Hoy en la mañana me desperté después de una pesadilla.

Me levanté y fui al baño, luego a la cocina y al final regresé a mi cama. O eso me hubiera gustado hacer, de no ser porque esa versión macabra de Feliciano que estaba afilando un cuchillo sobre mi camita.

Ya no pude volver a dormir después de eso.

—Alfredo, ¿por qué mi hermano dice que estás en deuda con él? Creí haberte dicho que no hicieras ningún trato con él, ve~

—Creo que olvidaste mencionarme eso, Feli.

—Ups...— Feliciano deja de hablar y entonces llega una chica, demasiado joven como para estar a cargo de un salón, al menos desde mi punto de vista profesional.

Explicaré; a tan sólo unas semanas de la boda de mi amigo y el profesor de historia — sigue sonando mal cuando lo pienso— Feliciano me pidió que lo acompañara a sus actividades prenupciales o algo así. Sinceramente acepté sin pensarlo cuando mencionó la comida gratis. 

Podría decirse que soy algo así como su damo de honor, ¿o caballero de honor...?  

  — Esto será la entrada, ¿te gusta? Yo insisto en que pongamos paninis pero Lud dice que eso no es un platillo, ¿tú qué opinas?—me preguntó mi amigo italiano, con el gesto más pensativo que le había visto. Ni cuando tenemos exámenes se pone así.

—Yo digo que te pareces a esas señoras que salen en los programas de televisión volviéndose locas por cosas tan sencillas como el color de los manteles— respondí y luego me llevé a la boca un bocado de ese "platillo" que había traído una chica antes.  

Así pasó el resto del día, y ya que afortunadamente es fin de semana, no me preocupaba mucho que ya fuera tan tarde al acabar.

  —Gracias Alfredo, ¡eres el mejor amigo!— tras decir eso, el chico se me abalzó y se abrazó de mi, colgándose de mi cuello. Aún me sigo preguntando por qué hace y si tendrá alguna relación con su inclinación sexual.

Se lo preguntaré a Arthur.

  —No hay de qué, pero recuerda no abrazarme tanto porque ya sabes cómo se pone tu prometido ese que huele a ester...

—¿Qué huelo a qué?— otra cosa, descubrí que tengo una habilidad para invocar a la gente cuando estoy hablando de ellos—. Además, sé que Feliciano nunca engañaría a este monumento por algo como tú. 

No sé qué fue más raro; que se autoseñalara con esa palabra o que Feliciano hiciera un ruido demasiado inapropiado en medio de la calle.

Ah, y que me se refiriera a mi como algo.

—Ve~ no seas así Ludie, Alfredo me ha ayudado mucho. Se amable, ¿sí?— luego, se acercó a él y puedo jurar que le susurró cosas sucias al oído por que a ese tal Ludie se le pusieron rojas hasta las orejas. 

El man asisntió con la cabeza y se despidió, tomó a Feliciano de la mano y se fueron. Me olvidaron cual bolsa de desechos y se largaron.

Tendré que tomar un taxi, ya que gracias a cierto pelo regla no puedo transitar en vía pública con una motocicleta con mensajes en contra del gobierno estadounidense por todos lados.

Aunque admito que el talento tiene bastardo. ¿O al revés? Meh, da igual.

___

FInalmente pude llegar a mi casa, no sin antes haber atravezado obstáculos que me pone la vide para hacerme sentir más miserable. ¿Nunca les ha pasado que ya cuando algo va mal, piensan que nada puede salir peor y al final sí pasa algo peor?

A mi no pero tengo miedo, y por eso vine a casa de Arthur.

—Alfred, ¿qué tienes en la cara?—estábamos en la cocina, al aprecer su hermano menor estaba dormido y los otros dos aún no llegaban. Me invitó a tomar un té y obviamente acepté. 

  —¿Uh? No lo sé, tal vez es chocolate del helado que me comí antes—traté de sacar mi celular para mirarme la cara. Antes de hacer eso él me detuvo.

—No es eso, deja que te ayuda a quitártelo— y se acercó a mi cara con un paño húmedo. 

Comenzó a limpiarme toda la cara, con un gesto medio molesto. 

— Tks, no se te quita—finalmente se alejó, aunque me está comenzando a irritar la piel de tanta veces que la frotó.

CON EL PAÑO. Que frotó mi cara con el paño.  

  —¿Qué no se quita? Estoy seguro de haberme bañado hoy antes de salir de casa y...

— La estupidez. No se quita la estupidez de la cara, Alfred.  

Con que era eso... ¡Espera, ¿qué?!

  —¿Y ahora por qué me dices esas cosas? ¿Tuviste un mal día? ¿Tejiste mal el sueter de Willie?

  —Es William, y no. La razón de que te diga esto no tiene nada que ver con mi temple hoy— dicho eso, se fue a prepara el té de la manera más extraña que haya visto jamás. 

Parece que está haciendo posiones, no sé si confiar en esto.

— Ten, es una nueva conbinación que hice— me ofreció la taza y yo la tomé.

Antes de tomarle le soplé y miré el contenido. Rojo, con cositas flotando por ahí...

— Arthur, ¿Irías conmigo a la boda de Feliciano?— pregunté y le di un ligero sorbo al dichoso té. No sabe mal, de hecho sabe muy bien. Tanto que dudo que sea un té cualquiera.

—Depende—respondió y el tomó agua, lo cual se me hizo sospechoso—. Si tú aceptas hacer algo por mi.

—Por supuesto, haré lo que quieras— le di otro sorbo al té y fue entonces que lo noté. El sabor era como de moras—. Excepto cosas que pongan mi vida en riesgo.

—Contigo todo es un riesgo. Pero descuida, no es nada del otro mundo.

Y ahora que lo noto, no ha apartado la vista de mi desde que me dio el té.

—Oye Arthur, ¿de qué está hecho este té?—seguí mi instinto de supervivencia; más vale prevenir a estas alturas. 

—No es té, es una infusión—él hizo un gesto, bastante sensual si me lo preguntan— está hecho de mis mejores ingedientes, digamos que lo hice con lo mejor de mi.

— No creo estar entendiendo bien...

—En algunos lugares le dicen...— se acercó nuevamente a mi, y esta vez se sentó sobre mis piernas. No sé si me da más miedo la cara que está poniendo o el hecho de que siento que la silla se va a romper—, agua de calzón.

Pero qué carajos. 

Al final sí se rompió la silla, o tal vez fue mi cabeza. 

Ajio, ajio. 

Ya sé, cada vez escribo peor y fuera de contexto. Les pido disculpas y les doy las gracias por seguir defecando estrellitas en esta cosa :'D

Pronto terminaré, y con esperanzas de no decepcionarlos, me despido por hoy.

Que tengan buen resto de semana, se lo lavan <3

LES DEJO ESTE HERMOSO COSPLAY DE ALFUFO.