurrió, aunque no pueda hacer como si nunca hubiera ocurrido.
Él sonrió una vez más antes de coger mi mano de nuevo y empezar a andar en dirección a una de las puertas de la cocina, el frío se colaba por debajo de esta junto el olor a sal característico del mar.
Abrió la puerta con lentitud mientras me miraba con cierta diversión; sabía que tenía ganas de ver lo que había más allá de la puerta de madera ya que, conociendo ya a dos de los integrantes de Metallica sabía que nos se conformaban con pequeñeces, les iba lo hermoso, lo precioso, lo caro y a lo grande.
Y ahí estaba de lo que hablaba, mis ojos se abrieron del todo y mi boca se abrió para formar una amplia sonrisa debido a la belleza exuberante del paisaje que Kirk tenía día a día a su alcance. Desde la terraza donde los dos estábamos en aquel momento se podía ver con claridad el mar que estaba a escasos metros de nosotros, el Sol empezaba a ocultarse, desapareciendo por detrás del horizonte formando un color anaranjado que se mezclaba con el azul del cielo. Algunos bañistas aún estaban en la arena de la playa y, al igual que nosotros observaban embobados la belleza del momento.
- Es increíble. - No podía, ni quería apartar la mirada de aquel hermoso paisaje, quería observarlo durante horas hasta que quedará grabado en mi mente y pudiera verlo cada vez que mi subconsciente deseara.
- Puedes venir a verlo cada vez que quieras, quiero que te sientas como si estuvieras en tu propia casa.
- No creo que a Lani le guste tener una adolescente vagando por su casa, tratando a su marido como si fueran mejores amigos. Además, si aquí estuviera como en casa, me iría y no volvería. - reí. Era algo cruel, pero siempre preferí reírme de las desgracias propias en vez de dejar que me afectarán más de lo necesario.
- Pero Lani ahora mismo no está. - dijo con una sonrisa. - Y respecto a lo otro, buscaremos la forma de que estés bien en casa, aunque eso consista en buscarte una nueva.
- ¿Con nuevos tíos incluidos?
- Y dos sobrinitos a ser posible.
Reí al imaginarme aquella situación absurda, conviviendo con la familia Hammett.
- Se te da de pena lanzar indirectas, ¿Lo sabes verdad?
Kirk soltó una carcajada mientras me acariciaba de forma salvaje la cabeza, despeinándome más de lo que estaba.
- No era una indirecta, Angie. Es un sueño que haré realidad.
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